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Historias De Amor, Horror Y Terror
Historias De Amor, Horror Y Terror
Historias De Amor, Horror Y Terror
Libro electrónico195 páginas7 horas

Historias De Amor, Horror Y Terror

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Es una trama que contiene esos tres elementos en tres diferentes historias. La Enfermera Planchada; una misteriosa mujer que, siendo una pulcra enfermera es tambin una asesina en potencia. El Nio de los Milagros; en esta historia hay verdaderos milagros de vida producidos por un amoroso y santo nio. El Dedo del Muerto; esta historia es de terror puro, provocado por un miembro amputado a un muerto. Sin embargo, ese apndice, es capaz de causar miedo infinito.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento2 dic 2015
ISBN9781506502595
Historias De Amor, Horror Y Terror
Autor

Mary Escamilla

Dra. Mary Escamilla *Escritora, guionista y compositora *Doctora en Naturopata y Filosofa *Consejera de Salud Natural *Licenciada y Especialista en Adicciones *Ministro ordenado del Evangelio Mary Escamilla es una dama Mxico-Americana autora de veintitrs libros con diferentes temas y ttulos. Ha escrito seis guiones de pelculas y tiene en su haber ms de tres mil temas de canciones, algunos de ellos grabados por cantantes solistas o agrupaciones musicales de fama internacional. Mary Escamilla es doctora en Naturopata, graduada del Trinity College of Indiana; doctora en Filosofa y Herbologa de la Progressive Universal Life Church de Sacramento, California; certificada en Iridiologa y Herbologa en la International School of Natural Health; certificate in Instruction Food Handling Education and Safety Training in Los Angeles County Department of Health Services; certificate in the Course of Instruction Designed to Assist Interested Participants in Learning how to Improve the Diets of Their Families in University of California; certificada en Iridiologa del International Institute of Health Recuperation, de Miami, Florida, y es miembro activo del Naturopathic Board USA. Ella es miembro distinguido de Who is Who?, el libro del National Registers Executives and Professionals, que reconoce a personalidades destacadas en el mbito empresarial; asimismo, es miembro de la International Chamber of Commerce, California. Adems es la fundadora de Marys House Foundation, una organizacin altruista sin fines de lucro (non profit organization) la cual apoya a nios maltratados o abandonados por sus padres. Ha sido consejera de salud por ms de veinte aos en la prensa escrita, as como en sus programas de radio y televisin, cuyas recomendaciones y consejos nutricionales tienen como objetivo ensearle al pblico en general cmo lograr una mejor forma de vida. Su informacin ha cambiado el estilo de muchsima gente respecto a cmo llevar una alimentacin ms sana y una comida rpida con aprovechamiento de todos los nutrientes. Mary Escamilla ha recibido innumerables galardones por parte de la comunidad en la que se desenvuelve, reconocimientos de organismos gubernamentales, privados y medios de prensa. Su imagen es ampliamente conocida por sus apariciones en promociones, en medios escritos, radio y televisin, as como por las mltiples entrevistas que le han dedicado distintos canales de televisin locales e internacionales.

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    Historias De Amor, Horror Y Terror - Mary Escamilla

    Copyright © 2015 por Mary Escamilla.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:   2015919711

    ISBN:   Tapa Dura                 978-1-5065-0261-8

                 Tapa Blanda             978-1-5065-0260-1

                 Libro Electrónico   978-1-5065-0259-5

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

    Fecha de revisión: 02/12/2015

    Palibrio

    1663 Liberty Drive

    Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    Gratis desde EE. UU. al 877.407.5847

    Gratis desde México al 01.800.288.2243

    Gratis desde España al 900.866.949

    Desde otro país al +1.812.671.9757

    Fax: 01.812.355.1576

    703571

    ÍNDICE

    Acerca de la Autora

    La Enfermera Planchada

    El Niño de los Milagros

    El Dedo del Muerto

    Juanita Pastora

    La Calavera Descarnada

    La Casa Sucia y Abandonada

    Las Brujas de Tlalpujahua

    El Nagual de Santana

    La Aparecida del Camino…

    Las Mujeres Vampiro y los Gatos Negros

    La Misión del Presidente Muerto

    Revelación OVNI

    La Sirena de la Atlántida

    Acerca de la Autora

    Mary Escamilla, es:

    Escritora, guionista y compositora, licenciada en ciencias de la comunicación, doctora en Naturopatía y filosofía consejera de salud natural. Es por lo tanto un personaje reconocido por la comunidad.

    Mary Escamilla es la autora del libro Las Maravillas de la Carne de Soya y muchos más, con diferentes temas y títulos. Es licenciada en ciencias de la comunicación, profesión por la cual desde muy joven incursionó en los medios de comunicación de su país, México.

