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La Venganza de la Tierra II. Abisal
La Venganza de la Tierra II. Abisal
La Venganza de la Tierra II. Abisal
Libro electrónico310 páginas4 horas

La Venganza de la Tierra II. Abisal

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Abisal es la segunda parte de la fascinante saga La Venganza de la Tierra.
El 99% de la Humanidad ha desaparecido y los que quedan se dividen en los Repobladores, que abogan por el respeto a la Naturaleza para que Gaia no vuelva a vengarse de ellos, y la Federación de Supervivientes, quienes desean destruir la vida en los mares y océanos para impedir que el Planeta pueda lanzar de nuevo una Gran Extinción.

J.P. Johnson vive en la isla de Mallorca. Ex-guardaespaldas de autoridades militares y broker de bolsa, actualmente se dedica en exclusiva a la literatura. Es autor de las célebres sagas "El Quinto Origen", "La Venganza de la Tierra" y "El Diablo sobre la isla" (publicada con su verdadero nombre, Joan Pont), además de la serie de autoayuda "Sí, quiero. Sí, puedo" y el libro de literatura infantil "Una mascota para Tom".

LIBROS DE J. P. JOHNSON
Serie El Quinto Origen

1-Stonehenge
2-Nefer-nefer-nefer
3-Un Dios inexperto
4-El sueño de Ammut
5-Gea (I)
6-Gea (II)

Serie La Venganza de la Tierra
1-Mare Nostrum
2-Abisal
3-Phantom
4-Un mundo nuevo
5-Ultra Neox
6-Éxodo.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento2 dic 2019
ISBN9780463895597
La Venganza de la Tierra II. Abisal
Autor

J. P. Johnson

¡Hola! Soy Joan Pont, aunque publico algunas de mis obras como J.P. Johnson, encantado de conocerte. Vivo en la isla de Mallorca, la mayor de las cinco islas del Archipiélago Balear. Ese es el motivo por el que toda mi obra está impregnada de una "mediterraneidad" profunda y de una pasión desmedida por este pequeño trozo de tierra rodeado de agua salada. Me encanta el mar, practico el surf y el paddle surf y me indigna ver cómo estamos destruyendo este Mediterráneo que conforma el germen de nuestra existencia. Cada vez hay más plásticos y menos peces, pasan barcos a mi lado echando humo de sus motores arrastrando redes kilométricas que destrozan los fondos mientras grandes yates fondean sobre praderas de posidónea y al levar las anclas destruyen estas plantas que son los pulmones del mar. Por eso un día me puse a escribir "La venganza de la Tierra. Mare Nostrum". Porque, tal como explica Lovelock, algún día Gaia, la Madre Naturaleza, acabará con nosotros. En mi novela Gaia nos da un aviso que acaba con la mayor parte de la Humanidad, pero concediéndonos una segunda oportunidad que, como se ve al final, no será entendida por todos. Pere Quetglas sí lo entiende, y su cometido será, a partir de ahora, concienciar a los que han quedado para que no vuelva a repetirse. Mi última obra es "El Quinto Origen. Stonehenge". Tengo que confesarte que estoy completamente enganchado a ella. Me apasiona la historia de los seres inmortales, Jesús y Lucius, que construyen monumentos y luchan entre ellos a lo largo de la Historia. Al mismo tiempo me he enamorado de Mamen, una mujer increíble. En estos momentos estoy terminando la segunda parte de El Quinto Origen, llamada Nefer-Nefer-Nefer. Pero habrá más. Por supuesto que sí. Mi ilusión por la literatura nunca se va acabar, es algo que llevo infiltrado en la sangre, y la culminación de mi trabajo es que te guste mi obra, querida lectora, querido lector, que te enamores de Odisea Pascual y de Mamen Torres, tal como he hecho yo, que llores con Joanet y con Cristian, y que te quedes boquiabierto con la figura de Jesús a través de la historia de la Humanidad. Muchas gracias por leerme. Un gran abrazo.  

