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El último mono: Una experiencia televisiva
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El último mono: Una experiencia televisiva
Libro electrónico399 páginas5 horas

El último mono: Una experiencia televisiva

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"El último mono. Una experiencia televisiva" es una sátira de lo que hay del otro lado de la televisión, el que no vemos, el que revela una realidad fantástica o encubre una conjura orquestada para vender ilusión. Saskia y Deiviz se embarcan en un proyecto llamado a revolucionar el medio que pondrá patas arriba la productora que les encarga el guion. Entre sus planes personales y escaladas profesionales se cuelan el mentalista Drake, la estrella del programa, y Bryce, un enfant terrible convencido de que el adivino no es más que un charlatán que aspira a forrarse sanando enfermos por televisión.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 sept 2016
ISBN9788416616589
El último mono: Una experiencia televisiva

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    El último mono - Javier Ródenas

    Contraportada

    I

    Piensa una palabra.

    La primera que te venga a la cabeza.

    Sin pensar. Da igual el idioma. Te va a dar igual.

    Drake ya sabe cuál es.

    No te molestes en intentar engañarlo, cambiándola en el último segundo. No te engañes a ti mismo. El Amo de la Mente la escribió antes incluso de que tu cerebro la eligiera. Así funciona su magia. Ahora piensa en el salón de convenciones de un cinco estrellas y en mil desconocidos. Figuración. En un banquete con cócteles aguados. Atrezo. Piensa en la inquietante silueta en levita negra del escenario. Drake. El Amo de la Mente. Sus dedos de prestidigitador sacan un papel y anotan esa palabra. Ahora él mira a su público. Mil personas de carne y hueso ante filetes de plástico. Atrezo. Mira a cámara dos. Su audiencia. Diez millones de telespectadores ante el gran festín y la pequeña pantalla. Hoy son personas que se atragantan con uvas. Mañana serán un porcentaje de share. Tan fatuos como sus propósitos de año nuevo. Falso directo. Sucede hoy pero lo verán en Nochevieja. Tú no sembrarás las calles de buscapiés, truenos XXL, ruletas multicolor y tracas de cuarenta cobras. Estarás pegado a la tele, buscándote entre el público. Fuera olerá a frío y a pólvora. Hoy huele al sudor agrio de los eléctricos. A tabaco. Huele a milagro. A la magia de la televisión. Piensa una palabra. Y por un instante, el Amo de la Mente se gira y te mira a los ojos. Sí, a ti. Feliz 1995.

    Tienes diez años. Tu mundo se pliega sobre sí mismo intramuros del chalet con piscina y un césped que crece sano y fuerte como tú en la zona residencial más exclusiva. Lo tienes todo y los Reyes Magos se adelantan este año. Papá y mamá te llevan de la mano a ver a tu ídolo en vivo. Desde la mesa del rincón sólo ves su cogote, pero lo importante es estar aquí y grabarlo con tu videocámara de primera comunión. Eres lo bastante mayor para leer el cartel: «Prohibido grabar el espectáculo», y lo bastante pequeño para que a nadie le importe si lo respetas. El Amo de la Mente echa su pluma negra al bolsillo de su levita negra y el papel a un sobre que sella con saliva mágica. Señala a un tipo del público. Le pide que confirme que no se conocen y que señale a otra persona de la sala. Cualquiera. El tipo lo hace. El nuevo señala a otro. Y este a otro. Se trata de convencerte de que no puede haber tantos compinches entre los invitados. Tú cruzas los dedos. Le pides a los Reyes que te señalen a ti. Te levantas para que te vean. Como en clase, cuando conoces la respuesta y te encaramas al pupitre con el dedo queriendo tocar el techo. Que te señalen a ti. Porfa, porfa, porfa. Hasta tienes la palabra. «Hakunamatata». Pero el tipo que señaló la joven que señaló la señora que señaló el chico que señaló el señor que señaló el hombre que señaló el Amo de la Mente señala a una señorona que ríe emocionada bajo el cañón cenital que la sigue camino del escenario. Cámara tres la mira reír. «Veo una operación», advierte el Amo de la Mente, y la risa se esfuma. Así funciona su magia. Alza el sobre y le pide que diga una palabra y la señorona, cegada de focos y emoción, dice una ordinariez. Lo sabes porque preguntas qué significa y tu padre te chista y tu madre chasca la lengua. Pues tu palabra era más bonita. Significa «no te preocupes». El Amo de la Mente pregunta por qué esa palabra. Qué diría Freud. «O su marido, que es el caballero que la acompaña, ¿verdad?». Él abre el sobre, saca el papel, lo mira de reojo. Intenta convencerla para cambiar de palabra. No muy convencido. Ella se niega. Él le da el papel y el gesto de ella se resquebraja. Así funciona su magia. Ella lo muestra a cámara tres. Su mano tiembla. Mil invitados ante sorbetes de fresa hechos de puré de patatas y colorante rosa leen esa palabra en la pantalla gigante que reproduce la señal en directo. «La vida es una ilusión. No se la tomen muy en serio», dice él. Y todos ovacionan el prodigio. Menos tú.

