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Sociología de la España mandinga: Ensayo
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Libro electrónico558 páginas7 horas

Sociología de la España mandinga: Ensayo

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Un análisis socioligico en España.

Eulalio, antes de dedicarse a la política y a la gestión cultural, aunque después de escribir poesía y devorar libros (que siempre lo hizo), fue funcionario de prisiones y cursó estudios superiores de Criminología. Vital y técnicamente, cuando se adentra en los laberintos de la delincuencia, tanto en sus aspectos y fundamentos psicológicos como en los urbanos, familiares y sociales, sabe de lo que habla, lo ha vivido. Él ha estado en la vanguardia de ese duro frente, ha escuchado las voces del arroyo y por ello
su propuesta, entre el realismo y la utopía, trasciende las fáciles recetas demagógicas de las políticas al uso.
Su particular diccionario transmite y explica el habla de las prisiones y reformas, cuyo argot padre es el caló, según Eulalio: «caliente o calorro, descendiente de la antigua germanía; jerga propiamente delincuencial, un lenguaje capucha».

Un diccionario del habla de las prisones y del argot con un análisis socioligico de los habladores y de la política.

EXTRACTO

La vida es siempre mañana», «Coge la flor del día», «Juventud, divino tesoro», «¡Qué grande es ser joven!» (y ahora hasta para viajar en Renfe). Mensajes y mensajes que llegan a la juventud. El concepto de juventud es utilizado masiva y asfixiadamente por los sectores más rastreros y oportunistas de la sociedad: la política, la administración, los grandes almacenes, las casas de discos, la televisión, la industria, la FM… La juventud, el último mito de la modernidad. La última gran enfermedad moderna se basa en la idea de que simulando ser joven permanecemos en la vanguardia.
Hay que romper con los mitos estéticos de la juventud. Ser propietario satisfecho de tu propio cuerpo, de tu edad, de tus gustos, de tus placeres, vicios y virtudes es la única posibilidad liberadora de los tiempos actuales. La juventud está siendo utilizada y manipulada como paradigma de la tribu. Ahora todo el mundo mima a la juventud. Ayuntamientos y comunidades autónomas organizan festivales de rock, verbenas, cines, obras de teatro, música, danza, exposiciones para (o dirigidas mayormente a) la juventud. ¿Por qué les ha entrado este frenesí de repente? ¿Y qué pinta en todo esto la juventud? «Embriagaos. ¿De qué? ¡De lo que sea!». Días de mujeres, vino y rosas.
IdiomaEspañol
EditorialEl Drago
Fecha de lanzamiento30 nov 2018
ISBN9788494962509
Sociología de la España mandinga: Ensayo

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    Sociología de la España mandinga - Eulalio López

    Eulalio López Cólliga

    Sociología de la

    España Mandinga

    Eulalio López Cólliga

    Sociología de la

    España Mandinga

    Sociología de la España Mandinga

    © de los textos, Eulalio López Cólliga

    © de la fotografía del autor, Santiago Aguilar

    © de las ilustraciones (abecedario, Sabina y página 18), Juan Ramon Klaper

    © de las ilustraciones (páginas 481 y 523), Gallego y Rey

    © de las ilustraciones (portada, páginas 68, 349 y 350), Anónimo

    Ediciones El Drago

    www.edicioneseldrago.com

    info@edicioneseldrago.com

    Edición permanente, 2018

    ISBN: 978-84-949348-0-3

    Diseño y maquetación: Emepece Studio

    La reproducción parcial o total de este libro, mediante

    cualquier medio, vulnera derechos reservados. Queda

    prohibida toda utilización del mismo sin el permiso previo

    y explícito de los editores.

    El estado moral de un país viene dado por el estado de sus prisiones.

    Kart Theodor Jasper

    PRÓLOGO:

    EULALIO LÓPEZ CÓLLIGA

    Y SU ESPAÑA MANDINGA

    Conocí a Eulalio López Cólliga en su etapa como diputado de Cultura, esto es, como responsable institucionaldel máximo organismo provincial. Recuerdo su cordialidad en aquellos ya lejanos años 90 y el apoyo que brindaba a las iniciativas de la Fundación Sánchez Vera, de la que soy patrono y que por entonces estaba integrada en la Diputación.

    Casi dos décadas después, compartimos tertulia en Cuenca, en el café Ruiz, en torno al único escritor superviviente de esa dorada edad de los literarios contubernios y reboticas, el gran Raúl Torres. He podido constatar allí su ancha cultura, su peculiar humor, su lírica sensibilidad y su pasión por Cuenca, ciudad y provincia. Lo que no conocía hasta hace poco, entre el asombro y la admiración, es que era autor de un libro de libros, un artefacto literario singular en su transversalidad y original en su propuesta como el que ahora me honro en presentar.

    El buen hablar está en su nombre pero es que Eulalio, además, escribe con vigor, sabe ser preciso y telegráfico, más también filosófico y prolijo. Ante todo, para tratar de explicar las copiosas e intensas páginas que siguen a este prólogo, decir que su formato es el de un diccionario o repertorio léxico ordenado alfabéticamente. De ser ese su género, la lexicografía, estaría más cerca del Tesoro de Covarrubias, ese ilustre paisano nuestro del XVII, que de los diccionarios más al uso (aunque también geniales) de don Julio Casares o María Moliner. Mucho más cerca, incluso, de los diccionarios humorísticos de José Luis Coll, por seguir invocando ilustre paisanaje, que del de la conocida institución que limpia, pule y da esplendor a nuestra lengua común.