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    La Venganza de la Tierra II. Abisal - J. P. Johnson

    ABISAL

    LA VENGANZA DE LA TIERRA

    J.P. JOHNSON

    Para Mamen

    La Venganza de la Tierra. Abisal

    © J. P. Johnson / Joan Pont Galmés (2018)

    Todos los derechos reservados. 

    Está bien demostrado que la Naturaleza es muy paciente y que trasciende de manera absoluta la noción que ha elaborado el Ser Humano sobre el tiempo.

    2042. VEINTICINCO AÑOS DESPUÉS DE LA EXTINCIÓN

    1. MARÍA

    María Pascual continuó leyendo: Las medusas se sitúan entre los organismos vivos más primitivos conocidos desde el Eón Mesozoico. Las especies actuales presentan una morfología muy similar a las especies fósiles, correspondientes a las grandes medusas actuales conocidas como Scifomedusas. Su reproducción es harto complicada, pero extremadamente eficiente. Tienen sexos separados al existir medusas que producen espermatozoides y medusas que producen óvulos. Los espermatozoides son liberados y entran en la cavidad gástrica de las hembras, alcanzando los óvulos y fecundándolos. Durante un tiempo la larva plánula permanece entre los tentáculos o brazos orales de la medusa, hasta que se traslada al fondo y se fija. Como resultado se forma un pólipo, el escifistoma, el cual se reproduce asexualmente produciendo numerosas medusas pequeñas o éfiras, amontonadas, semejando una pila de platos, en estructuras llamadas estróbilos

    Mientras tanto en sus oídos sonaban las notas de Thunderstruck , de AC/DC:

    I was caught

    In the middle of a railroad track

    I looked round

    And I knew there was no turning back

    My mind raced

    And I thought what could I do

    And I knew

    There was no help, no help from you

    No existen demasiadas imágenes de estos lugares de anidamiento, o campos de estróbilos, situados en los grandes fondos de coralígeno y maërl, camuflados entre esponjas carnívoras, corales negros y corales bambú o rayas, plumas de mar y nidos de braquiópodos, en los límites de la plataforma continental, donde el Ser Humano pierde el control absoluto del mar que posee en las aguas costeras

    A treinta millas de la isla de Cabrera, al sureste de Mallorca, un helicóptero de la Federación de Supervivientes sobrevolaba el mar.

    María iba de copiloto.

    Sound of the drums

    Beating in my heart

    The thunder of guns

    Tore me apart

    You've been

    Thunderstruck

    Los objetivos de la Federación de Supervivientes  se basaban en la recuperación de la misma biodiversidad que los océanos habían albergado una vez, en la seguridad de la pesca como alimento en todo el mundo y, sobre todo, en la vigilancia de las aguas de la plataforma continental  para impedir una nueva plaga como la que había matado a cinco mil millones de personas veinticinco años atrás. Pero lo de la pesca no lo hacían, no había personal suficiente.

    Solo vigilaban a las medusas.

    - ¡Fiyo della gran mignotta! - rugió de pronto el piloto del helicóptero, llamado Niki, levantándose la visera de un brusco manotazo, actuando sobre el rotor de cola, equiparando al mismo tiempo la sustentación y la fuerza centrífuga del aparato. - ¿Lo has visto María, lo has visto?

    Ella se agarró fuertemente a su cinturón de seguridad antes de contestar a través de los cascos Sennheiser.

    - ¡Sí, lo he visto, tío, lo he visto! - Thunderstruck continuaba atronando sus oídos.

    Rode down the highway

    Broke the limit, we hit the town

    Went through to Texas, yeah Texas, and we had some fun

    We met some girls

    Some dancers who gave a good time

    Broke all the rules

    Played all the fools

    Yeah yeah they, they, they blew our minds

    El piloto inclinó de repente el helicóptero a su izquierda buscando de nuevo la gigantesca estela blanca que habían divisado ondulándose bajo la superficie del agua, haciendo que el morro cabeceara con violencia, por algo llamaban a aquel aparato el Libélula del Mar.

