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Billie Black y los Secretos de Transilvania
Billie Black y los Secretos de Transilvania
Billie Black y los Secretos de Transilvania
Libro electrónico174 páginas2 horas

Billie Black y los Secretos de Transilvania

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Información de este libro electrónico

Billie y Jack son dos hermanos que —junto con su amiga Naomi— van en busca de su padre, Daniel, quien desapareció hace varios años. Los niños descubren que tienen poderes sobrenaturales y conocen al brujo Trifón. Este les enseña a utilizar la magia y les revela el motivo de la desaparición de su padre: Daniel había ido en busca de Avemmortis —un ser maligno y monstruoso— porque quería exterminarlo, ya que esa criatura diabólica pretendía dañar a sus hijos.

Avemmortis es un engendro mitad murciélago mitad cabra que utiliza la magia negra para realizar los más crueles hechizos.

Billie, Jack y Naomi viajan en busca de Daniel y deben enfrentarse con el monstruo para sobrevivir y poder regresar con su padre a casa.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento10 jun 2020
ISBN9780463219966
Billie Black y los Secretos de Transilvania

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    Billie Black y los Secretos de Transilvania - Gemma Ramón Puigdengoles

    Billie Black y los secretos de Transilvania

    Gemma Ramón Puigdengoles

    Billie Black y los secretos de Transilvania

    Ilustraciones: Rod Mendez

    Primera edición: junio de 2020

    Copyright © 2020 Gemma Ramón Puigdengoles

    Editado por Editorial Letra Minúscula

    www.letraminuscula.com

    contacto@letraminuscula.com

    Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en el ordenamiento jurídico, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático.

    Índice

    Introducción

    Prólogo

    Capítulo I: La luz mágica

    Capítulo II: Un amigo muy especial

    Capítulo III: La leyenda de Avemmortis

    Capítulo IV: Pasaje secreto

    Capítulo V: Clase de encantamientos

    Capítulo VI: Un lugar llamado Transilvania

    Capítulo VII: The escape room

    Capítulo VIII: El ejército del infierno

    Sobre la autora

    Introducción

    Esta es la aventura de dos hermanos, Billie y Jack. Billie es un niño de catorce años que sueña ser algún día un científico importante. Vive con su hermano Jack, de diez años, y su madre Estefanía. Su padre Daniel desapareció poco después de que Jack naciera.

    Un día Billie descubre que su hermano, Jack, no es un niño común, como los demás, sino que tiene poderes sobrenaturales. Jack no sabe cómo controlar sus poderes y Billie teme que puedan ser peligrosos y dañar a alguien; por eso Billie, su mejor amiga Naomi y Jack deciden averiguar de dónde provienen esos poderes y así asegurarse de tener control sobre ellos y no lastimar a nadie.

    Durante la búsqueda localizan, a través de unos documentos, el escondite de un brujo llamado Trifón. Este les enseña a utilizar su magia y les revela el motivo de la desaparición de su padre. Daniel se fue en busca de Avemmortis- un ser maligno y monstruoso, mitad murciélago mitad cabra- porque quería exterminarlo ya que quería dañar a sus hijos utilizando la magia negra.

    Billie, Jack y Naomi viajan en busca de Daniel y deben enfrentarse con el monstruo para sobrevivir y poder regresar con su padre a casa.

    Prólogo

    En mi sueño era un día de verano muy caluroso y soleado. Recuerdo ver a papá trabajando en su ordenador sentado con calzoncillos en el sofá y mamá en la cocina preparando el almuerzo.

    Debía tener solo cuatro años, ya que recuerdo aún dormir con pañales y Jack era solo un bebé. Estaba aburrido y pregunté a papá si podía salir al jardín a jugar con Mimi, mi gata.

    —Sí, Billie —contestó papá—, pero no te alejes mucho. Ahora saldré a jugar contigo.

    Salí y Mimi y yo nos pusimos a jugar a la pelota. Siempre me había sentido afortunado de tener aquella gata, ya que era muy diferente a las demás. Podía hacer cosas increíbles. Era de color negro, un negro más intenso que el carbón, y sus ojos eran de un verde amarillo. A veces, me parecía que los tenía más verdes y otras veces, más amarillos; supongo que todo dependía de la luz. Era una gata tipo persa, por eso era extremadamente peluda y mamá nos hacía cepillarla todos los días, porque si no dejaba mucho pelo por toda la casa.