    Tú, que creías en magia y milagros y luces esa frase en tu camiseta y todavía no sabes que a eso se llama catch phrase. Tú, que pensaste una palabra más bonita desde la escorada mesa que tu padre pagó con pesetas y favores cuando supo que era la ilusión de tu vida, grabas con tu handycam lo único que ves: la espalda de tu ídolo. Zoom in al sobre que se abre. Para ser el primero en leer. El primero en aplaudir. Tu plano es un primer plano del papel que saca. Está en blanco. Sólo ves su pulgar. La palabra no está. Y su pulgar escribe esa palabra. Justo ahora. Ágil. Fulminante. Ante tus ojos. Justo después. Así funciona su magia. «¿Seguro que no quiere cambiar de palabra?». Imagina el resto. Piensa otra palabra. Desde el ángulo muerto que el Amo de la Mente prohibió a las cámaras, sólo tú lo has visto. Se lo dices a mamá y te manda callar. «Pero ha hecho trampas», y papá te arrea un sopapo sin dejar de aplaudir. Ágil y fulminante. Como la diminuta mina incrustada en la uña de su pulgar. Aún no sabes que eso se llama uñil y que con ese mínimo ingenio que escribe sin levantar sospechas, el Amo de la Mente se ha tallado un altar en el Olimpo del espectáculo. La mejilla te palpita de dolor e injusticia. Te va a doler el resto de tu vida. Ahora imagina que todos vieran lo que tú has visto. Ese señor acaba de ejecutar a los Reyes Magos. Piensa otra palabra. Le vas a odiar el resto de tu vida. Ahora piensa que envías tu cinta al programa de vídeos caseros de otra cadena. Piensa en diez millones de espectadores. Veinte por ciento de share. Imagínate ante tu tele, viendo tu grabación. Imagina el efecto de ese plano en la carrera del Amo de la Mente, y sonríe.

    Tu nueva palabra es venganza.

    GOSSIP GIRL: ves? lo as vuelto a hacer!! jjajajajaa

    DEIVIZ HASSELHOFF: ¿El qué? No te entiendo. ¿A qué te refieres?

    GOSSIP GIRL: jajajaaa si asta pones acents…. y el sign d interrogacion dlante!!!

    DEIVIZ HASSELHOFF: ¡Ah! Era eso…Bueno, tampoco es que te moleste, ¿no?

    GOSSIP GIRL: k vaa! si m nkntaaa!! xo s q nunk lo e visto n 1 xat!!!!

    DEIVIZ HASSELHOFF: Será deformación profesional.

    GOSSIP GIRL: ah, siii??! k ers escritor o k?!

    DEIVIZ HASSELHOFF: Guionista.

    GOSSIP GIRL: n serio??!! GUAUUU!!! k intresante!!! y k pelicula as echo?!