    No habían ido a buscar precisamente aquello, sino que se lo habían encontrado por el camino.

    - ¿No será un gran trozo de plástico? - preguntó María. Después de la Extinción el mar se había llenado de plásticos arrastrados por las tormentas. Los deshechos de la Humanidad habían ido progresivamente a parar al mar en todo el planeta. Incluso se formaban islas de plásticos en el Mediterráneo, algo exclusivo hasta el momento del océano Pacífico.

    - ¡Imposible saberlo desde esta altura! - respondió Niki. - ¡Pero yo juraría que es una gran medusa! ¡Una de las Gigantes!

    En ese momento se concentraba en evitar el torque del aparato. Giró hacia la izquierda el stick cíclico y corrigió el paso del rotor de cola, para estabilizarlo. Al aumentar el colectivo, o giro de palas, el motor rugió como la boca del infierno. Ahora, sobre el mar, únicamente divisaban una superficie de un brillo excepcional sobre la que espejeaban los últimos rayos del sol poniente.

    - ¡Tendrás que enfilar hacia el este y dejar el sol de cola, si no, no la veremos!- gritó de pronto María, bastante excitada. Niki asintió con paciente humildad. El Libélula del Mar era un helicóptero de la clase Bell 204B, un antiguo aparato procedente de la lucha contra incendios.

    - ¡La veo! ¡Mira a las diez y cuarto! - gritó ella de nuevo.

    And I was shaking at the knees

    Could I come again please

    Yeah them ladies were too kind

    You've been

    Thunderstruck

    Niki asintió de nuevo con la cabeza. Inclinó el rotor hacia la derecha y luego cambió el propulsor de cola, así que su acompañante quedó literalmente aplastada contra la puerta del helicóptero; allí abajo nada más que un vacío azul tras el plexiglás, lo que para cualquier neófito en el vuelo con helicópteros resultaría aterrador. Sin embargo María, haciendo un indecible esfuerzo, se inclinó en un ángulo de cuarenta y cinco grados para contrarrestar la fuerza de giro y, con movimientos suaves, levantó los prismáticos que llevaba sobre el regazo. Toda la cabina gemía y se quejaba con el poderoso viento.

    - ¡Ahí está! - exclamó de súbito. - ¡Y… tenías razón, esa jodida cosa es inmensa!

    - ¿Ves? ¿Ves? ¡Te lo dije! - bramó el piloto, cuya madre era italiana. Seguían ahora una trayectoria perfectamente circular. Veían una esfera blanca de unos diez metros de diámetro bajo la superficie del mar, sus contornos desdibujados por el romper de las olas. A lo largo de todo su perímetro una telaraña de tentáculos surgía y se mantenía a ras de agua triplicando el diámetro de la esfera superior, mientras bajo ella otro bosque de filamentos se hundía hasta desaparecer en lo azul.

    - ¡Si tienes que dispararle es el momento justo, María!

    La chica dejó caer los prismáticos sobre su pecho y levantó una Canon T50 Thyristor 3500 ante sus ojos. La cámara llevaba una lente Tamron F a 210 mm. Empezó a apretar el disparador con frenesí.

    - ¡No bajes tanto! - le gritó a Niki.

    - ¡Perdona, cariño! -. Veloces clics metálicos procedentes del obturador se elevaban sobre el UOU, UOU de las palas. Bajo las ondas de agua la mancha se cuadriculaba asemejando una pálida coroza.

    - ¡Listo! ¡Vámonos!.

    El helicóptero ascendió y se alejó remontando hacia una altura de cien metros, haciendo honor a su nombre, como una grácil aunque pesada libélula. Pronto no fue más que un punto en la inmensidad del anaranjado cielo de la tarde. Aún así María sacó la cámara por la ventanilla asiéndola con fuerza y, siguiendo una repentina intuición, disparó sin mirar una veloz ráfaga por última vez, con cuidado de que el viento no se la arrancara de las manos. A continuación se afianzó en su asiento y después se colocó en el lugar correcto su tarjeta de identificación en el Mar Viva Med, el buque insignia de la Federación de Supervivientes, que rezaba DIVING COORDINATOR y que el viento le había lanzado hacia la espalda. 

