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Apunta Junípero... Apunta
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Libro electrónico350 páginas4 horas

Apunta Junípero... Apunta

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Información de este libro electrónico

Una disparatada novela que, aunque empieza de forma ingeniosa y jocosa, poco a poco va tomando un rumbo satírico hacía una crudeza que no te dejará indiferente en su final.

IdiomaEspañol
EditorialNOA ediciones
Fecha de lanzamiento12 sept 2017
ISBN9788494091407
Apunta Junípero... Apunta
Autor

Belbaltodano

Belbaltodano (Bernardo Enrique López Baldotano)De padres Nicaraguenses, Bernardo Enrique López Baltodano (Belbaltodano) nació en Maracaibo - Edo. Zulia - Venezuela, el 21 de Octubre de 1.952.Cursó la primaria y parte del bachillerato en: Maracaibo. El tercer año de bachillerato en el: Instituo El Bautista y el cuarto año en el: Instituto Miguel Ramirez Goyena ambos en: Managua - Nicaragua.Recién llegado de Managua, cursó en el Liceo Coquivacoa en Maracaibo, allí comenzó con su vena de escritor, en aquella época escribiendo cuentos cortos.El bachillerato lo concluyó en el: Instituto Ricaurte en: La Victoria - Edo. Aragua.Durante esa época fue actor de Teatro, de la Dirección de Cultura de la Universidad del Zulia (LUZ).Posteriormente, los diarios de circulación nacional EL VESPERTINO DE OCCIDENTE y CRITICA , publicaron varios de sus cuentos en sus ediciones. Ambos rotativos estaban domiciliados en Maracaibo y ninguno existe en la actualidad.En los últimos años se ha dedicado al ramo de las ventas, especialmente en el ramo de Artes Gráficas. Actualmente ha escrito varias novelas, siendo: Apunta Junípero... Apunta la primera en salir a la luz pública de la mano de NOA ediciones.

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    Apunta Junípero... Apunta - Belbaltodano

    Título: Apunta Junípero... Apunta

    © del texto: Belbaltodano (Bernardo Enrique López Baltodano)

    http://belbaltodano.blogspot.com

    © de la portada: Kasandra

    www.graphikas.com

    © de esta edición en e-book: NOA ediciones

    www.noaediciones.com

    www.noaediciones.es

    E-mail. info@noaediciones.com

    Tel. 964454451

    Primera edición en e-book: Enero de 2013

    ISBN: 978-84-940914-0-7

    Todos los derechos reservados. Queda prohibida, según las leyes establecidas en esta materia, la reproducción total o parcial de esta obra, en cualquiera de sus formas, gráfica o audiovisual, sin el permiso previo y por escrito de los propietarios del copyright, salvo citaciones en revistas, diarios, libros, radio y/o televisión, siempre que se haga constar su procedencia y autor.

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    Ilustración de Kasandra

    www.graphikas.com

    Nota del editor

    Apunta Junípero... Apunta es la primera novela del escritor venezolano Bernardo Enrique López Baltodano (Belbaltodano) y por lo tanto contiene palabras y expresiones del habla venezolana.

    A pesar de que NOA ediciones es una editorial afincada en España, hemos decidido publicar esta novela tal como fue escrita por el autor, con el habla típica de Venezuela, en lugar de traducirla al castellano utilizado España, para no quitar la frescura que tiene la novela; además, muchas de las palabras utilizadas por el autor están registradas por la Real Academia Española.

    Las palabras y expresiones que el lector encontrará típicas del habla de Venezuela no interfieren en la lectura de la novela, por lo que los lectores que no sean de Venezuela podrán disfrutar plenamente de esta novela y, de esta forma, aumentar  su conocimiento del amplio lenguaje español.

    I

    Andando por la campiña y sin más preocupación que ser testigo de cuánta belleza en forma natural se replegaba por doquier. ¿Puede haber mayor placer? ¿Mejor gozo?

    El joven Miguel, se extasiaba por la exuberante geografía local. La madre naturaleza en todo su esplendor... y lo mejor... cerca de su mano.