    Ha escrito cinco guiones de película y tiene en su haber más de tres mil temas de canciones, algunos de ellos grabados por cantantes solistas y agrupaciones musicales de fama internacional.

    Mary Escamilla es doctora en naturopatía, graduada en el Trinity College of Indiana; doctora en filosofía y herbología de la Progressive Universal Life Church de Sacramento, California; certificada en iridiología y herbología en la International School of Natural Health; certifícate in instruction food handling education and safety training en Los Angeles County Department of Health Services; certifícate in the course of instruction designed to assist interested participants in learning how to improve the diets of their families in University of California; certificada en iridiología del International Institute of Health Recuperation, de Miami, Florida, y es miembro activo del Naturopathy Board USA.

    Ella es miembro distinguido de ‘Who is Who?’, el libro del National Register’s Executives and Professionals, que reconoce a personalidades destacadas en el ámbito empresarial; asimismo, es miembro de la International Chamber of Commerce, California. Además es la fundadora de Mary’s House Foundation, una organización altruista sin fines de lucro, la cual apoya a niños maltratados o abandonados por sus padres.

    Ha sido consejera de salud por más de 20 años en la prensa escrita, así con sus programas de radio y televisión, cuyas recomendaciones y consejos nutricionales tienen como objetivo enseñarle al público en general cómo lograr una mejor forma de vida. Su información ha cambiado el estilo de muchísima gente respecto a cómo llevar una alimentación más sana y una comida rápida con aprovechamiento de todos los nutrientes.

    Mary Escamilla ha recibido innumerables galardones por parte de la comunidad en la que se desenvuelve, reconocimientos de organismos gubernamentales, privados y medios de prensa. Su imagen es ampliamente conocida por sus apariciones en promociones, en medios escritos, radio y televisión, así como por las múltiples entrevistas que le han dedicado distintos canales de televisión locales e internacionales.

    La Enfermera Planchada

    —Aún recuerdo esos años tan maravillosos, era la época de los 40’s, la vida tan distinta, tranquila y hermosa. No había tanta violencia ni se hablaba de narcotráfico como hoy en día. Yo vivía en la provincia y era bello despertar en esas mañanas algo frías y con neblina escuchando la gran variedad de tonos del canto de las aves, acompañadas por el piar de sus críos. Oírlos me estremecía y a la vez me hacía sentir muy bien.

    Detrás de mi casa, bajando la loma, había un río y el correr del agua por su cauce era audible, un arrullo; cuántas veces jugamos o nos bañamos en esas frescas y límpidas aguas del río que era además un remanso de paz. ¡Ah!, pero cuando el río ‘crecía’ el ruido que producía era espectacular y nos atemorizaba; entonces nos teníamos que conformar con verlo desde lejos. Aún así, no recuerdo que haya causado daños severos cuando se llegó a desbordar.

    Los días también eran esplendorosos, bajo los rayos del Sol, los colores de las flores lucían más; el verdor de los árboles contrastaba con un tono más fuerte que se apreciaba en lo alto de las montañas que rodeaban el valle y un tono menor en las llanuras. ¡Cómo disfrutaba viendo esa policromía natural, respirando un aire puro impregnado del aroma de las flores y los olores clásicos de los establos y los gallineros!

    Pero también me agradaba ir al centro del pueblo los ‘días de mercado’, donde veía a las personas saludándose amablemente entre sí con una sonrisa pintada en los labios. Acompañaba a mi madre a comprar algunas cosas que no se producían en nuestro campo y regresábamos a casa menos ligeras de como habíamos ido al ‘mercado’, por el peso que ahora llevábamos en nuestras canastas.

    Y cómo olvidar esas noches en que la luz de la Luna era tan brillante que no hacía falta que lleváramos linternas para alumbrarnos al caminar por los senderos, la brillantez lunar nos invitaba a que gozáramos al ver un cielo lleno de estrellas y de vez en cuando la caída de un pequeño aerolito, el paso de una estrella fugaz o dibujadas en el firmamento las figuras de los murciélagos que en busca de alimento volaban por el área. Si acaso en las sombras que formaban los árboles, veíamos las lucecitas de cientos de luciérnagas que revoloteaban por uno y otro lado.

    Era muy joven cuando algo inesperado me privó de seguir respirando aire puro y disfrutar de la apacible vida de provincia. Mi padre enfermó y como en el lugar donde vivíamos no había médicos especialistas para atender su mal, nos tuvimos que ir a la gran ciudad, la capital de mi país. Lo más importante era la salud de mi padre y esa situación fue la que decidió por todos nosotros, cambiando nuestros destinos para bien o para mal.