    La lingüística recorre ese singular tratado como el río Tajo la península ibérica o la savia el tronco y ramas de los árboles. No en vano el gran lingüista y politólogo Noam Chomsky merece una de sus entradas. Pero como este, los campos que recorre y las disciplinas que en él se manifiestan son plurales y diversas, con una afinidad común además del lenguaje (o gracias a él, precisamente, que actuaría de pegamento o pespunte del conjunto): la delincuencia, la disidencia del sistema y los cauces que este aplica a su reconducción y/o represión.

    En efecto, sociología, filosofía pura, música (con prevalencia del rock), el mundillo literario, la poesía, las vanguardias, el mundo carcelario, la criminología… Todas esas disciplinas y aún otras que acaso no haya reseñado, se ensamblan en este volumen que no puede dejar a nadie indiferente y que ofrece algo a cualquier paladar intelectual, siempre que se aborde desde una apertura mental y sensorial idónea.

    Olvidaba decir que Eulalio, antes de dedicarse a la política y a la gestión cultural, aunque después de escribir poesía y devorar libros (que siempre lo hizo), fue funcionario de prisiones y cursó estudios superiores de Criminología. Vital y técnicamente, cuando se adentra en los laberintos de la delincuencia, tanto en sus aspectos y fundamentos psicológicos como en los urbanos, familiares y sociales, sabe de lo que habla, lo ha vivido. Él ha estado en la vanguardia de ese duro frente, ha escuchado las voces del arroyo y por ello su propuesta, entre el realismo y la utopía, trasciende las fáciles recetas demagógicas de las políticas al uso. Su particular diccionario transmite y explica el habla de las prisiones y reformas, cuyo argot padre es el caló, según Eulalio: «caliente o calorro, descendiente de la antigua germanía; jerga propiamente delincuencial, un lenguaje capucha».

    (Capucha, encubierto, encriptado; rudas y chispeantes metáforas con las que quinquis y gitanos trataban de burlar el lenguaje de la autoridad y del poder. Un poco a la manera como, más refinadamente, ciertos judaizantes letrados del XVII emboscaban sus diatribas a la Inquisición en el lenguaje culterano y gongorino, que no había dios que lo entendiera, puede que ni ellos mismos).

    Pero Eulalio no se conforma con preservar o transmitir estas subculturas y el lenguaje que les es propio. Llega a darles voz en primera persona, como en el impagable epígrafe concedido a Kunfú, el legendario ladrón de coches infantil de San Blas, al que le faltaba todo el lado izquierdo de la mandíbula a causa de cinco tiros que le pegaron los guardias civiles de la casa cuartel en cuyo parking se le ocurrió ponerse a robar un coche. Le deja el autor expresarse para concluir después que «a la cárcel siempre vienen los mismos: los marginados, los desheredados».

    La visión de España que despliega este libro tiene más que ver con eso o con Valle-Inclán que con las edulcoraciones posmodernas. Una España férreamente estratificada, con ese 0,1% de auras que lo controlan todo a través de su cohorte de Quebrantahuesos (6% del total) que actúan de correa de transmisión, de guardia pretoriana y de privilegiado entorno. ¿El resto? Pues desde la precarizada clase media (alimoches) a la más despiadada y desprotegida marginalidad (ratas caretas). El ser español estaría en algún punto equidistante del esperpento y la picaresca, con islas u oasis de una laboriosidad que el autor reconoce también. La crítica vía, como se ve en este resumen caricatura, está también impregnada de humor. Un humor que, a poco que se escarbe, esconde también dosis innegables de amor.

    La poesía, según decíamos, salpica aquí y allá el inexorable fluir del orden alfabético, subvirtiéndolo todo, dando treguas de entretenimiento sus pequeñas o grandes dosis de sabiduría, Miguel Hernández, Jack Kerouac, Acacia Uceta, Rafael Alberti, entre otros, redimensionan plural y bellamente el pulso de este libro, compartiendo las querencias literarias de su autor. Como las reseñas dedicadas a filósofos y cantantes. Por momentos, el libro deviene álbum generacional y autobiográfico, manual de aproximación a un tiempo que, mayormente, nos remite a las décadas finales del siglo XX.

    Sin olvidar su natal Cuenca, a la que ensalza en muchos de sus poemas (pero ese es otro libro de Eulalio), Madrid es el gran protagonista coral y excesivo, el escenario prioritario de este libro que ofrece otro foco, una mirada distinta, para entender el revés de la transición, del rollo y de la Movida, períodos hoy mentados y estudiados, desde lo más sesudo a la frivolidad más total y descarada.

    Escribe Eulalio: «Son suaves las noches de fin de semana en Madrid. Los ángeles bajan a Sodoma y las muchachas lamen bolas de vainilla sobre patines silenciosos. Los travestis duermen dulcemente en los capos de los coches». El autor nos recuerda el alma sucia de Madrid entre quinqui y señorita, y aquí nos remite a Ramón (Gómez de la Serna), a Cela y al enconquensado César González Ruano, que oía el tranvía que pasaba y el que no pasaba. Aunque sobre el glamur de los grandes cafés o el Rock-Ola, alrededor del neón cosmopolita, vuela siempre la sombra del sur desheredado de Madrid, de donde proceden esos ángeles caídos o muñecos rotos que reaparecerán luego en los reformatorios y las cárceles.

    Este libro, que instruye y que además entretiene, puede leerse pues como un diccionario, ya se dijo, pero también como una peculiar novela, cuyo relato puede comenzarse por cualquier sitio, como el diario de navegación de un intelectual en el proceloso Madrid de fin de milenio o como un ensayo riguroso de sociología criminal. Se lea como se lea, alcanza la rara virtud de, además, poder emocionar a las personas que lo lean.