    Su preocupación básica era, saber por fin, en cuánto le venderían esa rica campiña. Realmente, su intención inicial es adquirir una propiedad campestre. Y por eso, estaba disfrutando de todo ese follaje hermoso que se presentaba ante sí.

    Hasta ahora, todo cuanto había visto, le encantaba. Y en vista de esto... ahora se afanaría aún más.

    Excelente clima. La propiedad, se veía bien cuidada. Bien cercadita. Con buena cantidad de árboles frutales. Los vecinos estaban más o menos retirados. Realmente era como un conglomerado de pequeñas granjas. Las estancias, se veían prósperas y fértiles.

    Se dice, que los ojos, son el espejo del alma. ¿Y cómo negarse ante tanta belleza?

    Algo habrá de verdad.

    Encanta ver en los ojos de estos vecinos... esa sensación de practicidad... de paz... de tranquilidad... gente floreciente... sin duda alguna, laboriosos como son todos los hombres de campo. Los frutos que cosechaban se reflejaban en sus gentes...

    Unas sembraban naranjas, en pequeñas y grandes extensiones. De diferentes tipos y sabores... que invitan al paladar más sediento y exigente.

    Siendo esos valles tan ricos, por supuesto que se notaban otros frutos tales... como: Mandarinas, Guayabas y un largo y extenso etcétera. Grandes praderías... bellas.

    Otros tenían otros frutos. Había inclusive árboles de manzana. Siembras de Tomates, rojos y exquisitos.

    Toda la campiña, se veía muy colorida y eso era un indicio más que suficiente, que esa tierra era muy fértil. ¡Pradal bendita por Dios!

    Cerca surcaban arroyos, no tan caudalosos... pero torrentes al fin. Aguas cristalinas y muy frías, se asemejan a aguas de un rico y fértil manantial.

    A pocos kilómetros, notó que funcionaban grandes y lujosos Centros Comerciales. Descubrió que no era uno... ¡Descubrió otra! dos... uno grande, moderno y muy completo.

    —¡... Esto es divino... ! A pocos kilómetros... hasta me puedo venir en bicicleta...

    —¡Me encanta la bonanza de toda esa gente! —opinó José que junto con Jaime, acompañaron al amigo... para darle su opinión al respecto.

    —¡Se nota a leguas que aquí hay prosperidad! ¡Mucha dicha y bienestar! —apostilló convencido Jaime.

    Y es que Miguel creyó conveniente, traerse a sus dos amigos, con la finalidad de que le dieran su opinión al respecto. Y por la cara de fascinación que llevaban, estaba completamente seguro de que si les agradaba, se extasiaban contemplando y descubriendo más y más alrededor.

    Y por supuesto... hasta ya se estaba haciendo planes.

    Estuvieron cerca de los riachuelos que pasaban a pocos centenares de metros.

    —¡Hasta me provoca bañarme en esas frías aguas! —exclamó alegremente Jaime.

    —¿Y por qué no nos dijiste que habían ríos? —replicó José, muy extrañado.

    —¡... De haberlo sabido... hasta me hubiera traído mi traje de baño, también! —les contestó Miguel a sus amigos, mientras se deleitaban viendo las aguas correr.

    —Sin ningún tipo de duda y sin que me quede nada por dentro... ¡Este sitio causa un efecto paralizante en mi cuerpo! ¡Cómo me gustaría... quedarme aquí para siempre! ¡Me siento... profundamente relajado y con ganas de dormir y dormir... qué rico! —fue miguel quién así les habló a sus amigos.

    —¡Qué atmosfera tan estupenda! —ripostó Jaime.

    —¡Qué temperatura... que placidez! —encantado recitaba como en poesía José

    Todo el entorno, parecía una eterna primavera. Cerca de uno de los ríos... observaron unas haciendas de ganado vacuno... hasta se detuvieron e indagaron que allí fabricaban queso con la misma leche que ordeñaban. Y por lo que les dijeron... también vendían leche además de queso, por supuesto que eso emocionaba a ese trío.

    —¡Qué rico es probar un queso o un requesón... o nata recién elaborado! —aprobó Jaime

    —¿... Y probar leche... recién ordeñada?

