Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

La Venganza De La Tierra 5. Ultra Neox
La Venganza De La Tierra 5. Ultra Neox
La Venganza De La Tierra 5. Ultra Neox
Libro electrónico212 páginas3 horas

La Venganza De La Tierra 5. Ultra Neox

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Phantom, la niña Neox, ha visto el verdadero aspecto de su madre en el interior de su mente. Desesperada, huye de Odisea y de Viri. Ante ella se abre un mundo infinito y vacío en el que buscará sin descanso a su madre. Sus poderes aumentan con la edad y con el paso del tiempo se convertirá en una ULTRA NEOX, la única de su especie.
Debido a un malentendido una guerra está a punto de empezar entre los bandos de Pere y de Rose of Sharon. ¿Consentirá Pere que toda la sangre derramada no haya servido para nada?
Odisea y Viri tendrán que huir. La radiactividad se acerca. El precio por haber volatilizado gran parte del Mediterráneo para acabar con Gran Madre será muy alto, a pesar de que ellos no son los culpables.
Tras la primera parte de Un Mundo Nuevo, Ultra Neox forma un ínterin, un paréntesis en la Saga La Venganza de la Tierra, enteramente dedicado a la evolución de Phantom.

J.P. Johnson vive en la isla de Mallorca. Ex-guardaespaldas de autoridades militares y broker de bolsa, actualmente se dedica en exclusiva a la literatura. Es autor de las célebres sagas "El Quinto Origen", "La Venganza de la Tierra" y "El Diablo sobre la isla" (publicada con su verdadero nombre, Joan Pont), además de la serie de autoayuda "Sí, quiero. Sí, puedo" y el libro de literatura infantil "Una mascota para Tom".

LIBROS DE J. P. JOHNSON
Serie El Quinto Origen

Stonehenge
Nefer-nefer-nefer
Un Dios inexperto
El sueño de Ammut
Gea (I)
Gea (II)
Serie La Venganza de la Tierra
Mare Nostrum
Abisal
Phantom
Un mundo nuevo
Ultra Neox
Éxodo.

OBRAS DE JOAN PONT.
Serie El Diablo sobre la isla

1-El Diablo sobre la isla.
2-Venganza.
3- Perros de Guerra.

Benet. Jamm Session. (La primera entrega del detective Toni Benet)

NO FICCIÓN

Serie "Sí quiero. Si puedo". (Traducida a múltiples idiomas)
Cómo escribir tu primer libro y publicarlo online.
Consejos imprescindibles para prosperar económicamente en la vida.
¡Socorro, mi hij@ quiere ser youtuber!
Los 12 mandamientos de la autopublicación independiente.
Serie juvenil

Una mascota para Tom (traducido a múltiples idiomas)

Encuentra a J. P. Johnson en:
Email: pontailor2000@gmail.com
Website: pontailor2000.wixsite.com/jpjohnson
Twitter: @J_P_Johnson
Facebook: facebook.com/pontgalmes
Instagram: j.p.johnson1

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento30 ene 2021
ISBN9781005985837
La Venganza De La Tierra 5. Ultra Neox
Autor

J. P. Johnson

¡Hola! Soy Joan Pont, aunque publico algunas de mis obras como J.P. Johnson, encantado de conocerte. Vivo en la isla de Mallorca, la mayor de las cinco islas del Archipiélago Balear. Ese es el motivo por el que toda mi obra está impregnada de una "mediterraneidad" profunda y de una pasión desmedida por este pequeño trozo de tierra rodeado de agua salada. Me encanta el mar, practico el surf y el paddle surf y me indigna ver cómo estamos destruyendo este Mediterráneo que conforma el germen de nuestra existencia. Cada vez hay más plásticos y menos peces, pasan barcos a mi lado echando humo de sus motores arrastrando redes kilométricas que destrozan los fondos mientras grandes yates fondean sobre praderas de posidónea y al levar las anclas destruyen estas plantas que son los pulmones del mar. Por eso un día me puse a escribir "La venganza de la Tierra. Mare Nostrum". Porque, tal como explica Lovelock, algún día Gaia, la Madre Naturaleza, acabará con nosotros. En mi novela Gaia nos da un aviso que acaba con la mayor parte de la Humanidad, pero concediéndonos una segunda oportunidad que, como se ve al final, no será entendida por todos. Pere Quetglas sí lo entiende, y su cometido será, a partir de ahora, concienciar a los que han quedado para que no vuelva a repetirse. Mi última obra es "El Quinto Origen. Stonehenge". Tengo que confesarte que estoy completamente enganchado a ella. Me apasiona la historia de los seres inmortales, Jesús y Lucius, que construyen monumentos y luchan entre ellos a lo largo de la Historia. Al mismo tiempo me he enamorado de Mamen, una mujer increíble. En estos momentos estoy terminando la segunda parte de El Quinto Origen, llamada Nefer-Nefer-Nefer. Pero habrá más. Por supuesto que sí. Mi ilusión por la literatura nunca se va acabar, es algo que llevo infiltrado en la sangre, y la culminación de mi trabajo es que te guste mi obra, querida lectora, querido lector, que te enamores de Odisea Pascual y de Mamen Torres, tal como he hecho yo, que llores con Joanet y con Cristian, y que te quedes boquiabierto con la figura de Jesús a través de la historia de la Humanidad. Muchas gracias por leerme. Un gran abrazo.  

