LA MADRINA DEL VUDÚ
La vida de Sara Aldrete ha sido contradictoria. De joven, esta mexicana brillaba por su físico –una amazona de 1.80 m con una deslumbrante melena rubia– y por ser una estudiante fantástica. Su familia auguraba un buen futuro. Sin embargo, al terminar sus estudios decidió reventar el estereotipo para convertirse en “La Madrina”, la gran sacerdotisa de una secta satánica vinculada a los cárteles de la droga que terminó siendo conocida como la secta de los narcosatánicos. Junto a un amante llamado Adolfo Constanzo, de origen cubano y avecindado en Miami (Florida), Sara se dedicó a organizar rituales en los que se torturaba a personas y se realizaban sacrificios humanos. Fue condenada en 1990, aunque ella siempre ha sostenido que Adolfo la secuestró y la obligó a participar en la organización. Una versión que sus amigos de la infancia ponen en duda, pues ella –según afirman– siempre estuvo obsesionada con el ocultismo.
ABRACADABRA, PATAS DE CABRA
Sara Aldrete nació y creció en Matamoros, una localidad del estado de Tamaulipas. Todos los días cruzaba el río Bravo para asistir a clase en una preparatoria de la ciudad de Brownsville, en
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