    Cuando ya llevábamos un buen rato jugando en el patio, de pronto el cielo oscureció, como si una tormenta estuviera llegando. Me estremecí de miedo, recogí la pelota y empecé a correr hacia casa; entonces vi una sombra reflejada en el suelo pasando por detrás de mí a gran velocidad. Me giré asustado y vi que aquella cosa se me acercaba tan rápidamente que parecía que volaba en lugar de caminar. Me quedé inmóvil y, cuando lo vi de cerca, me di cuenta de que se trataba de un animal espeluznante. Tenía dos cabezas, una parecía la de un murciélago, aunque tenía un sutil aspecto humano. Sus dos orejas eran grandes y tiesas, sus ojos pequeños y muy negros, la nariz como la de un cerdo y dos colmillos enfrente de su boca muy largos y afilados. La otra cabeza parecía la de una cabra, pero su aspecto era el de una cabra diabólica; toda llena de pelo negro con dos cuernos gruesos y largos y unos ojos rojo intenso; su lengua era larga y roja como la de un reptil. El monstruo tenía unas alas negras enormes, como si fueran las de un águila e iba vestido con una gran túnica negra, la cual mostraba sus brazos y manos con aspecto humano, pero no se podía apreciar si el resto eran piernas o patas de un animal. Lo que sí pude ver es que era una bestia espeluznante y que la iba a recordar por el resto de mi vida.

    Sus alas se movian lentamente, dándole un aspecto aún más siniestro. Cuando me di cuenta, lo tenía justo enfrente con sus cuatro ojos clavados en los míos, como si quisiera comerme con la mirada. Sentí que estaba aguantando la respiración y a punto de estallar en llanto. El monstruo se acercó a mi oído y con una voz grave dijo: «Algún día descubrirás quién eres y serás mío». De pronto sentí una humedad en mis pantalones. En ese mismo instante un fuerte ruido, que parecía un trueno, retumbó cerca de nosotros e inmediatamente después vi a mi padre salir corriendo al jardín a buscarme. El monstruo retrocedió y con rapidez echó a volar hasta desaparecer entre las oscuras nubes.

    Papá me cogió en brazos, entramos en la casa y cerramos rápidamente la puerta con pestillo.

    Capítulo I: La luz mágica

    Me desperté de nuevo en medio de la noche, pero no era por la misma pesadilla que una y mil veces había tenido durante varios años, sino porque mi gata Mimi estaba encima de la cama lamiéndome la cara. Ella siempre había sido muy especial. Hacía cosas que otros gatos no podían y tenía muchos años, más de treinta, según el veterinario. Su doctor siempre se queda alucinado cuando la visita. Dice que nunca había visto un gato con tantos años y en tan buena forma.

    —¿Qué pasa, Mimi? ¿Qué haces aquí? —le pregunté.

    Era extraño porque ella siempre dormía con mi hermano Jack. Miré el despertador con forma de dinosaurio, que mi madre me había regalado para mi decimosegundo cumpleaños, y eran las tres de la madrugada. Ya no podría dormir más, así que decidí levantarme para ir a la cocina. Salí de la habitación y mientras cruzaba el pasillo para bajar me di cuenta de que había una luz encendida en el dormitorio de mi hermano Jack. Solo tiene diez años por eso me extrañó que a esas horas estuviera despierto. ¿Quizás se durmió con la luz encendida?, me pregunté. Giré mi rumbo hacia su dormitorio, el cual se ubica al final del pasillo. La luz reflejada era muy potente, más de lo normal. No parecía que viniera de una lámpara, sino de algo mucho más intenso. Me extrañó y en silencio decidí acercarme más. La puerta estaba entreabierta y no se oía ningún ruido; justo, al poner mi mano en la manija y abrirla un poco más la luz desapareció de golpe y volvió todo a la oscuridad. En ese mismo instante que las luces se apagaban, tuve tiempo de ver cómo varios libros estaban flotando en el aire y caían con fuerza al suelo, como si alguien los hubiera lanzado desde lo alto. ¡Pero, obviamente, no había visto a nadie! Los libros estaban literalmente flotando…, ¡pero eso era imposible! ¡No tenía ningún sentido! Aquí pasaba algo muy extraño y me estaba empezando a dar un poco de miedo.

    Venga, Billie, me dije para animarme, solo son imaginaciones mías. Los fantasmas no existen y los libros no vuelan. ¿Quizás estoy soñando? Seguro me despertaré ahora… ¿O quizás me estoy volviendo loco o tengo alucinaciones viendo libros que caen del techo? Definitivamente, debo olvidarme y aquí no ha pasado nada.

    Pero me quedé angustiado. Ya en la cocina bebí mi vaso de leche y empecé a pensar si debía despertar a mamá y explicarle lo que acababa de suceder ¿o era mejor no asustarla? Eran las tres de la madrugada y tenía que levantarse pronto para ir a trabajar; me dije entonces que era demasiado tarde para despertarla, sabiendo lo cansada que estaba últimamente. Volví a subir a la habitación de Jack y me fijé en él. Estaba en la cama dormido. Parecía que no se había dado cuenta de nada de lo sucedido. Me acerqué con cuidado intentando no despertarle para asegurarme de que se encontraba bien y allí estaba agarrado a su caballo volador, su muñeco preferido.