    DEIVIZ HASSELHOFF: Escribo para televisión.

    GOSSIP GIRL: ah….

    DEIVIZ HASSELHOFF: Decepcionada, lo sé, no hace falta que me lo restriegues.

    GOSSIP GIRL: y k serie as escrito? A lo mejor la he visto!!

    DEIVIZ HASSELHOFF: Escribo reality shows.

    GOSSIP GIRL: ??

    DEIVIZ HASSELHOFF: Ya sabes, programas de testimonios. Telerrealidad.

    GOSSIP GIRL: vengaaaaa. Eso lleva guion??

    DEIVIZ HASSELHOFF: Sí.

    GOSSIP GIRL: entonces es verdad k la gente k sale ahi son actors

    DEIVIZ HASSELHOFF: No, no son actores. Es gente normal. De la calle.

    GOSSIP GIRL: que dices??

    DEIVIZ HASSELHOFF: Tú no eres guionista, ¿verdad?

    GOSSIP GIRL: pues no jjjaaajaj…. xk iba a serlo??!

    DEIVIZ HASSELHOFF: No lo sé. Como estás en este foro…

    GOSSIP GIRL: xk m gustan las sries. sobre todo gosip

    DEIVIZ HASSELHOFF: Pues precisamente «Gossip girl» escribe un blog…

    GOSSIP GIRL: yo no tngo tanta imaginacion pra ser guionista

    DEIVIZ HASSELHOFF: No hace falta imaginación. Ni siquiera saber escribir bien.

    GOSSIP GIRL: ya te veo… la ortografia guay xo sient decirt k ese «deiviz»… ;-)

    DEIVIZ HASSELHOFF: Ah, eso es un guiño. Una especie de broma privada.

    GOSSIP GIRL: no lo pillo….

    DEIVIZ HASSELHOFF: Porque no eres la Gossip Girl que yo creía.

    3

    «Haz una pregunta…»: ¿Que yo dé un consejo?

    Para empezar, quítate de Feisbuc. Pasa de anunciar onlain que alquilas habitación o vendes Vespa. Ignora esa oferta para ganar dinero desde casa sin esfuerzo. Y plantéate seguir en Tuenti o Badú o ser fan oficial del último triunfito. Mira, hay dos clases de personas: las que salen en las revistas y las que las compran. Así que sal de Tuiter. Tu opinión sólo cuenta a partir de 10K fologüers. Allá tú si pasas de la mía. Pero piénsatelo bien antes de colgar tu número en Internet.

    Porque te llamaré.

    Soy un cazatalentos. Un agente de castin. Algo así como un ejecutivo de cuentas. Un comercial. A puerta fría. Pero no vendo enciclopedias a la gente. No. Yo vendo a la gente. Mis cuentas son personas. Mi producto es su carne débil. Trafico con sus tiernos cuerpos. En horario de oficina.

    Otros te venden vida eterna si renuncias al cerdo. O al condón. O a las transfusiones.

    Si tu príncipe azul te sale rana o tu marido te planta yo soy la solución. Mentiras piadosas. Llevo así cuatro años. Parece mucho. En esto es una vida. Pero traficar con gente está bien pagado.

    Regla número uno: la clave está en no involucrarse emocionalmente.

    Yo liquido los problemas que las parejas empiezan a tener cuando me conocen. A veces liquido las parejas. En esto es así. Y va rápido. Para todos. Lo normal es aguantar unos meses. Estallas o se acaba el chollo o cometes un desliz. O te pillan. Entonces tienes que abandonar la casa. Poner los pies en las de Villadiego. Reengancharte en otra cosa. Empezar de cero en otro sitio. O mandarlo todo a paseo y abrir un herbolario en Caños, como decía Deiviz.

    Yo aguanto. Pero es que me encanta este trabajo. Créeme.

    Esto es como el far güest. Sólo que en vez de duelos al sol hay puñaladas a la espalda y los malos no tienen plumas o la cara pintarrajeada.

