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Las Más Tenebrosas Leyendas Mexicanas. De La Colonia A Inicios Del Siglo XX
Las Más Tenebrosas Leyendas Mexicanas. De La Colonia A Inicios Del Siglo XX
Las Más Tenebrosas Leyendas Mexicanas. De La Colonia A Inicios Del Siglo XX
Libro electrónico88 páginas1 hora

Las Más Tenebrosas Leyendas Mexicanas. De La Colonia A Inicios Del Siglo XX

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Sin lugar a dudas, México es un país de magia y de contrastes, rico en etnias y lenguas, y además su gente tiene personalidades que van de lo jocoso a lo enigmático. Tenemos grandes héroes así como brujos y chamanes, personas muy poderosas y otras muy humildes, y por esto y mucho más no es raro que hayan surgido a lo largo de los siglos cientos de historias de todo tipo, y entre ellas abundan las que tienen un trasfondo terrorífico. Aquí tenemos desde caballeros elegantes pero asesinos, hasta frailes vengativos, pasando por toda una galería de personajes de temperamentos violentados por el miedo y la ambición, como brujas, ladrones y mujeres vanidosas, y al igual intervienen demonios y hasta la misma muerte o el Diablo. Invitamos al amable lector a vivir el verdadero terror con las leyendas aquí reunidas, que abarcan varios siglos de la historia de México.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento5 ene 2023
ISBN9798215007013
Las Más Tenebrosas Leyendas Mexicanas. De La Colonia A Inicios Del Siglo XX
Autor

Sergio Gaspar Mosqueda

Nací en la Ciudad de México en 1967 y estudié la Licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México, en donde obtuve la medalla Gabino Barreda. En el año 2000, creé y dirigí el proyecto de revista cultural El Perfil de la Raza, en cuyo consejo editorial figuraba Miguel León Portilla, entonces presidente de la Academia Mexicana de la Historia. Trabajo para diversas editoriales y he publicado 31 obras en papel con varias editoriales y 46 en Amazon, entre las que se hallan dos novelas, varios volúmenes de cuentos, leyendas, un poemario, biografías de músicos de rock, diversos libros sobre historia de México y cuadernos de trabajo de varias materias.Mi primer libro, la novela Una generación perdida, se publicó en la colección Voces de México, en la que figuraron autores mexicanos destacados, como Vicente Leñero, Emilio Carballido, Alejandro Licona, Luisa Josefina Hernández, Víctor Hugo Rascón Banda y Eusebio Ruvalcaba. El reconocido autor Juan Sánchez Andraka afirma en el prólogo de la primera edición: “Yo leí este libro. Más bien debo decir: Yo viví este libro. Debo agregar: Lo viví intensamente".Uno de mis libros más vendidos es Cuentos mexicanos de horror y misterio. Próximamente aparecerán en papel mis libros sobre 50 figuras del rock clásico, 50 importantes músicos del metal gótico y 50 figuras del K-pop.

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    Las Más Tenebrosas Leyendas Mexicanas. De La Colonia A Inicios Del Siglo XX - Sergio Gaspar Mosqueda

    Sergio Gaspar Mosqueda

    Las más tenebrosas leyendas mexicanas

    De la Colonia a inicios del siglo XX

    Copyright 2022 Sergio Gaspar Mosqueda

    Edición de Smashwords

    Recuerda dejar una reseña de mi libro en tu tienda preferida.

    Este libro está disponible en forma impresa con algunos minoristas en línea.

    Diseño de portada: Martha Patricia Guerrero C. y Sergio Gaspar Mosqueda

    México, enero del 2023

    Este libro electrónico tiene licencia para su disfrute personal únicamente. No se puede revender ni regalar a otras personas. Si desea compartirlo con otra persona, compre una copia adicional para cada destinatario. Si está leyendo este libro y no lo compró, o no lo compró para su uso exclusivo, vuelva a su distribuidor de libros electrónicos favorito y compre su propia copia. Gracias por respetar el arduo trabajo de este autor.

    Tabla de contenido

    El regreso de la quemada viva (Ciudad de México)

    La bruja flamígera (Sonora)

    La condesa de Malibrán (Veracruz)

    La hereje (Ciudad de México)

    El Armado (Ciudad de México)

    El fraile (Ciudad de México)

    El vendedor de lienzos (Ciudad de México)

    Leyenda de Chimalistac (Ciudad de México)

    Leyenda del chinaco (Guanajuato)

    El malleus maleficarum (Ciudad de México)

    El cine del terror (Ciudad de México)

    El degollado de la Noria (Guanajuato)

    Ladrones de cementerios (Ciudad de México)

    La mujer herrada (Ciudad de México)

    La Plazuela de Carcamanes (Guanajuato)

    Sólo noventa y nueve haciendas (Hidalgo)

