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Teoría literaria
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Libro electrónico127 páginas2 horas

Teoría literaria

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La fe de Alfonso Reyes en la cultura americana como territorio legítimo tiene en su teoría literaria una guía del diálogo fundador y renovador. Su obra nos liberó de las interpretaciones traumáticas de la cultura hispanoamericana y nos demostró que somos capaces de venir de todas partes, con inteligencia e ironía, gracias a la saga literaria de vivir aquí todos los tiempos.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento23 feb 2015
ISBN9786071626172
Teoría literaria
Autor

Alfonso Reyes

ALFONSO REYES Ensayista, poeta y diplomático. Fue miembro del Ateneo de la Juventud. Dirigió La Casa de España en México, antecedente de El Colegio de México, desde 1939 hasta su muerte en 1959. Fue un prolífico escritor; su vasta obra está reunida en los veintiséis tomos de sus Obras completas, en las que aborda una gran variedad de temas. Entre sus libros destacan Cuestiones estéticas, Simpatías y diferencias y Visión de Anáhuac. Fue miembro fundador de El Colegio Nacional. JAVIER GARCIADIEGO Historiador. Ha dedicado gran parte de su obra a la investigación de la Revolución mexicana, tema del que ha publicado importantes obras. Es miembro de las academias mexicanas de la Historia y de la Lengua, y de El Colegio de México, que presidió de 2005 a 2015. Actualmente dirige la Capilla Alfonsina. Reconocido especialista en la obra de Alfonso Reyes, publicó en 2015 la antología Alfonso Reyes, “un hijo menor de la palabra”. Ingresó a El Colegio Nacional el 25 de febrero de 2016.

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    Teoría literaria - Alfonso Reyes

    Teoría literaria

    COLECCIÓN

    CAPILLA ALFONSINA
    Coordinada por
    CARLOS FUENTES

    Teoría literaria

    Alfonso Reyes

    Prólogo

    JULIO ORTEGA

    Asistencia editorial

    MARÍA DEL MAR PATRÓN VÁZQUEZ

    Primera edición, 2005

       Primera reimpresión, 2007

    Primera edición electrónica, 2015

    Asesor de colección: Alberto Enríquez Perea

    Viñetas: Xavier Villaurrutia

    Fotografía, diseño de portada e interiores: León Muñoz Santini

    D. R. © 2005, Instituto Tecnológico

    y de Estudios Superiores de Monterrey

    Av. Eugenio Garza Sada, 2501; 64849 Monterrey, N. L.

    D. R. © 2005, Fondo de Cultura Económica

    Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 México, D. F.

    Empresa certificada ISO 9001:2008

    Comentarios:

    editorial@fondodeculturaeconomica.com

    Tel. (55) 5227-4672

    Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc., son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicanas e internacionales del copyright o derecho de autor.

    ISBN 978-607-16-2617-2 (ePub)

    Hecho en México - Made in Mexico

    ÍNDICE

    PRÓLOGO, por Julio Ortega

    TEORÍA LITERARIA

    I

    Literatura en pureza y literatura ancilar

    Aclaración sobre lo humano

    Aclaración sobre lo puro

    Lo literario y la literatura

    La literatura: ni límites ni contaminaciones

    Carácter aparte de lo literario

    Humanización total por medio de la literatura

    Ficción de lo real

    Contenido emocional:

    Ficción del ánimo conmovido

    Las tres notas del lenguaje y sus valores

    Conclusión y deslinde literario

    II

    Apolo o de la literatura

    Aristarco o anatomía de la crítica

    De la traducción

    III

    Lo oral y lo escrito

    Arma virumque

    (el creador literario y su creación)

    IV

    Literatura nacional, literatura mundial

    BIBLIOGRAFÍA CRÍTICA

    PRÓLOGO

    ALFONSO REYES

    Y LA TEORÍA LITERARIA

    Julio Ortega

    LA TEORÍA LITERARIA es el pensamiento crítico que demuestra la especificidad del fenómeno literario, su calidad distintiva y única. Postula, por lo mismo, que la literatura es un fenómeno del lenguaje que se define tanto por sus límites con otros modos de representar el mundo como por su repertorio de formas y su libertad imaginativa. La teoría, en definitiva, sitúa a la literatura en la dimensión más creativa de lo humano. Aunque Alfonso Reyes fue sobre todo un hacedor literario, su oficio siempre incluyó al pensador crítico, de formación clásica y gusto filosófico. Le debemos, por eso, los esfuerzos conceptuales de sistematización crítica y formal que culminaron en su tratado El deslinde (1944), pero también las reflexiones, menos metódicas y más agudas, de La experiencia literaria (1942), uno de sus libros más plenos y memorables, que incluye ensayos escritos desde 1930.

    La teoría literaria de Alfonso Reyes reconoce varias otras formas de exploración. Revisó El deslinde, demostrando que la teoría no es dogmática sino, precisamente, una hipótesis en construcción porque no es nunca definitiva ni mucho menos puede asumirse como completa. Excusó su prolijidad escolar y terminología abstrusa, y propuso ampliaciones y recuentos que se sumaron al tomo original. Y aunque buscó ampliarlo con nuevas consideraciones, era consciente de los límites de su tratado, que radicaban, quizá inevitablemente, en su carácter metódico y taxonómico. También redactó prolijos balances sobre la tradición crítica y se demoró en las fronteras y vecindades del fenómeno literario con la historiografía y la ciencia. Más a gusto se demostró en resumir la riqueza reflexiva del pensamiento clásico (la edad ateniense); y brilló mejor en sus propias analogías, intuiciones y propuestas, cuyo carácter hipotético es tan teórico como poético. No en vano, Reyes siempre tuvo el sentido crítico certero, la mesura clásica de su tolerancia civil, y la autoridad amable de su inteligencia liberal. En su gabinete humanista, además, brillaba la lámpara del Escriba pero sonreía la máscara de la Comedia.