    En esto lo más seguro es que te la líe un colega. Otro comercial. Un amigo. Por eso paso de amigos. Bueno. Hay una excepción. Es como una madre para mí. Mi guía espiritual. Se maquillaba fatal al principio. Me venía a currar como una fulana. Con la cara pintarrajeada.

    Se llama Deiviz. Y tiene pluma.

    DEIVIZ DUCHOVNY: Estarás harta de oír cuánto te pareces a Blake Lively.

    SERENA VAN DER WOODSEN: kiennn???

    DEIVIZ DUCHOVNY: La actriz… Ya sabes, la protagonista… La que hace de Serena.

    SERENA VAN DER WOODSEN: jajajaj….. mas kisiera

    DEIVIZ DUCHOVNY: Pues en tu foto de perfil sales idéntica.

    SERENA VAN DER WOODSEN: jaajajaja es k es ella idiota!!

    DEIVIZ DUCHOVNY: Ah, ya me parecía a mí… ¿Y por qué usas ese nickname?

    SERENA VAN DER WOODSEN: es k tu te pareces al agente especial mulder del fbi??

    DEIVIZ DUCHOVNY: Touché.

    SERENA VAN DER WOODSEN: keeee???

    DEIVIZ DUCHOVNY: Es igual. Creí que eras… una antigua amiga…

    SERENA VAN DER WOODSEN: y xq no me lo as preguntado antes?

    DEIVIZ DUCHOVNY: Aunque te suene a cliché barato, es una larga historia.

    SERENA VAN DER WOODSEN: vamos, q es tu ex o algo chungo, a k si?

    DEIVIZ DUCHOVNY: Es difícil de explicar, te lo aseguro. Y más aún por aquí.

    SERENA VAN DER WOODSEN: bueno. podrias invitarme a ese cafe y contarmelo

    DEIVIZ DUCHOVNY: No querría aburrirte con mi vida.

    SERENA VAN DER WOODSEN: seguro k es muy interesante, guionista.

    DEIVIZ DUCHOVNY: Eso dicela gente: «¿Guionista? ¡Qué interesante!».

    SERENA VAN DER WOODSEN: por algo sera

    DEIVIZ DUCHOVNY: Porque no saben cómo es la tele por dentro.

    SERENA VAN DER WOODSEN: k va!! la tele tiene… no se… glamur… como el cine!

    DEIVIZ DUCHOVNY: Trabajar en el cine era lo más bajo. Por suerte se inventó la televisión.

    SERENA VAN DER WOODSEN: JAJAJAJA! k gracioso ers

    DEIVIZ DUCHOVNY: Lo dijo Billy Wilder.

    SERENA VAN DER WOODSEN: kiennnnn???

    DEIVIZ DUCHOVNY: Otro guionista.

    SERENA VAN DER WOODSEN: pues dile a tu colega k es muy gracioso

    5

    «Haz una pregunta…»: ¿Que dónde estamos?

    En la cámara de tortura del siglo veintiuno. Mi despacho.

    Es como una sala de espera. Sin ventanas o revistas. El fluorescente titila hasta irritarte los ojos. Hace demasiado calor en invierno y demasiado frío en verano. Apesta a humedad y a bollería industrial. A sudor y a culpa. A que nadie respeta la prohibición de fumar. La moqueta está pegajosa de Coca Cola y lágrimas de ayer y chicles con el ADN de ochocientas salivas.

    En el estado de guasap de mi nuevo Aifon pone: «mentiras piadosas».

    Aquí hago mis castins. Esto parecerá fácil. Pero hay que tener un par, créeme. Mi trabajo consiste en dejarte hablar de ti y decir lo buena que eres. Y en fingir que me interesa. En dejar que te excites y bajes la guardia.

    Y cuando quieres darte cuenta ya es tarde. Entonces es mi turno.

    Regla número dos: lo que pasa en la sala azul se queda en la sala azul.