    Jack es un niño muy guapo. Lleva el cabello corto y lo tiene muy rubio, como el de mamá. Sus ojos son de un azul turquesa intenso, muy bonitos. Todo el mundo se queda fascinado con ellos. Es un niño que destaca por su belleza. Yo, en cambio, pienso que soy bastante normal, aunque la gente también me dice que soy muy guapo y especialmente exótico, porque soy de piel morena y ojos azules, como papá. Mi cabello es todo lo contrario que el de Jack, es muy negro, aunque también es liso y me gusta llevarlo largo. A veces, incluso, me hago una coleta. Mis ojos azules son bonitos, pero no tan bonitos como los de Jack. Tanto Jack como yo somos delgados y de estatura normal para nuestra edad. Papá también siempre fue delgado.

    Salí de la habitación de mi hermano y regresé a la mía. ¿Qué está ocurriendo en esta casa?, me dije. Necesitaba contarselo a alguien. ¿Pero a quién? ¡¡Todo el mundo pensaría que me lo estaba inventando para llamar la atención!! ¡Naomi!, pensé en ese momento. Al otro día tenía que verla en la clase de Ciencia, así que se lo contaría todo.

    * * *

    El despertador sonó a las 7.30 h. La luz entraba por la ventana, aunque el sol aún no se habia asomado del todo. Me metí en la ducha como cada mañana, me peiné, me lavé los dientes y me vestí. Hoy tocaba ponerme, como todos los días, pantalones grises, camiseta de cuello alto gris y jersey de pico granate. Me gustaba ir con uniforme, porque así no tenía que pensar todos los días en qué ponerme, aunque mi madre seguro se habría encargado de escogerme la ropa. Antes de llevar uniforme, todas las noches me la dejaba lista para ir a la escuela. ¡Qué obsesiva compulsiva!

    De pronto sentí la presencia de alguien observándome y me giré para mirar hacia la puerta del baño, pero estaba cerrada y allí no había nadie. Últimamente, tengo muchas veces la sensación de que alguien me vigila. Es algo bastante incómodo. Entonces la puerta del baño empezó a abrirse haciendo un chirrido que me hizo estremecer. Miré fijo hacia la puerta sin moverme ni un milímetro. Me había quedado paralizado del miedo. La puerta siguió abriéndose con lentitud hasta dejar visible a mi gata. ¡Uff, qué susto, Mimi!, exclamé aliviado. Esta me estaba mirando y de repente me guiñó un ojo. Los ojos se me abrieron como platos, como si acabara de ver un fantasma.

    —Vas a llegar tarde a la escuela —oí gritar a mamá desde lejos, llamando mi atención.

    Volví a mirar a Mimi, pero esta ya no estaba.

    ¿Qué me está pasando?, me pregunté con preocupación. ¿Acababa de tener otra alucinación? Quizás debía dormir más y la falta de sueño era la culpable de todo? ¿O realmente en esta casa estaban sucediendo cosas muy extrañas? Un gato guiñando un ojo, libros voladores… Todo eso era de locos.

    Al rato bajé. Mamá ya había preparado el desayuno. Como cada mañana preparaba lo más aburrido del mundo: cereales con formas de animales, con leche. También tomamos a veces un batido de frutas. Este me gusta más, aunque lo prefiero con nata y mamá nunca se la pone porque dice que tiene muchas calorías y solo la podemos tomar el fin de semana. Cuando sea mayor ¡voy a tomarme toda la que me dé la gana!

    —Buenos días, mamá —dije.

    —Buenos días, Bi —me contestó. Siempre me ha llamado así, desde que tengo memoria. Me molesta un poco. Lo encuentro demasiado infantil. Espero que no siga llamándome así cuando tenga dieciocho años, porque la gente se va a reír de mí.

    Mamá ya estaba lista para ir a su trabajo. Se levanta cada mañana a las seis para que le dé tiempo de hacer todo antes de ir a trabajar. Es profesora en la escuela de Jack. Tiene el pelo rubio como él aunque lo lleva bastante más largo, como por debajo de los hombros, y sus ojos son azules, también muy parecidos a los de Jack. Está claro que yo salí más parecido a papá y mi hermano a mamá.

    Mamá siempre me ha parecido muy bonita, aunque viste demasiado formal. Si vistiera más despreocupada parecería aún más atractiva y joven. Siempre nos hemos llevado bien, aunque últimamente tenemos bastantes roces y discusiones. Se llama Estefanía.

    —Te veo muy guapo esta mañana, Bi —me dice mientras me guiña el ojo.

    Mamá

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