    El Mar Viva Med era un barco de cuarenta y dos metros de eslora que anteriormente había estado al servicio de institutos de investigación pesquera de los gobiernos de Irlanda del Norte y Escocia. Actualmente, una vez incorporado y adaptado a las tareas de la F.D.S. contaba con una tripulación permanente de quince personas, once Nuevos Habitantes y cuatro Supervivientes.

    El Mar Viva disponía también de dos lanchas neumáticas de alta velocidad y de dos vehículos ROV de buceo libre y conexión con cable. Los Remote Operated Vehicles eran robots submarinos no tripulados que transmitían datos desde sus cámaras fotográficas, sensores y sonares al centro de control del barco de la superficie mediante el cable que les mantenía unidos. De esta forma se evitaban muchas inmersiones de los buceadores. Nadie quería meterse en el mar desde la Extinción. Era un miedo atávico instalado en los genes de los Supervivientes y de sus hijos, los Nuevos Habitantes. De allí, del mar, había surgido la plaga que casi había causado  la desaparición de la Humanidad entera.

    A María Pascual en cambio, el mar le gustaba, aunque evitaba decirlo en voz alta. Como coordinadora de buceo, con frecuencia acompañaba a los ROV en las maniobras de descenso, así que todos en el Mar Viva la tildaban de temeraria, sobre todo su madre, Odisea.

    Pero en aquellos momentos ideas  muy distintas ocupaban la mente de María. Se estaba planteando un montón de cosas últimamente. Acababa de aterrizar procedente  de Sao Paulo, Brasil, donde había cumplido la condena que le impuso el tribunal que la había juzgado por su celebrada intromisión en la cena de Jefes de Estado de la Cumbre para la Repoblación del Planeta. Durante el tiempo que había estado en la penitenciaría brasileña afamadas organizaciones como Jóvenes para la Tradición y la A.I.S., Asociación Internacional de Supervivientes, habían incluido en el remite de toda su correspondencia la dirección de la cárcel donde se hallaba: Avenida Zaki Narchi 1369. Pavilhao Saúde C.E.I. Carandirú. Santana CEP 02029001. São Paulo - Brasil. Consistía en una estrategia de presión para acelerar su puesta en libertad, aunque al final, y debido a la lentitud y escasos medios  de la justicia brasileña, su indulto había llegado nada más que con una semana de antelación, así que María había pasado sesenta y ocho días encerrada. Debido al nerviosismo apenas había dormido en el largo vuelo, pero nada más pisar el Mar Viva Med, su novio Niki ya la estaba esperando con el motor del Libélula del Mar encendido, sabía que para María no habría mejor recibimiento que éste. Así que antes de que prácticamente nadie la viera en el barco ya estaba volando de nuevo.

    María figuraba en el sitio web del Mar Viva Med, en la sección Directorio, como Special Activist. Contaba veintiún años de edad, nacida  después de la Extinción. Pese a su juventud había estado ya a punto de morir en acción al menos en cinco ocasiones, convertida en una adicta al activismo duro, que propugnaba que el ser humano tenía que volver a congraciarse con el mar y dejar de considerarlo su enemigo como ocurría ahora. En la Cumbre de Jefes de Estado se había votado a favor de la construcción de gigantescos muros que aislaran del mar a las ciudades costeras en prevención de otra plaga y aquello la había enervado. El muro sería la constatación definitiva de la ruptura de la humanidad con los océanos, donde había surgido, en definitiva, la primera vida.

    Así que María, con aquel temperamento incontrolable odiaba la inactividad, los despachos y los ordenadores… Y en aquellos instantes, odiaba también a su novio Niki, el piloto del Libélula del Mar, porque estaba embarazada de tres  meses y el niño no era suyo y no sabía cómo decírselo; no había nada que perturbara más la mente de María que sentirse constreñida en sus límites vitales.

