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Memoria
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Libro electrónico113 páginas1 hora

Memoria

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Reúne textos de diversa naturaleza, género, tono y época. Se trata de una colección de materiales autobiográficos de uno de los personajes más importantes de la cultura en México a través del pasado y el tiempo que le tocó vivir. Alfonso Reyes habla de su árbol genealógico, sus amistades literarias, las tribulaciones de su vida y otros temas ligados con la historia de México de manera inexorable: desde la heroica vida de su abuelo, Domingo Reyes, hasta los incidentes de su vida de enfermo.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento11 mar 2015
ISBN9786071626202
Memoria
Autor

Alfonso Reyes

ALFONSO REYES Ensayista, poeta y diplomático. Fue miembro del Ateneo de la Juventud. Dirigió La Casa de España en México, antecedente de El Colegio de México, desde 1939 hasta su muerte en 1959. Fue un prolífico escritor; su vasta obra está reunida en los veintiséis tomos de sus Obras completas, en las que aborda una gran variedad de temas. Entre sus libros destacan Cuestiones estéticas, Simpatías y diferencias y Visión de Anáhuac. Fue miembro fundador de El Colegio Nacional. JAVIER GARCIADIEGO Historiador. Ha dedicado gran parte de su obra a la investigación de la Revolución mexicana, tema del que ha publicado importantes obras. Es miembro de las academias mexicanas de la Historia y de la Lengua, y de El Colegio de México, que presidió de 2005 a 2015. Actualmente dirige la Capilla Alfonsina. Reconocido especialista en la obra de Alfonso Reyes, publicó en 2015 la antología Alfonso Reyes, “un hijo menor de la palabra”. Ingresó a El Colegio Nacional el 25 de febrero de 2016.

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    Memoria - Alfonso Reyes

    Memoria

    COLECCIÓN

    CAPILLA ALFONSINA
    Coordinada por
    CARLOS FUENTES

    Memoria

    Alfonso Reyes

    Prólogo

    MARGO GLANTZ

    Primera edición, 2008

       Primera reimpresión, 2011

    Primera edición electrónica, 2015

    Coordinadora editorial: Dalia Valdez Garza

    Asesor de colección: Alberto Enríquez Perea

    Viñetas: Xavier Villaurrutia

    Diseño de portada e interiores: León Muñoz Santini

    D. R. © 2008, Instituto Tecnológico

    y de Estudios Superiores de Monterrey

    Av. Eugenio Garza Sada, 2501; 64849 Monterrey, N. L.

    D. R. © 2008, Fondo de Cultura Económica

    Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 México, D. F.

    Empresa certificada ISO 9001:2008

    Comentarios:

    editorial@fondodeculturaeconomica.com

    Tel. (55) 5227-4672

    Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc., son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicanas e internacionales del copyright o derecho de autor.

    ISBN 978-607-16-2620-2 (ePub)

    Hecho en México - Made in Mexico

    ÍNDICE

    PRÓLOGO, por Margo Glantz

    MEMORIA

    De Cuernavaca a Ayutla [1957]

    Oración del 9 de febrero [1930]

    Rumbo al Sur [1918]

    De las conferencias del Centenario

    a los Cartones de Madrid [1955]

    Los cuatro avisos [1947]

    Hay que interesarsse por los recuerdos,

    harina que da nuestro molino.

    ALFONSO REYES, Reloj de sol

    PRÓLOGO

    MEMORIAS DE ALFONSO REYES

    Margo Glantz

    LOS TEXTOS

    NO TENGO LA PRETENSIÓN de hacer un deslinde aquí de lo que separa las memorias de la autobiografía, el autorretrato o los diarios íntimos, ni siquiera de lo que Reyes llama anécdotas o recuerdos en el epígrafe de su Reloj de sol, cuya primera parte lleva precisamente ese nombre:

    Hay que interesarse por las anécdotas. Lo menos que hacen es divertirnos. Nos ayudan a vivir, a olvidar, por unos instantes: ¿Hay mayor piedad? Pero, además, suelen ser, como la flor en la planta: la combinación cálida, visible, armoniosa. Que puede cortarse con las manos y llevarse en el pecho, de una virtud vital.¹

    Y no lo hago porque en los textos coleccionados en esta antología, Reyes mezcla distintos tipos de relatos que no podrían catalogarse simplemente; para empezar, si intenta esbozar una genealogía, escribe un texto de corte decimonónico casi folletinesco —De Cuernavaca a Ayutla—, relato a la cabeza de esta compilación; allí narra algunos episodios de la heroica vida del abuelo, el coronel Domingo Reyes, reproducidos aquí muy parcialmente, a pesar de su interés. Nos enfrentamos también con escritos en que los recuerdos van plagados de dramatismo, resonancias épicas y hasta ensoñaciones, como bien puede apreciarse en su estupenda Oración del 9 de febrero, escrita en Buenos Aires, y en la cual apunta al final 20 de agosto de 1930, día en que su padre cumpliría 80 años, editada en 1969 por Gastón García Cantú, diez años después de la muerte de don Alfonso, a instancias de su viuda doña Manuela Mota: da cuenta de un episodio particular de la Decena Trágica, en 1913, culmina con la muerte violenta del general Bernardo Reyes. En ese relato, aunque posterior, resuenan ecos de Días aciagos, diario iniciado un día turbulento en pleno comienzo de la Revolución, en la ciudad de México, el 3 de septiembre de 1911, y mantenido hasta 1930, aunque aquí sólo se incluya un fragmento que concluye el 10 de octubre de 1914, fecha en que Reyes había logrado instalarse en Madrid, después de varias peripecias sufridas en Francia, conectadas con los sobresaltos revolucionarios de México.

