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El banquete o del amor
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Libro electrónico89 páginas1 hora

El banquete o del amor

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"El banquete" o "El simposio" es un diálogo platónico compuesto hacia el año 380 a. C. que versa sobre el amor. Esta obra, junto al Fedro, conformó la idea de amor platónico.

Platón (Atenas o Egina, ca. 427-347 a. C.) fue un filósofo griego seguidor de Sócratesn y maestro de Aristóteles.

Traducción Patricio de Azcárate
IdiomaEspañol
EditorialPasserino Editore
Fecha de lanzamiento29 mar 2016
ISBN9788893450461
Autor

. Platon

Platón fue un filósofo griego, discípulo de Sócrates y uno de los más destacados de la antigua Atenas que vivió entre los años 427 y 347 antes de Cristo. Nacido en una familia aristocrática, Platón mostró desde joven un profundo interés por la filosofía y la política. Tras la ejecución de Sócrates en el 399 a.C., Platón fundó la Academia en Atenas, una institución educativa que se convertiría en un centro prominente de aprendizaje durante varios siglos. A lo largo de su vida, Platón escribió numerosos diálogos filosóficos que exploran una amplia gama de temas, incluida la ética, la política, la epistemología, la metafísica y la estética.Platón es conocido por su teoría de las "ideas" o "formas", según la cual el mundo sensible que percibimos es una mera copia imperfecta de las realidades eternas e inmutables que constituyen el mundo de las ideas. La influencia de Platón en la filosofía occidental es incalculable, y su pensamiento ha sido objeto de estudio y debate durante más de dos milenios. Su enfoque en la búsqueda de la verdad, la justicia y la virtud ha dejado una huella indeleble en la tradición filosófica, política y educativa de Occidente.

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    Dec 4, 2023

    El amor es lo más bello, no sé si lo más bueno o malo, pero si lo más bello
  • Calificación: 5 de 5 estrellas
    5/5

    Apr 12, 2020

    Dio sentido a la belleza ligada al amor y la atracción inmortal por los cuerpos jóvenes y hermosos.
  • Calificación: 3 de 5 estrellas
    3/5

    Feb 19, 2024

    De todas las historias que se contaron en el banquete, me gustó más la del ser que tenía los dos sexos al mismo tiempo, masculino y femenino. Era tan poderoso que no necesitaba de los dioses. Los dioses celosos de esta criatura deciden partirlos por la mitad, dejando una mitad con el sexo masculino y otra mitad con el sexo femenino. Desde ese momento en adelante cada mitad está condenada a buscar la otra mitad como un impulso de nostalgia para volver a ser esa criatura poderosa que era antes. Masculino y femenino al mismo tiempo.
  • Calificación: 3 de 5 estrellas
    3/5

    Sep 25, 2023

    Aquí nos encontramos los comentarios de varios hombres sobre lo que es el amor, en lo personal no puedo decir que conectara con la mayoría de las ideas pero hubo puntos de vista interesantes.
  • Calificación: 5 de 5 estrellas
    5/5

    Aug 1, 2022

    La primera vez que leí "el banquete" fué en el receso de invierno; estaba cursando el primer año de mi formación como docente de filosofía y charlando con mis compañeros y con el profesor (Manu) quedamos en realizar la lectura todos los sábados por la noche, y así lo hicimos. La lectura nos quedó como experiencia de lo grupal, ademas de los largos y entretenidos debates. Allí terminamos de formar un grupo de amigos que hasta el día de hoy nos hablamos.
    El banquete es, sin lugar a duda, el libro que mejor aborda todo lo relacionado al amor. La mayor prueba de ello es que, a pesar de sus años aún sigue vigente como si hubiera sido escrito en pleno siglo XXI y, por otra parte, la capacidad de ser abordado, sin problema alguno, fuera del circulo de quienes hacen o dibulgan tan hermosa "disciplina" como lo es la filosofía.
  • Calificación: 5 de 5 estrellas
    5/5

    May 4, 2022

    Esto cuenta como literatura homoerotica?
  • Calificación: 4 de 5 estrellas
    4/5

    Feb 21, 2022

    Me sorprende y me apena que no se nos sugiriese, directamente, leer los textos originales de Platón a quienes lo estudiamos en el instituto.
    Perfectamente accesible (por lenguaje y tamaño). Qué maravilla ver a Sócrates convencer, con sus razonamientos, absolutamente a todos.