    Antonio Lázaro Cebrián

    TRATADO DE SOCIOLOGÍA DE

    LA ESPAÑA MANDINGA

    O

    LAS PRISIONES DEMOCRÁTICAS

    ESPAÑOLAS (1978-1985)

    PRÓLOGO PARA LECTORES

    DESPISTADOS

    Por la reseca piel de toro, la vida como una inmensa plaza, el burel ya está sobre la arena, la soledad frente a la muerte y entonces, emergiendo sobre la vociferante multitud, suena el clarín por la esperpéntica, tragicómica, real, auténtica y genuina «España Mandinga».

    PRIMER AVISO: DE LA MADUREZ

    La cultura se aprende, se transmite, se asume y se personaliza. La madurez va unida al aprendizaje, pero se puede haber aprendido y no ser una persona madura. La madurez supone: autoconocimiento, cosmovisión, sello personal y sentido del humor.

    AUTOCONOCIMIENTO

    El hombre solo se conoce a través de su enfrentamiento con los demás. Supone colocarse uno dentro de sus propios límites, no sobrevalorarse ni infravalorarse. Principio de la realidad. La madurez humana, el autodominio del hombre supone instalarse en la realidad existencial, tal como es, tener conciencia de sus propios motivos, deseos, ambiciones y sentimientos. Valorar con justeza sus defectos y virtudes, ser realista. Tampoco establecer la meta de sus aspiraciones por encima de su capacidad ni conformarse con las tareas que están por debajo de su capacidad real.

    Autoestima. No se infravalora o desprecia a sí mismo (complejo de inferioridad) sino que se siente capaz e igual a los otros para enfrentarse a las situaciones que se originan en la vida diaria.

    Sentimiento de seguridad. Toma conciencia de su integración en la sociedad pero, sin disolverse en ella, reacciona con espontaneidad y libertad en la mayoría de las situaciones sociales en compañía de otras personas que forman su grupo. Es capaz de defender cierta independencia de acción frente a la presión del grupo que quiere obligar a la conformidad.

    Capacidad para aceptar y dar afecto. Sentirse gratificado en las relaciones con otras personas, no exigir con exceso para satisfacer las propias necesidades.

    Satisfacción de los derechos corporales. Capacidad para derivar placer de las cosas físicas de la vida pero sin necesidad excesiva de dedicarse a ellas.

    Capacidad para ser productivo y feliz. No eludir los esfuerzos, tomar la existencia como una lucha creadora.

    Ausencia de tensión e hipersensibilidad. Moderar la angustia, no ceder ante lo agradable o desagradable de la existencia, no ceder ante las frustraciones, no dejarse seducir por los halagos.

    COSMOVISIÓN

    Sentirse abierto a todas las llamadas, a todos los caminos. Tener una visión amplia y a la vez profunda de las cosas.

    Principio de amor fraternal. Ser fraternal y ser universal, no-exclusivista. En cada hombre hay dos seres inseparables: un ser que pertenece a nuestros estados mentales (lo que somos), las experiencias que hemos tenido, el ser individual; y otro ser formado por un sistema de ideas, sentimientos, hábitos y usos sociales que dependen del grupo en que vivimos (y de grupos sociales a los que pertenecemos). Es nuestro mundo de creencias, ideales y opiniones; es nuestro ser social. Pues en una sociedad clasista se educa para ser hombres, seres individuales bajo la clase dominante, números, máquinas o borregos. El fin será hacer del hombre un ser social y para ello es necesario sentirse solidario con el hombre mismo.

    Cosmovisión. Romper nuestras barreras individuales. Si logramos hacer que nuestras vidas signifiquen algo en el seno de un esquema cósmico viviremos en la certidumbre de inmortalidad.

    SELLO PERSONAL

    Principio de identidad que traduce el contenido del propio yo o del «sí mismo» (self) personal en un sentido, y que es la continuidad del yo en su segunda dimensión. La identidad equivale a la relación del hombre consigo mismo, con los demás y con las instituciones sociales. Responde a tres preguntas radicales para la persona humana: ¿Quién soy? ¿Adónde voy? ¿A qué grupo pertenezco? La primera pregunta exige que el individuo tome conciencia de su yo individual e irrepetible, ser único y distinto y, a la vez, abierto a los demás y pleno de perspectivas dentro de un contexto social. La segunda pregunta alude a la proyección de la vida en función de fines. La tercera consiste en sentirse inserto en un medio social, en la familia, en el trabajo, en la escuela o en la profesión, en sus amigos, etc. Se puede hablar de «identidad real» o conjunto de imágenes que representan lo que uno piensa que realmente es.

    Identidad ideal: conjunto de proyectos ideales de lo que quisiéramos ser.

    Identidad temida: reúne aquellos temores a ser algo que no quisiéramos ser.

    Identidad pretendida: la que pretendemos que los demás crean de nosotros.

    Pero existe una identidad latente e inconsciente que pugna por dominar en nosotros como un sustitutivo de la identidad auténtica y positivamente estructurada. Principio de libertad principal en sus cuatro niveles fundamentales: el primero el de la libertad canalizada por la disciplina; el segundo, el de la libertad racionalmente medida por el mundo de los deberes; el tercero, el de la libertad que sea compatible con la libertad de los demás dentro de un orden social; y el cuarto, el de la libertad que sirve de fuente de creatividad personal. La libertad supone un orden racional con el despliegue de nuestra innata espontaneidad.