    Las últimas semanas solía permanecer despierta por las noches en su celda  hasta muy tarde, como si dos gramos de cocaína se hubieran infiltrado en su organismo. Sí, aquel asunto del embarazo la volvía loca, de verdad. Tenía veintiún veranos sobre sus espaldas y se sentía, de repente, una anciana. Le quedaba todo un mundo por comerse y ahora aquello… Lo que le ocurría era que la osadía acaba por convertirse en una forma de vida y claro, en este momento… ¡No, no se veía montando la habitación de los niños! Bajó la vista hacia su estómago, plano todavía, y le pareció que allí abajo tenía un obstáculo tan infranqueable como los hielos perpetuos del glaciar Slomo Deus, en el Norte de Groenlandia, donde había estado, por cierto, en Agosto del año pasado, saltándose la prohibición de los Repobladores. Tenía cita con su doctora la semana próxima. Estaba totalmente convencida ya: iba a abortar, aunque su doctora no la ayudaría , porque abortar no estaba bien visto en el nuevo mundo después de la Extinción. Había penas muy estrictas, aparte de la vergüenza pública. Los Repobladores adoctrinaban sin cesar a la población sobre la necesidad de tener hijos y volver a llenar de gente los pueblos, las ciudades y las naciones. 

    No le diría nada a Niki y tampoco sabría nada ese chico salvadoreño tan guapo con el que había hecho el amor en São Paulo después de una noche de copas. De verdad que el sexo era una mierda. La relación carnal resultaba al final solo una especie de retroceso primitivo un tanto decepcionante. Después, una encontraba mucho menos apetecible al muchacho, y se sentía un poco inclinada a odiarlo, como si él hubiese transgredido de manera insalvable la intimidad y la libertad interior de una.

    La pifiaste, guapa, la pifiaste, ahora te toca joderte, deshacerte de las pruebas y callarte, por imbécil.

    Ahora no podía ver a los hombres, a casi ninguno. Miraba a Niki y nada de lo que veían sus ojos lograba contentarla. Sin embargo, estaba desarrollando una debilidad por las mujeres. El embarazo le obligaba a desear con avidez la compañía de mujeres. Echaba mucho de menos a su madre. Odisea era… ¿Cómo explicarlo? El pilar central de una catedral, sí, ella la veía de esa manera, tan fuerte y poderosa… Era una Superviviente. Había pasado por la Extinción ella sola, bueno en compañía de un chico llamado Julio que había muerto junto antes de que los Mutantes empezaran a morir por la sepsis. Le encantaba oír aquella historia, contada directamente por los labios de una heroína como su madre. Sí, en cuanto aterrizaran iría a verla y pasaría con ella unos días.

    Imbuida en sus pensamientos, de repente lanzó un largo suspiro, como de un indultado en su pena de muerte. El helicóptero había alcanzado ya un vuelo estacionario.

    -¿Hola? No estás aquí ¿eh? Te noto muy lejos, nena… - preguntó de súbito Niki.

    - ¿Qué? - dijo ella, que no había escuchado sus palabras, sino únicamente un rumor lejano.

    -Pues que parece que todavía no has salido de esa cárcel….  Has estado así durante todo el vuelo, cuando te hablo parece que vuelves de alguna estrella, de esas que están a años luz de distancia… Tienes que intentar olvidarlo todo, ya sabes lo que piensan de ti en el barco: lo que hiciste estuvo muy bien, ninguno de nosotros se hubiera atrevido.

    María esbozó una afectada sonrisa.

    -Vaya, pues ni lo pensé, te lo juro… Cuando escuché lo del muro me enfadé tanto… Me levanté, cogí mi copa de vino y se la tiré por encima a esa mujer… Luego le aticé bien fuerte.

    -¿A esa mujer? ¡Ja, ja, ja! ¡Le diste una bofetada a la presidenta de los Estados Unidos! ¡Y retransmitido en directo! ¡Ja, ja, ja!