Lee más de J. P. Johnson

Relacionado con La Venganza De La Tierra 5. Ultra Neox

Títulos en esta serie (6)

Ver más

Libros electrónicos relacionados

Ficción de acción y aventura para usted

Ver más

Artículos relacionados

Categorías relacionadas

Comentarios para La Venganza De La Tierra 5. Ultra Neox

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    La Venganza De La Tierra 5. Ultra Neox - J. P. Johnson

    ULTRA NEOX

    LA VENGANZA DE LA TIERRA 5

    J. P. JOHNSON

    Para Cristian

    La Venganza de la Tierra 5. Ultra Neox.

    © J. P. Johnson / Joan Pont Galmés [2020)

    Todos los derechos reservados.

    El mundo había muerto para una niña.

    Y eso era terrible, como lo fue siempre desde el inicio de los tiempos.

    Solo sucedía cuando una criatura perdía algo de mucho valor, normalmente una madre o un padre.

    Tanto que aquella niña ni siquiera estaba allí.

    Aunque en realidad sí estaba, pero los cromatóforos de su piel cambiaban en función de la cantidad de luz que emitían los objetos de su entorno y eran capaces incluso de modificarlos a ellos, como por ejemplo a las prendas de ropa.

    Además, aquella niña podía leer la mente de las personas y de los animales e inferirles sus mandatos.

    Así que tenía muchas cosas a su favor.

    En contra… siempre hay algo en contra de la inocencia, como por ejemplo ese tumor que no permite al fémur de un neonato desarrollarse por completo.

    En contra tenía a un mundo vacío e infinito en el que buscar a una madre ausente… y monstruosa.

    NOGOONNUR. MONGOLIA.

    Fuera, el amanecer era de una blancura y una pureza insólitas. La nieve, que brillaba intensamente aunque tenía un olor extraño y como almizclado, cubría la tierra y daba a los árboles el perfil redondeado del lomo de un gran animal. Los pájaros cantaban con furia, pero los demás sonidos quedaban absorbidos por la espesa capa de nieve. Allí solo se oía el canto de los pájaros y un silencio profundo.

    Phantom, irónicamente, no se sentía sola. Si se trataba de comunicación, podía oír el pensamiento de todos los individuos de la bandada de pinzones que se había instalado en aquel insólito bosquecillo de abedules en medio de una tundra mortalmente llana y aburrida, ahora cubierta de nieve. No es que captara sus pensamientos y pudiera traducirlos al lenguaje humano, sino que se trataba de un hilo monocorde de intenciones. "Debemos viajar al sur antes de que haga más frío. Bajo aquel arbusto hay muchas lombrices. Escarbemos todos juntos y atraparemos más que uno solo". Como la letra de una canción que no significa nada pero que obliga a saltar y a gritar a cien mil jóvenes entusiastas. Phantom podía introducirse dentro de esa sinfonía de pensamientos monocordes y, como una directora de orquesta, manejarla a su antojo. Lo hacía muchas veces para combatir el aburrimiento. El día anterior había logrado que la mayor parte de la bandada se posara en terreno llano y aguantara sin moverse mientras cientos de cernícalos se reunían sobre ellos haciendo pasadas en picado para ensartarlos con sus garras. Uno tras otro.