  • Calificación: 4 de 5 estrellas
    4/5

    Jun 21, 2021

    Las obras de Platón se caracterizan por la estructura dramática de debate entre sus interlocutores, los diálogos que se llevan a cabo en El banquete, están llenos de esa genialidad y brillantez imposible de no apreciar una vez sumergidos en el tema de debate, en este caso el amor. Utilizando a sus personajes para representar cada una de las perspectivas que tienen las personas sobre el amor y la finalidad de este en el mundo, Platón aborda de manera filosófica los aspectos más interesantes sobre el amor y la influencia de este en la sociedad. Toda una obra de arte filosófica que requiere ser leída, lectura de un día recomendada.
  • Calificación: 5 de 5 estrellas
    5/5

    Jun 8, 2020

    El banquete es la discusión más reflexiva a la aproximidad del amor. Los más grandes filósofos de la antigüedad sentados a la par, descubriendo sus propias virtudes frente a la retórica de Socrates. Siguiendo el hilo de su disputa, uno puede ir dando cuenta de su propia experiencia acerca del amor, hacer conjeturas, plantear la teoría y cuándo crees q lo tienes resuelto....Socrates entra en escena para derrumbar cada argumento, un hombre cuya capacidad, es convencerte de que no estas convencido. ¿Hay amor en la belleza, en lo bueno, en la sabiduría, la Venus? Pues, solo si buscas en la esencia de tu preconcepto podrás descubrir qué es el amor!.
    Me sentí parte del banquete, discutí con Socrates, amé su retórica, seré esclava de su sabiduría.
  • Calificación: 4 de 5 estrellas
    4/5

    Apr 8, 2020

    Me gustó, lo más interesante en mi opinión fue esa descripción del día a día de los griegos, al menos de esos pocos que no eran ciudadanos de segunda. Las odas a Eros previas a lo que cuenta Sócrates fueron lo menos atractivo del libro. Las descripciones de la personalidad del filósofo, lo que más me gustó son dudas
  • Calificación: 5 de 5 estrellas
    5/5

    Mar 26, 2020

    Toda la sabiduría de Sócrates se ha puesto de manifiesto en este diálogo de Platón. Una obra de incuestionable valor histórico, filosófico, antropólogo, pues en ella de describe con delicadeza y profundidad el pensamiento de portas, oradores y del propio Sócrates sobre esa materia de imperecedera importancia: el amor. Queda condensada en está obra una exposición rigurosa, racional y muy bien contada, sobre la naturaleza, fines, objetos y tipos de amor. Un diálogo que hechiza por sus raciocinios, su rigor lógico y bellas palabras. Todo Platón, todo Socrates, en un diálogo que no debe faltar en nuestro acerbo cultural. Muy recomendable..

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El banquete o del amor - . Platon

EL BANQUETE O DEL AMOR

Apolodoro y un amigo de Apolodoro.

Sócrates – Agatón – Fedro – Pausanias – Eriximaco.

Aristófanes – Alcibíades

Apolodoro

Me considero bastante preparado para referiros lo que me pedís, porque ahora recientemente, según iba yo de mi casa de Faléreo a la ciudad, un conocido mío, que venia detrás de mí, me avistó, y llamándome de lejos: –¡Hombre de Faléreo! gritó en tono de confianza; ¡Apolodoro!, ¿no puedes acortar el paso?– Yo me detuve, y le aguardé. –Me dijo: justamente andaba en tu busca, porque quería preguntarte lo ocurrido en casa de Agaton el día que Sócrates, Alcibíades y otros muchos comieron allí. Dícese que toda la conversación rodó sobre el amor. Yo supe algo por uno, a quien Fénix, hijo de Filipo, refirió una parte de los discursos que se pronunciaron, pero no pudo decirme el pormenor de la conversación, y sólo me dijo que tú lo sabias. Cuéntamelo, pues, tanto más cuanto es un deber en ti dar a conocer lo que dijo tu amigo. Pero, ante todo, dime: ¿estuviste presente a esa conversación? –No es exacto, y ese hombre no te ha dicho la verdad, le respondí; puesto que citas esa conversación como si fuera reciente, y como si hubiera podido yo estar presente. –Yo así lo creía. –¿Cómo, le dije, Glaucon; no sabes que ha muchos años que Agaton no pone los pies en Atenas? Respecto a mí aún no hace tres años que trato a Sócrates, y que me propongo estudiar asiduamente todas sus palabras y todas sus acciones. Antes andaba vacilante por uno y otro lado, y creyendo llevar una vida racional, era el más desgraciado de los hombres. Me imaginaba, como tú ahora, que en cualquier cosa debía uno ocuparse con preferencia a la filosofía. –Vamos, no te burles, y dime cuándo tuvo lugar esa conversación. –Éramos muy jóvenes tú y yo; fue cuando Agaton consiguió el premio con su primera tragedia, al día siguiente en que sacrificó a los dioses en honor de su triunfo, rodeado de sus coristas. –Larga es la fecha, a mi ver; ¿pero quién te ha dicho lo que sabes? ¿es Sócrates? –No, ¡por Júpiter!, le dije; me lo ha dicho el mismo que se lo refirió a Fénix, que es un cierto Aristodemo, del pueblo de Cidatenes; un hombre pequeño, que siempre anda descalzo. Este se halló presente, y si no me engaño, era entonces uno de los más apasionados de Sócrates. Algunas veces pregunté a este sobre las particularidades que me había referido Aristodemo, y vi que concordaban. –¿Por qué tardas tanto, me dijo Glaucon, en referirme la conversación? ¿En qué cosa mejor podemos emplear el tiempo que nos resta para llegar a Atenas? –Yo convine en ello, y continuando nuestra marcha, entramos en materia. Como te dije antes, estoy preparado, y sólo falta que me escuches. Además del provecho que encuentro en hablar u oír hablar de filosofía, nada hay en el mundo que me cause tanto placer; mientras que, por el contrario, me muero de fastidio cuando os oigo a vosotros, hombres ricos y negociantes, hablar de vuestros intereses. Lloro vuestra obcecación y la de vuestros amigos; creéis hacer maravillas, y no hacéis nada bueno. Quizá también por vuestra parte os compadeciereis de mí, y me parece que tenéis razón; pero no es una mera creencia mía, sino que tengo la seguridad de que sois dignos de compasión.