    La disciplina entendida como reguladora y organizadora de la naturaleza del ser humano desemboca en libertad de autodominio y sello personal en nuestro carácter. La primera condición de todo poder verdadero, de toda libertad digna de tal nombre, es el dominio de sí mismo. Libertad como sinónimo de encuentro del hombre consigo mismo es equilibrio, felicidad, expansión natural y eficiencia. La libertad principal salva nuestra autenticidad y los proyectos fundamentales de nuestra vida.

    Sello personal. Saber actuar con un yo propio, elegir y decidir por sí mismo, responsabilizarse de sus actos, tener carácter individual. Un buen pintor no necesita firma.

    SENTIDO DEL HUMOR

    Quizá la nota más expresiva de la madurez; capacidad para reírse de los propios defectos. Abordar los problemas y situaciones sin complejos. El ser humano que no tiene sentido del humor enferma. El humor es la forma más convertidora de nuestros complejos. Reírse de nuestra propia sombra y si usted, lector, carece de ello, no siga leyendo.

    Haga examen de conciencia. ¿Es una persona con madurez mental? No. Mejor déjelo.

    SEGUNDO AVISO: DE LA

    ESTRATIFICACIÓN DE LA

    ESPAÑA MANDINGA DE LOS

    BUITRES, FAMILIAS AFINES Y

    DEMÁS SUBESPECIES

    Ciertamente a primera vista no despiertan mucha simpatía; con su pico potente hablan y hablan —vaya pico de oro tienen—, son la panacea, para todo tienen solución. Tientense las partes desnudas de su cabeza —será de tanto pensar— para ver si les bulle. Dentro de cien años todos serán calvos, su silueta maciza —deben pertenecer a la subespecie de los chupópteros de José María García— de banquete en banquete y sin pagar, y la envergadura de sus alas inspiran más bien temor —su poder llega a los más insospechados rincones, planean y planean para posarse en el momento oportuno: carnaza a la vista y —¡zas!— aquí los tenemos.

    Sin embargo, estas grandes rapaces impresionantes —qué palabras—, grandes, que quede claro, no son enanos ni liliputienses; son rapaces, barren con todo, no dejan ni los huesos —¡ojo con ellos!— son impresionantes. Aunque esto es para meter miedo. Son inofensivas —yo no me lo creo—, pues esto debe ser como el lobo del cuento de Caperucita, pero al final se la come, ya que no son cazadores —faltaría más, los cazadores exponen su vida, arriesgan, luchan, estos no, no esperan pacientes, sino sobre todo en basureros. Amén, he dicho. No busquen en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, está claro —¡no!— inmundicias, suciedad, desechos, residuos, desperdicios, lo repugnante y lo despreciable, y para colmo, todo junto en un montón.

    Especialmente en la explotación de la carne muerta y las inmundicias, los buitres son los últimos eslabones de una larga cadena de transformaciones biológicas. ¡Ya está! Toda mi vida buscando el eslabón perdido. ¡Qué hallazgo! Hombres de ciencia —¡escuchadme!— aquí está la prueba, el eslabón perdido de la cadena evolutiva, el salto atrás en la evolución, el atavismo y Tajuelo y hay que considerarlos como agentes de depuración, ¡arrea!, la T.I.A. la K.G.A.T., los teléfonos, los carnets, santo y seña o a la calle, ¡que lío!

    Este papel les ha sido reconocido desde hace mucho tiempo —si buitres los ha habido desde la época del trilobite, lo que ocurre es que ahora la gente se ha espabilado, no tragan el anzuelo y aunque los tiempos adelantan una barbaridad, ¡música de zarzuela y adelante!— por la sabiduría de los hombres —¡sería por su ignorancia!— para los que eran aves sagradas —y tanto, se alimentaban de la sangre y los sacrificios del pueblo llano, de los alimoches.

    Actualmente esta tradición se ha perdido en gran parte y el buitre ostenta el símbolo de la rapacidad —por su inclinación al robo—, de la glotonería —por su gula y voracidad—, de ahí aquello de eres como un buitre, y de la dureza, resistentes, impertérritos e impasibles en su sillón hasta que les larguen la patada de Charlot.

    Pero hay una cualidad que redime a las demás: el vuelo. Los buitres son los maestros del vuelo a vela —suben y suben y nadie sabe como lo hacen, no es por el trabajo realizado, ya lo han leído, maestros del vuelo a vela, es decir sin motor, como larvas planean y planean—, son los planeadores incomparables que flotan en lo alto del cielo durante horas y horas. Cierto, es increíble su capacidad de ascenso, luego se aferran como lapas no durante horas y horas —aquí se queda corta la biología—, sino durante años y años. ¡Asombroso!

    La superficie que les sostiene les permite utilizar las corrientes térmicas ascendentes; cualquier cosa, dicho, hecho o motivo les sirve para sostenerse, de ahí que siempre sigan subiendo aprovechando los embrollos, luchas o situaciones calientes por aquello de que a río revuelto ganancia de pescadores, y gastando muy poca energía; van a lo suyo, chaquetean, halagan, se venden por un plato de lentejas y suben y suben sin gastar energía, mientras sus ojos penetrantes valoran los vastos terrenos para localizar los cadáveres; nada escapa a su penetrante mirada, no hay suceso ni situación que les pase desapercibida, cualquier profesión o negocio les puede servir de trampolín para su vuelo; localizan los cuerpos, aquellos a los que la situación no les es favorable, y los reemplazan, basándose en los cuervos, hay tantos, milanos y zorros (subespecies que medran a su sombra).

