NOVELAS ASESINAS
Las altas ventas de títulos de narrativa criminal dejan claro el creciente interés de los lectores por obras que se ocupan de la violencia y el mundo de perversidades delincuenciales. Para muchos, la separación entre los sucesos del universo de la ficción y los acontecimientos reales resulta evidente e insoslayable; sin embargo, la literatura, en particular la novela negra y el subgénero conocido como “true crime”, en que se narran historias basadas en hechos reales para formar un híbrido con la crónica, ha servido de inspiración al punto de que algunas mentes perturbadas consideran a los personajes criminales como modelo e incluso motivación para cometer sus actos ilícitos. Imaginemos la escena: así como el novelista, antes de escribir su novela, se documenta en los acontecimientos de la realidad que lo circundan —la nota roja, los feminicidios, el terrorismo o el narcotráfico—, el homicida, antes de cometer el delito, devora ficción y encuentra en la novela un manual de capacitación criminal, aunque para ello sea requisito indispensable que el mecanismo de su mente trastornada y sus motivaciones profundas se hayan echado a andar.
Rabiosa escena del crimen
En 1997, a los 14 años de edad, Michael Carneal escribió su propio destino tras las rejas después de culminar un atentado dentro de la escuela Heath High School, al suroeste de Kentucky, durante el cual asesinó a tres compañeras e hirió a otros cinco estudiantes. Una vez perpetrado el delito, soltó el arma y
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