INSPECTOR GADGET
Hoy cualquier persona lleva en el bolsillo–sin darse cuenta– una grabadora, un GPS, una brújula, una cámara de fotos y de vídeo, un escáner de documentos, un traductor universal, un procesador de textos, una TV, una enciclopedia, un mapa de todo el planeta, un podómetro, un distorsionador de voz y un medidor de la frecuencia cardíaca, como poco. Todo ello en su teléfono móvil. Pero hace cincuenta o cien años las cosas no eran así y la tecnología solo estaba al servicio de algunas minorías; entre ellas, por supuesto, los espías.
EL INGENIO AL SERVICIO DEL ESPIONAJE
Fue en la segunda mitad del siglo XIX cuando se crearon las primeras escuelas de espías con un método propio de enseñanza. En aquel momento, lo que hasta entonces había sido en gran parte empírico se elevó a la categoría de ciencia, y esto se tradujo en nuevos y cada vez más sofisticados ingenios pensados ya solo para el espionaje. Los aparatos manuales para cifrar y descifrar mensajes comenzaron a adquirir cierta eficacia y las tintas invisibles a ser más complejas.
El estallido de la I Guerra Mundial
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