    Me sorprendí al llegar a la gran ciudad en la que sabía estaríamos por tiempo indeterminado, porque allá todo era distinto. Llamaba mi atención el glamoroso vestuario de las mujeres y la elegancia de los hombres, la caballerosidad con que trataban a las damas y también cómo ellas se habían ganado e incluso exigían, el respeto de los varones. La gente disfrutaba la vida de veras, por los periódicos o por la radio me enteraba que habían suntuosos bailes y populares también, innumerables salas de cine y teatros; centros nocturnos, juegos de beisbol, futbol y algo que entonces supe le gustaba a mi padre, las corridas de toros.

    ¡Cuántas cosas nuevas para mi familia y para mí había en la capital!

    Pero volviendo a la enfermedad de mi padre, ésta era grave y los doctores nos dijeron que no había muchas posibilidades de curación. Mi madre, mi hermano y yo nos reunimos donde mi papá no pudiera vernos y pusimos en la balanza qué era lo mejor para él, si regresarnos al pueblo y esperar que la enfermedad lo fuese minando o quedarnos en la ciudad y dejar en las manos de Dios y los médicos que obrara un milagro y mi padre se recuperara. Optamos por lo segundo, si estábamos allí era porque queríamos ver a mi padre sano y entonces, poniendo toda nuestra Fe en Dios y la sabiduría de los doctores, decidimos quedarnos y luchar al lado de nuestro querido viejo hasta donde fuera posible.

    Mientras mi adorado padre seguía luchando con toda entereza por su vida, a pesar del dolor que lo aquejaba, nosotros comentamos y recordamos quién era él. Cabe mencionar que mi papá había sido un hombre excepcional, íntegro y responsable; jamás vimos que le faltara al respeto a mi madre o a nosotros, siempre nos dio mucho amor y cuidados, vivía al pendiente de que nada nos faltara. Sí, mi padre había sido alguien excepcional, un fuera de serie, un verdadero hombre.

    Nuestras vidas se dividieron en estar al lado de mi papá en el hospital y en ir a descansar al departamento que rentamos. Nos alternábamos y de hecho los tres, mi madre, mi hermano y yo, nos acostumbramos a viajar en camión de pasajeros (autobús, guagua, etc.) y a veces, cuando se nos hacía algo tarde, solicitábamos el servicio de un carro de alquiler, ‘libre o taxi’, como se les denominaba en la capital desde antes de los años 40’s en que nosotros llegamos a vivir a la gran ciudad.

    Aunque intentábamos no utilizarlos tanto porque el dinero, los ahorros que con tanto esfuerzo reunieron mis padres, se podrían acabar. Incluso, mi hermano y yo habíamos conversado acerca de buscar empleo.

    Pues bien, mi padre estuvo internado en el hospital por más de seis meses y en ese tiempo fue que me tocó vivir una de mis peores experiencias o pesadillas; la de haber visto y tenido muy cerca de mí, a la Enfermera Planchada.

    La recuerdo muy bien, como si ambas nos reencontráramos en un sitio en el cual hubiéramos estado hace muchos años. Era una mujer alta, muy delgada y su piel extremadamente blanca, casi transparente. La veía pasar como un centinela o guardia caminando por los pasillos del hospital, que eran muy fríos y solitarios. Había un gran silencio que continuamente era interrumpido por los ayes de dolor o las reacciones que les provocaban los medicamentos a los enfermos. La Enfermera Planchada casi nunca hablaba, con señas indicaba a los familiares de los pacientes que salieran de los cuartos mientras que ella hacía su trabajo revisando a los enfermos o curándolos.

    Para mí ya no era raro su comportamiento, también otras enfermeras eran así o hasta más déspotas y trataban a los enfermos como animales, parecía que les desesperaba atenderlos y desquitaban su frustración en ellos. Siempre he pensado que si mujeres como ellas no tienen vocación de servir a sus semejantes o preparación para dicho trabajo, ¿por qué lo hacen?, ¿quién las obliga a seguir allí?… Pero qué le vamos a hacer, hay mucha gente así.

    Bueno, volvamos a la Enfermera Planchada. Su aspecto casi cadavérico provocaba miedo y como nunca miraba a nadie a los ojos, su actitud inexpresiva como de sordomuda mantenía expectante a quien o quienes estuvieran cerca de ella, porque cierto era que parecía ser la misma Muerte. A mí en lo personal me daban escalofríos cuando pasaba a mi lado, puedo asegurar que esa enfermera no era de este mundo.

