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The Black Book. Una Historia del Metaverso.
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Libro electrónico149 páginas2 horas

The Black Book. Una Historia del Metaverso.

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The Black Book es una de las primeras novelas sobre el Metaverso.

Un black book es un cuaderno donde las grafiteras realizan los primeros esbozos de sus dibujos. Generalmente se enseñan para mostrar su estilo a otras grafiteras. También es como una especie de "diario de graffitis" de manera que se puede ver cronológicamente cómo va evolucionando el estilo.

En Palma de Mallorca, Cathy suele acompañar a su chica, Nuria, a escribir en las vallas de la autopista, aunque a Cathy lo que le gusta es navegar en el Metaverso con sus nuevas gafas Óculus.

En China, el gobierno acaba de prohibir la minería de Bitcoins, lo que provoca que una minera llamada Bao-yu tenga que cerrar su negocio de blanqueo de capitales del narcotráfico en criptomonedas. Bao-yu, para vengarse, decide quedarse con cincuenta millones de dólares en bitcoins que, desesperada, transferirá a una cuenta random del Metaverso.

Empieza la aventura. De la noche a la mañana, Cathy y Nuria se convertirán en multimillonarias mientras las mayores agencias de inteligencia del mundo inician su persecución. Sus vidas en el Metaverso pasarán a ser públicas, pero la vida real es muy diferente... aunque no tanto como ellas hubieran deseado.

J.P. Johnson vive en la isla de Mallorca. Ex-guardaespaldas de autoridades militares y broker de bolsa, actualmente se dedica en exclusiva a la literatura. Es autor de las célebres sagas "El Quinto Origen", "La Venganza de la Tierra" y "El Diablo sobre la isla" (publicada con su verdadero nombre, Joan Pont), además de la serie de autoayuda "Sí, quiero. Sí, puedo" y el libro de literatura infantil "Una mascota para Tom".

LIBROS DE J. P. JOHNSON

Serie El Quinto Origen
1-Stonehenge
2-Nefer-nefer-nefer
3-Un Dios inexperto
4-El sueño de Ammut
5-Gea (I)
6-Gea (II)

Serie La Venganza de la Tierra
1-Mare Nostrum
2-Abisal
3-Phantom
4-Un mundo nuevo
5-Ultra Neox
6-Éxodo.

OTRAS OBRAS DE JOAN PONT

Serie El Diablo sobre la isla
1-El Diablo sobre la isla.
2-Venganza.
3- Perros de Guerra.

Serie Benet.
1- Jamm Session. (La primera entrega del detective Toni Benet)
2- Puro Mediterráneo.

Glaciar. (Ecothriller)
La Chica de la Gran Dolina. (Technothriller)

NO FICCIÓN

Serie "Sí quiero. Si puedo". (Traducida a múltiples idiomas)
1-Cómo escribir tu primer libro y publicarlo online.
2-Consejos imprescindibles para prosperar económicamente en la vida.
3-¡Socorro, mi hij@ quiere ser youtuber!
4-Los 12 mandamientos de la autopublicación independiente.
5-En Busca de tu Equilibrio. Claves del Pensamiento Estoico.

Serie juvenil
Una mascota para Tom (traducido a múltiples idiomas)

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento13 abr 2022
ISBN9781005819835
The Black Book. Una Historia del Metaverso.
Autor

