Andalucía Tierra de Chamanes

Por Thomas Gottwald

Especialmente en nuestro mundo occidental, por demasiado tiempo, nos hemos enfocado principalmente en el pensamiento lógico y la necesidad de poder explicar y entenderlo todo. Tenemos una necesidad urgente para dar un nombre a absolutamente todo. Sin estos nombres nos sentimos inseguros, inconfortables y tememos ahogarnos en un mundo desconocido. A cuantos objetos o eventos de nuestra vida le hemos puesto nombre sin saber nada sobre ellos. La electricidad, el océano, internet, el espacio etc. ¿Quién sabe realmente de qué estamos hablando?
Algunos pocos, quizás, pero la mayoría de nosotros no tenemos ni idea de lo que son o cómo funcionan estas cosas. Con sólo saber los nombres, nos sentimos seguros. Hay una explicación, algo donde agarrarse. ¿Cómo funciona una radio o un televisor? Miles de canciones o imágenes flotando en nuestra habitación, invisibles. Sin embargo no dudamos de su existencia, aunque no los podamos ver, tocar, saborear ni oír. Lo único que nos falta es ese aparato, ese receptor y de pronto podemos disfrutar las canciones o imágenes.
¿Y si los humanos tenemos la habilidad de convertirnos en un receptor para unas canciones o imágenes, un conocimiento o incluso sabiduría que viene de una fuente más profunda? Una fuente más profunda, parte de nosotros mismos. Tan profunda que muchas veces no estamos ni consientes de su existencia.
Para satisfacer nuestro afán de explicarlo todo, podríamos llamar a esta fuente alma, espíritu o subconsciente.
En nuestro mundo occidental nos hemos entrenado para manejar la vida solo o casi únicamente usando la mente consciente, esta herramienta tan maravillosa que nos aportó un grandísimo progreso. Los coches, estaciones espaciales, el teléfono, por sólo nombrar algunos ejemplos positivos. Usamos todos estos inventos sofisticados para hacer de nuestro mundo un mundo mejor, ojala. Sin embargo el conocimiento y entendimiento que hemos descubierto con nuestra mente consciente, parece incompleto.
Mirando este pequeño pájaro, volando desde Noruega hasta Senegal para pasar el invierno, y mirándonos a nosotros mismos, ¿quizás podríamos peguntarnos cómo es posible perdernos, usando este sofisticado GPS? Si observamos la curación de un niño con problemas mentales, permaneciendo un tiempo con un delfín, ¿qué es más importante: entender el proceso, o ser testigo de esta ayuda maravillosa, aprovechándonos de algo que quizás todavía no podemos entender, pero si disfrutar de los resultados?
¿Y si pudiéramos ser un poquito más flexibles, diciendo “quizás” en vez de sí o no, negro o blanco, dejando una puerta abierta para la “casualidad” o intuición? Dejémonos poner un poco de color en nuestras vidas.

• Idioma: Español
• Editorial: Thomas Gottwald
• Fecha de lanzamiento: 25 abr 2016
• ISBN: 9781310109058

Thomas Gottwald

Born in 1952 in Germany, Thomas Gottwald, a salesman,constructor and hobby musician.Involved as a master in spiritual teaching for about 25 years, today he works as a life coach and hypnotherapist. Running a guest house in a small Andalusian village is part of his occupation.

Vista previa del libro

Nacido en 1952 en Alemania, comerciante, constructor y músico. Involucrado durante más de 25 años en enseñanzas espirituales como maestro, trabaja hoy en día como life coach e hipnoterapeuta. También es dueño de un hostal en un pequeño pueblo de Andalucía.

Agradecimientos

Para todas esas almas agraciadas que Otto encontró en su viaje. Sin ellas, no tendría nada que decir.

Y a todas y todos que ayudaron en el proceso de escribir, corregir, editar y publicar este libro.

