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Diez descansos de cocina
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Libro electrónico79 páginas1 hora

Diez descansos de cocina

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Entre los muchos temas que ocuparon el elevado intelecto de Alfonso Reyes (1889-1959), llaman la atención estas páginas en donde esboza un delicioso recorrido gastronómico.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento23 ene 2018
ISBN9786071654670
Diez descansos de cocina
Autor

Alfonso Reyes

ALFONSO REYES Ensayista, poeta y diplomático. Fue miembro del Ateneo de la Juventud. Dirigió La Casa de España en México, antecedente de El Colegio de México, desde 1939 hasta su muerte en 1959. Fue un prolífico escritor; su vasta obra está reunida en los veintiséis tomos de sus Obras completas, en las que aborda una gran variedad de temas. Entre sus libros destacan Cuestiones estéticas, Simpatías y diferencias y Visión de Anáhuac. Fue miembro fundador de El Colegio Nacional. JAVIER GARCIADIEGO Historiador. Ha dedicado gran parte de su obra a la investigación de la Revolución mexicana, tema del que ha publicado importantes obras. Es miembro de las academias mexicanas de la Historia y de la Lengua, y de El Colegio de México, que presidió de 2005 a 2015. Actualmente dirige la Capilla Alfonsina. Reconocido especialista en la obra de Alfonso Reyes, publicó en 2015 la antología Alfonso Reyes, “un hijo menor de la palabra”. Ingresó a El Colegio Nacional el 25 de febrero de 2016.

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    Reyes knew how to eat well, and these ten little essays share some of his insights and opinions. Considering how much has the food industry changed since he wrote this book, nowadays it's more of a cultural note than a guidebook.

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Diez descansos de cocina - Alfonso Reyes

ALFONSO REYES

Diez descansos

de cocina

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA

Primera edición, 1998

Primera edición electrónica, 2017

Diseño de portada: Teresa Guzmán Romero

Fotografía: Ángel Chiani Borraffatto

Fragmento de

Memorias de cocina y bodega y Minuta

1ª edición, FCE, 1989

D. R. © 1998, Fondo de Cultura Económica

Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México

Comentarios:

editorial@fondodeculturaeconomica.com

Tel. (55) 5227-4672

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc., son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicanas e internacionales del copyright o derecho de autor.

ISBN 978-607-16-5467-0 (ePub)

Hecho en México - Made in Mexico

POLÍGRAFO mexicano y universal, Alfonso Reyes (1889-1959) cultivó todos los géneros literarios. Poeta, ensayista, crítico, traductor, editor y cuentista, parecería que Alfonso Reyes no dejaba ni un solo minuto de escribir y ni una sola idea, inquietud, gusto, afición, paseo o desasosiego sin que quedaran escritos. Sus Obras completas se han venido publicando en el Fondo de Cultura Económica y, aunque suman ya 26 abultados tomos, sabemos que aún quedan muchos párrafos y papeles dispersos y sospechamos que, en realidad, conforman una colección infinita de letras.

FONDO 2000 se complace en presentar el segundo volumen de nuestra colección dedicado a la obra de Alfonso Reyes. Entre los muchos temas que ocuparon la reflexión y la pluma de este gran escritor y humanista regiomontano, llama la atención que sus inquietudes eruditas no desdeñaran los paisajes simples: los giros y acentos coloquiales, los páramos y parajes de geografías ignotas, los tipos y caracteres de gente común y corriente y las deliciosas viandas y demás misterios del universo gastronómico.

El lector tiene en sus manos una selección del sabroso libro Memorias de cocina y bodega, en donde Reyes sirvió una veintena de descansos gastronómico-culinarios para solaz de cualquier comensal. Más tarde, Reyes ampliaría el banquete con la publicación de Minuta, un divertido juego literario que gira en torno a todo lo que acontece en y participa de una cena, casi medio centenar de reposados poemas que elogian al jerez, los postres, las ensaladas, la carne y hasta las virtudes innegables de la sobremesa.

Con estos Diez descansos de cocina se ratifica la grandeza intelectual de Alfonso Reyes, se confirman todas las virtudes de su prosa sabia y fácil a un mismo tiempo, y se antoja la necesaria y constante revaloración de nuestros gustos y maneras de comer y beber.

Proemio

También yo he pagado mi tributo al arte de cocina y bodega: ya un poema sobre la confitería de Toledo, o una rápida alusión a las sevillanas y murillescas yemas de San Leandro; ya unas páginas sueltas sobre las tierras castellanas, andaluzas, vascongadas y bordelesas; y hasta he dejado noticia de mis andanzas en busca de caracoles borgoñones y de trufas perigordinas —secretos en que, como padre prudente, deseaba iniciar a mi descendencia—, aunque nada dije de cierta dichosa excursión o cuesta de la Omelette Mont-Saint-Michel, que no era para olvidada.

Publiqué más tarde la Minuta, juego literario en torno a una cena, donde el consabido subjetivismo de algunos poetas incipientes creyó ver los síntomas de mi irremediable decadencia, y después del cual, en efecto, ya sólo me quedaron fuerzas para escribir poco más de cuarenta libros.

Y he recordado por ahí cómo, en mis días madrileños y acompañado de un amigo de entonces, estuve a pique de fundar un modesto club gastronómico, La Cucaña, cuyo lema había de ser éste:

Una mala comida no se recobra nunca.

Alejandrino de buen mester que está pidiendo estrofa completa, y que hoy a tirones con las escasísimas consonantes, me ocurre completar así:

Una mala comida no se recobra nunca.

El águila en su roca ni el tigre en su espelunca,

ni el hombre que no fuere de condición adunca

gozan de amor a medias ni de merienda trunca.

La Cucaña queríamos que tuviera sus clásicos y sus miembros de honor. Entre éstos, se mencionó a Chesterton, alegre vecino de Ultramancha; se mencionó asimismo a Saintsbury, quien, al lado de sus disquisiciones sobre la historia de la crítica o sobre la sintaxis de Shakespeare ha dado sitio a unas Notes on a Cellar-Book donde viene la receta del Bishop, ponche de adormecedores efectos, y que concede debido honor a los Amontillados, Manzanillas, Riojas, Pajaretes, Tío Pepe, Fundador del 74 y otras soleras de dulce nombre. Entre los clásicos, la primera lista resultó ridículamente incompleta: hablamos de Ruperto de Nola, sea quien fuere, autor del Libro de guisados y supuesto cocinero de Fernando I de Nápoles; también hablamos de Julio Rey, el britanizado andaluz; tomamos buena nota de los Almanaques y la Antología y Flor de la Cocina Francesa editados por La Sirène; y yo recordé un par de obritas, arregladas por unas tapatías devotas como recetas prácticas para la señora de la casa. ¿Por qué no haber dicho para la perfecta casada? Aseguran que la buena mesa disipa todos los nublados de puertas adentro; los más groseros aconsejan a la esposa, como garantía de la beatitud conyugal, cebar la bestia. Con palabras más nobles lo había declarado ya fray Luis de León.¹

Finalmente, se pensó un instante en doña Emilia Pardo Bazán. Pero las risas de don Francisco

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