    Se incorpora enseguida a la antología un fragmento de Fronteras, intitulado Rumbo al Sur, texto publicado primero en la Revista de la Universidad en 1955; describe con mayor minucia, aunque repitiendo anécdotas ya contadas en el texto anterior —matizándolas y añadiendo nuevas—, algunas de sus tribulaciones y las de su familia durante su exilio en Francia y sobre todo en Madrid; tomados de diarios y de apuntes anteriores, resulta evidente que los recuerdos tamizados por el paso de los años (1914 a 1955) reiterarán ciertos datos, olvidarán otros y añadirán nuevos. El cuarto fragmento aquí compilado se intitula "De las conferencias del Centenario a los Cartones de Madrid. Hace una especie de inventario de sus publicaciones en México y luego en el exilio; repasa también varias de las peripecias y experiencias que ya ha contado en los textos anteriores, experiencias relacionadas con la muerte de su padre, la de Madero y la dictadura de Huerta; ocupa luego su puesto diplomático en París, más bien como mecanógrafo de categoría. La ciudad luz" lo impacta, le sirve de escudo su biblioteca, trasladada de México hasta París; rápidamente, inicia nuevas amistades —Raymond Foulché-Delbosc, director de la Revue Hispanique o el crítico Ernest Martinenche— y reencuentra viejos amigos, como los pintores Diego Rivera y Ángel Zárraga. La caída de Victoriano Huerta lo deja sin empleo y la Guerra Mundial lo hace exilarse junto con su familia en Madrid, donde pasará diez años de intensa actividad, viviendo de su pluma primero y luego como diplomático en la legación de España. En sus recuerdos don Alfonso habla de sus amistades literarias y de sus conexiones con las más importantes publicaciones de esa época en Madrid en las que colabora y de los libros que allí publica.

    Este volumen remata con un texto escrito en 1953, ya al final de su vida, cuando atacado de un padecimiento al corazón, enfermedad de la cual moriría el 27 de diciembre de 1959, utiliza su propio cuerpo como centro del relato: rememora Los cuatro avisos que desde 1944 lo convertirían en un enfermo crónico, hecho que lo obligará a vivir en lo sucesivo a un ritmo más lento, o andantino, como él mismo lo denomina, narrado con un tono melancólico, sentencioso, filosófico:

    el aislamiento, una dolencia que no abate y deja margen a la meditación, determina un clima propicio para el examen de la propia conducta. Y más cuando la enfermedad hace padecer poco, pero se sabe mortal y que puede vencernos de súbito en cualquier instante, al menor descuido.

    El tono se transforma en maestoso en la siguiente sección incluida aquí; se intitula Cuando creí morir. Cuenta con minucia sus peripecias de enfermo y, curiosamente al mismo tiempo, su intensa laboriosidad, pues la amenaza era grave, pero el sufrimiento muy llevadero: energía extraña dadas las circunstancias; jamás menguada, le permite traducir libros, releer otros, preparar volúmenes misceláneos, disponer para la imprenta nuevos textos, retocar algunos más, escribir poesía y colaborar con artículos en la Nueva Revista de Filología Hispánica, dirigida por Amado Alonso, aunque en realidad lo haría Raymundo Lida, recién llegado de Buenos Aires.

    EL ABUELO:

    DE CUERNAVACA A AYUTLA

    AL LEER ESTOS ENSAYOS llama de inmediato la atención su estrecha ligazón con la historia del país. No se trata solamente de contar las peripecias de una vida individual, como en la autobiografía tradicional, ni tampoco de privilegiar el acto de conocerse a sí mismo a través de la escritura, como es el caso de varios escritores europeos, empezando con Rousseau, Gide, Leiris, De Quincey, Kafka, Virginia Woolf. Aun los acontecimientos más banales de su vida cotidiana y de los suyos —en especial su padre, aunque también su abuelo— están ligados inexorablemente a la historia de México, el pasado y el tiempo en que le tocó vivir; podríamos subrayar, exagerando que, casi por derecho de nacimiento, el transcurrir de la familia Reyes está en estrecha conexión con los sucesos fundamentales que determinan a la Nación, así con mayúscula: con sólo existir él y su familia forman parte de la historia, son historia. ¿No nos dice acaso en ocasión de la muerte del padre: "Por las heridas de su cuerpo, parece que empezó a desangrarse para muchos años, toda la patria"? (Cursivas mías.)

    Carlos Monsiváis pregunta en uno de sus ensayos sobre Reyes:

    ¿Cómo a principios de siglo en México, desaprovechar ostensiblemente la condición de hijo del general Bernardo Reyes, aspirante a la Presidencia que ha sido

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