    —¿Una rica cuajada?

    —¡... Con caraotas... Divinas!

    —¡Sin dudarlo ni un instante... maravilloso!

    —¡Si compras esa granjita... aquí me tendrás! —le propuso Jaime.

    —¡Y a mí también! —apostilló José.

    Estaban muy alegres. Se notaba a todas luces, que Miguel, ¡al fin!, podía adquirir algo que valiera la pena... y a pocos kilómetros... tremendos Centros Comerciales... ya los habían inspeccionado... Supermercados... Farmacias... Quincallas, tiendas de video... Almacenes... Ropa... Trapos de todo tipo... ¡Hasta Salas de Cines con funciones continuas... !

    En general... estaban completos. Tenía de todo al alcance de su mano. Podía irse... hasta caminando... trotando... o en bicicleta.

    Un nuevo mundo se les manifestaba. Sorprendidos... andaban como niños... descubriendo nuevos derroteros... nuevos caminos.

    Todo un Edén. Excelente clima. Al ver a los vecinos, notaron que al menos, por su apariencia... se veían gente sana; del campo, dedicados a lo suyo. Muy laboriosos y gente sencilla, y en apariencia hospitalaria.

    Sin lugar a dudas, la decisión de ir a radicarse allí ¡... Cómo que es excelente! Bueno... claro, primero es lo primero... Hay que negociar eso.

    ¡... Hay que negociar eso... ! Vamos a ver... ¿Cuánto cuesta ese edén... ?

    Por lo pronto...

    ¿El acceso?

    ¡Buena carretera... de cuatro canales, dos de ida y dos de vuelta, más su hombrillo o área de parqueo! Excelente vía de acceso.

    ¿Ambiente?

    ¡Amplio... despejado... buen clima!

    ¿... Y la vivienda... como está... ?

    ... Bueno... José que tiene experiencia en cuanto a construcciones se refiere... así a vuelo de pájaro... le pareció una edificación endeble

    Faltaría... detallarla in situ...

    Las paredes... no tenían un buen friso... que digamos...

    ¿El techo?

    ... De Zinc, vulgar común y corriente y la armazón metálica... tampoco se veía de calidad. Tenía muchos recortes... o lo colocaron en diferentes épocas... o era armazón metálica... usadita.

    ¿... Y el piso... ?

    De cemento... con algunas ondulaciones y parches y distingo de que fue hecha en diferentes fechas.

    Realmente se veía más bien rustico y como hecho sin ningún tipo de cuidado. Era evidente que la mano de una mujer, lo mantenía limpio.

    ¿Y los servicios básicos?

    Bueno, tenia conexión de agua potable... aunque según le informaron varios vecinos... no llegaba todos los días

    ¿Y Electricidad?

    A pesar de que tenía su conexión... el cable principal... se notaba a leguas... que no era ni nuevo ni en buen estado... más bien con remiendos por varias partes. Y según algunos vecinos... tampoco llegaban muy constante y los picos tanto de alza, cómo de bajas... propiciaban mucho a que sus aparatos eléctricos... sufrieran mucho.

    Bueno: el servicio de agua y electricidad... no era nada bueno.

    —¿Habría que ver: tendrá tanque de agua?

    —¿Tendrá: Pozo séptico?

    —Lo sabré cuando hable con sus dueños... ya veremos... —se dijo y contestaba la inquietud de sus amigos.

    ¿Zona?

    Ubicado a pocos kilómetros de ciudades y pueblos, teniendo muy cerca: Centro Comercial, abastos, bodegas, en fin de todo cuanto pudiera necesitar... a la mano.

    ¿Clima?

    ¡Muy fresco... de noche baja unos grados su temperatura! ¿Clima? ¡Excelente!

    ¿Habitabilidad?

    ¡Totalmente habitable... vecinos cercanos! Granjas distante una de otros a eso de cincuenta metros como mínimo. Cada vecino tenía su privacidad.

    ¿Cómo está la propiedad a negociar?

    Veamos... el terreno, fértil... se nota a la distancia que para siembra, cualquier cosa que le tires... todo crece.

    —... Y si le tiras piedras... hasta piedras cosechas.

