Fue una noche después de un concierto, Y otros relatos eróticos de temática gay
Por Marcos Sanz
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Este volumen incluye los siguientes relatos eróticos de temática gay del escritor Marcos Sanz:
León, mi mejor creación
Un escritor de novela erótica crea un personaje, un arqueólogo aventurero y sexy, al que llama León. Años más tarde y tras seis exitosas novelas con León de protagonista, el escritor conoce a un hombre en los baños de un centro comercial que se llama como el personaje, se dedica a lo mismo y se parece misteriosamente a los bocetos que sobre el aventurero ficticio dibujó el ilustrador de la novela.
Juego de piernas
O lo que sucede cuando eres incapaz de dejar de pensar en el sexo, en la biblioteca hay un baño con un espejo que abarca toda la pared y en la mesa del fondo un tío enorme no deja de abrir y cerrar las piernas mientras chatea. Este relato me pone especialmente cerdo. A mí, que soy el escritor. Cada vez que lo releo me pongo mu mal, hahaha.
El fin del mundo conocido
Armand sale de la criogenización e inmediatamente es raptado por un grupo de mujeres que necesitan su esperma. De regreso a casa descubre que el mundo ya no es como lo recuerda, los parques públicos donde antes jugaban los niños son ahora sitios de cruising donde los hombres tienen sexo a todas horas, a plena luz del día. Tendrá que esperar a llegar a casa para que su hermano Jules le revele lo que ha ocurrido en el mundo en su ausencia...
Ruleta cerdaca
Un grupo de hombres se reúnen en casa de uno de ellos para hacer lo que les salga en una ruleta un tanto especial. No esperes nada más que sexo de este relato.
A ciegas
Un hombre lleva más de cinco años acostándose en una caravana con un tío al que jamás ha visto la cara ni escuchado la voz. Para poder seguir con él es imprescindible que lo sigan haciendo a ciegas, porque su amante no quiere revelarle su identidad. Pero esta noche la verdad saldrá a la luz.
Fue una noche después de un concierto
Dos chavales con novia. Van los cuatro de concierto, lo pasan bien. A las doce tienen que dejar a una de las chicas en casa y la otra se queda a dormir con su amiga. Los chicos se quedan solos y se van a beber y a fumar a la playa. Lo que pasa después... Quizá te haya ocurrido a ti.
El p... amo
Jaime es un universitario de 21 años al que le mola que le cerdeen y que lo humillen. Tiene planeado ligarse a Jorge, su profe de educación física, para que le meta caña pero a su profe parece que no le van mucho los rollos que Jaime propone. Aunque, si no se andan con ojo, puede que cambien las tornas y Jaime acabe descubriendo... que ha creado un monstruo.
Nota biográfica: Marcos Sanz es un escritor (y un tío guapo y bastante bear) de relatos eróticos de temática gay. Si estás buscando leer relatos eróticos gays para hombres escritos por un hombre, has llegado al lugar indicado.
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Fue una noche después de un concierto, Y otros relatos eróticos de temática gay - Marcos Sanz
León, mi mejor creación
I
—¿Ya has descubierto de qué va ese tío?
Estábamos en una terraza, tomando la segunda cerveza. Sabía que el tema sobrevolaba el ambiente y que mi amigo Teo al final preguntaría por el hombre misterioso. Me sorprendía que hubiera aguantado tanto.
—Hoy he quedado con él —le contesté. —Cena romántica, creo.
—Mmm.
—Con un poco de suerte, hoy conoceré la verdad.
—Llévate un cuchillo escondido, por si las moscas.
—¿Aún sigues con eso?
—Y seguiré.
Teo no se fiaba un pelo del hombre misterioso. Razones no le faltaban. La historia era extraña. Soy escritor de novela erótica. Novela erótica gay, para más señas. Hace unos diez años publiqué una novela online cuyo protagonista era una especie de Indiana Jones gay, que iba de aventura arqueológica en aventura arqueológica reventando todos los culos que se encontraba en su camino. La novela tuvo cierto éxito, la publiqué con una buena editorial y se convirtió en una serie de seis partes. Con un poco de suerte el año que viene sacaré la séptima. El mes pasado conocí en unos grandes almacenes a un hombre que se ajustaba exactamente al personaje que había creado. Era igualito a los dibujos que el ilustrador había hecho para las novelas, vestía igual, se dedicaba a lo mismo y se llamaba como mi personaje. Le entré yo en los baños, no él a mí, lo cual podía ser señal de que no me había tropezado con un fan loco. Aun así, Teo no se fiaba un pelo.
