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El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, 14
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, 14
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, 14
Libro electrónico95 páginas1 hora

El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, 14

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El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha por Miguel de Cervantes Saavedra, decimocuarto tomo. Este libro contiene los capítulos XXII al XXIX de la segunda parte y un prólogo de H. Rollin Patch.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento23 ene 2018
ISBN9786071653024
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, 14
Autor

Miguel de Cervantes

Miguel de Cervantes (1547-1616) was a Spanish writer whose work included plays, poetry, short stories, and novels. Although much of the details of his life are a mystery, his experiences as both a soldier and as a slave in captivity are well documented; these events served as subject matter for his best-known work, Don Quixote (1605) as well as many of his short stories. Although Cervantes reached a degree of literary fame during his lifetime, he never became financially prosperous; yet his work is considered among the most influential in the development of world literature.

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    El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, 14 - Miguel de Cervantes

    MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA

    El ingenioso hidalgo

    Don Quijote de la Mancha

    14

    FONDO DE CULTURA ECONÓMICA

    Primera edición FONDO 2000, 1999

    Primera edición electrónica, 2017

    Contiene los capítulos XXII al XXIX de la segunda parte de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Prólogo de H. Rollin Patch, tomado de La visión de trasmundo en las literaturas hispánicas, de El otro mundo de la literatura, FCE, México, 1956.

    D. R. © 1999, Fondo de Cultura Económica

    Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México

    Comentarios:

    editorial@fondodeculturaeconomica.com

    Tel. (55) 5227-4672

    Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc. son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicana e internacionales del copyright o derecho de autor.

    ISBN 978-607-16-5302-4 (ePub)

    ISBN 978-607-16-5288-1 (ePub, Obra completa)

    Hecho en México - Made in Mexico

    Don Quijote no me causa lástima; antes, creo que merece veneración un ser tan noblemente ocupado; y opino que la razón anida en el recóndito y majestuoso albergue de su locura.

    WILLIAM WORDSWORTH

    ÍNDICE

    PRÓLOGO. H. Rollin Patch.

    CAP. XXII.—Donde se da cuenta de la gran aventura de la cueva de Montesinos, que está en el corazón de la Mancha, a quien dio felice cima el valeroso Don Quijote de la Mancha.

    CAP. XXIII.—De las admirables cosas que el extremado Don Quijote contó que había visto en la profunda cueva de Montesinos, cuya imposibilidad y grandeza hace que se tenga esta aventura por apócrifa.

    CAP. XXIV.—Donde se cuentan mil zarandajas tan impertinentes como necesarias al verdadero entendimiento de esta grande historia.

    CAP. XXV.—Donde se apunta la aventura del rebuzno y la graciosa del titerero, con las memorables adivinanzas del mono adivino.

    CAP. XXVI.—Donde prosigue la graciosa aventura del titerero, con otras en verdad harto buenas.

    CAP. XXVII.—Donde se da cuenta quiénes eran maese Pedro y su mono, con el mal suceso que Don Quijote tuvo en la aventura del rebuzno, que no la acabó como él quisiera y como lo tenía pensado.

    CAP. XXVIII.—De cosas que dice Benengeli, que las sabrá quien le leyere, si las lee con atención.

    CAP. XXIX.—De la famosa aventura del barco encantado.

    Plan de la obra.

