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Sacrificios e idolatrías
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Libro electrónico71 páginas1 hora

Sacrificios e idolatrías

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Fray Toribio de Benavente, conocido como Motolinía (1490-1569), fue uno de los primeros 12 frailes franciscanos en llegar a la recién conquistada Nueva España. Su amoroso interés por la cultura, las lenguas, los hábitos, costumbres y creencias de los habitantes de estas tierras quedó reflejado en estas páginas.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento23 ene 2018
ISBN9786071653239
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    Sacrificios e idolatrías - Fray Toribio de Benavente

    FRAY TORIBIO

    DE BENAVENTE, MOTOLINÍA

    Sacrificios e idolatrías

    FONDO DE CULTURA ECONÓMICA

    Fragmanto de

    Historia de los indios de la Nueva España

    Primera edición, 1997

       Primera reimpresión, 2003

    Primera edición electrónica, 2017

    Diseño de portada: Pablo Tadeo Soto

    Fotografía: Carlos Franco

    D. R. © 1997, Fondo de Cultura Económica

    Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México

    Comentarios:

    editorial@fondodeculturaeconomica.com

    Tel. (55) 5227-4672

    Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc., son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicanas e internacionales del copyright o derecho de autor.

    ISBN 978-607-16-5323-9 (ePub)

    Hecho en México - Made in Mexico

    TORIBIO PAREDES nació en Benavente, provincia de Zamora, reino de León, España, en 1490. Abrazó los hábitos de la orden franciscana y, en enero de 1524, se embarcó en Sanlúcar de Barrameda en la primera misión evangelizadora dirigida a la Nueva España, que encabezara fray Martín de Valencia.

    Fray Toribio, que tomó como apellido el nombre de su lugar de nacimiento, decidió llamarse Motolinía en cuanto escuchó que así designaban los indios de Tlaxcala al pobre, al humillado y al doliente. Al año de su llegada, Motolinía fue nombrado sucesivamente guardián de las comunidades de México, Texcoco, Huejotzingo y Tlaxcala; evangelizó los pueblos de Xochimilco, Coyoacán y Cuitláhuac y, posteriormente, Cuernavaca. Junto con fray Martín de Valencia, Motolinía sufrió las consecuencias de los conflictos que fray Juan de Zumárraga tuvo con la primera audiencia; recordemos que, tras el viaje de Cortés a las Hibueras, se instaló en la Nueva España una tiranía que encabezaron Salazar y Chirinos, Alonso de Estrada, Nuño de Guzmán y Delgadillo. Dichos conflictos derivaron en que se acusara a los franciscanos de usurpación de funciones, no obstante el amparo que a éstos concedían las bulas papales de León X y Alejandro VI y el título de defensor, protector y juez de los indios que ostentaba el propio Motolinía.

    Durante su labor misionera, Motolinía fundó la ciudad de Puebla de los Ángeles, redactó una doctrina cristiana en zapoteco y llevó a cabo una larga lista de actividades e investigaciones que sintetizan sus andanzas apostólicas por estas tierras. En palabras de Jerónimo de Mendieta, Motolinía fue el que anduvo más tierra y en sus largos recorridos se preocupó por registrar las maneras, costumbres, creencias, idolatrías, ritos, sacrificios y mitos de los antiguos habitantes de México.

    FONDO 2000 presenta aquí una selección de su Relación de los ritos antiguos, idolatrías y sacrificios de los indios de esta Nueva España, y de la maravillosa conversión que Dios en ellos ha obrado, mejor conocida como la Historia de los indios de la Nueva España. Estos párrafos muestran la filiación y el amoroso interés de un fraile franciscano que vino a Nueva España, bautizó a más de 300 000 indios, casó a otros tantos y escuchó de ellos confesiones, relatos, recuerdos y leyendas populares. Motolinía murió en la ciudad de México en 1569 y su obra ha sido faro de numerosas investigaciones sobre el pasado prehispánico de México y crónica fidedigna de los primeros días del México colonial.

    Capítulo 6

    81 DE LA FIESTA LLAMADA PANQUEZALIZTHI, Y DE LOS SACRIFICIOS Y HOMICIDIOS QUE EN ELLA SE HACÍAN; Y CÓMO SACABAN LOS CORAZONES Y LOS OFRECÍAN, Y DESPUÉS COMÍAN LOS QUE SACRIFICABAN

    82 En aquellos días de los meses que arriba quedan dichos, en uno de ellos que se llamaba panquezalizthi, que era el catorceno,¹ el cual era dedicado a los dioses de México mayormente a dos de ellos² que se decían ser hermanos y dioses de la guerra, poderosos para matar y destruir, vencer y sujetar; pues en este día, como pascua o fiesta más principal, se hacían muchos sacrificios de sangre, así de las orejas como de la lengua, que esto era muy común; otros se sacrificaban de los brazos y pechos y de otras partes del cuerpo; pero porque en esto de sacarse un poco de sangre para echar a los ídolos, como quien esparce agua bendita con los dedos, o echar la sangre en unos papeles y ofrecerlos de las orejas y lengua a todos y en todas partes era general; pero de las otras partes del cuerpo en cada provincia había su costumbre; unos de los brazos, otros de los pechos, que en esto de las señales se conocían de qué provincia eran. Demás de estos y otros sacrificios y ceremonias, sacrificaban y mataban a muchos de la manera que aquí diré.

    83 Tenían una piedra larga, de una brazada de largo, y casi palmo y medio de ancho, y un buen palmo de grueso o de esquina. La mitad de esta piedra estaba hincada en la tierra, arriba en lo alto encima de las gradas, delante del altar de los ídolos. En esta piedra tendían a los desventurados de espaldas para los sacrificar, y el pecho muy tenso, porque los tenían atados los pies y las manos, y el principal sacerdote de los ídolos o su lugarteniente, que eran los que más ordinariamente sacrificaban, y si algunas veces había tantos que sacrificar que

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