    -Sí, bueno, es que me dio una rabia lo del muro… Además dijo ningún ser humano debería acercarse a menos de cien metros de la costa, eso significa que los Repobladores han ganado, que lo que hacemos tú yo se ha terminado…

    -Sí, y lo del arsenal nuclear… ¿Te enteraste de eso en la cárcel? Quieren explosionar las armas nucleares de antes de la Extinción en los océanos… Metieron esa enmienda el último día, a traición ¡Y todos los representantes votando con sus jodidas manos levantadas! En el Mar Viva la gente lloraba, viéndolo en televisión.

    María no contestó, con la mirada perdida en la lejanía.

    -¿Hola? ¿Hola, hola?

    -Sí… Es que… Estaba pensando en el tiempo que hacía que no disfrutaba de esta sensación… - mintió. - Estar aquí, sentada con los pies sobre este vacío azul… No puedo creer que hubiese olvidado esto.

    Niki le contestó en un tono lamentable:

    -Ya, parece que has olvidado muchas cosas en Brasil, cariño…

    Después de haber divisado aquella terrorífica medusa gigante algo trágico y esencial parecía haberles unido de nuevo durante unos minutos hasta que ¡puff!, se había vuelto a esfumar. Hasta Niki, un hombre cuya poderosa mandíbula le lanzaba siempre e inevitablemente a la acción y era, de manera evidente, enemigo de las reflexiones, se había dado cuenta aquella mañana, en el primer encuentro con María en el helipuerto después de tres meses sin verse, de que algo había cambiado, para siempre y de manera irremediable, no había ninguna duda.

    Al menos él, en esos momentos, no la tenía.

    -Puede que sea cierto - admitió ella. -Pero aún así cada noche, entre esas cuatro paredes, intentaba pensar en todo esto, en este color azul. Me dormía, cuando podía dormir, viendo siempre el mar en mi cabeza, aunque cada vez me costaba más.

    -¿Y en mí? ¿Pensabas un poquito en mí?

    -¡Pues claro, imbécil!

    A María no le gustaba el rumbo de la conversación. No estaba para cuestiones demasiado profundas en aquellos momentos. Para cambiar de tema le preguntó:

    -¿Tú crees que esa Gran  Gigante ha salido de los campos de estróbilos que descubrió el Némesis?

    A finales de diciembre del año pasado el Mar Viva había iniciado una campaña de exploración en el Canal de Menorca. Cerca de un gran acantilado, que en realidad era coral fosilizado, el ROV Némesis encontró una extensión interminable de estróbilos que se perdía en el horizonte. Cientos, miles de pólipos en diferentes fases de desarrollo cubrían millas y millas de suelo arenoso, lo que planteó serios interrogantes a la Comunidad Internacional. ¿Eran los inicios de una segunda plaga y una nueva Extinción? Los Repobladores intervinieron: Había que destruir aquellos campos de estróbilos, lo que a muchos les pareció una barbaridad. Hubo intensos  debates, pero al final vencieron.

    En Enero un destructor de la marina rescatado del óxido en la Base Naval de Porto Pí lanzó mil doscientas cargas de profundidad sobre los campos de estróbilos, arrasándolos.

    María y Niki contemplaron las imágenes en televisión con el corazón encogido. Ese no era el futuro, pensaban los dos. Destruir el mar no era más que un camino seguro hacia la definitiva Extinción del Ser Humano, posiblemente el setenta por ciento de aquellas medusas serían devoradas por sus depredadores naturales antes de que consiguieran desplazarse ni siquiera un par de millas hacia la costa, aunque tampoco podían asegurarlo, de hecho nadie podía asegurar nada desde la Extinción. Lo único cierto era que los ejemplares que habían llevado a la mutación y a la muerte al ochenta y cinco por ciento de la población del planeta habían salido de aquella zona, eso nadie podía negarlo, por eso la Federación de Supervivientes no tuvo más remedio que inhibirse del tema sin luchar contra la destrucción.