En orden alfabético:

Axel Risse - Berlín - Alemania

Belén Castiello Valle - Granada - España

Juan Carlos Muñoz Martínez - Granada - España

Mercedes Mazzon - Santa Fe - Argentina

Sara Gómez - Medellín - Colombia

Gracias a los cientos de visitantes de los últimos años

que escucharon pacientemente mis historias

y me animaron a escribir el libro

Dedicado a todos aquellos y aquellas quienes durante su camino de vuelta a casa han llegado a conocer el Secreto.

Y a todos y todas quienes todavía están caminando

con una necesidad y esperanza inquebrantables.

Índice

El Autor

Agradecimientos

Prefacio

Introducción

Creciendo

Mudándose de nuevo

Hacia la isla

Una experiencia superior

Don Carlos

Viviendo en la ciudad

Una dama extraña

Hogar nuevo, vida nueva

Echando algo de menos

Una familia nueva

Hacia dónde vamos

Un comentario final

Contacto

Prefacio

No preguntes ni cómo, ni cuándo - asómbrate y sigue andando

Este es el mensaje principal del libro. Alejándonos unos pasos de nuestro entendimiento lógico y razonable hacia un mundo de fantasía y asombro, que desde siempre existió y siempre existirá. Desde tu lugar, querido lector, Andalucía puede que tenga un aire exótico, inspirando a tu mente y a tus pensamientos. Incluso puede suscitar emociones para que llenen el paisaje andaluz con secretos desconocidos y en los que todo parece posible. Pero mirando desde Andalucía hacia tu lugar, estés donde estés ahora, en Hawái o Nueva York, Senegal o Paris, cualquier sitio del mundo tiene su encanto y su magia. Donde diriges tu atención, esto es lo que el mundo te muestra, lo que pone en juego para nosotros. A veces, el sitio en el que vivimos parece un poco desgastado. Nuestras preocupaciones, nuestro estrés o la ansiedad ayudan a decolorar nuestro ambiente. Todo parece gris, sin vida. Si enfocamos nuestra mirada un poco hacia la fantasía y asombro, quizás te des cuenta de que existe un mundo similar al de nuestro libro, muy cerca de ti. El propósito de este libro es sugerir e intentar ayudar al lector a que use más frecuentemente la palabra quizás en vez de sentenciar su percepción con un sí o un no definitivo, cerrando así toda puerta a la abundancia en su vida.

"Aquéllos que no sienten este amor

arrastrándolos como un rio,

aquéllos quienes no beben un amanecer

como una copa de agua fresca del manantial,

o toman una puesta de sol como cena,

aquellos que no quieren despertar,

déjalos dormir".

Mevlana Rumi

Introducción

"El Secreto no se encuentra buscando, sin embargo,

únicamente el buscador lo puede encontrar"

Desconocido

Este libro es una novela. La historia, la vida y aventuras de un chico alemán que decidió abandonar su patria.

Voy a llamarle Otto. Por supuesto no es su nombre verdadero. Esto es una novela, no una autobiografía. Sin embargo, el carácter de Otto está cerca del autor. El mayor propósito de escribir el libro no es contar la vida de Otto, sino dar a los lectores una idea sobre aquella gente tan extraordinaria que Otto encontró en su viaje.

Respetando la privacidad de toda persona mencionada en el libro, los nombres no son tal y como tú llamarías a esta gente si tuvieras la suerte de encontrarlos. Incluso a los pueblos, montañas o ríos les he dado un nombre diferente. Solo Andalucía mantiene su nombre original. Porque es aquí donde pasó todo. Cree y estate seguro que todo lo que se cuenta aquí está basado en experiencias.

Naturalmente puede haber momentos en los que una montaña se dibuje un poquito más alta, un barranco más profundo, un bosque más oscuro o al sol se le permita brillar más de lo que lo hace en realidad. Pero esto solo son unos añadidos de la historia. Todos los sucesos de los que serás testigo aquí, pasaron tal cual. Al igual que todos los caracteres del libro son reales.

