TOP SECRET
A pesar de haber sido un factor decisivo en todos los conflictos bélicos de la historia, la trascendencia del espionaje suele pasar desapercibida, aunque fuera determinante a la hora de influir en el resultado final de una contienda. Al fin y al cabo, por razones obvias, nunca ha convenido a nadie que llamara mucho la atención. No obstante, la realidad es que, desde el mismo momento en que una tribu de nuestra especie quiso imponerse a otra en la lucha por los recursos que pudieran garantizar su supervivencia, la posesión de información confidencial que diese algún tipo de ventaja se convirtió en algo vital.
En la Antigüedad encontramos numerosos ejemplos que revelan el papel decisivo de los espías a la hora de recabar esa información vital para derrotar a rivales o enemigos. Así lo atestiguan numerosos documentos historiográficos.
Un oficio muy antiguo
Sumerios y babilonios introdujeron la escritura en los albores de la civilización y, aunque su conocimiento estaba limitado a un círculo muy reducido de personas, ya entonces fue necesario encriptar algunos textos para evitar que secretos políticos, económicos o militares fueran conocidos por ojos no deseados. En Mesopotamia se perfeccionaron algunos de estos métodos, al mismo tiempo que se recurrió a mercaderes y exploradores para que ejercieran de espías en tierras lejanas y aportaran información relevante sobre los movimientos e intenciones de otras potencias regionales. En el Antiguo Egipto los faraones contaron con una amplia red de espías que los mantenían al tanto de lo que ocurría más allá de las fronteras de su Imperio. Estos informadores no sólo resultaron útiles para conocer los movimientos de los hititas, su principal enemigo externo; en algunos de los textos escritos legados por esta civilización encontramos
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