Nacido en lo que sería la actual Lebrija –ciudad de 28.000 habitantes situada en el sur de la provincia de Sevilla, a 64 km de la capital–, en 1441, y muerto en Alcalá de Henares, en 1522, Antonio Nebrija llegó a ser un humanista clave para el devenir de toda la lengua española. El mundo entero está en deuda con él, desde que publicó la Gramática castellana (1492), la primera de una lengua vulgar. El caso es que este gran intelectual cogió el nombre de su ciudad natal (transcrito casi siempre en la forma Nebrija) en lugar de su patronímico Martínez de Cala e Hinojosa.
Decidió estudiar en Salamanca, y a los diecinueve años se trasladó a Bolonia, para en 1470, y al cabo de poco tiempo se hizo maestro de gramática y retórica en las universidades de Salamanca y Alcalá de Henares. En su faceta más privada, cabe decir que se casó con , con la cual tuvo siete hijos, y vivió también en Extremadura, lugar en que siguió ahondando en sus reflexiones de carácter gramatical.