    Sólo una persona ocupa cada vez la sala azul. Pero hay dos sillas. Para que te canses de probar cuál es más incómoda. Para que apuestes quién usará la caja de clínex de la mesa. Para que te preguntes qué hace ese tresillo al fondo y de qué son esos lamparones y esos arañazos en la polipiel. Y cuánta angustia se llevó a pellizcos la gomaespuma, hundida por el peso de la vergüenza de desnudarte ante la cámara. De hacerlo para mí.

    De dármelo todo.

    También hay barra libre de café. Nada de esto es casual. Como el azul cielo de las paredes. Se trata de crisparte. Despacito. De que te pases el día cambiando de silla para mirar la de delante. Mientras la sala azul obra su milagro y saca a flote tu verdadero tú. Y tú pidiéndome permiso para salir al baño. Pensando si habrá sido tan buena idea venir. Si lo harás como a mí me gusta o qué pasaría si tu chico-novio-amante-marido se enterara. Podría envolver tu cabeza en una toalla empapada pero no necesito respuestas. Las respuestas también las doy yo. Y tú estás deseando hablar. Y siempre esperando a alguien. Pero sólo entro yo.

    Tu verdugo.

    Hago visitas sorpresa durante tu cautiverio. El resto del tiempo estás a solas con tus miedos. Sin móvil. Te lo requiso porque produce interferencias. Y tú te lo crees. Mentiras piadosas. Tus quince minutos de fama cuestan ocho horas de encierro. Por adelantado. Y una hipoteca a treinta años de noches en vela. Pero harás lo que sea por estar aquí. Porque me ves como una figura paterna y me crees cuando te cuento que esta es la mejor forma.

    Ya lo decía Deiviz: en esto ayuda ser un poco hijo de puta.

    Regla número tres.

    Mi vida es un castin a tronistas, chicas it y celébritis.

    Bienvenida a mi propio castin cauch. Cauch es «sofá» en inglés.

    No conozco a mi víctima de hoy. Pero es como si la conociera de toda la vida. Ella cree que es mutuo. Las llamo a todas Eimi. Por Guainjaus. Ya sabes, la drogadicta. Mi víctima de hoy se llama Iloveny. Su madre lo vio en una camiseta con la estatua de la libertad. ¿Lo pillas? I-Love-NY. Dice que su novio es más bruto que un rayo. Cree que no podrá soportarlo más. Dice que es más malo que el arao. Cuéntame otra. Se pasa las noches llorando como un dolor de muelas, dice.

    Pues denúncialo, digo.

    Ej que aún le quiero, contesta.

    Mentiras piadosas.

    Lo dice porque yo le digo que lo diga. Su novio es Toni. Un mecánico que está loquito por ella. Y se le nota. Ese es mi problema. El de él es que quería un subbúfer seminuevo para su León tedei azul cielo. Para pasear a Iloveny por el polígono con las lunas tintadas bajadas escuchando reguetón a tope. Su problema es que puso un anuncio en Segundamano. Con su número. La realidad es que es más bueno que la orilla del río. Y se le nota.

    Ese es mi problema.

    Demasiada realidad.

    A Toni le descolocan mis preguntas. Y sus respuestas. Créeme, pintar tu coche como esta pared por agradar a Iloveny sólo puede ser amor. Tengo dos horas para convertir en Risto al Ismael Beiro de la sala rosa. La de al lado de esta. O la gente pensará que esto está preparado. Que es un montaje.

    Que esta gente son actores.

    Y si piensan eso de TU gente TÚ vas a tener problemas.

    El auténtico problema es que esto tiene que salir bien a la primera. No hay ensayos. Por eso está la sala azul. Un horno de fundir nervios. Para que suelten su jugo y se cuezan en su odio. A fuego lento.

    En esto lo llamamos perfilar.

    En esto somos muy finos con lo que no ves. Aún no has visto nada.

