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Cinco de mayo
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Libro electrónico72 páginas1 hora

Cinco de mayo

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En estas páginas, extraídas de los "Episodios nacionales mexicanos" se narran, en forma novelada, los acontecimientos que marcaron una de las páginas más importantes de la historia nacional.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento23 ene 2018
ISBN9786071654113
Cinco de mayo

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    Cinco de mayo - Victoriano Salado Álvarez

    VICTORIANO SALADO ÁLVAREZ

    Cinco de mayo

    FONDO DE CULTURA ECONÓMICA

    Primera edición, 1997

         3ª reimpresión, 2003

    Primera edición electrónica, 2017

    Fragmento de

    Episodios nacionales mexicanos

    La intervención y el Imperio, IV

    Diseño de portada: Pablo Tadeo Soto

    D. R. © 1997, Fondo de Cultura Económica

    Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México

    Comentarios:

    editorial@fondodeculturaeconomica.com

    Tel. (55) 5227-4672

    Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc. son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicana e internacionales del copyright o derecho de autor.

    ISBN 978-607-16-5411-3 (ePub)

    Hecho en México - Made in Mexico

    Quien se proponga estudiar el siglo XIX en México, y en particular el movimiento liberal que se forjó en aquel siglo, no podrá pasar por alto la obra fundamental Episodios nacionales mexicanos, de Victoriano Salado Álvarez. Escrita y estructurada a la manera de los Episodios nacionales del español Benito Pérez Galdós, la obra de Salado es una novela histórica que escribió por encargo de la célebre imprenta Ballésca y Compañía. En palabras del propio autor, los Episodios nacionales mexicanos representan la tarea de relatar en forma novelesca los episodios del gran movimiento reformista que cambio la faz de la República Mexicana, porque tengo la convicción de que hay latente en ese periodo una gran fuente de inspiración para el artista, el pensador y el investigador. El Fondo de Cultura Económica ha publicado la edición facsimilar de esta obra, en siete volúmenes, de donde ahora FONDO 2000 presenta aquí las escenas, avatares y circunstancias noveladas de la batalla del Cinco de Mayo, momento crucial de nuestra historia.

    Victoriano Salado Álvarez nació en Teocaltiche, Jalisco, en 1867 y murió en la ciudad de México en 1931. Como otros intelectuales de su generación, que marcaron el puente generacional entre los siglos XIX y XX, Salado Álvarez dejó una extensísima obra que aún espera ser recopilada totalmente: millares de artículos en periódicos nacionales y estadunidenes y casi una docena de libros donde escribió los más diversos géneros, desde la crónica y la autobiografía hasta la filología y el cuento literario. Periodista y catedrático, Salado Álvarez fue miembro de la Academia de la Lengua, y posteriormente nombrado secretario perpetuo de la misma. Filólogo, historiador y escritor, también llevó a cabo una extensa vida política como diputado, senador y diplomático. A todo lo anterior, habrá que agregar que a él se debe, indirectamente, la fama de Mariano Azuela por la defensa que hizo Salado Álvarez de su novela, Los de abajo, y también se ha señalado el benéfico reconocimiento que hizo, desde uno de sus artículos periodísticos, a La sombra del caudillo, de Martín Luis Guzmán.

    CINCO DE MAYO

    Gordo, moreno, de ojos chiquitines, el pelo cortado a rape, el uniforme desabotonado, limpiándose el sudor con un gran pañuelo de hierbas y escribiendo con una pluma de barbas azules, estaba sentado a una mesa el capitán Ruiz, Manuel Ruiz, de la costa de Sotavento, cuando se le presentó Miguel Caballero en el Chinaco y acompañado de su escudero Romualdo Gómez.

    Ruiz le vio desde la ventana de rejas y suspendió la comunicación que tenía empezada, que se encontraba cabalmente en el lema: Libertad y Reforma.

    —Pase, amigo, y deje su caballo con ese soldado. ¿Trae recado del cuartel general, o viene de algún cuerpo?

    —No, mi capitán —respondió el muchacho mirando a hurtadillas las charreteras del escribiente—; vengo de México; pertenezco al tercer ligero de Guanajuato y me adelanté un día al grueso de la gente para traer descansadamente a mi señora.

    —¿Y cuándo llega esa tropa, que ya la aguardamos como agua de mayo?

    —Hoy deben de haber salido y rendirán jornada en Ayotla; mañana llegarán a San Martín Texmelucan, y el 6 estarán aquí.

    —A buena hora; pero en fin, peor es chile y agua lejos.

    —Traía una carta del señor general Doblado para el señor Zaragoza y otra para el señor Tapia, y desearía poner los papeles en manos del general en jefe y del gobernador.

    Y sacó dos cartas azules, sin sobre, dobladas sobre sí mismas y con un par de obleas verdes en cada nema.

    El capitán dio vueltas a los papeles, leyó las cubiertas con todo espacio, y, golpeando los pliegos contra el dorso de la mano izquierda, subió el pie sobre la silla de tule y dijo negligentemente:

    —Imposible hablarle al general; primero consigue usted una conferencia con el mismo Zaragoza… Pero, en fin, nada me cuesta llevar las cartitas.

    Cogió los papeles, levantó una cortina de bayeta verde y entró a la pieza inmediata. A los diez minutos salió.

    —Lo dicho, amigo: que está ocupadísimo… ¿Qué tal ve a su penco?… Bonito animal, bonito… Que le señale a usted lugar en cualquier cuerpo, pues el general tiene facultades para ponerle donde quiera… ¿Qué le parecería a usted irse a los exploradores de Pedro Martínez?… Tapia se encarga de la carta de Zaragoza.

    —Yo voy a donde me manden.

    —Pues aguárdeme. —Y con una letra inglesa que parecía haber echado cuernos, rabo, pezuñas y pelos (así estaba llena de rasgos), inclinando mucho el cuerpo y rematando con una rúbrica que, de desenvolverse, hubiera dado la vuelta al recinto

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