    En fin, economizan sus fuerzas al extremo, esta es su más fascinante cualidad. Esto explica su resistencia al hambre (cuando da la vuelta la tortilla) y su longevidad; debido a lo poco que han trabajado, así como sus largos períodos de ocio cuando han comido, las penas con pan son menos. Tranquilos, en estas épocas florece otra de sus asombrosas cualidades: el mimetismo, y cual camaleón en rama, esperan la nueva oportunidad para emprender su vuelo.

    GÉNEROS Y ESPECIES

    Podemos citar el buitre negro, el común o leonado, el de la palmera de aceite, el de dorso blanco, el de El Cabo, el monje o encapuchado, el de cara lobulada, el de cabeza blanca, el negro de la India, el alimoche y el quebrantahuesos, es decir, toda una colección.

    OTROS DATOS. Clase: aves. Orden: falconiformes. Familia: accipítridos.

    En todo sistema social organizado existe, en función del diferente prestigio, incluso en los grupos más naturales y reducidos, una estratificación social espontánea. Si el elemento fundamental de la estratificación viene dado por una mayor o menor participación en los SISTEMAS DE PODER, ello implica un sistema de estratificación por clases. El indicador de distribución de prestigio dentro de un sistema de producción capitalista es, junto con la profesión, el factor económico. La distribución por clases está directamente relacionada con el riesgo de desviación social.

    El prestigio social funde el poder, el nivel de renta, el indicador de consumo, el nivel de instrucción, lugar de residencia y…

    LA PIRÁMIDE DE LA ESPAÑA

    MANDINGA

    LOS AURAS. La élite, sector que no participa en el sistema de producción, detenta el poder ya sea directa o indirectamente. Son los AURAS, buitres del nuevo mundo cathartes aura septentrionales y están en fase de extinción pero, como las meigas, «haberlos haylos». Su voracidad no tiene límites, representan el 0,1% de la población, pero controlan todas las esferas del poder. Detrás de cada institución, detrás de cada actividad, en la cumbre los encontrarás: los auras. Léase todo lo dicho sobre los buitres.

    Bajando por la pirámide, al contrario que en los sistemas democráticos, nos encontramos con la clase alta representada por el quebrantahuesos (aproximadamente un 6% de la población).

    EL QUEBRANTAHUESOS, gypaetus barbatus —¿barbatus, barbatus? Me suena—. Esto de la barba será para que no conozcamos sus intenciones, para ocultar su personalidad; en el fondo deben de ser muy simples. Acusado antiguamente de matar corderos —antiguamente y ahora— se mantienen a base de borregos, machacando sus huesos y sacándoles hasta la hiel. Es, en realidad, un carroñero que explota los esqueletos, alimentado de inmundicias y suciedad; todo le sirve. ¡Cuidado! Mire a su alrededor por si tiene uno cerca, son peligrosos. Son la correa de transmisión de los Auras, no se detienen ante nada, todo lo machacan; tragan y digieren los huesos más duros, que además saben romper lanzándolos sobre las rocas, ¡no lo decía yo!, algunos se los tragan vivos, y al que se resiste y no se presta a sus fines, le espera un trágico final: estrellado sobre las rocas.

    La elegancia de sus formas esbeltas, su plumaje: boutique de El Corte Inglés, corbata de siete nudos, espolones dorados, sonrisa a media asta, en fin, los nuevos dandis. Lo único que les falta es el retrato de Dorian Gray. Ni siquiera las gaviotas de J.S. Bach superan la agilidad de su vuelo. No hay dificultades que no se puedan salvar. Equilibristas, magos de las fintas y los regates, consumados artistas en el arte de la filigrana, su plumaje coloreado les distingue netamente de los buitres. ¡Insisto! Mire a su alrededor por si las moscas, suelen estar camuflados. Su mimetismo es sorprendente, cualquier coloración les viene bien: el rojo, el azul, el blanco, el negro… Aunque no sea menor la envergadura de sus alas —por supuesto, pese al plumaje coloreado y sus formas esbeltas, en el fondo son esencialmente unos buitres, pero además con pintas, ya lo dice el nombre QUEBRANTAS: actúan como robots, transmiten, controlan las consignas de los Auras. En el fondo son unos mandaos, unos de tantos borregos que pululan por ahí. No hacen ascos a nada. ¡País!, que diría Forges.

    Sus garras son relativamente débiles y adaptadas más bien para la carrera que para sujetar la presa, este es su punto flaco. Ya sabemos de su extraordinaria habilidad para hacer carrera, pero sus garras son débiles, no están hechas para el combate; en situaciones comprometidas siempre acudirán a cualquier alimoche aguerrido para que les saque las castañas del fuego. El día que en este país deje de haber borregos, los quebrantas desaparecerán; en las guías de ICONA están catalogados como una de las especies en peligro de extinción.

    EL ALIMOCHE (neophron percnopterus). Esto de percnopterus será porque se acuestan tarde, pululan por bares, pubs, discotecas y antros de mala muerte. De talla más bien débil, blanco y negro como una cigüeña adulta, el alimoche representa a la gran clase media alta y baja de la España Mandinga, el 54% de la población. Si actuasen unidos serían invencibles, pero les pierde su individualismo e insolidaridad. Los hay de todas clases y colores: rojos, amarillos, blancos… Un arcoíris a los que hay que añadir toda clase de mestizajes y cruces (lo llevado a cabo en América, comparado con esto, se queda en mantillas). Se contenta con todo aquello que puede espigar. Lo intenta todo, pone todo su afán, recorre todos los caminos, incluso recoge inmundicias y excrementos por cuya razón son el perfecto basurero. Su símbolo: la rosa de los vientos.