    Ahora permítanme relatarles cómo se dio la primera víctima de la Enfermera Planchada. Fue un niño de doce años aproximadamente y la razón por la cual lo asesinó fue que el pequeño se hacía ‘pipí’ (orinaba) en la cama y como ella tenía que cambiar a diario las sábanas y voltear el colchón, se le veía muy molesta, enojada o malhumorada, como quieran ustedes definirlo.

    El día en que Luisito murió (así se llamaba el niño) y aunque a los médicos les pareció algo extraño, dijeron que había sido a causa de un paro cardiaco. Pero yo sé que no fue así, ella lo asfixió porque a pesar que casi nunca hablaba, la escuché decirle varias veces al pequeño que si se volvía a hacer ‘pipí’ en la cama, lo mataría… ¡Y lo cumplió la malvada!

    Luisito era tan bueno y tan dulce que no merecía morir así. La Enfermera Planchada lo asesinó poniéndole una almohada en la cara hasta asfixiarlo. Una vez que cumplió su cruel amenaza, la asesina acomodó todo para que no se notara que había existido forcejeo en la cama que ocupaba el niño, para que los doctores creyeran que efectivamente, tras un ataque cardiaco, Luisito había dejado de existir.

    Presencié toda la escena y aún así no lo podía creer. Sin embargo, porque la Enfermera Planchada se dio cuenta que yo sabía algo y aunque no estuviera segura que fuera testigo de su crimen, me vio a los ojos y yo quedé inmóvil. Su mirada era tan penetrante como la de un demonio, casi salía fuego de sus ojos y eso me dejó sin habla. Era tan siniestra que con su sola mirada me advirtió que si yo decía algo, su siguiente víctima sería mi padre. Decidí callar por miedo a que le hiciera a mi papá lo mismo que a Luisito.

    Otra de sus víctimas fue un doctor que quizá sospechaba que la muerte de Luisito no había sido natural, el temor de ser descubierta decidió a la Enfermera Planchada que debía callarlo para siempre. La historia fue igual, según dijeron sus colegas médicos falleció por un paro cardiaco… Pero tampoco fue así, ella hizo con el doctor lo mismo que con Luisito, cuando él estaba durmiendo en un tiempo de descanso. Aunque no fui testigo en esa ocasión, lo puedo afirmar porque la vi salir de allí minutos antes que otro de los médicos entrara al cuarto donde acostumbraban dormir o descansar y que éste saliera dando la voz de alarma y pidiendo que llevaran equipo de resucitamiento. Lo que sí presencié, fue que la Enfermera Planchada se tardó una eternidad para llegar con el equipo que había pedido el doctor con la intención de rescatar a su amigo de la muerte. Estoy segura que ella puso un somnífero en la taza con té que acostumbraba beber el médico asesinado. Estoy segura que ella lo mató.

    ¡Maldita asesina! ¿Por qué no la denuncié antes que siguiera cometiendo más crímenes? ¡Me arrepiento tanto de haber callado por miedo!

    Si yo hubiera tenido el valor de denunciarla, habría evitado que mi madre, mi hermano y yo sufriéramos tanto… Ahora verán por qué lo digo.

    Una fría mañana del año 1941, mi padre fue asesinado. Yo me quedé dormida tal vez porque tomé el contenido de una taza con té que la Enfermera Planchada había hecho para él y seguramente porque la mujer puso un somnífero en ella. Yo velaba durante toda la noche a mi padre y mi mamá lo hacía durante el día, pero ese precisamente mi madre no llegó temprano porque también ella había enfermado… ¡Y yo me quedé dormida!

    ¡Oh Dios, cuánto dolor me causó ver a mi padre muerto! Aquel hombre tan bueno, excepcional, había dejado de existir. ¡Qué pena para mi madre, mi hermano y para mí!

    Sin embargo ahí no terminó la tragedia de mi familia, tras la muerte de mi padre mi mamá se entristeció tanto que ya no quiso vivir sin su amor y pocos meses después también murió. Mi hermano y yo quedamos devastados por la pérdida de nuestros padres. Me agobiaba el remordimiento por no haber delatado antes a la asesina y por fin me decidí a hacerlo; acudí al Departamento de Policía y puse mi denuncia platicándoles uno por uno todos sus crímenes. Recuerdo que el comandante, un hombre de edad, me veía azorado por lo que yo le estaba platicando y movía su cabeza y gesticulaba mostrando cada vez mayor incredulidad. Cuando terminé con mi relato, el comandante se quedó pensativo por unos minutos.

    —¡Qué pena señorita, pero esa historia que usted me ha platicado sucedió hace más de cincuenta años! Es exactamente

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