Asesinatos reales en el cine
Nadie habría imaginado que el pequeño vagabundo Charlot pudiera llevar dentro a un asesino de féminas tan frío y calculador como el señor Verdoux, pero a Charles Chaplin le pareció que esa era la mejor manera de escapar de la alargada sombra de Charlot en su doble carrera como actor y director, y el resultado fue su mejor película en ambos campos. Paradojas del cine, o consecuencias del éxito del pasado, marcaron que sus seguidores incondicionales, aficionados a las historias del pequeño aventurero del bastón y el bombín, renegaran de esta otra propuesta siniestra y oscura del genio del cine cómico, que incursionando con El señor Verdoux en el territorio comanche del cinismo cosechó su fracaso más sonoro en la taquilla, con la que el propio Chaplin consideraba su mejor película. El asesino que la inspiró, Landru, envió y recibió cartas de hasta 283 mujeres durante la Primera Guerra Mundial, 72 de las cuales nunca fueron localizadas. Las autoridades acusaron como cómplices a su esposa y a su hijo, y Landru fue ejecutado en la guillotina en 1922.
A sangre fría se basa en la novela reportaje publicada en 1966 y que lanzó la carrera de Truman Capote en la literatura, del que el director, Richard Brooks, tuvo la oportunidad de leer los primeros borradores, y que inicialmente también interesó a otro destacado realizador del cine estadounidense del momento, Otto Preminger, que quería llevarlo a la pantalla e incluso intentó comprar los derechos por unos 400 000 dólares. Capote publicó primero la novela por entregas, en forma de serial, en el periódico The New Yorker, en 1965, tras una investigación periodística de campo entrevistando a los propios autores del crimen. Dicha investigación fue recreada también por el cine en el largometraje Truman Capote (Bennett Miller, 2005), e Infamous (Douglas McGrath, 2006).
Arthur Penn dirigió la que hasta el momento es la mejor adaptación al cine de las correrías criminales de Bonnie Parker y Clyde Barrow, que atracaron bancos, a la hora de describir a los personajes con un halo de glamur. Para completar un buen programa doble con la anterior, nada mejor que , de Terrence Malick, quien trabajando en sentido contrario al de , con una premisa argumental similar y una fotografía paisajística espectacular que envuelve a los dos protagonistas en un halo de romanticismo similar al de la película de Arthur Penn, sorprende al espectador mostrando la naturaleza destructora y cruel de los dos protagonistas.
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