J. P. Johnson

¡Hola! Soy Joan Pont, aunque publico algunas de mis obras como J.P. Johnson, encantado de conocerte. Vivo en la isla de Mallorca, la mayor de las cinco islas del Archipiélago Balear. Ese es el motivo por el que toda mi obra está impregnada de una "mediterraneidad" profunda y de una pasión desmedida por este pequeño trozo de tierra rodeado de agua salada. Me encanta el mar, practico el surf y el paddle surf y me indigna ver cómo estamos destruyendo este Mediterráneo que conforma el germen de nuestra existencia. Cada vez hay más plásticos y menos peces, pasan barcos a mi lado echando humo de sus motores arrastrando redes kilométricas que destrozan los fondos mientras grandes yates fondean sobre praderas de posidónea y al levar las anclas destruyen estas plantas que son los pulmones del mar. Por eso un día me puse a escribir "La venganza de la Tierra. Mare Nostrum". Porque, tal como explica Lovelock, algún día Gaia, la Madre Naturaleza, acabará con nosotros. En mi novela Gaia nos da un aviso que acaba con la mayor parte de la Humanidad, pero concediéndonos una segunda oportunidad que, como se ve al final, no será entendida por todos. Pere Quetglas sí lo entiende, y su cometido será, a partir de ahora, concienciar a los que han quedado para que no vuelva a repetirse. Mi última obra es "El Quinto Origen. Stonehenge". Tengo que confesarte que estoy completamente enganchado a ella. Me apasiona la historia de los seres inmortales, Jesús y Lucius, que construyen monumentos y luchan entre ellos a lo largo de la Historia. Al mismo tiempo me he enamorado de Mamen, una mujer increíble. En estos momentos estoy terminando la segunda parte de El Quinto Origen, llamada Nefer-Nefer-Nefer. Pero habrá más. Por supuesto que sí. Mi ilusión por la literatura nunca se va acabar, es algo que llevo infiltrado en la sangre, y la culminación de mi trabajo es que te guste mi obra, querida lectora, querido lector, que te enamores de Odisea Pascual y de Mamen Torres, tal como he hecho yo, que llores con Joanet y con Cristian, y que te quedes boquiabierto con la figura de Jesús a través de la historia de la Humanidad. Muchas gracias por leerme. Un gran abrazo.  

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    The Black Book. Una Historia del Metaverso. - J. P. Johnson

    THE BLACK BOOK

    Una historia del Metaverso

    J. P. Johnson

    Para Cristian.

    THE BLACK BOOK. Una historia del Metaverso.

    © J. P. Johnson / Joan Pont Galmés [2020]

    Todos los derechos reservados.

    Un black book es un cuaderno donde l@s grafiter@s realizan sus esbozos de proyectos futuros. Generalmente se enseñan para mostrar su estilo a otr@s grafiter@s. También es como una especie de diario de graffitis de manera que se puede ver cronológicamente cómo va evolucionando el estilo.

    1- Si de verdad te consideras grafitero, tienes que hacer cosas ilegales

    -¡Nuria! ¡Nuria!

    Cathy levantó el brazo para que Nuria la viera, todo lo alto que pudo, pero no fue suficiente.

    La última clase nocturna del instituto Son Pacs terminaba demasiado tarde, a las nueve y media de la noche. Volver a casa sola no le apetecía nada a Cathy, en cambio bajar entre la hierba reseca de los márgenes de la autopista para ver como Nuria pintaba sus obras con enormes letras doradas a una velocidad de vértigo era algo flipante, sobre todo cuando tenían que irse corriendo porque un coche de la bofia les ponía las luces. Los maderos nunca intentaban detenerlas, solo querían que se largaran de los lugares donde les veía la gente que iba en los coches, pero las grafiteras tenían que pintar donde se viera, joder, no debajo de los puentes donde se metian a dormir los vagabundos de Ca l'Ardiaca. De todas formas, Nuria solía obedecer, o simplemente cambiaba de lugar. Le convenía llevarse bien con la bofia.

    -¡Nuria!

    La chica de la gorra calada hasta las orejas la oyó, por fin. Llevaba una mochila en la espalda que debía pesar una tonelada. Se detuvo junto a la entrada de la cárcel nueva y la esperó con las manos en los bolsillos de la sudadera.

    Cathy aceleró el paso. Ahora ya podía bajar la guardia. Últimamente estaba de moda el rollo ese de camina sola por la noche y quiero poder volver a casa borracha. ¡Y una mierda! Las feministas lo usaban como eslogan, pero Cathy pensaba que no servía para nada, porque había tíos, y ella conocía a más de uno, que se cagaban de miedo por la noche en una calle solitaria. Así que no era solo cosa de mujeres, ahí se equivocaban las feminazis.

    -¿Porqué no me has llamado, tía? - gritó, antes de darle un beso en la boca. A Cathy le encantaba asustar a Nuria, hacer como si estuviera muy cabreada y después empezar a morreársela.

    -No iba a salir - dijo ella, mirándola extrañada mientras intentaba averiguar si de verdad Cathy tenía un mal día. -Pero no aguantaba más a mi viejo. Todo el día calentándome la cabeza, tía, de verdad.

    Mientras tanto, Cathy le olisqueaba el cuello. Le encantaba su olor. Los coches pasaban por su lado y ellas dos ahí, sobre la acera. El tiempo parecía haberse detenido.

