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Ernesto García, un investigador del CSIC, decide ofrecerse voluntario para quedarse solo en la base Juan Carlos I, en la Antártida, durante la estación invernal, mientras intenta encontrar un sentido a su existencia.

La tragedia que le aflige es la misma que la de su mujer, Montse. Los dos intentan sobrevivir al suicidio de su hijo Dani. El sueño de Dani era bajar con un sumergible para visitar los restos del Titánic. Montse decide hacerlo por su cuenta en homenaje a su hijo, pero en ese momento la bacteria Lucifer empieza a arrasar el planeta. Ernesto es la única persona que puede ser capaz de aislar el origen de la superbacteria, emergida del hielo a causa del calentamiento global. Acompañado del espíritu de Dani, luchará hasta el final para lograr su objetivo mientras Montse lucha por su lado para sobrevivir a Lucifer.

J. P. Johnson vive en la isla de Mallorca. Ex-guardaespaldas de autoridades militares y broker de bolsa, actualmente se dedica en exclusiva a la literatura. Es autor de las célebres sagas El Quinto Origen, La Venganza de la Tierra y El Diablo sobre la isla (con su verdadero nombre, Joan Pont), además de la serie de autoayuda Sí, quiero. Sí, puedo.

LIBROS DE J. P. JOHNSON

Serie El Quinto Origen

1-Stonehenge

2-Nefer-nefer-nefer

3-Un Dios inexperto

4-El sueño de Ammut

5-Gea (I)

6-Gea (II)

Serie La Venganza de la Tierra

1-Mare Nostrum

2-Abisal

3-Phantom

4-Un mundo nuevo

5-Ultra Neox

6-Éxodo.

Glaciar. (Ecothriller)

La Chica de la Gran Dolina (Tecnothriller)

LIBROS DE JOAN PONT

Serie El Diablo sobre la isla

1-El Diablo sobre la isla.

2-Venganza

3- Perros de Guerra

Serie Benet.

1-Jamm Session. (La primera entrega del detective Toni Benet)

2-Puro Mediterráneo

Serie Sí quiero. Si puedo. (Traducida a múltiples idiomas)

1- Cómo escribir tu primer libro y publicarlo online.

2- Consejos imprescindibles para prosperar económicamente en la vida.

3- ¡Socorro, mi hij@ quiere ser youtuber!

4- Los 12 mandamientos de la autopublicación independiente.

Serie juvenil

Una mascota para Tom (traducido a múltiples idiomas)

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento21 dic 2021
ISBN9781005875381
Glaciar
Autor

J. P. Johnson

¡Hola! Soy Joan Pont, aunque publico algunas de mis obras como J.P. Johnson, encantado de conocerte. Vivo en la isla de Mallorca, la mayor de las cinco islas del Archipiélago Balear. Ese es el motivo por el que toda mi obra está impregnada de una "mediterraneidad" profunda y de una pasión desmedida por este pequeño trozo de tierra rodeado de agua salada. Me encanta el mar, practico el surf y el paddle surf y me indigna ver cómo estamos destruyendo este Mediterráneo que conforma el germen de nuestra existencia. Cada vez hay más plásticos y menos peces, pasan barcos a mi lado echando humo de sus motores arrastrando redes kilométricas que destrozan los fondos mientras grandes yates fondean sobre praderas de posidónea y al levar las anclas destruyen estas plantas que son los pulmones del mar. Por eso un día me puse a escribir "La venganza de la Tierra. Mare Nostrum". Porque, tal como explica Lovelock, algún día Gaia, la Madre Naturaleza, acabará con nosotros. En mi novela Gaia nos da un aviso que acaba con la mayor parte de la Humanidad, pero concediéndonos una segunda oportunidad que, como se ve al final, no será entendida por todos. Pere Quetglas sí lo entiende, y su cometido será, a partir de ahora, concienciar a los que han quedado para que no vuelva a repetirse. Mi última obra es "El Quinto Origen. Stonehenge". Tengo que confesarte que estoy completamente enganchado a ella. Me apasiona la historia de los seres inmortales, Jesús y Lucius, que construyen monumentos y luchan entre ellos a lo largo de la Historia. Al mismo tiempo me he enamorado de Mamen, una mujer increíble. En estos momentos estoy terminando la segunda parte de El Quinto Origen, llamada Nefer-Nefer-Nefer. Pero habrá más. Por supuesto que sí. Mi ilusión por la literatura nunca se va acabar, es algo que llevo infiltrado en la sangre, y la culminación de mi trabajo es que te guste mi obra, querida lectora, querido lector, que te enamores de Odisea Pascual y de Mamen Torres, tal como he hecho yo, que llores con Joanet y con Cristian, y que te quedes boquiabierto con la figura de Jesús a través de la historia de la Humanidad. Muchas gracias por leerme. Un gran abrazo.  

