AMAZONAS EN BUSCA DE UNA CIVILIZACIÓN PERDIDA
“Perfilán - dose sobre la oscura masa de la selva–escri - be Félix Rodríguez de la Fuente en su cuaderno de viaje–, un peñón gigantesco se pierde entre las nubes. Es la montaña sagrada de los indios. Está perdida en la selva y nadie la ha escalado jamás… Porque el Autana nace de pronto en medio de la llanura como si la mano todopoderosa de un dios lo hubiera colocado allí para el altar de sus adoradores… Tras acercarnos… la magia de la montaña se apoderaba de mi corazón. También es mi montaña sagrada”.
¿LA MORADA DE LOS DIOSES?
Desde el helicóptero, el cerro Autana emerge sobre el verde esmeralda de la selva amazónica para encumbrarse en el azul del cielo, recortándose como si se tratara del tronco de un ciclópeo árbol pétreo que hubiera sido cercenado limpiamente de un hachazo. Formado por estratos de arenisca y vetas de granito rosáceo, sus paredes se alzan verticales sobre la vegetación selvática alcanzando aproximadamente los 1.250 metros de altura. Es precisamente esa forma de “tronco petrificado”, tan característica de los tepuys, la que alimenta las leyendas indígenas que identifican el Autana como un árbol mítico y gigantesco del que brotó la vida sobre la Tierra. Los nativos del Amazonas le llaman tepuy que, en el idioma de los indios pemón, significa “morada de los dioses”.
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