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El candado del amor
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Libro electrónico141 páginas1 hora

El candado del amor

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Información de este libro electrónico

Desde el fin de los 90 y el comienzo de los años 2000, Luis Carlos Silveira, un hombre portugués de Oporto, conoce a Andreia, ambos se enamoran, se casan y tienen una hija. En Brasil, Sao Paulo, Aris Tavares es un joven que tiene un sueño de vivir en Reino Unido; el chico vicencia algo que lo marcará para el resto de su vida. En los días actuales, el portugués y el brasileño se conocen a través de las redes sociales y serán grandes amigos virtuales, uno convive con una pérdida de una persona querida mientras el otro intenta superar el trauma del pasado.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento17 ene 2019
ISBN9781547560219
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    El candado del amor - Adriano Pereira Lima

    Sumario

    ––––––––

    Agradecimientos

    Prefacio

    Capítulo 1: Un hombre enamorado

    Capítulo 2: Carnaval del silencio

    Capítulo 3: La soledad y la carencia

    Capítulo 4: Años se pasaron

    Capítulo 5: Nacimiento de una amistad

    Capítulo 6: Nacimiento de un romance

    Capítulo 7: Pregunta

    Capítulo 8: El Encuentro (parte 1)

    Capítulo 9: El Encuentro (parte 2)

    Capítulo 10: El virgen y el experto

    Capítulo 11: El adiós

    Capítulo 12: El sofoco

    Capítulo 13: Declaración

    Capítulo 14: En la cafetería

    Capítulo 15: El candado del amor

    Capítulo 16 Un año más tarde y un reencuentro

    Capítulo 17: La caja negra

    Sobre el autor

    Agradecimientos

    Me gustaría agradecer a las personas que han estado a mi lado y que creen en mis conquistas durante mi línea de tiempo.

    Prefacio

    El contenido contará con dos historias y dos personajes principales, siendo que cado uno en su su historia, pero la vida de los protagonistas irán a cruzarse.

    Esta es una obra de ficción inspirada en una historia real, cualquier semejanza es mera coincidencia.

    Capítulo 1: Un hombre enamorado

    ––––––––

    Aguas azuladas se iluminaban a través de las luces solares de un sábado soleado en un fin de tarde de verano. Varias gaviotas volaban sobre la playa de Matosinhos, una de estas aves, una blanca con alas negras y un pico amarillo, veía a Luis Carlos Silveira, un joven en su treinta y dos años de edad, de un metro setenta y nueve de altura, pelo negro, piel blanca y una belleza en su simetría portuguesa, estaba sentado en una mesa en una terraza. Nuno Figueira, su amigo de la infancia, sonriente, espíritu joven llegó  luego, ambos combinaron un encuentro para ir hasta una fiesta de cumpleaños de una amiga.

    — ¡Hola muchacho!

    — Hola Nuno, me relajo como siempre y he acabado de conseguir un trabajo en Maia, en la zona que siempre quería empezar pronto.

    — ¡Gual! Cuéntame en el camino que voy a presentarte una chica que  está de paseo aquí en Oporto, Andreia, ella es de Aveiro.

    — ¡No quiero a mujeres hombre! 

    — ¿Hombre, eres maricón?

    — Sabe que, las mujeres de todos los tipos como me agradan, nada contra de eso, pero nunca comprenderé es estar con un hombre.

    — ¡Vámonos chico!

    Ambos tomaron cervezas, después de pagar la cuenta, caminaban  lentamente hasta el coche. Luis Carlos retiró la llave para abrir la puerta que se cayó al suelo. Una gaviota que estaba sobre la arena, apareció de repente, tomó el llavero con el pico y comenzó a volar. Los dos persiguieron el pájaro que corría hacia el mar que curvó  a la derecha y aterrizó en la arena de la playa. Los ojos castaños del portugués avistaron una piedra de tamaño mediano delante de sus pies, el calor de su cuerpo se enfriaba agachándose para cogerla, se puso de pie y disparó contra el pájaro y la llave se soltó del pico cayendo sobre el suelo arenoso. 

    — Tomaste demasiado duro con esta gaviota.

    — Lo que vale es mi coche que pagué y no estas plagas que las personas alimentan y el gobierno no hace nada para detenerlas y tienen que tomar medidas para no incentivar este acto, vámonos que el tiempo está un poco frío.

    Al encender el coche, han distanciado de la playa como la gaviota que se ha distanciado del mundo perdiendo fuerzas poco a poco y perdiendo la vida, luces solares también apagaba, se quedaba el reflejo del mar azul, no conseguía volar más, no conseguía caminar más, parada, los brillos y las luces en su visión de las bellezas naturales se quedaba todo oscuro.

    Luis Carlos tuvo una sensación extraña mientras conducía el coche, sintiendo un escalofrío repentino y respiró profundamente.

    — ¿Estás bien Luis?

    — Creo que sí Nuno, fue de repente, pero no es gran cosa — Respondió. 

    Conducía el vehículo hasta Vila do Conde, en el norte de la ciudad, en la casa de una amiga que les invitaron. Horas más tarde, la casa de Leda, unos amigos hablaban y bebían vino de las bodegas de Oporto. Alguien tocó el timbre, Luis Carlos abrió la puerta, era Andreia, cuando la miró a primera vista, era como si el tiempo congelara en ese momento, sus ojos no paraban de brillar.

    — ¡Portuga, he captado todo!

    — ¿Cómo?

    — ¡Invítala a salir!

    Luis Carlos se quedó con la cara sonriente y roja.

    — Él quiere que el número de tu teléfono.

    — ¡Cállate chico! — Murmurando para Nuno.