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    Glaciar - J. P. Johnson

    GLACIAR

    J. P. JOHNSON

    Para mi mujer y mi hijo.

    No podía haber sido mejor.

    Glaciar

    © J. P. Johnson / Joan Pont Galmés [2020)

    Todos los derechos reservados.  

    La Antártida es la mayor reserva de agua dulce del planeta Tierra. Sus montañas de hielo contienen un volumen capaz de elevar el nivel de los océanos en cincuenta y siete metros.

    En un sistema complejo e interconectado pueden ocurrir cosas contraintuitivas, al menos por un período de tiempo.

    Se estima que hace 160 millones de años, la Antártida tuvo una exuberante vegetación tropical.

    EL MINUTO CERO

    Puede que en el inconmensurable caos que forma la vida basada en el carbono de nuestro planeta no haya un punto de partida, un minuto o un segundo cero, pero sí en mi existencia.

    Por supuesto ese fue el preciso minuto o segundo en el que perdí a mi hijo de once años.

    Debía sufrir una depresión, nos dijo el forense, porque la causa única y probada era el suicidio. Nunca en mi vida he odiado tanto a alguien. Ese hombre había estado a solas con el cuerpo de Daniel, lo había cortado, abierto en canal… Una profanación, creí entonces.

    Le golpeé en la cara. De cualquier manera, simplemente lancé mi puño hacia adelante; supongo que de forma bastante ridícula, pero le rompí el tabique nasal y luego, tras un juicio rápido al que asistí muy borracho me condenaron a pagarle seis mil quinientos cincuenta y ocho euros por las secuelas.

    Durante los últimos decenios en nuestro continente el suicidio ha alcanzado proporciones epidémicas. Cada día más de mil personas se suicidan en el mundo, lo intentan cientos de miles de cualquier cultura, religión, etnia o posición socioeconómica, entre ellos los que más lo intentan son los adolescentes, fundamentalmente del sexo femenino; sin embargo, es más letal en el sexo masculino…

    Repetí aquellas frases una vez más (¿cuántas veces las había dicho? ¿Un millón? ¿Mil millones?), mientras mi barbilla formaba ondas, pequeños tsunamis, que se estrellaban contra el borde de mi bañera en un cubículo de la base antártica Juan Carlos I.

    Los que más lo intentan son los adolescentes…

    Ellos magnifican sus temores y sus sentimientos hasta el extremo.

    No es culpa vuestra. No podíais entrar en su mente.

    Bla, bla, bla…

    La psicóloga era novata y estaba tan incómoda como nosotros, tratando de adaptar su manual de la universidad a nuestra circunstancia personal, y no le salía demasiado bien.

    -¿Pero… por qué no nos dijo ni una sola palabra?

    Yo preguntaba entre sollozos, balbuceando a causa del alcohol. Nunca le dije a nadie que Daniel sí que me había dicho algo, pero no le presté atención. Fue una noche y él acababa de acostarse. Me asomé a su dormitorio. Tenía muchas cosas que hacer todavía, corregir una veintena de exámenes, recoger los platos de la cena y meterlos en el lavavajillas; poner la lavadora con su ropa de deporte para mañana y al terminar meterla en la secadora…

    Cosas muy importantes.

    -Papá, ¿cuánto mide nuestra casa? - me preguntó, con la cara medio tapada por las sábanas.

    -No lo sé, de la cochera al piso de arriba… quince o veinte metros, ¿por qué?

    -Porque voy a tirarme abajo…

    Me eché a reír.

    -¡No digas tonterías!

    Daniel se ahorcó al cabo de una semana, en la buhardilla de nuestra casa. Yo lo encontré. No aparecía por ninguna parte. Subí arriba y vi sus pies, balanceándose.