    El pradal... verdoso... exuberante, un poco ondulado, ya que en un área del mismo, hay como un pequeño promontorio de tierra y roca... algo no tan elevado.

    La parte en dónde se encontraba la parcela a negociar... presentaba cierta ondulación en su espacio. Posiblemente, para la visión de siembra, es quizás contraproducente.

    Este punto... para las necesidades de Miguel, lejos de amilanarlo... lo entusiasmaba. Es decir, le parecía bien. Sin importancia alguna, al contrario... le encantó.

    Sus amigos y él contemplaban la granjita desde afuera. Y desde allí y con su visión, apreciaron que no era impedimento alguno...

    ¿Total? Ninguno de ellos, tenían sus pensamientos en explotar de alguna forma, ni como empresarios, ni como industriales... Miguel la quería como su morada de fines de semana o aposento campestre... y para cualquiera de esas modalidades... ese cerro... tenía su atractivo... algo mágico.

    —¡Hasta no sería mala idea, el hacer tu terruño... allá arriba... qué fresco sería!

    A toda luz... maravilloso todo... falta el punto álgido: ¿Cuánto cuesta tanta belleza?

    —¿Qué opinas José? —le preguntó Miguel y su amigo, detalló a lo lejos la propiedad y le habló de esta forma:

    —... En forma genérica... no está nada mal. Yo tumbaría esa cabaña y construiría un Palacio... claro... a mi gusto. Aunque... aún no sabemos... cuánto costará todo este Edén...

    —La zona está excelente... ¡Mil puntos! —intervino Jaime, muy emocionado.

    —¡Estamos de acuerdo! —convino José—. ¡Estoy fascinado de tanta belleza! ¡Nunca me imaginé tanta belleza y relativamente cerca de dónde vivimos! ¡Tanta belleza... tanta paz... ! ¿Será esto el cielo?

    —¡Y hasta Centro Comercial aquende!

    —... Y bodegas...

    —¡... Y tiendas de todo tipo... !

    —¡Carnicería cerca!

    —¡... Hasta leche fresca y quesos también!

    —¡... Hasta las hortalizas son frescas... !

    —¡... Verduras de todo tipo... y frescas... recién sacadas de la tierra!

    —¡Tienes naranjas frescas y rozagantes!

    —¡Guayabas!

    —¡Guanábanas grandes y hermosas! ¡Mangos, grandes... verdes... amarillos y rojitos... hummm! ¡Mira esos cambures... esos plátanos!

    —... Con problemas en los servicios básicos... pero lo tiene...

    —... Si es cierto... pero no es un mal como para morirse...

    —... Ya verán que con el tiempo... estos problemitas quedan subsanados.

    —... Así son las cosas... primero... poblados... después: barrios... y con el tiempo: Grandes Urbanizaciones.

    —... Sí en realidad... De todas las propiedades que hemos visto... la más feíta y como abandonada... es esta...

    —... Sí en verdad... desde aquí... se ve... que no tiene ninguna calidad de construcción... al parecer fue hecha por etapas... es deficiente su cimentación.

    —... Lo más seguro, es que sus actuales dueños... han ido construyendo de acuerdo a su presupuesto...

    —... Bueno... esto te favorece... es evidente... que al no tener, ni piscina... ni ser una construcción de primera... al no tener ni garaje... ni tener una buena cerca... debería ser más barata que cualquiera de las otras que hemos venido viendo... ¿Verdad?

    Los tres seguían detallando la posesión en cuestión. Miguel, se sentía muy feliz... al parecer... estaba presto a entrar en negociación con sus dueños.

    «La compraré al precio que sea» —pensaba en solitario. A cada instante, se fortalecía con ese pensamiento. Alelado, intuía que ese sería su nuevo hogar.

    Tenía que tener bien presente, el aspecto general de dicha construcción... la calidad de cercado... las plantas frutales... el cuidado en general que le prestaban a la propiedad en general. Y también sumamente importante: Su entorno. Los colindantes. Sus moradores.

    Su ámbito. Su atmósfera. Todo muy bien enmarcado.