    La leyenda de don Bartolo (Querétaro)

    El franciscano sin cabeza (Ciudad de México)

    La casa de madera (Ciudad de México)

    El niño araña (Hidalgo)

    Los ahorcados (Guanajuato)

    La calle de don Juan Manuel (Ciudad de México)

    Sobre el autor

    Otras obras del autor

    Conectar con Sergio Gaspar Mosqueda

    El regreso de la quemada viva (Ciudad de México)

    Santiago Ricarte, un caballero que había participado en el proceso contra la anciana Jacinta Aguirre por hechicería, no durmió nada bien la noche en que la quemaron viva. El hombre había acudido a la Inquisición luego de descubrir, desde el piso más alto de su casa, que la vieja arrastraba pesados fardos por lo corredores de su vivienda. Días después el olor de carne descompuesta invadió el ambiente. Esto, aunado a los extraños visitantes que tenía la mujer a deshoras, los cuales llegaban en carruajes que tenían las ventanas cubiertas por cortinajes negros, decidió a don Santiago a denunciar a su vecina a las autoridades del Santo Oficio.

    Se descubrió, en efecto, que la mujer escondía cadáveres de niños en el sótano de su casa. Los infantes habían desaparecido de sus casas en los barrios más pobres de la ciudad.

    La mujer, luego de ser sometida a crueles tormentos, confesó que había comido las entrañas de las criaturitas en extraños ritos a la Muerte, pero de sus cómplices nada dijo.

    –¡Confiesa, hechicera, quién te ayudaba a robar a los niños, quién a mantenerlos ocultos, quién a matarlos; quién más los comía junto contigo!

    La mujer, con una sonrisa malévola y mirando al piso, contestó de modo cínico sólo a la última pregunta:

    –Nadie, sólo la Muerte –y lanzó una risa sardónica que hizo estremecer las paredes de la sala del Santo Oficio.

    –Que se le queme viva –fue la sentencia.

    Luego de verla arder, don Santiago fue directo a su casa. Siendo de naturaleza nerviosa, se sentía terriblemente fatigado luego de seguir de cerca ese proceso. Se acostó temprano, pero no pudo dormir.

    Después de estar dando vueltas en la cama, decidió bajar a beber algo que le calmara los nervios. En cuanto encendió una vela, creyó ver parada en la esquina de su cuarto a la vieja bruja, y del susto a punto estuvo de dejar caer la vela sobre la cama.

    Salió de su habitación decidido a no volver a ella. Acomodaría algunas mantas en la sala y dormiría ahí.

    Cuando bajaba las escaleras, sintió que alguien oprimía fuertemente su hombro derecho, como recargándose en él. Aterrado, no quiso voltear y bajó tan rápido como sus temblorosas y débiles piernas se lo permitieron. Entró a la cocina pero no atinó a servirse nada; todo se le caía de las manos. Entonces decidió buscar las llaves y salir de ahí. Qué bruto he sido, se dijo, ¿cómo pretendía descansar al lado de una casa en que han sido martirizadas y asesinadas criaturitas del Señor?

    Muy desalentado se dejó caer en una silla, al recordar que las llaves las había dejado en su habitación, y por nada del mundo pensaba volver arriba.

    Unos segundos estuvo pensando en cómo salir de ahí. De súbito, un fuerte ruido en el recibidor lo hizo ponerse de pie de un salto.

    –¿Habrán entrado ladrones? ¿O… o será ella?

    Decidido, fue hacia el recibidor cargando en una mano una vela y en la otra su espada, que había descolgado de la pared. Una sombra se lanzó contra él y lo único que acertó a hacer fue cruzar los brazos para protegerse.

    Un viento helado entró hasta sus huesos y lo entumió por segundos.

    El hombre, asustado, pero también irritado porque se le atacara en su propia casa, gritó:

    –¡No tengo miedo ni a la misma Muerte, así que déjame en paz!

    En ese justo momento un raro fulgor lo hizo voltear hacia el techo: flotando junto al candil vio el espectro de la vieja, en cuyo rostro había una mirada cargada de infinito odio.

    El hombre no lo pensó más; dejando caer la vela, se lanzó contra la ventana más próxima, para hacerla pedazos con el peso de su cuerpo y escapar de ahí. En cuestión de minutos, se hallaba corriendo despavorido por las calles.

    Todo se hallaba a oscuras y silencioso, puesto que eran las tres de la madrugada, pero de pronto frente a él surgió un carruaje que parecía estar decidido a embestirlo:

    –¡Eh, pare, pare! –gritó, pero el conductor no parecía hacer caso alguno, así que don Santiago se pegó cuanto pudo a un muro y así pudo librarse del fatal encuentro.

    Descubrió entonces que estaba frente a la casa de don Rodrigo

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