—Seguro que te siguió durante días para conocer tus costumbres y planeó exactamente cómo llamar tu atención para que creyeras que le entrabas tú. Es un loco, un impostor, un lunático que se ha leído tus novelas. A saber qué querrá de ti—me había dicho Teo cuando le conté el curioso encuentro.
El tío parecía realmente sacado de mis novelas. Esa noche tendría por fin la respuesta.
II
León me esperaba a la entrada del caro restaurante en el que nos habíamos citado, lo cual no coincidía con el personaje de mis novelas porque a mi León ni le gustaban los restaurantes caros ni era puntual.
—Has venido —dijo con una gran sonrisa al verme aparecer.
Acto seguido me plantó un besazo en los labios que hizo que me temblaran las piernas. Cuando me recuperé le dije:
—No podía perdérmelo. Eres un misterio que tengo que resolver.
—Ya, ya.
—¿Ya, ya? —Dije, riendo. —¿Qué significa eso?
—Que estás aquí porque te gustó mi pollón y los complicados pollazos que te metí en el baño antes de que apareciera aquel inoportuno segurata.
—Vale, por eso también.
En eso sí que se parecía a mi León. Rara era la vez que no hacía alusión al sexo cuando abría la boca.
—Has llegado pronto, ¿no? —Le pregunté, mirándole (sin poder evitarlo pero sin mucho disimulo) el paquete.
—¿Has leído La vuelta al mundo en ochenta días?
—Claro. Y vi la serie de dibujos de niño —contesté, recordando que éramos de la misma quinta.
—He estado fuera del país. Y a la vuelta equivoqué el huso horario. En realidad pensaba que estaba llegando una hora tarde pero he llegado una hora antes.
Eso también le había pasado en una de las novelas a mi personaje.
—Ya, ya —tuve que decir yo esta vez.
—Bueno, ¿vamos a un McDonalds? No querrás que entremos a comer a este sitio. Odio los restaurantes caros —me tomó de la mano y tiró de mí hacia el local de hamburguesas rápidas de la calle de enfrente.
III
Antes de pedirnos ninguna hamburguesa, León me arrastró hasta el baño para terminar lo que habíamos empezado el día que nos conocimos. Cerramos la puerta rápidamente, me bajé los pantalones, apoyé las manos en la pared y le pedí que me la metiera. León se sacó la pollaca del pantalón y un condón XXL de la cartera, junto a un sobre de lubricante. Puso un goterón de lubricante dentro del condón, para tener el cabezón lubricadito y sentir más placer, antes de desenrollarlo sobre su polla ya erecta. El resto del líquido pringoso me lo esparció por el orto a toda velocidad.
—Venga, venga, venga —le pedí, sacando culo.
Me dio una cachetada que resonó en todo el baño y me puso el manubrio a las puertas.
—Venga, sin miedo. Ya sabes que puedo.
León me metió todo el pollazo de un buen pollazo, hasta dentro, y mi culo lo engulló sin complicaciones.
—Joder, tienes un culo hiper tragón.
—Son años de meterme de todo mientras escribo. Dame fuerte.
Me agarré la polla y me hice un pajote a toda máquina mientras León empezaba a follarme a toda castaña y los dos a resoplar a toda leche.
—Joder, qué culo tiene el escritor.
—Es todo tuyo. Dame fuerte.
Su polla era casi lo mejor que me había entrado por el culo nunca, y eso que como le había dicho a él, me he metido de todo.
—¿Te gusta?
—Me encanta tu carne. Me llenas entero.
—Pues toma. Toma. Tomaaaa.
Íbamos tan acelerados que no tardamos nada en llegar al orgasmo. León se corrió manteniéndome bien empotrado, aplastándome deliciosamente contra los azulejos y resoplándome en el oído. Yo dejé ir todos mis lefazos dentro de mi mano intentando que no gotearan en mi pantalón.
—Joder. Esto ha sido explosivo.
—Luego lo hacemos más despacio —prometí.
IV
Mientras comíamos nuggets con salsa barbacoa y bebíamos naranjada le pregunté por qué se había ausentado del país.
—¿Puedo confiar en ti?