    -Me estoy meando - dijo de pronto, y luego se echó a reír.

    Nuria se rió también. Sin decir palabra, Cathy se dirigió hacia la valla metálica que delimitaba la autopista y la apartó por un lugar que alguien previamente, no se sabía ni quién ni cuándo, había cortado con una cizalla. Pasaron las dos con cuidado, las puntas de alambre sueltas podían joderte la cara, le había pasado a más de uno. Antes de bajar por la pendiente de tierra que conducía a la base del puente Cathy se bajó los pantalones y las bragas y se agachó.

    -¡Espera, viene alguien! - gritó de pronto Nuria. Cathy se levantó enseguida, subiéndose los pantalones.

    -¡Joder, menos mal que no había empezado!

    Su amiga se echó a reír a carcajadas.

    -¡Mierda! ¡No me jodas!

    -¡Lo siento, tía! - dijo. -¡No he podido aguantarme!

    Cathy volvió a agacharse de nuevo.

    -Como venga alguien de verdad no pienso levantarme. Me van a ver bien el culo…

    Al terminar siguieron el camino de tierra alumbrándose con los móviles. Era una noche sin luna, la menos adecuada para pintar, pero cuando a Nuria le entraba la fiebre nada le impedía salir, solo la lluvia, lloviendo era imposible.

    Nuria era All-city, en el argot grafitero la mejor de la ciudad, y eso le confería el status de poder hacer beef a quien le diera la gana, tapar las obras de otros writers para dejar la suya.

    -¿Vas a subir? - dijo Cathy. Se habían detenido junto a un poste metálico, gigantesco, que sostenía un panel informativo, de esos que te decían si había atascos y que te pusieras el cinturón o te crujirían a multas.

    -Sí, hoy voy a joder a MIAMI… - respondió la otra, con una mirada tan intensa que hipnotizaba incluso en la oscuridad. MIAMI no estaba respetando el territorio, sino que había aparecido hacía unas semanas haciendo bombing, dejando su tag por todas partes. Eso no era bueno, solo lo hacían los novatos, aunque MIAMI era bueno y rápido. Nuria le había explicado a Cathy que seguramente MIAMI era un persianero, de esos a los que pagan los comerciantes para pintar las puertas de sus negocios antes de que lleguen los writers, pero que, de pronto, se había dado cuenta de lo brutal que era que te vieran cada día miles de personas que pasaban en sus coches por la autopista.

    -Ya es hora de que sepa quién es la All-city de esta puta ciudad…

    -Ten cuidado, tía - dijo Cathy, estremeciéndose, mientras se agachaba para levantar la mochila que Nuria había dejado en el suelo y pasársela una vez que estuviera bien sujeta a la escalerilla metálica. - ¡Joder! ¿Querías subirte sola? ¿Qué llevas aquí?

    -¡Inferno! - respondió Nuria con una gran risotada. - ¡Con aceite de motor, tía! ¡Ja, ja, ja! ¡Va a durar mil años!

    Los writers, y sobre todo una All-city, siempre buscaban ir más allá. La temeraria tinta Inferno, usada para dar color a zapatos y pieles, se metía en los poros de las superficies más pulidas, haciendo casi imposible la eliminación total. Eso lo sabían bien los empleados del ayuntamiento. Después de frotarla con los disolventes más fuertes cambiaba de su color negro original a un gris oscuro y así se quedaba para la eternidad.

    Cathy miró hacia arriba todo el tiempo que pudo, hasta que empezó a dolerle el cuello. Luego buscó un lugar para sentarse lejos de la base de la plataforma, para que no le cayera tinta encima.

    Lo encontró a unos veinte metros. Una caseta de hormigón que cubría el acceso a una alcantarilla. Los coches pasaban por la autopista a cien kilómetros por hora y a su alrededor todo era un maremágnum de destellos enloquecidos.

    Nuria ya había empezado. Tardaría unos quince minutos si nada la interrumpía. Su A. K. A. era Pray. Su nombre de pila. Se lo había puesto en honor a una de las primeras graffiteras de Nueva York, que utilizaba una llave con la que rasgaba su nombre en los metales pintados. Luego se descubrió que Pray era una venerable anciana que se dedicaba a poner su nombre al más puro estilo writer. La historia dejó a Nuria flipada para siempre.