    PRÓLOGO

    H. ROLLIN PATCH

    Varios son los pasajes paródicos del Quijote cuya perfecta gracia no puede aquilatarse si no se tienen muy en cuenta los motivos de trasmundo vulgarizados en las novelas de caballerías. Queda señalado el miraje de las ínsulas que enciende la imaginación de Sancho Panza. Cuando don Quijote quiere dar al Canónigo la idea esencial del libro de caballerías (I, L) no deja de contar cómo de un lago de pez hirviente, lleno de animales feroces, sale una voz tristísima que invita al caballero a zambullirse. Una vez dentro, ve el andante un hermoso paraje con quien los Elíseos campos no tienen que ver, hipérbole que subraya sin lugar a dudas su calidad paradisiaca. A la distancia, surge el castillo cuyas murallas son de macizo oro, las almenas de diamantes, las puertas de jacintos. Un cortejo de doncellas —reflejo de la tierra femenina— le trae al castillo, le baña, le viste y le sirve de comer en silencio, mientras se oye una música sin saberse quién la canta ni adónde suena, como en el viejo motivo de los servidores invisibles, presente, por ejemplo, en el Conde Partinuplés. Otro episodio que refleja con fina perspicacia varios motivos de ultratumba frecuentes en las novelas de caballerías es el de la cueva de Montesinos (II, XXIII) Don Quijote se encuentra sin saber cómo en el más bello, ameno y deleitoso prado, desde donde divisa un real y suntuoso palacio o alcázar cuyos muros y paredes parecían de transparente y claro cristal fabricadas; de ese palacio sale el venerable anciano Montesinos, quien oficia de guía: en una sala baja, toda de alabastro, muestra al visitante el sepulcro de mármol de Durandarte y a éste, en carne y hueso, tendido sobre su monumento. Mientras Montesinos y don Quijote departen, éste ve, a través de las paredes de cristal, una procesión de doncellas enlutadas a quienes encabeza Belerma. En el delicioso coloquio con Sancho y con el primo humanista, Cervantes insiste en que el tiempo de la visión de don Quijote en la cueva no coincide con el tiempo real, ya que en la hora que sus amigos le han sostenido la soga, tres veces ha amanecido y anochecido al hidalgo, esto es, Cervantes subraya el tiempo abreviado, muy usual en las visiones. Aparte el encuentro con Montesinos y los otros personajes del romance, don Quijote ve, a la manera de los Infiernos de enamorados, muchas ilustres figuras caballerescas, Dulcinea y sus compañeras, la reina Ginebra, la dueña Quintañona entre otras. El pequeño batel sin remos, vela, mástil ni jarcia alguna que conduce al caballero a la aventura que le está destinada (II, 1), se refleja con implacable distorsión cómica en el capítulo De la famosa aventura del barco encantado (II, XXIX): andando riberas del Ebro, don Quijote descubre un pequeño barco sin remos ni otras jarcias algunas, atado a un tronco de la orilla. Inmediatamente sitúa lo que ve en su propia categoría caballeresca: el barco le llama a entrar en él y socorrer a algún menesteroso porque éste es el estilo de las historias caballerescas, y de los encantadores que en ellas se entremeten y platican, y cuyo procedimiento explica en detalle. Al acercarse a las aceñas, don Quijote reconoce, en efecto, el castillo o fortaleza donde debe de estar algún caballero oprimido, o alguna reina, infante o princesa malparada, para cuyo socorro soy aquí traído. Sólo el fracaso hace comprender al desdichado caballero que la aventura no le estaba destinada.

    Los libros de caballerías lograron enorme difusión e influjo, el cual, como es sabido, rebasó su propio género. Sin ser propiamente caballerescas, merecen recuerdo varias narraciones de compleja filiación en las que el elemento caballeresco es el más marcado. Valgan como ejemplo la Historia de los amores de Clareo y Florisea y trabajos de la sin ventura Isea de Alonso Núñez de Reinoso, los Colloquios satíricos de Antonio de Torquemada y las Noches de invierno de Antonio de Eslava. Núñez Reinoso toma como punto de partida las últimas páginas de los Amores de Clitofonte y Leucipa de Aquiles Tacio y, fantaseando a lo caballeresco mucho más que a lo griego, convierte su narración en un imram. Clareo y los suyos arriban a la Ínsula Deleitosa, morada de la princesa Narcisiana, allí confinada (como la Felisalva de Don Clarisel de las Flores) para que su letal hermosura no extermine a la humanidad. Más adelante, aportan a la Ínsula de la Crueldad, sepultura de cuantos han muerto de muerte cruel; la isla está concebida como un infierno (es oscura, exhala negros vapores sulfúreos, negras son sus casas y arboledas, sangrientas sus aguas y en toda ella se oyen alaridos dolorosos), pero la enumeración descriptiva de los ilustres muertos (Hipólito, Pompeyo, Cleopatra, etc.) recuerda más bien el arquetipo de las Casas de la Fama, Fortuna o Amor. En el capítulo siguiente, los navegantes llegan a la Ínsula de la Vida, muy fértil y abundosa, en la cual, entre jardines y bosques, se levanta el palacio del duque de Atenas, todo de oro y cristal. El capítulo XXIII desarrolla una aventura caballeresca cuyos escenarios son el Valle de la Pena y

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