    "Tranquilizaos, Esperad, No ocurrirá nada"

    Al terminar y, mientras una rapaz abría el vientre del último pinzón de un tajo certero, cayó de espaldas, porque estaba en cuclillas, riéndose a carcajadas. Se sentía eufórica y victoriosa. No había sido fácil. Se trataba de concentración.

    Y ahora que no quedaban pájaros en el bosquecillo de olmos, solo rapaces en busca de otro festín, todo era bastante aburrido, excepto por la nieve.

    Gracias a ella la niña Phantom se dio cuenta de que había crecido mucho. Se sentía torpe y caminaba como los patos del abuelo Hairathan. La misma mañana en que se despertó y la blancura del manto nevado e infinito le hirió los ojos, subió a un grueso muro medio derrumbado y saltó a la nieve pensando que lo hacía al agua del río, y que se hundiría hasta el fondo y ahí abajo podría bucear en un mar de blancura. Pero impactó contra sus propias piernas y se quedó, de pie, con los dientes castañeteando y con la capa de nieve hasta los muslos.

    No sabía el tiempo que había pasado desde su huida. Sí que recordaba los detalles, pero no el tiempo. Había caminado mucho por la tundra cruzándose con toda clase de animales. El sol salía, y después salía la luna, y después el sol y luego la luna. Muchos días, o puede que semanas o meses; Phantom no tenía nada claro ese concepto del tiempo, pero estaba claro que el cambio en su cuerpo había sido rápido, mientras la nieve le quemaba la piel en los muslos y los antebrazos, y también en la barriga. Su дээлa, o deel, un caftán color aceituna que antes le llegaba hasta las rodillas, estaba reventado por los cuatro costados. Era la talla de una niña de dos años intentando cubrir un nuevo cuerpo de ¿diez? ¿once? ¿Cómo iba a saberlo ella?

    De todas formas buceó en la nieve. Se sumergió como si se tratara de la zona menos profunda del río mientras su deel se deshacía tras ella. La sensación era voluptuosa, nueva y desconcertante. Phantom tomaba conciencia de las nuevas proporciones de su cuerpo mientras notaba la intensa quemazón del hielo en el estómago, las nalgas y el pubis. ¿Queeeee? ¿Pelo negro? Sí, una mata incipiente entre las piernas que sobresalía mientras hacía el ángel, boca arriba, observando más allá del vientre liso y duro como una tabla. Hizo pis y notó un efímero calor cerca de las rodillas mientras la nieve se fundía en un agujero que llegaba hasta la tierra firme. Luego se dio la vuelta y notó el frescor ardiente en sus nuevos pechos. Puntiagudos. Se puso de rodillas y se los cubrió con las manos. Cada uno cabía en una de las palmas ahuecadas. A continuación se estrujó los todavía inmaduros pezones hasta que tuvo que cerrar los ojos de dolor, para tomar conciencia de ellos.

    He crecido. Soy más alta, más grande, tengo más fuerza...

    La constatación de los cambios en su propio cuerpo era algo destinado por naturaleza a pasar de soslayo por la mente de una pre-adolescente. O, como mucho, destinarle unos minutos, o ni eso, segundos, instantes. Había demasiadas cosas que hacer como para detenerse en la nueva morfología.

    Phantom (ya no se la podía llamar más niña) retozó en la nieve hasta que se sintió agotada y hambrienta. El día del sacrificio de los pinzones había recogido los cuerpos de cinco de ellos luchando a brazo partido con los cernícalos. El lugar donde se había refugiado eran las ruinas de un viejo almacén del ejército ruso abandonado incluso antes de la Catástrofe. Aunque no era la única que había tenido esa idea en aquel lugar rodeado de una extensión de taiga tan vasta que producía hasta mareos dirigir la vista hacia la línea del horizonte. Cuatro esqueletos de una misma familia, seguro, (hombre, mujer y dos niños) la miraron con esa especie de sonrisa que ejecutan los cráneos mondados al aire libre, como alegrándose de su condición de no enterrados, desde un rincón de las cuatro paredes sin techo que quedaban del almacén.

    Los había descubierto a la mañana siguiente de su llegada, cuando los primeros rayos de luz se colaban por las ventanas del segundo piso, aún con fragmentos de cristales. La noche antes Phantom entró corriendo en aquella construcción invadida por un manto de gramíneas que le llegaba hasta la cintura perseguida por una manada de lobos hambrientos.