    ¡Mierda!

    LA ILUSIÓN

    Aquel invierno iba a quedarme solo en la base.

    Yo, Ernesto García Domínguez, sería el único habitante de la isla Livingstone durante ocho meses, de Marzo a Noviembre.  

    Solo.

    Para purgar el pecado de no prestar atención a mi hijo Daniel, no escucharlo cuando me dijo que quería matarse; escabullirme a la mesa de la cocina a corregir exámenes de la asignatura de Prácticas Integradas de Biología Molecular y Celular.

    En realidad no iba a estar solo del todo (acabo de abrir comillas con los dedos en el aire remarcando la palabra del todo). En la Antártida se quedaban unas cincuenta personas cada invierno, cuando los habitantes temporales, entre mil y cinco mil, desaparecían con los últimos barcos antes de que empezara la noche más larga, que duraba seis meses.

    ¿Y por qué yo?

    Porque me presenté voluntario.

    Había llegado hasta aquel inhóspito lugar de la península Hurd, la isla Livingstone, formando parte del proyecto PINGUCLIM. El proyecto PINGUCLIM tenía como objetivo el análisis de la presencia de metales pesados y plaguicidas en tres especies de pingüinos. Los pingüinos almacenaban los metales procedentes de su dieta de krill y peces, además de lo que respiraban y bebían y, debido a su papel fundamental dentro del ecosistema antártico eran ideales para realizar una comparativa entre los resultados de las muestras actuales analizadas y los de restos congelados durante los últimos siglos.

    Así que mi objetivo en mi primer viaje a la Antártida sería recolectar cacas de pingüinos, frescas y congeladas.

    Las muestras debían recogerse en cinco localizaciones diferentes: Caleta Potter, en la Isla del Rey Jorge, Punta Hannah, en la Isla Livingston, George Point, Isla Decepción y  Yalour Island.

    Aún recuerdo perfectamente la emoción que sentí cuando abrí el correo electrónico del Centro Superior de Investigaciones Científicas comunicándome que había sido aceptado en la expedición antártica del proyecto PINGUCLIM.

    Aquello me entusiasmó. Simplemente eso…

    A lo mejor fueron solo cinco minutos, o veinte, pero durante ese tiempo dejé de pensar en mi hijo, de ver sus pies colgando…

    Fue como si me hubiera inyectado una dosis de heroína.

    No había logrado apartarlo de mi cabeza durante el último año y medio. No lo había logrado ni el Alprazolam en dosis absurdas ni el whisky ni la ginebra en la misma desmesura.

    Por eso quise quedarme allí aquel invierno.

    Como un tributo, algo parecido a un tragicómico agradecimiento a aquel implacable y monstruoso continente helado.

    MONTSE Y LA OSCURIDAD

    Montse era la persona a la que más había amado del mundo.

    Más que a mi madre.

    ¿Más que a Daniel?

    Sí, porque Daniel ya no estaba, se había suicidado.

    La amaba más que a la vida, más que al aire que respiraba sin parar todos los días.

    Habíamos tardado mucho en tener un hijo. Quince años, nada más y nada menos. Demasiada felicidad. Yo lo sabía, tenía que venir algo malo, todos los días sentía una punzada de temor, era irreal disfrutar de tanta felicidad. No sé si Montse pensaba lo mismo, nunca hablábamos de ello. Creo que no, porque a ella la pilló mucho más desprevenida que a mí.

    En ese momento, sacando una mano de la bañera para contemplar las nubecillas de vapor que se elevaban de inmediato hacia el techo del módulo, me la imaginé echa un ovillo en el sofá, viendo algún infecto programa en la televisión y rodeada de platos y vasos sucios.

    Ya no se podía vivir con Montse, mi amor.

    Ahora era una persona arrasada a la que le han mostrado sin avisar el lado oscuro de la luna.

