Marco Polo en la corte de Kublai Kan
En 1271 tres comerciantes de la misma familia llamados Niccolò, Maffeo y Marco Polo –padre, tío e hijo–, partieron de Venecia rumbo a Asia en un viaje del que tardarían 24 años en volver. El relato del más joven de ellos –titulado, según las versiones, Los viajes de Marco Polo, El libro de las maravillas o La descripción del mundo– se convirtió en un texto fundamental para el conocimiento de Oriente en un momento en que, para la Europa medieval, Asia era un lugar ignoto y aterrador. Marco Polo no fue el primer occidental en viajar a China, por entonces llamada Catay (antes ya habían estado unos pocos intrépidos; entre ellos, su padre y su tío), pero sí el primero en contar por escrito lo que había visto. Su testimonio es especialmente interesante porque Marco Polo, un hombre que parece poseer una curiosidad infinita, recorrió miles de kilómetros con espíritu de geógrafo, antropólogo e incluso periodista y, a pesar de compartir muchas de las ideas preconcebidas de los europeos de su tiempo –en especial, la animadversión contra los musulmanes–, dejó constancia de cómo eran las sociedades por las que iba pasando; en particular, la china, mucho más avanzada que la suya propia.
El origen del que se considera el libro de viajes más famoso jamás escrito se encuentra, no obstante, en una casualidad. Cuando Niccolò, Maffeo y Marco volvieron a
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