El Lado Oscuro de la Luna
Por C. Sean McGee
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Ambientado con le letra y la musica de Dark Side of the Moon de Pink Floyd, esta es la historia de Theodore, el conejo privado de sus derechos; trabajar incansablemente en la luna para cavar un agujero de un lado a otro para dejar pasar el sol; tocar en una banda de rock mundana y tener sexo desenfrenado pero sin mucho entusiasmo.
C. Sean McGee
"I write weird books."
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El Lado Oscuro de la Luna - C. Sean McGee
EL LADO OSCURO DE LA LUNA
POR
C. SEAN MCGEE
CAPITULOS
HABLAME
RESPIRA
EN LA CARRERA
TIEMPO
EL GRAN CONCIERTO EN EL CIELO
DINERO
NOSOTROS Y ELLOS
CUALQUIER COLOR QUE TE GUSTE
DAÑO CEREBRAL
ECLIPSE
HABLAME
Cuando un corazón palpita en el interior de un conejo, uno puede asumir que incluso en su quietud, incluso la ausencia de su respiración o en el silencio de su llanto, incluso en la frialdad de su piel o en el vacío de su ojo, que él esta, en alguna manera, vivo y si le preguntas entonces tal vez él podría decirte que así era como siempre había parecido en eso, en ningún momento; en todo eso él ha visto y todo eso que él ha hecho y en todos los campos a los cuales él tuvo que correr, alguna vez sintió como tuvo vida, de cualquier forma, ya empezó.
El corazón de Theodore golpeaba una y otra vez y el seguía cada latido como una huella en el tiempo, preguntando si estaba caminando en círculos lentos hacia su propia intrépida finalidad y se vio así mismo en un brillante campo naranja con cientos de miles de millones de flores naranjas brillantes todas meciéndose sobre un sol naranja brillante el cual ha sido pintado sobre un cielo azul brillante y con cada latido de su corazón, un puno mecánico gigante se balanceo hacia abajo desde los brillantes cielos invisibles y aplastaron un circulo de flores naranjas brillantes no muy lejos de donde el permaneció y mientras saltaba a través de las largas hojas de hierba; sintiendo el sol calentando su fino pelaje mientras la flores color naranja brillante rozaban suavemente su rostro, haciendo cosquillas por su cola tupida, él se preguntaba a sí mismo, ?Estoy enojado?
Y estimulado por su anhelo, para no ser un loco, Theodore el conejo deseo irse del sol y rezo por una lluvia deplorable.
Se mató a sí mismo
dijo en voz alta en su cabeza como si las palabras fueran otras describiendo como este conejo había terminado tan obviamente muerto.
Está loco.
Está molesto.
Esta demente.
Confundido.
Nunca ganara una carrera con zapatos apáticos.
Esta chiflado.
Él es amable.
Él está claramente loco.
Hay algo obviamente muerto en su cerebro.
Y las voces repetían dentro de su mente y deseaba en el color por un lugar seguro para esconderse; en el verde del pasto y el naranja de las flores, por algún lugar para excavar, un refugio para acobardarse.
Y el sonido de su corazón latiendo ahora estaba golpeando más rápido y más fuerte y no parecía que nada de eso fuera a terminar. Y con golpe siempre perorado, se quedó de pie con un asombro vacío como anteriormente, a través del cielo azul brillante vino un martillo mecánico aplastante como un puño y se extendía desde los cielos y golpeaba el suelo con cada latido de su corazón un sonido luego tortuoso; pulverizando, evocando, profanando, expulsando cada flor de naranja brillante, de modo que todo lo que quedaba era una brecha cavernosa en la tierra, un giro incoloro de afecto, tierra negra fétida.
Theodore salto a través de las hojas de pasto y las coloridas flores intentando olvidar el sonido de su propio corazón pero no sirvió de nada. Por cada flor naranja que su pequeña nariz rosa toco, mil más fueron pisoteadas por enormes puños mecánicos oscilantes hasta que toda la llanura fue rápidamente violada de todo su color y Theodore permaneció; con su pequeña nariz rosa olfateando el aire, por la última brizna de hierba que se aferró como un niño asustado a la última flor de naranja que estiró el cuello hacia el cielo en un último beso desafiante del sol.
Mirando hacia el cielo azul, Theodore pudo ver el puno mecánico brillante balanceándose suavemente de ida y de vuelta como si hilos finos lo mantuvieran enlazado a las estrellas y solo el más fino respiro lo liberaría, aplastando sobre él.
Y así contuvo su respiración e intento calmar su despótico corazón y sus orejas se llenaron con pesadas influencias de bromas de borracho de estúpidos conejos y entonces el sonido de cerraduras haciendo clic y de robo de carteras y el sonido de las cajas registradoras sonando como un coro cantando que todo pensamiento fue dicho y que toda enseñanza fue vendida completamente y cada cosa tuvo un precio y cada precio tuvo un lugar y cada lugar tuvo un número y cada número tuvo una cara y cada mentira pudo ser medida como una verdad erudita como el tiempo para el dinero o la edad para la juventud, para uno y el otro fueron pensados como real, como estados para adquirir o inclinaciones para robar y el sonido de todo esto fue tan sonoro en su cabeza que el pobre y viejo Theodore, deseaba y deseaba estar muerto.
El volteo su vista desde lo alto del cielo y hablo a la flor con una lagrima en su ojo y dijo Lo siento, esto es lo que soy, que te imagine flor y la mano mecánica y nunca debí haberlo hecho, imaginarte viva, por todo lo que he hecho es maldecir que mueras.
Y la flor dibujo con esfuerzo una sonrisa y un suspiro y se secó con su pétalo del invierno en su ojo.
No estoy loco
dijo Theodore.
La flor sonrió.
Theodore miro hacia el cielo y pudo ver, montado sobre el puño mecánico estaba un pequeño y enojado fanático que lucía un rayado bigote en blanco y negro, gritando y borracho, apestoso y mal oliente y sus palabras se fueron hundiendo, derribándose y ahogadas.
Tú has estado siempre enojado, como la mayoría de nosotros hemos sido, es muy difícil de explicar por qué estás enojado
dijo El Tejón con una contemplación en un momento de dubitación, incluso si tú no estás chiflado.
Theodore beso la flor naranja brillante y su corazón latió por última vez y miro hacia el cielo azul brillante donde el sol naranja brillante jugo de testigo a la vida y muerte de todos, sonrió y espero que esta seria alguna especie de final.
RESPIRA
¿Puedes verlo? ¿Está contigo, en esta habitación? Preguntó El Gurú.
El sonido de un torturado riendo y vendiendo manos cerradas