    Pero en esto cuesta dar con el punto. A veces nuestros filetes se chamuscan. A veces los preliminares se nos van de las manos hasta la crónica de sucesos, la tertulia de la radio, el anatómico forense. A veces la gente nota un aroma extraño y se pregunta de dónde sale esa gente. Son tus vecinas, cielo. La gente se pregunta si toda esa gente son actores.

    Si lo fueran todo sería más fácil, créeme. Pero yo no tendría trabajo.

    Y a mí me encanta mi trabajo.

    Tampoco lo tendré como las cámaras no encuentren fluidos en la cara de Iloveny. Las cámaras tienen sed de tus jugos íntimos porque tus jugos son incontrolables. Y por eso reales. Como el sudor y las lágrimas, el vómito o la diarrea. Aunque en esto no enseñamos la caca.

    Sería cacofónico.

    Una buena excreción sólo te la da el actor mejor dotado. Y estos son pésimos. Pero la gente necesita las gotitas templadas de un escalofrío eyectado a distancia para sentirse querida. Por eso al llegar a casa lo primero que haces es encender la tele. Porque te hace compañía cuando planchas. Mentiras piadosas. Por eso le hablas. Le discutes las noticias. Regañas a sus nominados. Haces los coros si canta en directo y lloras cuando se sincera contigo. Le gritas «vamos Rafa» con cada revés paralelo. La tele puede hacerte sentir lo que sea. Por eso existe la pornografía.

    Por eso tengo este trabajo.

    Me pagan por sacar la carne fresca de los hogares desestructurados. Carne de la carne de padres ausentes. O demasiado presentes. Convenzo a mis aspirantes de que su intimidad merece ver la luz. En directo. Y las convenzo para hacer una prueba a cámara.

    Completa.

    La humillación y el dolor son el germen del drama. Y de la comedia.

    Deiviz me dijo que los guionistas de porno llaman comedia a la parte donde hablan. A lo que se dicen entre una escena equis y la siguiente. Da igual que sea gracioso. A lo que es paja. Ya me entiendes. Yo también hago comedias. Pero tú no ves esto por los chistes.

    Deiviz también dice que soy top uno de la sala azul. Exagera. El mejor es él. Pero llevo cuatro años en esto y aún no he sufrido un gatillazo.

    La pornografía es el retrato de los fluidos íntimos de la gente. El clímax de la secuencia se llama monei shot. Tradúcelo como quieras.

    En esto es lo mismo. Sólo que mis actores se prostituyen gratis.

    En horario infantil.

    SASKY: y yo me quejaba d estar d azafata pro tu curro es superdeprimente

    DEIVIZ SCHWIMMER: De todo se aprende. Ahí dentro acabas conociendo a la gente.

    SASKY: yo en el stand conozco gente a saco y el sitio es mas bonito

    DEIVIZ SCHWIMMER: ¿Y captas muchos clientes? ¿Compran lo que promocionas?

    SASKY: que vaa… pasan de mi como de ir a misa

    DEIVIZ SCHWIMMER: A eso me refería: yo hago con ellos lo que quiero.

    SASKY: como que?

    DEIVIZ SCHWIMMER: De todo. Pero básicamente les hago llorar.

    SASKY: llorar?!

    DEIVIZ SCHWIMMER: Es lo que más me piden. Soy casi un experto en el tema.

    SASKY: jajajjja!! Me parto cntigo! seras flipao!

    DEIVIZ SCHWIMMER: En serio. Podría hacerte llorar ahora mismo. Desde casa.

    SASKY: si empiezas a insultar y eso tambien yo…

    DEIVIZ SCHWIMMER: Tres preguntas. No necesito más. ¿Te apuestas algo?

    SASKY: mmmmvale. un cafe. pero vas a perder… y no vale pasarse!

    DEIVIZ SCHWIMMER: Tampoco vale apagar la webcam para que no vea tus lágrimas.

    SASKY: jajaja. vale… venga listillo. tres preguntas, he? empieza!

    DEIVIZ SCHWIMMER: ¿Cuál ha sido el día más importante de tu vida en estos 25 años?

