que, pese a no contarse entre sus grandes novelas, se haria en 1955 con el Pulitzer y el National Book Award, William Faulkner se embarco en un viaje estival a Japon organizado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos. Iba a participar en un encuentro sobre literatura norteamericana celebrado en un idilico resort en plenos Alpes Japoneses, la cadena montanosa que divide cual espina dorsal la gran isla de Honshū. 500 estudiantes, profesores y funcionarios estatales, criticos y periodistas nipones ansiaban escuchar al autor de quien, lejos de sentirse encontro el calor húmedo de Nagano muy parecido al de su Mississippi natal y disfrutó tanto visitando milenarios templos budistas como iniciándose en el sake, siempre con su pipa en la boca. Tan complacido quedó el público con su visita que un grupo de estudiantes le haría un regalo antes de partir, un kimono tradicional de color gris con una única modificación nada japonesa: un compartimentado bolsillo interior dispuesto para albergar la cuantiosa impedimenta del fumador de pipa. Ninguno de sus biógrafos precisa si Faulkner llegó
RESERVADO PARA CABALLEROS
Apr 03, 2023
6 minutos
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