Álvaro Obregón, biografía de un caudillo

Por Elmy Grisel Lemus Soriano

Nacido en 1880 en el norte de México, Álvaro Obregón se convertiría en uno de los más prominentes líderes de la Revolución Mexicana, presidente de su país y artífice de la institucionalización del poder posrevolucionario. Famoso por nunca haber perdido una batalla —algo que pocos generales en la historia pueden presumir—, Álvaro Obregón poseía un agudo sentido del humor y una visión de estado como pocos

• Idioma: Español
• Editorial: Otto Press
• Fecha de lanzamiento: 17 oct 2016

Vista previa del libro

Álvaro Obregón.

Biografía de un caudillo

Elmy Grisel Lemus Soriano

Otto Press

New York, New York

USA

Primera edición, octubre de 2016

ISBN Edición Digital: 978-099-0468-44-8

Copyright © Elmy Grisel Lemus Soriano/Otto Press, 2016

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Índice

I. Álvaro Obregón. Biografía de un caudillo

II. La Revolución

III. Infancia

Orfandad y viudez

El agricultor empresario

IV. Los ocho mil kilómetros en campaña

Maderista

Estratega militar. Sus principales batallas

V. El rompimiento con Carranza: notas de una rebelión militar

El Plan de Agua Prieta

VI. La presidencia: búsqueda de una legitimidad

Ideología de Obregón

La educación

La economía

Los militares

VII. El caudillo y su sombra

VIII. El asesinato de Obregón

El monumento a Obregón: la creación de un héroe nacional

Bibliografía

I. Álvaro Obregón. Biografía de un caudillo.

Los tres grandes enemigos del pueblo mexicano son: el clericalismo, el capitalismo y el militarismo. Nosotros podremos acabar con el capitalismo y con el clericalismo; pero después, ¿quién acabará con nosotros?

Álvaro Obregón, 1916

En una entrevista realizada al general de división neoleonés Aarón Sáenz, uno de sus más fieles colaboradores y amigo íntimo, Álvaro Obregón fue descrito como un hombre de inteligencia «intuitiva» y de una memoria notable. A decir de Sáenz, Obregón nunca olvidaba un rostro o un nombre, podía recordar incluso el lugar exacto donde había conocido a una persona. Esto impresionaba a sus soldados, a los que se dirigía por su nombre. Esta actitud hacía que su interlocutor se sintiera siempre escuchado y atendido, a pesar de la aridez en la conversación. En concreto, Álvaro Obregón era un hombre observador, sagaz y astuto. También era conocido por su particular sentido del humor, su sarcasmo ágil y su ironía que siempre coqueteaba con la obscenidad.

Una tarde de julio de 1928, el inteligente Obregón se percató de que alguien lo miraba. Un joven, de no más de treinta años, delgado y de estatura media, lo observaba a lo lejos Su mirada sólo se interrumpía cuando delineaba algunos trazos en lo que parecía ser un cuaderno de dibujo. Al terminar, mostró a Obregón su obra: un retrato. Fiel a su curiosidad innata, Obregón le pidió que se acercara, pues quería contemplarse a sí mismo. A sus cuarenta y