    Los lobos no deberían haberle dado problemas, pero lo hicieron, porque ella había andado todo el día y solo era un niña de tres o cuatro años, joder.

    Los había visto llegar trotando desde muy lejos en mitad de una llanura de hierba infinita que dibujaba sinuosas líneas bajo un cielo plomizo. A aquellas alturas le invadía el cansancio como si fuera agua y su cuerpo una esponja. Pero lo había hecho muy bien. Un poco antes de que la alcanzaran los lobos empezó a dominarlos con su mente, los detuvo en seco. Después caminó entre ellos como si fuesen una camada producto del vientre de su perra preferida. Como corderitos lechales, los lobos le abrían camino mientras, bostezando, lanzaban en su dirección los agrios efluvios de sus alientos. Eran animales el triple de altos que ella. Habían tenido cuarenta años, varias generaciones, para mejorar sus genes y cazar caballos takhis sin ninguna molestia humana. Phantom los señaló a cada uno con el dedo índice de su mano como en el juego del pito, pito, gorgorito que le había enseñado su abuela Odisea.

    "Quedaos quietos. Sois mis juguetes. Tú, da vueltas sobre la hierba, haz la cocreta, tú, ponte a dos patas y mueve las manos, ¡sí! los has hecho muy bien"

    Entró en el flujo del pensamiento comunitario de la manada y captó los diferentes rangos de poder. Se le ocurrió intercambiarlos, sería muy divertido. Se sentó entre ellos y les fue poniendo nombre: Tú, Bella, serás la mandamás. Tú, Feo, cazarás para Bella. Tú, Bizca, ahora cuidarás a todos los cachorros, porque antes eras la mandamás. Y así uno tras otro. Las fieras se miraron, confusas, gruñendo y enseñando los colmillos con tendones podridos de la última matanza. Phantom se alejó riéndose, con las manos en la barriga, mientras la manada estallaba en una lucha fratricida porque los nuevos roles contradecían lo que dictaban sus genes.

    ¡Vaya lío que había montado la impúber!

    Ella se alejaba en la alta hierba caminando con toda tranquilidad.

    No pensaba, ni tenía necesidad de hacerlo, porque aún no sentía la inquietud del paso del tiempo en sus huesos, que en un momento dado se cansaría de caminar, y tendría sed, y hambre, y deseos de dormir en un lugar resguardado como lo había hecho siempre junto a Odisea y Viri.

    Y no podría mantener sus pensamientos. En algún momento tendría que dejarlos volar. En cuanto lo hiciera la manada volvería en su persecución.

    Por eso cuando entró jadeando en aquellas ruinas formando pasillos entre la hierba y con las dentelladas de un lobo sonando junto a cada oreja tuvo que hacer un esfuerzo indecible y lanzar una última andanada al pensamiento grupal para ganar unos segundos y subir por una escalera derrumbada, pisar con la única claridad de la luna llena en el último escalón y, antes de que se derrumbara por completo, saltar al siguiente.

    Quedó así, sentada sobre un saliente de la pared del segundo piso. Demasiado alto para las fieras. Ya podía abandonarse al sueño.

    Ahora Phantom recordaba todo eso mientras, desnuda y temblando de frío, mordía la carne helada de uno de los pajarillos que, desplumados, apenas eran piel y huesos. Comió, eructó y salió fuera para meterse un puñado de nieve en la boca. Las quemaduras que le producía el hielo en la lengua y el esófago se curaban al instante, así como los efectos de la hipotermia que debería haberla matado hacía unas horas.

    Entró de nuevo y se acercó al rincón desde donde la familia de esqueletos la miraba sonriente. Los andrajos que vestía la mujer le vendrían bien, aunque su cuerpo se había descompuesto en ellos. Levantó la carcasa de huesos y los fue sacando por las aperturas del deel apergaminado. Antes había sido de color burdeos. Se lo pasó por la cabeza. Los jirones de carne fosilizada de la mujer la cortaron la piel como cuchillas, pero la tenía completamente insensible por el frío. Al menos ya podía cubrirse con algo.

    "Phantom… Phantom… ¿qué viste en tu interior?"

    ¡La voz! Llevaba escuchándola desde que se había alejado de su familia.