    SASKY: jajajaaaj empiezas bien… casi 26 ya

    DEIVIZ SCHWIMMER: Responde.

    SASKY: vale vale. a ver… el dia que acabé la uni y me gradué en turismo

    DEIVIZ SCHWIMMER: Dos: ¿de quién te acordaste más ese día?

    SASKY: fácil. de mi abuela. es que era su nieta preferida, sabes? su ojito derecho

    DEIVIZ SCHWIMMER: ¿Qué te hubiera gustado poder decirle en esos momentos?

    SASKY:

    DEIVIZ SCHWIMMER: Habría estado tan orgullosa de ti… Seguro que te vio… desde el cielo…

    SASKY: hijo de puta…

    DEIVIZ SCHWIMMER: Me debes un café, Eva. ¿O te sigo llamando Sasky?

    SASKY: eres bueno, cabron. pero no estoy llorando… es sólo que

    DEIVIZ SCHWIMMER: Y eso que no estabas en la sala azul.

    7

    «Actividad reciente»: Y mi aspirante a porno estarlet se olvida el papel.

    Iloveny olvida a qué venía. Sólo recuerda que pagábamos habitación y dietas y dijo que sí. Para conocer la capital. Baila al son que más calienta y ahora quiere irse a casa gratis. Mentiras piadosas. Cree que tener también veintitrés años y confiarme que se está pinchando a otro nos convierte en colegas. Se enrolla como las paredes. Hasta me saca parecidos y todo.

    Ej que eres igual, dice. Como un jodido clon. Ej que lo flipo, dice.

    Ya lo sé. Hasta me pide que la agregue. Con esos leguins y ese top que me trae. Y esos tacones. Todo del Bersca. Menos el cinturón Dolche y Gabana, que es del mercadillo. Visto en mil cinturas. Y ese tatuaje en mil rabadillas. Y ese pirsin en mil lenguas de deslenguadas. Modelos sacadas de la realidad. Ese es mi problema: la realidad. En esto no la puedes mostrar tal cual. Porque no hay quien la entienda. Ahí tienes los periódicos. En esto hay que maquillarla. Perfilarla. Porque la realidad a lo bruto es insoportable.

    Y la tele engorda.

    Iloveny debería visitar la página «Aspirantes a estrellas de Hollywood que van a realities de España». Tiene 10.000 laics. La creé yo. Ella confunde viaje y noche de hotel con finde romántico y confunde esto con su billete a la fama. La tele es para tontos. Y la fama es el opio del pueblo.

    Sé de lo que hablo, créeme. La fama me espera.

    Mi madre lo intuía y me puso un nombre con gancho. Sólo necesito un plan. Mi mercancía no lo tiene. Para ellas la fama es esto. Mis princesas de pueblo ven aquí su oportunidad. Ven en mí un agente de castin real y harán lo que les diga. Hasta arrastrar hasta aquí a su novio mecánico a base de chantajes emocionales y desnudarse para mí. Creen que espera un papel y mucha pasta y que vale la pena hacerlo gratis la primera vez.

    Pero sólo hay una vez. Qué faena.

    Conoces la historia. Falsos agentes de castin que buscan caras nuevas y cuerpos firmes. Se citan a puerta cerrada y pactan su negocio. Sólo para mayores de dieciocho. Les prometen millones. Las llevan al tresillo. Lo graban todo y lo suben a Internet. Ya has visto esas güebs.

    Ellas las ven demasiado tarde. Las princesas del pueblo son un mal ejemplo. Y yo necesito que la mía lubrique.

    Así que le cruzo la cara de un tortazo.

    Despabila, le digo. Toni no te traga. Te odia. Ese cafre te maltrata. Te es infiel. Va a decir que se va con otra. Plantarte. Delante de toda España.

    «Estado»: Mentiras piadosas.

    Y entonces sucede.