Me haría feliz y me sentiría bendecido si este libro te ayudara a tomar conciencia de tantas habilidades que tiene el ser humano, nunca descubiertas. Especialmente en nuestro mundo occidental, por mucho tiempo, nos hemos enfocado principalmente en el pensamiento lógico y en la necesidad de poder explicar y entender todo. Tenemos una necesidad urgente para dar un nombre a absolutamente todo. Sin estos nombres nos sentimos inseguros, incómodos, y tememos ahogarnos en un mundo desconocido. A cuántos objetos o eventos de nuestra vida les hemos puesto nombre sin saber nada sobre ellos: la electricidad, el océano, internet, el espacio etc. ¿Quién sabe realmente de qué estamos hablando?

Algunos pocos, quizás, pero la mayoría de nosotros no tenemos ni idea de lo que son o cómo funcionan estas cosas. Con sólo saber sus nombres nos sentimos seguros. Hay una explicación, algo donde agarrarse. ¿Cómo funciona una radio o un televisor? Miles de canciones o imágenes flotando en nuestra habitación, invisibles. Sin embargo, no dudamos de su existencia aunque no los podamos ver, tocar, saborear ni oír. Lo único que nos falta es ese aparato, ese receptor y de pronto podemos disfrutar las canciones o las imágenes.

¿Y si los humanos tenemos la habilidad de convertirnos en un receptor para unas canciones o imágenes, para un conocimiento o incluso de sabiduría que venga de una fuente más profunda? Una fuente más profunda, parte de nosotros mismos. Tan profunda que muchas veces no somos ni conscientes de su existencia.

Para satisfacer nuestro afán de explicarlo todo, podríamos llamar a esta fuente alma, espíritu o subconsciente.

En nuestro mundo occidental nos hemos entrenado para manejar la vida sólo o casi únicamente usando la mente consciente, esa herramienta tan maravillosa que nos aportó un grandísimo progreso. Los coches, estaciones espaciales, el teléfono, por sólo nombrar algunos ejemplos positivos. Usamos todos estos inventos sofisticados para hacer de nuestro mundo un mundo mejor, ojalá. Sin embargo, el conocimiento y entendimiento que hemos descubierto con nuestra mente consciente parece incompleto.

Mirando este pequeño pájaro, volando desde Noruega hasta Senegal para pasar el invierno, y mirándonos a nosotros mismos, ¿podríamos preguntarnos cómo es posible perdernos usando este sofisticado GPS? Si observamos la curación de un niño con problemas mentales permaneciendo un tiempo con un delfín, ¿qué es más importante: entender el proceso, o ser testigo de esta ayuda maravillosa, aprovechándonos de algo que quizás todavía no podemos entender, pero sí disfrutar de los resultados?

¿Y si pudiéramos ser un poquito más flexibles diciendo quizás en vez de sí o no, negro o blanco, dejando una puerta abierta a la casualidad o a la intuición? Dejémonos poner un poco de color en nuestras vidas.

Bueno, ¿qué es un chamán? Desde mi punto de vista y experiencia, un chamán es un ser humano, hombre o mujer, joven o viejo, quizá de una tribu ancestral, o un chamán urbano y moderno. El chamán es una persona capaz de conectar de forma natural, innata, con una fuente elevada. A esta fuente se le puede llamar de muchas maneras: espíritus, ángeles, extraterrestres o la Divinidad. Estos nombres dependen únicamente del trasfondo social y no representan una verdad absoluta. Los chamanes traen ayuda, conocimiento, misericordia y amor.

Su trabajo consiste en llevar a cabo algún ritual u otra forma de interactuar con sus visitantes. Pero no necesariamente tiene que ser así. Sólo con estar en su presencia la vida de una persona puede cambiar. El chamán o la chamana son conscientes siempre de ser una herramienta, y no la Fuente. El poder no viene de él o de ella, pero sí son capaces de invocar ayuda.