    -La Base está configurada por diez módulos independientes con capacidad para veinticuatro personas, ampliable hasta cuarenta y ocho. En el centro se encuentra la zona de vida en tres módulos agrupados en forma de Y correspondientes a módulos dormitorio y un módulo de habitabilidad con cocina, estar-comedor, comunicaciones y espacios comunes. El resto de módulos están destinados a laboratorios, cogeneración de electricidad y calor, tratamiento de residuos, almacenes, talleres y náutica. La estructura exterior está fabricada en poliéster reforzado con fibra de vidrio, en color rojo de alta visibilidad adherido al poliéster exterior, con mínimo mantenimiento y mayor resistencia a la erosión, cumpliendo todas las especificaciones energéticas, ambientales y constructivas marcadas en el Tratado Antártico.

    Al cabo de dos horas nos hallábamos todos observando a la Jefa de Base Rosa Menéndez moviendo un larguísimo puntero de madera sobre una pizarra donde estaban exhaustivamente detalladas las instalaciones.

    -¿No deberían habernos dicho esto al principio? - le susurré a Carmen Alemany, que había venido conmigo en el Hespérides.

    -Creo que ella no ha estado aquí en toda la temporada. Están a punto de cesarla por el tema del EPICA… - me respondió. Carmen se marchaba aquel mismo día. Era una chica impresionante. La había visto bañarse en el mar helado el día de nuestra llegada, bajando por la escalerilla del Hespérides y desapareciendo durante unos segundos bajo el agua negra en un lugar frecuentado por leopardos marinos. Los leopardos marinos me aterraban, ningún animal me daba más miedo que ese.

    El proyecto Beyond EPICA Oldest Ice (European Project for Ice Coring in Antarctica) era una misión de perforación del hielo antártico organizada por diez países europeos, entre los que no se encontraba España. El objetivo era extraer una columna de hielo continua perforando hasta una profundidad de unos tres kilómetros, casi hasta la base de roca sobre la que comenzó a congelarse el agua. A raíz de la Declaración de Emergencia Climática de la mayoría de gobiernos occidentales, las prioridades de los equipos polares sobre el terreno habían cambiado de la noche al día. Mientras que la cúpula del CSIC español se replanteaba nuevos proyectos sobre el deshielo en los polos, los responsables del EPICA habían lanzado un nuevo reto sobre la base de su trabajo. Alguien había imprimido la noticia de una página web y la había colgado en el tablón de anuncios, lo que hizo palidecer a la Jefa de Base a su llegada, hacía dos días:

    "UNA MÁQUINA DEL TIEMPO

    Las burbujas de aire que quedaron atrapadas en el momento en que se formó el hielo contienen la composición de la atmósfera en sucesivos momentos de la historia climática de la Tierra. Ahora se pretende retroceder aún más allá de hace un millón de años, cuando el clima del planeta, que alternaba entre condiciones glaciares frías e interludios más cálidos, pasó de estar dominado por un patrón de 41.000 años a un ciclo de 100.000 años, explicaba Robert Mulvaney, glaciólogo del British Antarctic Survey y parte de Beyond EPICA. Se trata de entender qué determinó el cambio en los ciclos glaciares terrestres y si el aumento de los niveles de dióxido de carbono jugó un papel importante, junto con otros factores como los cambios en la inclinación rotacional de la Tierra, para intentar predecir mejor qué nos deparará el aumento de la temperatura."

    Habían dado con el quid de la cuestión: Pronosticar, sin modificar ni un ápice su proyecto inicial, los acontecimientos futuros basándose en los pasados.

    Por nuestra parte empezamos a sentirnos bastante ridículos tomando muestras de cacas de pingüino mientras el mundo entero solo hablaba del deshielo de los polos y el aumento del nivel del mar. En una reacción tardía el CSIC también trató de enfocar el PINGUCLIM hacia la predicción del aumento de temperatura, pero era demasiado tarde; todos los fondos de la Unión Europea se habían ido al EPICA.

    Me entrevisté con la Jefa de Base aquella misma tarde, justo antes de la cena de despedida del equipo. En esos momentos, por el hecho de quedarme allí de forma voluntaria, yo era el protagonista, el rey del baile de graduación; solo que no había una reina.

    Rosa Menéndez estaba empacando sus pertenencias en cajas cuando toqué a la puerta del escueto despacho. Me recibió con un suspiro tan intenso que por unos momentos pensé que no iba a ser capaz de volver a expulsar el aire de sus pulmones.

    -Ahhh… Ehhh… Carlos…

    -No, Ernesto.

    -Sí, Ernesto. Siéntese, por favor.