    Conozco esa reacción. La detono a diario. La sala azul hace el resto. Prueba a encerrarte ocho horas en un sótano sin móvil o tele. Las dudas humedecen las lentillas azules de Iloveny. Mendigan algo de calor humano.

    Se lo propino. En la otra mejilla.

    Tenemos que pararlo, digo. Antes de que cometa una locura.

    Iloveny me abraza. Siento sus lágrimas en mi camiseta Superdrai. Sus fluidos. Podría aprovecharme del momento. De su debilidad. De ella.

    Pero a mí me van los tíos.

    «Actividad reciente»: Saskia e Iloveny ahora son amigos.

    Saskia soy yo. Encantada.

    El rollo dominante es porque lo exige el guion. No quiero enamorarte pero fuera de la sala azul soy un encanto.

    Mira, hay dos clases de personas: los invitados y los que perfilan. Para invitado vale cualquiera. Pero para perfilarlos ayuda ser un hijo de puta. Y en esto hay que estar dispuesta a todo. Porque la sala azul es más dura que la pipa un indio. Ah, otra cosita: ahórrate juzgarme y eso, porfi.

    Si mi trabajo te escandaliza no lo veas.

    Porque mientras lo sigas viendo seguiré teniendo este trabajo.

    Mi Aifon suena. Me separo de Iloveny. Miro la pantalla. Número oculto.

    Tengo que cogerlo, digo. Aquí no puedo. Ya sabes, interferencias. Tardo cero coma, Iloveny, reina.

    Salgo de la sala azul. Dejo que el calor de su ira y sus mofletes incube los celos que acabo de inseminar en su cerebro. Descuelgo. Es Vicente. Mi primer jefe. Un viejo verde.

    Cielo, te llamo yo ahora, que me pillas reunida.

    Cuelgo y entro al zulo contiguo. Uñas negras de grasa y aceite de motor rascan el aire de la sala rosa. Disipan el humo de un pitillo que no veo.

    Por qué me dijiste que Iloveny era tu novia, le pregunto.

    Entonces Toni escupe el Fortuna entre arcadas y tosidos.

    No te traga, le digo. De hecho, lleva meses saliendo con otro.

    Y entonces Toni se derrumba.

    Me acerco a ofrecerle mi empatía. Un abrazo fraternal. Siento crecer su empatía. Presionando su bragueta. Justo bajo mi vientre. Se la rozo al separarme. Como sin querer. Me lo quedo mirando. Como sin poder evitarlo. Se me queda mirando. Como si supiera qué está pasando.

    Se acerca un poco más. Abre la boca.

    Cierro los ojos.

    Espero su beso.

    El secreto está en no involucrarse emocionalmente.

    Me separo. Toda digna. Y le cruzo la cara.

    Soy líder de mi franja.

    Toni comprende lo que ha hecho. Olvida la quemadura del Fortuna en su paladar y siente la de mis dedos en su rostro. En su conciencia. En sus labios culpables. Me seco los míos con la mano y la restriego en la pernera de mis dénim Diesel. Ya en la puerta me giro sobre mis Yimi Chu.

    Normal que Iloveny te vaya a denunciar por malos tratos, le digo.

    «Estado»: Mentiras piadosas.

    La vida es como un programa de testimonios. Perfílalo como quieras.

    Salgo de la sala rosa a la realidad. Cruzo el pasillo hasta la ventana. Al otro lado del cristal luce un sol precioso de final de verano. Saco mi móvil. Al otro lado del teléfono Vicente me pregunta si conozco a un tal Dreic.

    ¿Qué Dreic, cielo? ¿El rapero?

    —No me lo puedo creer… Nunca antes había hecho esto…

    —¿Es que eras virgen?

    —¿Pero serás…? ¡Que hablo en serio, idiota!

    —¡Ay! Que eso duele…

    —Digo que yo no soy de esas, ¿vale? De traer tíos a casa, así…, si casi ni te conozco…

    —Yo a ti tampoco.

    —No es lo mismo. Pero vas ahí, con tu rollo guionista…

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