    A su alrededor, se respiraba... se sentía ese espíritu de progreso, de florecimiento; de avance.

    Y el pedazo de tierra a negociar... parecía una regresión a un pasado... ominoso; decadente.

    Una demora en el tiempo. Rezagada en el espacio. Retardada.

    Como resistiéndose a los cambios. Tosquedad.

    Todas estas opiniones... sin haber hecho acto de presencia al susodicho predio y siempre a los alrededores.

    Visualizando y analizando desde su entorno. Contexto.

    Considerando cada detalle. Distinguir y examinar... en eso estaban.

    —... No está nada mal... —asentía convencido el comprador.

    Tanto estuvieron preguntando e indagando... que pronto varios de los vecinos, comenzaron a dudar de las verdaderas intenciones de este trío.

    Ante esta imprecisión, Miguel decidió que ya era tiempo de comparecer al sitio y poco a poco, se fueron acercando.

    —... Bueno Miguel... lo único que puedo agregar es que, estos vecinos se cuidan entre sí —agregó en forma meditativa Jaime.

    A lo que José añadió:

    —¿... Al menos... son ariscos o desconfiados?

    —... Son ásperos...

    —... Huraños...

    —... Preferiría decir... que se cuidan unos a otros... —aseveró Miguel.

    —¡... Yo diría que aparte de ariscos... son muy desconfiados! —atinó a afirmar José.

    —¡Ja, ja, ja, ja... si les caes bien... puede que te protejan tus cosas Miguel! —jocoso y de forma amena afirmó Jaime.

    —... Recuerda ese adagio que pregona: ¿Quién es tu hermano... ? —preguntó José.

    —¡Tú vecino más cercano! —respondió casi al instante Jaime.

    Los tres se congratularon del celo de esos vecinos.

    Al final, se dirigieron en su carro al dichoso usufructo que estaba en venta. Jaime se bajó del carro.

    Tocó en el portón. Esperó. Y nadie salió. Jaime siguió insistiendo.

    —¡Toca la corneta del carro Miguel! —opinó Jaime.

    Miguel, tocó tímidamente la corneta.

    Esperaron... y nada... nadie, ni salió... ni contestó.

    Aguardaron.

    —¡Ni perros nos han ladrado!

    —... Vuelve a tocar Miguel...

    —... Al parecer... no hay nadie.

    En vista de que nadie contestaba. Jaime propuso:

    —¡Mejor se bajan... y tocamos el portón de nuevo!

    —¿Y eso por qué? —preguntó Miguel.

    —La gente del campo, es muy desconfiada Miguel —aseveró José.

    —¡Es cierto! —confirmó Miguel.

    Miguel y José, se bajaron del carro y fueron hasta el portón.

    Tocaron. Esperaron. Insistieron.

    Al rato, salió una tímida mujer, quien al verlos, los detalló de pies a cabeza. Miraba a uno y a otro. Y sin ningún tipo de recato, ni pudor les preguntó a boca de jarro:

    —¿Son cobradores?

    —¡No!

    —¿Son evangélicos?

    —¡No!

    —¿Son vendedores?

    —¡No!

    —¿Vienen a traernos algo bueno?

    —¡No!

    —¿Ustedes son malos?

    —¡No!

    La suspicaz fémina, los miraba con aprensión. Su recelo se confundía con su temor. Era evidente su incredulidad. Asegurándose a sí misma, que allí habría una trampa: «Caza bobos. Seguro que sí».

    —¡Pues tienen cara de malas intenciones! —les espetó después de un minucioso examen. Asegurándose a cada instante... «Algo se traen entre manos».

    —¡Por favor!

    Reticente y sin disimular su incredulidad, insistía en sus preguntas. Ya que su desconfianza crecía a la par con su recelo.

    —¿Seguro... que no son ni malos... ni cobradores... ni vendedores? ¿Ni evangélicos?

    —¡Somos gentes de paz!

    —¿Son familia de mi Señor?

    —¡No!

    —¿Acaso son de mi familia?

    —¡No!

    —¿... Seguramente son del gobierno... ?

    —¡No!

    —¿Ah... vienen a cobrar la electricidad... ?

    —¡NO!