El amigo de Apolodoro

Tú siempre el mismo, Apolodoro; hablando mal siempre de ti y de los demás, y persuadido de que todos los hombres, excepto Sócrates, son unos miserables, principiando por ti. No sé por qué te han dado el nombre de Furioso; pero sé bien que algo de esto se advierte en tus discursos. Siempre se te encuentra desabrido contigo mismo y con todos, excepto con Sócrates.

Apolodoro

¿Te parece, querido mío, que es preciso ser un furioso y un insensato, para hablar así de mí mismo y de todos los demás?

El amigo de Apolodoro

Déjate de disputas, Apolodoro. Acuérdate ahora de tu promesa, y refiéreme los discursos que pronunciaron en casa de Agaton.

Apolodoro

He aquí lo ocurrido poco más o menos; o mejor es que tomemos la historia desde el principio, como Aristodemo me la refirió.

Encontré a Sócrates, me dijo, que salía del baño y se había calzado las sandalias contra su costumbre. Le pregunté a dónde iba tan apuesto.

—Voy a comer a casa de Agaton, me respondió. Rehusé asistir a la fiesta que daba ayer para celebrar su victoria, por no acomodarme una excesiva concurrencia; pero di mi palabra para hoy, y he aquí por qué me encuentras tan en punto. Me he embellecido para ir a la casa de tan bello joven. Pero, Aristodemo, ¡no te dará la humorada de venir conmigo, aunque no hayas sido convidado?

—Como quieras, le dije.

—Sígueme, pues, y cambiemos el proverbio, probando que un hombre de bien puede ir a comer a casa de otro hombre de bien sin ser convidado. Con gusto acusaría a Homero, no sólo de haber cambiado este proverbio, sino de haberse burlado de el, cuando después de representar a Agamemnon como un gran guerrero, y a Menelao como un combatiente muy débil; hace concurrir a Menelao al festín de Agamemnon, sin ser convidado; es decir, presenta un inferior asistiendo a la mesa de un hombre, que está muy por cima de él.

—Tengo temor, dije a Sócrates, de no ser tal como tú querrías, sino más bien según Homero; es decir, una medianía que se sienta a la mesa de un sabio sin ser convidado. Por lo demás, tú eres el que me guías y a ti te toca salir a mi defensa, porque yo no confesaré que concurro allí sin que se me haya invitado, y diré que tú eres el que me convidas.

—Somos dos, respondió Sócrates, y ya a uno ya a otro no nos faltará qué decir. Marchemos.

Nos dirigirnos a la casa de Agaton durante esta plática, pero antes de llegar, Sócrates se quedó atrás entregado a sus propios pensamientos. Me detuve para esperar, pero me dijo que siguiera adelante. Cuando llegué a la casa de Agaton, encontré la puerta abierta, y me sucedió una aventura singular. Un esclavo de Agaton me condujo en el acto a la sala donde tenía lugar la reunión, estando ya todos sentados a la mesa y esperando sólo que se les sirviera. Agaton, en el momento que me vio, exclamó:

—¡Oh, Aristodemo!, seas bienvenido si vienes a comer con nosotros. Si vienes a otra cosa, ya hablaremos otro día. Ayer te busqué para suplicarte que fueras uno de mis convidados, pero no pude encontrarte. ¿Y por qué no has traído a

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