    -Es muy difícil. Esos campos quedaron totalmente arrasados, y si se salvó  algún estróbilo los restos de las explosiones tenían que haberlos envenenado. ¿No viste la cantidad de cachalotes y delfines que llegaron muertos a la costa? Ya sabes, todo el mundo piensa que los Repobladores lanzaron algo más que esas cargas de profundidad, algo mucho más potente, a lo mejor radiactivo, para causar tal mortandad de peces y mamíferos.

    Se quedaron en silencio, pensativos. El horizonte continuaba siendo plano, el cielo estaba despejado, apenas veteado por efímeras nubes de calor, y bajo éstas las distancias se adelgazaban, y el mar y el plano horizonte se unían con rotundidad ante sus cansados ojos. John buscaba con desesperación algo para distraerse, como manchas de petróleo. En la Extinción miles de petroleros y buques cisterna quedaron a la deriva o encallados. En los últimos años el óxido había logrado atravesar sus cascos y millones de toneladas de petróleo se estaban vertiendo al mar. Varias Organizaciones opinaban que había que hacer algo para evitarlo, pero como siempre los Repobladores  abogaban por dejar que el petróleo aniquilara decenas de kilómetros de vida marina a modo de venganza por los millones de muertos.

    Al cabo de unos minutos llegaron a la costa de Mallorca, frente a los acantilados de Cap Blanc. Allí Niki viró al oeste y se encaminó hacia la Playa de Palma. Le gustaba mucho aquella ruta que sobrevolaba el kilométrico arenal aunque, como siempre, anduviera escaso de combustible. Hizo descender el aparato, y no sin brusquedad, descendió hasta veinte metros de altura y sobrevoló el paseo marítimo desde los balnearios  1 al 14. En los meses posteriores a la catástrofe muchos de los Supervivientes, entre ellos Odisea Pascual, la madre de María, se habían instalado en aquel lugar, en las habitaciones de los hoteles, pero al cabo de los años y ante el miedo de que se repitiera la plaga se fueron trasladando al interior, a lugares elevados. Así que toda aquella zona plagada de hoteles en la que antes veraneaban cien mil personas ahora se estaba convirtiendo de nuevo en un pinar y las dunas avanzaban sin remisión, sepultando calles y edificios. 

    María no disfrutaba tanto como Niki. Miraba hacia la lejanía. Anochecía sobre  la isla de Mallorca, el mundo parecía detenido en un paisaje estático y el mar asemejaba un decorado de acuarela, completamente añil. A poniente el sol se ocultaba tras el horizonte tiñendo las nubes de un anaranjado-sangre, apenas restaba una media luna de claridad rodeada por el ocaso. Sobre el llano de la isla, en las estribaciones de la Sierra de Tramontana, veladas llamaradas de relámpagos anticipaban una tormenta seca.

    Niki, de repente, soltó el stick cíclico y agitó violentamente la mano en el aire.

    -Me duele… ¡Joder, cómo me duele!

    -¿Y tus guantes? - le preguntó María.

    -Ah, te has dado cuenta de que estos no son los míos… Los míos los perdí hace más o menos un mes, sí, los que me había hecho mi mamma, una verdadera lástima; y todo porque tú no estabas, porque si llegas a estar aquí seguro que los encuentras en un santiamén. Estos los compré en una tienda de Palma, en la calle Sindicato, pero no, no se me ajustan… Si no son de la medida exacta acabas agarrando el stick con demasiada fuerza y te destrozas la muñeca y el antebrazo. Ahora mismo se me está quedando el brazo más tieso que un muerto. Prepárate, cariño, tocamos el Mar Viva en veinte segundos.

    María apoyó los pies sobre el suelo con todas sus fuerzas mientras la cubierta del barco se agigantaba a mayor velocidad de la que sus nervios eran capaces de soportar, debía ser porque hacía tiempo que no volaba, o simplemente porque tenía los nervios a flor de piel, sí, debía ser eso último. Se concentró en

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