    —¿... Están cobrando el agua... acaso... ?

    —¡NO!

    —¿Los envían... por algún chisme? ¡... Por qué si es así... ! —en ese momento, le pareció que su pobre corazoncito, comenzaba a latir sin cesar. ¿Será qué... ? ¿O será... .? ¿Qué se traerán estos individuos?

    —¡NO! —los chavalos no salían de su asombro. ¿Cómo podrían convencer a esta incrédula?

    —... No son cobradores... no son vendedores... no son evangélicos... no nos traen ni chismes buenos... —parafraseaba se una y otra vez, signo más que evidente. ¿Qué será... ?

    —¡Nada de eso somos! —el momento de verdad que les era harto comprometido y oneroso.

    —¿... Son ladrones?

    —¿Nosotros... Y con este porte? ¡Menos!

    —¿... Nos vienen a saquear... nuestras cositas... ? ¡... Mi esposo es muy bravo! ¡... A él no le gustan que les roben sus riquezas... digo sus... pertenencias! ¿Nos vienen a despojar de lo nuestro? —sin saber qué hacer... los miraba de reojo... de arriba hacia abajo... miraba hacia los lados. En su pensar, estaba alarmada... casi al paroxismo. Algo le prevenía que esas presencias... eran nefastas.

    —¡NO!

    —¿Nos vienen a secuestrar... acaso? —mirando de reojo... comenzó a retroceder.

    —¡Señora!

    —... Por qué les advierto algo... si me secuestran a mí... mi esposito... no tiene mucho dinero... ¡Quiero decir... poquito... muy poquito dinero! ¡Dios mío... ayúdame! Estos vienen con malas intenciones.

    »¿Me van a secuestrar a mí? ¿Serán capaces de... violarme? ¿... Desflorarme... a mí... ? ¡Me van a deshonrar mi honra... ! —No era cuento ni melodía, ya estaba empezando a clarificar...

    —¡... Que no señora! —una y otra vez, los chavales se miraban con angustia... con desasosiego.

    —¿Seguro? ¿... Y entonces... a qué han venido?

    —... Hemos venido por los dueños de...

    —¡Auxilio! ¡Socorro! ¡... Me quieren secuestrar a mí solita... y son tres hombres... contra mi solita!

    —¡... Señora... por favor... deje el escándalo... ! —siendo visitantes se encontraban contra la espada y la pared. No atinando a entender, el actuar de esa fémina.

    —¡Por favor... hemos venido a negociar esta propiedad... !

    —¡... Sí... sí... estamos interesados!

    —¿Ustedes tres? ¿... Están casados los tres... y yo que pensé que me querían secuestrar a mi solita? —ya la doña no los miraba con pánico... un halito de asco se dibujaba en su rostro.

    —¡Señora... es Miguel él único interesado en comprar... !

    —¡... Porque quiero que sepan que si pretenden secuestrarme... Yo soy una mujer casada! ¡Y muy digna! ¡Y a mi... no me secuestran así de fácil! ¡Yo soy una Señora de la más Alta Alcurnia de toda esta zona y de este país! Habiendo tantas mujeres fáciles de secuestrar... me vienen a acorralar... ustedes tres... ¿Por qué? ¿Alguien les ha hablado de mí? ¿... Quién... ?

    —¿Quién... qué?

    —¡... Sí... quién fue... que les habló de mí... ! ¿Y... tres... contra mi solita... ? ¡Pobrecita de mí! ¿Tres?

    —¡Señora... nadie nos ha hablado de usted!

    —¿Sí? ¿Seguro que fue la Magnolia?

    —¿Magnolia?

    —¿No? ¿No fue ella? ¿... Entonces fue... fue... Estela?

    —¿Estela?

    —¿Tampoco? ¡Es que nadie puede venir a poner en duda de mi honradez y de mi virtud! ¿... Y ahora... ? ¡Menos! ¡... Ahora soy toda una señora... digna de las más dignas! ¡YO SOY MUY HONRADA Y ADEMAS ESTOY CASADA! ¡... Mucho cuidado con eso de querer o pretender... secuestrarme... no crean que por que son tres contra mi solita... yo no me voy a dejar así por así... ¡... Solamente muerta podrán hacer conmigo lo que ustedes quieran... cochinos... sucios... !