    Son buitres pequeños, pero buitres, que se creen muy listos. (Te crees muy listo, Flanagan, pero nunca debiste cruzar el Manzanares). Pierde su orgullo para servir de trampolín a los quebrantas. A mí, en el fondo, me caen simpáticos. Visten su plumaje sin afectación, caminan pensando cómo resolver el problema del huevo de Colón, hablan y hablan, quimeras y quimeras y, al final, se contentan con lo que encuentran. Lo más llamativo de los alimoches es su inteligencia para el empleo de instrumentos. Es uno de los cuatro animales que hay sobre la tierra que tiene tan sorprendente cualidad, junto al pinzón de Darwin de las Galápagos, el chimpancé y la nutria marina. Si encuentra un huevo que no puede romper con su pico, le lanzará piedras hasta conseguirlo.

    El estímulo de cascar huevos lanzándole piedras, responde a la forma del huevo. Entre un montón de huevos, ¿a cuál creen que lanzará la piedra? Piensen un poco. Es muy fácil: al más gordo. ¡Increíble, asombroso, qué descubrimiento! ¡El no va más! ¡Qué inteligencia! Bueno, no es para tanto. Esta es la virtud esencial del alimoche: la avaricia. Siempre quiere más y más pero, claro, la avaricia rompe el saco y se quedará sin nada. Este descubrimiento ha sido presentado no hace mucho tiempo, pero en mi pueblo ya tenían constancia de ello; vean cómo se descubrió.

    Allá por los años cuarenta, creo que con ocasión de la matanza, invitaron al maestro a comer. Cuando pusieron en la mesa un plato de chorizos, se fue la luz. El muchacho se adelantó y pinchó el chorizo más grande. El maestro le lanzó una mirada iracunda y le dijo:

    —Olegario, eso no se hace, es una falta de educación. Cuando se coge primero, se coge el más pequeño.

    El muchacho, perteneciente a la especie del alimoche vulgaris, no se cortó y respondió:

    —Señor maestro, si usted hubiese cogido primero, ¿cuál hubiese escogido?

    El maestro respondió que el más pequeño.

    —Pues ahí lo tiene usted —respondió el muchacho con rapidez.

    A lo que el maestro solo pudo responder:

    —Carajo de alimoche.

    Esto es solo una muestra de la inteligencia de este simpático buitre. En esta ocasión se adelantó al quebranta, si no, le hubiesen quedado los restos.

    Esta especie es tan numerosa que si mira a su alrededor verá cómo pululan de un lado a otro y siempre pensando cómo comerse el huevo más gordo.

    DE LA RATA CARETA, ADLÁTERES Y OTROS ALIFAFES

    La base de la pirámide de la España Mandinga está socavada porque en ella pulula la rata careta con sus adláteres y otros alifafes de la misma subespecie. Es tan numerosa casi como el alimoche y representa el 39,9% de la población. Sufre la presión de todos los buitres en un proceso sin interrupción: el Aura presiona sobre los quebrantas, estos se sirven de los alimoches y, claro, todos ellos se alimentan o sustentan de la rata careta, por lo que la existencia de esta siempre será precaria y tratará de esquivarlos ocultándose en las alcantarillas. La presión siempre se ejerce de arriba abajo (principio de hidrodinámica) y la cadena siempre se rompe por el eslabón más débil.

    ¿Quiénes pertenecen a la rata careta? Es evidente que los anteriores estados se caracterizan por ser rapaces, buitres, esto es, tienen garras. La rata careta no. En su evolución ha sido privada de ellas y en su lucha por la existencia solo le quedan los dientes para morder, y su posibilidad de huida de la realidad es escasa, pero lo intentará.

    Veamos su clasificación o pertenencia a distintos submundos.

    KAKANIA. Reino nemítico por excelencia, una ruptura sin concesiones a la estructura dominante: trabajo, estatus, poder, consumo, familia, educación y proceso de socialización. Mentalizarse con otra forma de vida. Tomar conciencia de otro canal de percepción del mundo.

    Dentro del mundo de Kakania podemos distinguir a los nemas o kakus vulgaris y al hombre sin atributos, sin nada bajo la tapa. Su lema es «No pensar», «No tengo tiempo para pensar», «No transigir», etc.

    EL MUNDO DE LA NEURA Y LA MOVIDA. Toda neurosis implica un esfuerzo por liberarse de un sentimiento de inferioridad. La vía de la neurosis no conduce en dirección al funcionamiento social ni resuelve los problemas vitales, sino que se circunscribe a un reducido círculo de grupo cruel que se refugia un aislacionismo individual. El neurótico, debido a un mecanismo de complejo de hipersensibilidad o de intolerancia, pone al margen de su vida gran parte del mundo social. Solo se conserva un pequeño grupo para dar satisfacción a los distintos tipos de superioridad. Al mismo tiempo, consigue con ello seguridad y evita las demandas de la comunidad y las decisiones vitales. Así, alejado de la realidad, vive una vida imaginaria y utiliza una serie de artificios que le permiten orillar las exigencias de la realidad y alcanzar una situación ideal que le libere de todo servicio a la comunidad y le absuelva de toda responsabilidad. Un contraimpulso que toma la forma de una rebelión y recoge materiales de las observaciones y las experiencias afectivas favorables. Según las necesidades de la situación, prepara ansiedades, insomnios, desvanecimientos, perversiones, alucinaciones, efectos patológicos, ligeras neurastenias, complejos hipercondríacos y síntomas psicóticos de su condición real. Todo le sirve de excusa. Este mecanismo absorbe incluso al discurso lógico del individuo y puede llegar a la anulación del proceso mental lógico.