Si compras un teléfono móvil para tu abuelita y eliges el de los números grandes para que le sea más fácil, en el momento en que el crédito se haya gastado habrá un problema. Ella no sabría como recargarlo, pero tú sí. Coges tu móvil especial y le pides a la compañía mandar más crédito al móvil de la abuela. ¡Curar funciona de esta manera!

Creciendo

Todavía muy joven, pero ya casi un hombrecito, Otto compartía su hogar con sus padres y hermanos. La casa donde vivían era un edificio muy grande. Demasiado grande para Otto. Había oficinas, una tienda y un gran almacén, la pesadilla de Otto. Este almacén estaba lleno de unas extrañas y largas barras de hierro y también había un taller. Todo el espacio era muy oscuro, con dos puertas. La más estrecha conectaba el almacén con la vivienda. Una puerta ancha era la entrada de este aterrador sitio desde el exterior.

Afuera de esta puerta había un callejón rodeando la casa entera. Este callejón estaba cubierto de piedrecitas, chinos de color gris, negro o blanco. Un árbol alto, un nogal, era parte del terreno que pertenecía a la casa. Este árbol, un amigo silencioso para Otto, compartió la vida con él hasta que creció. Este terreno era el patio de Otto. Ahí pasaban él y sus amigos horas y horas e incluso podían jugar cuando se hacía de noche. Un lado de la casa lindaba con la calle. Y justo enfrente había un muro, un muro de piedras. Delante de éste una farola de pie, una de esas viejas farolas de gas.

Cada tarde, a la hora de la puesta del sol, aparecía un hombre uniformado para encender esta farola con un palo largo. Ahí en lo alto, cerca del cristal de la farola, había un pequeño anillo metálico. Tirando de éste se encendía o apagaba la luz, la menuda llama de gas. Otto y sus amigos, todos un poco más jóvenes que él, se escondían detrás de unos arbustos. Los arbustos eran parte de un pequeño jardín con un camino hacia la puerta de entrada de la casa. Había hierba verde, flores y dos árboles, todavía jóvenes y bajitos: un alerce y un abedul. Otto amaba estos árboles, seres sutiles y frágiles, de gran belleza.

Esperando hasta que el hombre uniformado estuviera fuera de vista cruzarían la calle para subirse al muro de piedras. Desde allí era fácil trepar por el mástil de la farola hasta arriba y tirar del pequeño anillo metálico. En un momento la luz desaparecía y la oscuridad reinaba todo alrededor. Y esto era perfecto para Otto y sus amigos. Ahora estaban listos para empezar a jugar su juego preferido: el escondite.

Naturalmente había días en los que el hombre del gas volvía, enfadado, gritando furioso, y entonces todo el mundo salía huyendo terminando así el juego. En esos días, Otto y sus compañeros reflexionaban sobre lo aburrida que era la vida de los adultos, hasta que finalmente sus padres o hermanos los llamaban para regresar a casa. Esa llamada les confirmaba todavía más la sensación de aburrimiento. Todo estaba estructurado, como puesto en una caja pequeña, una jaula, sin colores ni alegrías, sin fantasía ni cambios.

En la casa de los padres de Otto vivían todos en esa pequeña caja del pensamiento consciente. Su única preocupación en la vida era el negocio que llevaban. Vendiendo repuestos para coches y los pesados y largos muelles de acero para furgonetas o camiones. Su vida sólo consistía en trabajar, trabajar y más trabajar.

En ese pequeño jardín en la entrada de la casa jamás se sentaba nadie para descansar o disfrutar del momento. Una inmensa terraza, realmente grande, era parte de su casa; y parecía un desierto. Ninguna flor, ningún árbol, nada para sentarse, ni una mesa. Un completo vacío. Nadie para disfrutar del sol o la lluvia. Ni en la terraza ni en el pequeño jardín delante de la casa. Parecía como si nadie tuviera ni tiempo, ni la necesidad de descansar o soñar. Sus vidas estaban enfocadas únicamente en el comprar y el vender. Mientras trabajaban, ni siquiera se daban cuenta de cuando Otto y su banda apagaban la farola en la calle.

Era un