    —¿Cochinos... sucios?

    —¡Yo me baño todos los días!

    —¡Y yo no como ni cochino!

    —¿Por qué nos insulta así?

    —¿Acusarnos de cochinos y de sucios... qué es eso?

    —¿Por qué no permito que me hagan nada sin mi consentimiento y sin mi autorización? ¡Jamás van a hacer lo que ustedes quieran con mi cadáver... ! ¡... Y mucho menos... sin que yo lo autorice!

    Los tres miraban insistentemente hacia todos lados, temerosos de que llegaran vecinos, familiares o cualquiera y fuese a creer que ellos eran unos forajidos.

    —... Señora... yo me llamo: Miguel Sánchez... y estoy interesado en comprar esta propiedad... ¿Sí me entiende?

    —¡... Y nosotros solamente somos sus amigos!

    —¡Sí... y lo estamos acompañando!

    —¿... Y no vienen por mí?

    —¡No!

    —¿... No vinieron a aprovecharse de mí... inocencia... de mi ingenuidad? ¿O de mi candidez o de mi castidad... ? ¿Seguro?

    —¡Seguro!

    —¿... Mi Pureza... mi Doncellez... No están interesados? ¿... No... ? ¡No! ¡NO!

    »¿... Y entonces... a qué vinieron... ? —el cambio fue más que patético, del pánico infundado al más irracional gesto de cólera e indignación. Ya los miraba tal como posiblemente una gallina mira a una sabandija. Su asco y repulsión rayaban con su indignación.

    —A ver... si puedo comprarles esta propiedad... —Miguel trataba por sobre todos los medios, de crear confianza y demostrarle que no venían con malas intenciones.

    —¿... Y los tres van a vivir aquí... solitos? ¡Qué alivio... ! ... Digo... no tienen mujeres... ¿Tienen mujeres?

    »... Ustedes... tres... se entretienen entre ustedes... ¿Verdad? ¿Son Lesbianos? ¡Con razón! ¡... CON RAZON! ¡... Resultaron parchitas... ! ¡Otra cosecha perdida! —ahora les gritaba con pedantería.

    —¡Señora!

    —¡Por favor!

    —¿... Y yo que pensaba... ? ¡Pendeja! ¡Por estar creyendo... en apariencias!

    —¿Y qué pensaba?

    —La verdad es que en este mundo se ve cada cosa... ¿Y yo pensando... ?

    El enojo no era fingido... realmente estaba indignada.

    En ese momento se oyó... la voz de un hombre llamándola. Todos callaron. La mujer cambió de color y de temperamento y alisándose prolijamente su vestido, les dijo:

    —¡Es mi señor! ¡Ya saben... ni una palabra de nada de lo que hemos hablado! ¡Ni una palabra!

    ¡Mi Señor... es sumamente celoso y no cree en la palabra de nadie!

    ¡Mucho cuidado! ¡La vida de ustedes va de por medio! —se retiró rápidamente... de repente se detuvo y volviéndose, los increpó así:

    »¡No le gustan las parchitas!

    »¡Tampoco los lesbianos! —y sin proferir más palabras... corrió vertiginosamente al llamado.

    Los tres se quedaron viendo a la mujer, en cuanto partió obedeciendo el llamado de su Señor.

    —No sé... ustedes... pero me da la impresión de que estamos como amenazados...

    —... Coincido contigo Jaime...

    —¿Y entonces... que podemos hacer?

    —¡Hemos venido a negociar esta propiedad!

    —¡Claro y eso es lo qué vas a hacer Miguel!

    La mujer, antes de entrar... se detuvo y volteó a mirar hacia los tres...y antes de desaparecer... los regañó con gestos.

    —¿No será mejor que nos vayamos y... ya?

    —¿Y si nos acusa con su Señor?

    —¿De qué puede acusarnos?

    —¿De Parchitas?

    —¡No... de Lesbianos!

    —... De quererla robar...

    —... De querer cobrarle...

    —...

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