    En cambio Cathy no, no le iba el rollo de los sprays, joder. Ella era de Fortnite. Nada mejor que el mundo gamer. Estás en tu casa, en tu habitación. Ni frío ni calor. Y, además, ahora estaba el Metaverso. Era lo más flipante que hubiera podido ocurrir y ocurría ahora, en esos momentos, no dentro de treinta años, sino ahora.

    De repente empezó a sonar el móvil.

    -Hola mamá. Sí, estoy con Nuria, no te preocupes. Vale, perdona, se me olvidó. No lo sé. ¿A las doce? ¿Qué? ¡A las diez no! ¡Pero si ya son las diez! D'acord, a les onze. Sí, no et preocupis. Adeu.

    Cathy hablaba con su madre en catalán y en castellano, a veces las dos lenguas al mismo tiempo.

    Nuria ya bajaba.

    -¡Toma esto!

    Cathy se acercó a la plataforma y, sin previo aviso, la mochila le cayó en la cabeza.

    -¿Eres gilipollas?

    -¡Ja, ja! ¡Te avisé, tía!

    Nadie podía enfadarse de verdad con Nuria, era imposible, al menos para Cathy lo era, por eso estaba enamorada de ella.

    -¿Qué tal? ¿Habrá aprendido la lección ese gilipollas de MIAMI?

    -Brutal. Ahora irá con más cuidado.

    Nuria había dibujado su tag con outline al estilo Bronx, cubriendo totalmente la obra de MIAMI. Cathy encendió la cámara del móvil e hizo unas cuantas fotografías. De vez en cuando las colgaba en Instagram, pero no por órden cronológico, porque la policía local tenía una brigada anti graffitis (anti vandalismo lo llamaban, los muy imbéciles) y de vez en cuando detenían a alguien para que un juez le metiera un buen puro, para escarmentar al resto y que se lo pensaran dos veces antes de ensuciar paredes.

    -Tengo que estar en casa a las once, tía. Me acaba de llamar mi vieja - explicó, mientras empezaban a caminar las dos en dirección al lugar donde estaba cortada la valla.

    -¡Qué le den! - dijo Nuria, levantando el puño con el dedo índice hacia arriba.

    -¡Qué no, tía! Me han comprado unas Oculus… Tengo que portarme bien unos meses - protestó Cathy.

    Nuria se detuvo en seco y se quedó mirándola. Las luces de los coches se reflejaban en las gotas de sudor de su frente, haciendo que brillasen como esas lentejuelas que llevan los vestidos de fiesta.

    -¿Esa mierda? ¡No me jodas!

    -¡Todo el mundo las tiene, joder! ¿Sabes lo flipante que es meterse con unas óculus en Fortnite? - chilló Cathy. -¡Nunca quieres que te lo enseñe! ¿Por qué no vienes hoy? ¡Pruébalas, tía!

    En realidad eran tan diferentes… No llevaban mucho tiempo saliendo, solo tres meses, más o menos, pero las grandes preguntas ya estaban asediando a Cathy muchas noches, antes de dormirse: ¿qué tenemos en común, aparte de vivir en la misma ciudad, Palma de Mallorca, la capital de una isla del Mediterráneo? Respuesta: casi nada. Diferente carácter y diferentes aficiones. Diferente forma de hablar y de vestir y, ¿porqué no decirlo? diferentes expectativas de futuro. Cathy vivía en la barriada del Amanecer. Un chalet en una parcela de quinientos metros cuadrados con piscina. Nuria en un cuarto piso sin ascensor en una calle entre los cines Ocimax y Sant Vicenç de Paul, con sus padres y un hermano mayor. Cathy no tenía hermanos. Hija única. Su madre era una cargo de confianza de la presidenta del Consell de Mallorca. Sueldazo. Cuando terminara el mandato electoral, si el partido que gobernaba la institución no salía elegido, volvería a su plaza de subdirectora de la delegación territorial de Hacienda. Estaba separada de su padre, que vivía en Sant Llorenç d’es Cardassar, en el campo, en foravila. Sus abuelos paternos poseían la finca de Ses Cases Noves, en la que su padre había construído varios alojamientos turísticos que solían estar siempre llenos…

    No, no tenían nada en común, pero una noche en el bar Sa Font se habían encontrado por casualidad en la barra, una junto a la otra, para pedir unas birras, y, de repente, se habían sorprendido

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