    Andreia se abrió una sonrisa y lanzaba un brillo desde sus ojos hasta de Luis Carlos dando partida entre los dos una sintonía, un escalofrío. El tiempo realmente ha parado en ese momento, todo estaba inmóvil, parecía como si una piedra les golpeara en sus cabezas.

    — ¿Estás bien?

    — Sí, mejor ahora.

    Después de escuchar la respuesta, la portuguesa sonrió avergonzada. Había pocas personas, algunos amigos de la amiga de Andreia con quien Nuno hablaba. Los dos entrelazaron miradas, entonces, empezaron hablar más en el balcón, cambiaron números de teléfono, hablaron sobre sus vidas, la química era agradable entre los dos.

    — ¿Podemos vernos una otra vez?

    — ¡Podemos! Estaré en mi amiga hasta una semana. — Abriendo una sonrisa.

    Luis Carlos y Nuno salieron y dejaron la fiesta el partido y en el coche, ambos hablaron sobre un partido de fútbol que habían visto en televisión el día anterior del Benfica contra FC Porto, tiros y lanzamientos y sobre las chicas de la fiesta.

    — ¡Realmente son hermosas!

    — Tienes que salir con Andreia, ella va a hacer bien a ti. 

    — No puedo esperar.

    Dejó su amigo Nuno en la puerta de la casa, luego fue  hasta su casa. Llegó después de haber colocado el coche en el garaje, sus  padres dormían, fue hasta su habitación, puso pijama y antes de acostarse, la imagen de Andreia no salía de su cabeza, estaba totalmente encantado, quería en ese momento llamarla al teléfono, verla, sin embargo, ya era demasiado tarde, muy tarde, el horario no le permitía, dormía lentamente en su cama. Al día siguiente, después de bajar a desayunar en el comedor, mirado a sus dos cruasanes y café, sentado, esperando el momento llamar a Andreia, era demasiado temprano. Exactamente las diez de la mañana, llamó,  Leda atendió y pasó la llamada para Andreia:

    — ¡Buenos días!

    — ¡Buenos días querido! 

    — Entonces podemos ir esta tarde para conocer la ciudad en caso no conozcas.

    — Por supuesto, podemos conocerla, yo estoy aquí para trabajar, quiero, tener un provecho  de este día para estar en buena compañía. — Ríe.

    —  Sí. — Sonriendo. 

    Horas más tarde, después ducharse, solamente en toalla en su habitación a elegir la mejor ropa del guardarropa. Se vistió, estaba arreglado y perfumado. Desde su coche, fue a la Vila do Conde, frente a la casa de Leda, sonó. Ella apareció, fue con un vestido amarillo floreado de verano hasta las rodillas. Después de estacionar el coche, caminó hasta Ribeira, uno de los lugares más antiguos. Andreia tomó algunas fotos del Río Duero, del puente D. Luís, tarjetas postales de la ciudad.  Fueron a una terraza cercana para tomar una bebida. Luis estaba un poco inseguro, no sabía cómo iniciar una conversación en el momento.

    — El día está soleado hoy.

    — Estamos casi al verano, aquí en Oporto, vengo aquí casi siempre, últimamente tengo poco tiempo.

    — ¿A qué te dedicas?

    — Trabajo con la moda, soy estilista, diseño vestidos, ¿y tú?

    — Con movimientos financieros en una red de tiendas, hay una sucursal acá en Oporto, pero vamos a dejar de lado un poco del trabajo y tomar un paseo. ¿Te gusta hablar sobre el turismo?

    — ¡Tienes razón! Me gusta muchísimo, si pudiera, viajaría el mundo entero.

    Cogió en la mano de la portuguesa caminando de manos dadas la hasta el estacionamiento, cerca del muelle, entraron en el coche y comenzó a caminar por la ciudad. Él  mostraba y contaba la historia de cada lugar turístico de la ciudad; Luis Carlos, tomó la Avenida da Boavista para la playa. En una de las playas, con el tiempo soleado y una brisa, llegaron al mar, cogió en sus manos otra vez, de manos dadas, ambos dan cuenta de las afinidades, diálogo en el coche, como la misma música, mismo tipo de película.

    — ¡Qué tal ver una película en casa! Tengo un videocasete de la película Adán y Eva.

    — Me encanta esta película Luis, maravilloso, pero que tal Scream, me encanta películas de terror,  de Wes Craven, se estrenó actualmente.

    — Tengo miedo de películas de terror.

    — ¡No puedo creerlo! — Ríe.

    — Pero por ti veo esta película.

    — ¡Qué lindo!

    Caminaban hasta  la puerta del Castillo de Queso, radiantes, casi formando una pareja de hecho, la sintonía entre los dos fortalecía. Ya eran príncipe y princesa ya viajando en el tiempo del siglo VII. Una gaviota aterrizó cerca de ellos y Luis Carlos expulsó el pájaro que voló y se distanció.

    — ¡Eres malo!

    — No, estos buitres son terribles, hay muchos aquí, son realmente terribles.

    — Hay gaviotas en todas partes del mundo. — Andreia caminó lentamente en la dirección del portugués.

    — Las gaviotas roban, como por ejemplo el corazón.

    La besó repentinamente, los dos no si contuvieron, no creían que se acercaron rápidamente, fue amor a primera vista, él la conoció un día antes, se han enamorado. Fue amor a primera vista desde el primer encuentro en la fiesta en la casa de Leda. Fueron al cine a ver la película de terror, los dos no se desapegaban  de las manos y de los sustos que a lo largo de las escenas. Después la llevó a la casa de Leda y le dio

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