    Como se opone a la lógica, la voluntad y la vida social, el individuo neurótico se caracteriza por su lucha a favor del aislamiento y el anhelo de poder –todo por conseguir prestigio– y busca continuamente excusas que le permitan dejar de resolver los problemas de la vida. Procura impedir el desarrollo de cualquier sentimiento de comunidad y, este es el punto de mayor relieve, no acierta a volver a la realidad y cree en su ficción.

    De LA MOVIDA ya nos ocuparemos ampliamente más tarde.

    EXTRAÑOS, MARGINALES Y DEMÁS ALIFAFES. Becker llama extraños a los delincuentes, mujeres, negros, gitanos y otras etnias que de un modo u otro sufren cualquier tipo de marginación por la clase dominante. La mayoría de estos grupos pertenecen al mundo de la rata careta y el que no, que se salga, no hay problema, pues todavía quedan muchas ratas caretas y su capacidad de reproducción es ilimitada.

    EL PACIFISMO NIHILISTA. El inconsciente está por encima de la vida reflexiva y su consecuencia es la impasibilidad. En su postura antisocial prima una ideología axiológica. Nihilismo axiológico o vacío moral, lo pobre frente a lo rico, lo indio —podríamos decir árabe— frente a lo blanco, lo arcaico y rural frente a lo urbano, lo simple frente a lo complejo, lo naíf o infantil frente a la madurez, el joven frente al adulto, la juventud, el placer frente al autocontrol, vivir el instante, lo anárquico frente a lo estructurado, el instinto frente a la razón, lo sucio frente a lo limpio —la arruga es bella—, haz el amor y no la guerra. Su lema: «Haz lo tuyo». Es egocéntrico, narcisista y hedonista. Ley del «ego personal».

    ÁCAROS, ADEFESIOS, ALIFAFES, ESPONGIARIOS, TREPONEMAS y demás afines. Usted tranquilo, ya los conocerá a su debido tiempo.

    NOTA: Puede usted añadir, junto a la rata careta, cualquier otra subespecie que conozca.

    EJERCICIO PRÁCTICO: Una vez acabada la estratificación de la España Mandinga, haga examen de conciencia. Coja papel y lápiz y encuentre su posición dentro de la pirámide. Le ayudará a tener las ideas claras y triunfar en la vida. Haga cuatro apartados y, de todas las notas que se le han dado, vaya tomando las que mejor se adapten a su personalidad y distribúyalas según su pertenencia al aura, quebrantahuesos, alimoche o rata careta. Probablemente usted pertenezca a una de las dos últimas clasificaciones, mi error no superará el 6%. No es que me las dé de listo, es que las matemáticas no fallan.

    TERCER AVISO: DE LA CULTURA

    DE LA ESPAÑA MANDINGA

    Cultura es toda esa totalidad compleja que abarca conocimientos, creencias, artes, moralidad, leyes, costumbres, y cualquier otra potencia o hábito adquirido por el hombre como miembro de la sociedad. En síntesis, se trata de principios, ideas y otros sistemas de expresión simbólicos en cuanto que son valores que moldean la conducta humana.

    El modelo democrático de la futura sociedad para contribuir al desarrollo humano integral ha de plantearse como meta social (participación de los trabajadores), no en los medios de producción, como decía Marx, sino en la cultura. Los proletarios del siglo XXI serán los ignorantes. La cultura ha de conseguirse a través de la educación, pero concebida esta como socialización, es decir, como acción ejercida para la transmisión de pautas de comportamiento de una generación adulta a otra nueva. Segundo: su objetivo es suscitar, desarrollar ciertos estados físicos, intelectuales, morales y sociales para que participe en el ambiente particular de esa sociedad. Tercero: esa educación será social cuando se produzca, sin saltos en el vacío, una socialización metódica de la generación más joven. Por tanto, las batallas por el poder se plantearán a partir de ahora en el campo de la educación y la cultura.

    SUBCULTURA. Es todo conjunto de valores, creencias, actitudes y conductas individuales y colectivas que se hallan adscritas a un grupo humano. Las subculturas aparecen en sociedades altamente diferenciadas y complejas, en las que existe una multiplicidad de grupos con valores distintos. Se trata de un término partitivo y los elementos más importantes que contiene son los rasgos diferenciales respecto de una sociedad más amplia. Otros rasgos obedecen a la institucionalización de «formas de ver el mundo», «cosmovisiones», etc. La subcultura propone una inversión de los valores del sistema social en que se enmarca. Sistema de valores diferentes, nada más, pero no antiéticos al sistema social establecido.

    LA CONTRACULTURA. Aquellas subculturas cuyos valores se encuentran en oposición al sistema axiológico existente, elaboran esquemas de conducta que se oponen a los dictados por la cultura dominante. Es el resultado de la «toma de conciencia» de un grupo involucrado en una situación frustrante y conflictiva.

    Las notas de la contracultura ofrecen cuatro niveles: 1º) dramatizar la profunda fisura o separación entre su mundo y el mundo de los otros, 2º) conectarse, 3º) sintonizarse y 4º) separarse. Todo un vocabulario mítico-mágico que encubre actitudes de resentimiento y no colaborativas, de incapacidad para el trabajo, para el amor y para la convivencia.