    "Phantom… no busques a tu madre… ella no quiere verte"

    Odiaba esa voz que nunca se alejaba.

    -¿Por qué no queréis que la busque? ¿Quienes sois? ¿La conocísteis? ¿A mi madre? ¡Contestadme de una vez!

    Las mentes de los autores de esa voz, porque eran muchos, tantos que Phantom no podía ni siquiera imaginarlos, no podían ser penetradas ni moldeadas como le gustaba tanto hacer con las de los animales. Porque no existían. Ningún cerebro las emitía. Solo daban vueltas en el aire alrededor de ella, sobre la nieve y entre las paredes en ruinas de aquel lugar.

    Pero estaba segura de que podría apartarlas, aunque fuera a manotazos. Y seguir buscando.

    Tengo que hacerlo… Encontrar a mamá a pesar de las voces…

    De repente se estremeció y en un instante ya no estaba allí. Solo se apreciaba, si alguien con ojos pudiera hacerlo, un vacío con gramíneas y nieve pisoteadas, y huellas de pies desnudos en el barro helado. Se había mimetizado por completo.

    UUJIM (A 136 KILÓMETROS DE NOGONNUR)

    Dos mujeres rodean a Odisea, la abuela de Phantom.

    Susie y Solya, su pareja.

    Odisea delira de fiebre. Abrasa. La infección de su antebrazo se extiende por su cuerpo. En la mesita de noche hay una pila de cajas de fenobarbital.

    -¿Morirá?

    -Tiene toda la pinta, sí… - Susie tiembla después de pronunciar esas palabras. ¿Morir? ¿Odisea Pascual? ¿Después de lo vivido? Si Odisea muere ella irá después, lo sabe perfectamente. -Pero mejor que no. Si ella muere yo iré después.

    Solya la mira horrorizada.

    -Oh, no… Susie… ¿Y Viri?

    Pregunta por Viri por decir algo, para no dejar en suspenso el nombre de la mujer a la que quiere con toda su alma. Si Odisea se muere y Susie también ella se matará con lo primero que encuentre a mano. Como para corroborarlo, y de paso envalentonarse, posa su mirada en los cuchillos esparcidos sobre la mesa, entre los restos del desayuno que nadie ha tenido ánimos de retirar.

    -Viri ha salido con el tractor como cada mañana… en vez de estar aquí con su mujer. De todas formas no llegará muy lejos. Se hundirá en el barro hasta los ejes. Ha nevado, ¿no?

    -Sí, por fín - responde Solya.

    Todos esperaban aquella nieve como solución a sus males y al final no ha traído ninguna de las esperadas bendiciones. No es sana, si se puede calificar así a la nieve. Viene cargada como de una pestilencia que los tres han notado perfectamente esta mañana, incluso antes de despertar y abrir los ojos. Procede del oeste. Una explosión nuclear de mil megatones borró de la faz de la tierra el archipiélago de las Islas Baleares y, ayudada por tsunamis de cien metros de altura, a buena parte de la costa española, francesa y del norte de África. Solya no tiene ni idea de lo que le hablan cuando ellos tres le relatan lo sucedido, aunque suele decir que sí a todo, porque si pregunta se entusiasman y las explicaciones se alargan hasta el límite de lo insufrible. El caso es que esta nieve sucia y maloliente viene de allí, de aquella parte del mundo que Susie, Odisea y Viri llaman nuestra casa.

    -¡Maldita sea! ¿Algo puede ir hoy peor? ¿Qué me muera? ¿Quieres que me muera, Deméter, Diosa de la Creación?

    Viri se subió las gafas con su típico gesto, el dedo índice hacia arriba. Aquellas gafas indestructibles que habían sobrevivido a lo indecible, igual que él mismo, al fin y al cabo.

    Llevaba un mes saliendo con el tractor en busca de Phantom. La máquina era inmejorable: un Kirovets K-744R. Lo había descubierto en un granero de las afueras y todavía estaba agradecido a la persona que lo guardó a su debido tiempo en unas condiciones inmejorables. La batería desconectada, las ruedas sobre planchas de madera, un bote taponando el tubo de escape y el depósito lleno, lo que había evitado que se corroyera. Solo había tenido que purgar los frenos, vaciar el agua vieja del radiador y llenarlo con otra caliente y usar un bote entero de spray auto starter que (la misma buena

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1