    No lo hice, porque pensé que si me sentaba no volvería a levantarme. Después del almuerzo me había tomado casi media botella de vodka Moskovskaya. En la Juan Carlos I estaba prohibido el alcohol, pero la Base San Clemente de Ohrid, operada por los búlgaros, al otro lado de la Bahía Sur, parecía un maldito bar del salvaje oeste. Cada vez que iba allí regresaba cargado de botellas. Ahora tenía la boca llena de caramelos de menta para disimular el aliento.

    -Bueno, ya sabrá que la temperatura media en este lugar caerá hasta los cincuenta y cuatro bajo cero dentro de tres semanas, que raramente se superarán los menos veinticinco y que es fácil que caiga por debajo de ochenta. Así que se va a quedar a vivir en una copia del infierno - esgrimió la Jefa de forma maquinal.

    -¿Que? ¡Ja, ja, ja!

    Me eché a reír a carcajadas. Me hizo mucha gracia aquello del infierno. ¡Yo llevaba allí un año y medio!

    -Le aseguro que la morada del diablo no tiene nada que ver con el frío - farfullé, en cuanto pude dejar de reír. Mi extraña actitud había copado ahora toda la atención de Rosa Menéndez.

    -Ehhh, Ernesto… ¿Y qué motivos tiene para quedarse aquí en invierno? No es fácil encontrar a alguien que quiera hacerlo. De hecho, llevamos muchos años sin personal fuera de temporada.

    -Ji, ji, ji… Disculpe, es que… Bueno, nuestro proyecto PINGUCLIM está siendo enfocado hacia el cambio climático, ¿cierto? Pero no hemos llegado a tiempo para reformular los objetivos en esta campaña. Tengo un borrador… Aquí está. Puede servir para enviarlo a la prensa.

    Le pasé una hoja que había redactado dos días antes:

    En los últimos 50 años se ha constatado un incremento de temperatura de 0,5°C por década –lo que suma un total de 2,5°C– que ha provocado cambios ambientales sustanciales en la región antártica, tales como reducción del 80% de los glaciares, la disminución de la cobertura del hielo marino que se forma durante el invierno o la merma de la abundancia de fitoplancton y de la producción de clorofila. Una de estas consecuencias es la reducción de las poblaciones de las especies de pingüinos más dependientes del krill como es el pingüino barbijo y el de Adelia. Los datos muestran que a pesar de esta reducción poblacional que puede estimarse en un 60% de media, el éxito reproductivo no ha variado a lo largo del tiempo como cabría esperar si el factor determinante operara directamente durante la época reproductiva. Por ello parece más probable que sea durante el invierno el momento en el que se produce la mortalidad.

    Al terminar la mujer levantó la vista y me miró.

    -¿Y…?

    -Voy a investigar la mortalidad de la colonia de Barbijos de Punta Hannah y a tomar muestras por si hay variaciones de una estación a otra…

    Puso la hoja sobre la mesa de un manotazo.

    -¿Pero es que está loco? ¿Pretende salir fuera… solo?

    Yo no pude verme, pero seguramente esbocé un gesto pueril con los labios, como si fuese un niño pillado con la pelota que ha roto el jarrón en la mano.

    -Lo intentaré… yo… tomando todas las precauciones… de seguridad…

    La Jefa llevaba el pelo en una coleta muy, muy estirada. Era imposible que aquello no le doliera una barbaridad.

    -Mire… Si me hubiera pillado en otro momento le impediría hacer esto, pero me temo que en cuanto llegue a Madrid ya no tendré ninguna autoridad sobre esta base. Si sale ahí fuera en invierno no volverá, se lo aseguro… - En este punto se calló y me observó atentamente a los ojos. -Bueno, me estoy dando cuenta de que sí lo hará… La verdad es que no sé de dónde saca esa determinación… (se me escapó de nuevo una risilla. La sacaba del vodka Moskovskaya y de la visión de unos pies colgando. Ah… y no era determinación, sino una agónica necesidad de olvidar). Bueno, usted no es ninguno de esos jóvenes de los que tengo que encargarme como si fuera una madre, así que haga lo que quiera. Espero no tener que leer en El País que ha desaparecido para siempre en una grieta…

    -Si eso ocurre, el mundo no lo

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