Nacido en la localidad guipuzcoana de Pasajes, Francisco Rabaneda Cuervo (1934-2023), más conocido como Paco Rabanne, fallecía el pasado 3 de febrero en la villa de Portsall, situada en la Bretaña francesa, la misma región en la que tuvo que exiliarse con apenas cinco años como consecuencia de la Guerra civil española.
Aunque es más conocido internacionalmente por su faceta como diseñador de alta costura y su marca de perfumes, Paco Rabanne fue, ante todo, médium, visionario… y profeta. En sus libros Trayectoria (1991) y El fin de los tiempos (1993) relata sus increíbles experiencias de pretendidos viajes astrales a otros mundos y sus visiones acerca de un Apocalipsis, cuyas señales ya han comenzado a vaticinar el comienzo del ocaso del mundo, tal y como lo conocemos. ¿Cuántas profecías de Paco Rabanne se han cumplido? ¿Podemos sospechar que se acerca el final de los tiempos gracias a ellas?
EL PRIMER VIAJE ASTRAL DE UN NIÑO
Durante mucho tiempo, Paco Rabanne mantuvo en secreto las experiencias que, desde la infancia, le habían aproximado a percibir la existencia de otro mundo invisible. Hubo que esperar hasta finales de la década de los ochenta del siglo XX para que el célebre diseñador, alcanzado el éxito internacional, se atreviera a hablar de sus reencarnaciones anteriores en el Antiguo Egipto (ver cuadro), o como profeta del Antiguo Testamento. Apenas había cumplido siete años, cuando su alma de niño realizaba su primer “viaje astral”. Sufría entonces insomnio, y para conciliar el sueño, el pequeño Francisco decidió aplicar instintivamente una técnica: armonizar su respiración con los latidos de su corazón, mientras realizaba un “vacío total” de su mente.
Así lo: “En ese momento se produjo algo extraordinario. Estaba estirado en la cama, consciente, y el tiempo se detuvo. Una losa de plomo se abatió sobre mi cuerpo. Era incapaz de efectuar el menor movimiento, aplastado como estaba por aquellas toneladas de materia que me oprimían y me clavaban el colchón. Una creciente inquietud se adueñó de mí… Repentinamente fui proyectado a extraordinaria velocidad por un túnel de paredes plateadas. Era como si me lanzara por una montaña rusa…”.