Tartessos y otros enigmas hispanos
Iberia viene del vasco
Lo que sabemos de España antes de Roma es lo que contaron los griegos. Para ellos, esta parte del orbe se llamaba Iberia, si bien la primera fuente que la menciona la denomina Hiberia, con esa h inicial que nadie ha sabido explicar. Se trata de un nombre autóctono que tendría que ver con el río Iberus (el Ebro), el cual, a su vez, estaría emparentado con el término vasco ibar, que significa río. Aunque los griegos jamás pisaron Euskadi, de manera que si el nombre del Ebro -que ellos conocieron por su desembocadura en Tarragona- era vasco, no se explica cómo lo recogieron en boca de los pueblos mediterráneos de su desembocadura. A menos que, como parece más verosímil cada día, el vasco sea un residuo fósil de la lengua que, con sus diversas variantes dialectales, se habló en la península en los tiempos anteriores a Roma. La lengua vasca sería el resultado de una evolución de la íbera o el de una evolución de una lengua de la misma familia que la íbera.
Una tierra paradisíaca
En Iberia, región misteriosa y remotísima, ubicaban las culturas antiguas sus lugares paradisíacos: los griegos, los Campos Elíseos y las islas de los Bienaventurados; los semitas, de acuerdo con el Libro de los Jubileos esenio, el Jardín del Edén. Y ámbitos maravillosos y ubérrimos como el Jardín de las Hespérides, cuyos árboles producían
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