    En buena cuenta, tras todo lo que escribió Reyes había un trasfondo teórico, declarado o implícito, porque su trabajo estuvo animado por un gran proyecto cultural: universalizar la experiencia americana para humanizar la historia que, como latinoamericanos, nos había tocado. Esa generosa hipótesis mayor de su obra, anima también la idea y la praxis de su oficio de deslinde.

    No es ajeno El deslinde a sus orígenes: los cursos que sobre el tema dictó en El Colegio Nacional y en la Universidad de Morelia. Tratándose de Reyes, sin embargo, la ambición de un tratado teórico no se limitaba al manual retórico sino que incluía el origen clásico de una poética (un pensamiento orgánico y sistemático) y el propósito humanista de una guía didáctica (el elogio de un saber compartible). Si lo primero obligaba a la clasificación prolija, lo segundo debía instruir con deleite, demostrando que la teoría hace del lenguaje lo más humano por más inventivo. La paideia griega (la pedagogía y el juego) era la fuente humanista de Alfonso Reyes; la filología fue su instrumental (el arte de leer despacio, la definió); y su profesión, la hermenéutica, el oficio de interpretar libros (quien se entrega a ellos, advirtió, olvida el ejercicio de la caza y la administración de su hacienda). Reyes parece haber intentado en El deslinde su obra más universitaria, aunque se concebía propiamente como filólogo e historiador literario, sobre todo a propósito de obras de la Nueva España. En esa vena, es cierto que merecía más reconocimiento del que tuvo por sus lecturas de Góngora; nadie había dicho, como él, que Góngora no revela su relación con el Nuevo Mundo en el catálogo de sus temas, como había propuesto Dámaso Alonso, sino en el exotismo americano [que había respirado] en la atmósfera de su época.

    Pero se debió también Reyes a su medio de producción más inmediato, la prensa diaria y las revistas literarias, donde los artículos de La experiencia literaria declaran hablar desde el presente, situados como están en el fluir de la lectura. Reyes le dio a la crónica un carácter más literario y, bien visto, su registro formal excede el formato del comentario impresionista, la crónica periodística, el ensayo crítico, y el artículo académico. Éste es uno de los libros imprescindibles de la cultura americana, por su feliz apropiación de las fuentes universales, que torna nuestras. Pero su persuasión teórica no es menos clásica: se basa en el entusiasmo por el hecho literario, en la fe civil en el lenguaje esclarecedor, que sostiene la racionalidad superior de la república, de la comunidad consensual. Ese entusiasmo es la elocuencia del elogio, de la alabanza íntima y tácita que sus ensayos hacen a los artificios del lenguaje y su creatividad.

    Ensayó el ensayo, se diría, como si se tratase no de un modelo de escritura sino de un modo de hablar; esto es, de la conversación. Pero no se confunde su prosa con la mera oralidad, que es casual y momentánea; porque está hecha en el diálogo, que es el habla del pensamiento. Si esta forma es clásica, su entonación es actual: actualiza el saber en la interlocución. El filólogo, después de todo, conversa amenamente con los clásicos; y se cura de nostalgia anacrónica y de autoridad antipática gracias al lector, al interlocutor inmediato que la voz instaura. No en vano Montaigne creó el ensayo como un modo feliz de prolongar la conversación; y lamentó que Platón no estuviera vivo cuando se descubrió América porque habría tenido mucho que decir. Ya Petrarca le escribía cartas conversadas a Quintiliano, mientras restauraba sus escritos perdidos, lamentando los tiempos miserables que le habían tocado y, de paso, inventando la filología. En esa lección, Reyes hizo conversar a México con los griegos. Tuvo tiempo, además, de diseñar sus Obras completas, esto es, de recuperar sus escritos con pulcritud de filólogo puntilloso; y lograr así que la varia divagación periodística y la numerosa ensayística del camino se convirtieran en una biblioteca monumental y fundamental. Su obra es una invención americana de Europa.

    Por todo esto, no debe extrañar al lector que éste sea un nuevo libro de Alfonso Reyes. Confiamos que, con su humor, lo habría aprobado. Porque en lugar de sumar ensayos sueltos para ilustrar la teoría literaria del autor, se intenta aquí un montaje de secuencias y fragmentos que armen una hipótesis dialogada. Quizás a Reyes le intrigaría la posibilidad de que naciesen de sus Obras completas nuevos libros como relecturas actualizadas de la tradición, a la que él había permanentemente visitado. En cualquier caso, dentro de su brevedad este libro prefiere dejar de lado las exposiciones más doctrinarias y didácticas, que han perdido actualidad, y más bien articular una lectura de recuperaciones, allí donde se escucha más cerca al autor.

    Es interesante que Reyes se defina desde su propia capacidad de diálogo teórico. Es capaz

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