    Pongámonos serios y apliquemos el ingenio para conocer las culturas de la España Mandinga. La historia suele dividirse en cuatro grandes períodos o edades: antigua, media, moderna y contemporánea. Siguiendo este ejemplo, los integrantes de la España Mandinga (auras, quebrantahuesos, alimoches y ratas caretas) se adscriben a cuatro culturas, a saber:

    CULTURA DEL TRILOBITE. Es muy antigua, ya lo dice el nombre, «del trilobite», y los individuos que pertenecen a ella se caracterizan por emitir ruidos. No hablan, no dialogan, son intransigentes, no han pasado de la Edad de Piedra, son reaccionarios, siguen en sus siete y jamás se apearán del burro. Lo mejor que podemos hacer con ellos es devolverlos a las cavernas, al mundo holotúrido de donde salieron. Son inextinguibles, se hallan en todos los sitios, y si se les cruzan los cables —apaga y vámonos— no intente de convencerlos, son más duros que un calicanto, sus razonamientos son como los raíles, en una sola dirección, hablan a piñón fijo, con la lección aprendida. En resumen: emiten ruidos.

    CULTURA DEL HOMO FABER. Es una mezcla entre homo habilis, homo erectus y homo de Orce. Su característica esencial es hacer cosas, no les pida más, se creen muy listos pero carecen de ideas, su lema es no pensar, les da todo igual, sirven como payasos de circo, magos con sombrero de copa, genios en el dominio de la bola y —erre que erre— siempre haciendo cosas superficiales. Su presentación, ¿a que no sabes cómo se hace…? Ellos lo saben todo en lo referente a la manipulación, usan las manos, la cabeza es solo un adorno. El único mérito es que son los antecedentes del homo sapiens sapiens. ¡Valientes abuelos hemos tenido!

    CULTURA DEL HOMO ATAVICUS. A esta cultura se llega por regresión en la evolución. El homo atavicus es el salto atrás, el eslabón perdido de la especie humana, el atavismo. Pertenecer a esta cultura supone haber pertenecido a otra superior, pero conocer la causa de ese salto atrás nos dará las pautas de su comportamiento y los valores que han asumido. El precio del salto generalmente suele ser un plato de lentejas a cambio de la libertad. No son libres, se venden a ideas e intereses de grupos o individuos y andan por las calles como chimpancés, resoplando, emitiendo gruñidos para asustar a la gente y con un continuo encogimiento de hombros. Un consejo: si se encuentra con alguno, no le pregunte nada.

    LA CULTURA DEL BARREÑO. A ella pertenece el «homo parlante» y su afín es el «homo larios» y toda una cohorte de espongiarios. Es el estadio superior de la cultura de la España Mandinga. Su característica esencial es hablar, discutir, armar camorra y toda una serie de actividades donde lo único esencial es hablar y hablar sin principio ni final. El barreño es su tótem, pues les transmite su fuerza e inspiración, e incluso le rinden culto y adoración, cual becerro de Baal. Ya en tiempos remotos hay antecedentes de esta cultura, pues se han encontrado en excavaciones arqueológicas «aljibes, jícaras, búcaros y barreños» para que los muertos soporten mejor el tránsito hacia el Más Allá. Esta cultura está extendida por toda España, de ahí su extraordinaria pujanza a la que los historiadores comparan ya con la mítica cultura helénica debido, sobre todo, a sus increíbles hallazgos y adelantos en el campo de la oratoria. ¿Demóstenes, Cicerón? Cualquier homo parlante les supera en oratoria. El único defecto de esta cultura es su ineficacia. Por lo demás, está abierta a todos los caminos y su lema es: «Brindemos por la palabra». Ya lo dice el Génesis: «Al principio fue el verbo, la palabra», y nosotros todavía seguimos aquí.

    EJERCICIO PRÁCTICO. Haga un nuevo examen de conciencia y conteste sinceramente. ¿A qué cultura pertenece?

    Usted que desde el principio viene leyendo sobre la España Mandinga, ¿tiene idea de lo que es y de lo que representa? NO.

    Tranquilo, ahora se lo aclaro.

    DE LA ESPAÑA MANDINGA

    SER ESPAÑOL. Yo soy yo y mi circunstancia, decía Ortega. La reabsorción de la circunstancia es el destino concreto del hombre; convertir la fatalidad en empresa, la limitación en libertad. La vivificación de la circunstancia (ser español) es abrazarse a lo que nos limita, sujetándonos libremente a lo que nos encadena, encontrar la libertad en la lucha y jamás en la evasión.

    El español prefiere unir las raíces en la tierra a ensayar las alas para un vuelo fugaz. Tal vez sea esta actitud ante la libertad una de las más profundas notas de lo español, su radical posición frente al mundo. Ser español, para Ortega, es una de las más peligrosas aventuras que pueden emprenderse. Pertenecer a una raza, a una unidad histórica, es una circunstancia con la que uno se encuentra. No todos somos posibles españoles pero, en épocas de crisis, de hundimiento histórico, de naufragio nacional, es menester actualizar esa posibilidad en angustiosa lucha interior, pues de fuera, del medio, nada llegará que no sea falso, que no nos ayude a perdernos. Se hace preciso labrar en soledad y retiro la oculta posibilidad problemática de ser español: una quiebra, un apuro, UN PROBLEMA.

    El mejor homenaje que podemos hacer a Ortega en su centenario es un riguroso examen de conciencia nacional. Pensar es dialogar con la circunstancia.

    NOTAS sobre la España Mandinga. Sus progenitores son la Celestina y el Dómine Cabra, su cuna, patios de monipodios y cortes de los milagros. Sus hijos: Lazarillos, buscones, cojuelos, rinconetes y cortadillos, hidalgos, licenciados en la universidad de la Vida y graduados en gramática parda. Sus sobrinos: iluministas, pícaros, desharrapados, milagreros, brujas, alcahuetas, estigmatizadas, vírgenes, navegantes y Cristos naúfragos, parásitos, vagos, místicos, perezosos y sopistas (todavía no existe una biografía en España sobre la ilustre Cofradía de los SOPISTAS). Su tótem: el

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