Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Detrás del Último Nunca Va Nadie
Detrás del Último Nunca Va Nadie
Detrás del Último Nunca Va Nadie
Libro electrónico151 páginas2 horas

Detrás del Último Nunca Va Nadie

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Esta es una nueva aventura de Aquiles, el vigilante jurado de El sexo gordo de Pepete. Ahora la historia transcurre en su pueblo junto a su primo Doro y sus sobrinos, venidos de la capital a pasar las vacaciones de verano. En esta ocasión tiene que desenmascarar una banda de ladrones que se dedican a robar las joyas de las personas más ricas de la zona. Para ello usará varios disfraces para descubrir a los ladrones.

IdiomaEspañol
EditorialDaniel Galán
Fecha de lanzamiento26 may 2020
Detrás del Último Nunca Va Nadie
Autor

Daniel Galán

Daniel Galán nace un lunes de Diciembre de 1957 en San Sebastián (Guipúzcoa) en el seno de una humilde, pero respetable familia de clase trabajadora. A la edad de dos años es trasladado a Madrid, donde realiza sus estudios de Bachiller. Su afición al estudio y al ansia de asimilar nuevas ideas, le llevan al Conservatorio donde cursa estudios de interpretación, así como dirección artística y guionista.Trabaja como actor en los mejores teatros de Madrid y de media España. Realiza varias películas y con su peculiar voz interviene también en algunos seriales radiofónicos.Desde su juventud muestra rebeldía ante la vida por la verdad y la justicia, quedando reflejado en sus escritos.Es persona de pensamiento amplio, tolerante y con un gran sentido del humor, dispuesto siempre a vivir una existencia sencilla, mientras ésta pueda ser libre.

Lee más de Daniel Galán

Relacionado con Detrás del Último Nunca Va Nadie

Libros electrónicos relacionados

Humor y sátira para usted

Ver más

Artículos relacionados

Categorías relacionadas

Comentarios para Detrás del Último Nunca Va Nadie

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Detrás del Último Nunca Va Nadie - Daniel Galán

    Detrás del último nunca va Nadie

    Daniel Galán

    I

    Aquiles y Doroteo, estaban sentados en el porche de su tienda, mientras tomaban el fresco bajo la sombra del toldo. Aquiles, relamía con gusto una bola de helado de chocolate en un cucurucho. Doroteo en cambio, succionaba de una pajita el delicioso y refrescante granizado de limón de un gran vaso de plástico.

    Su tienda era una panadería que en aquellos momentos, tenía poca clientela. Y aunque la tuviera, a ellos les importaba un carajo, ésta estaba atendida por la hermana pequeña de Doroteo. Pequeña de edad, que no de tamaño. Era una joven que rondaba los veinticinco. Llevaba unas gafas cuadradas de plástico negro y un aparato en la boca, llamado brackest, para terminar de corregirle el defecto de sus dientes, los cuales parecían haber estado bailando break dance, en su adolescencia. Su pelo era de un color cobrizo y largo con raya en medio y dos coletas a los lados, tras las orejas. Sus pómulos y nariz, estaban salpicados no muy exageradamente, por unas graciosas pecas. Para estar detrás del mostrador, vestía una bata de color rosa, ajustada por la cintura, con un delantal blanco.

    Era mediados de Agosto y el sol apretaba más que una boa constrictora. Aquiles sudaba y se secaba el sudor con el pañuelo que sostenía en su mano izquierda, mientras seguía dando buena cuenta de la bola de helado.

    -¡Como siga este calol, se me van a derretil los sesus!- dijo Aquiles.

    -Yo, más bien creo que se nos van a cocer. Si no están cocíos ya- opinó su primo Doroteo-. Porque no tengo ganas ni de pensar.

    -A ti no haci falta que se te cuezan.

    -¿Por qué dicis esu?

    -Porque tú no piensas, ni estandu frescu.

    -¡Cómo que tú piensas mucho!

    -Lo suficienti pa no cansalmi.

    -¿Cansarte? Pero, si ya naciste cansao.

    -Eso sís verdad. Es que la vida cansa muchu.

    -¡Qué va! Lo que cansa, es no hacer na. Aunque a ti lo que te pasa, es que tus neuronas se han io de vacaciones.

    -Pos seguramente- ratificó Aquiles-. Pero solo san io las espabilás. ¿Y hablandu de vacacionis? ¿Cuándu vienin los sobrinus?

    -La semana que viene, creo. Y estarán hasta final de mes.

    -Ya tengo ganas de verlus- dijo Aquiles-. Sobre to a Bea. Estará hecha una mujercita.

    -Ya te digo. Con doce añitos ya es toda una mujer.

    -Buenu, no tan mujercita. Aún es mu infantil. Alguna broma le gastaré. Solosperu que su hermanu, traiga nuevus librus de caracterización y maquillaji. Los que me traju el veranu pasau ya se man quedau algu obsoletus. Y tengunas ganas de disfrazalmi…

    -Yo también tengo ganas.

    -¿De disfrazarti?

    -¡Nooo!- soltó Doro a modo de aspaviento-. De verte disfrazao. Así, los muchachos y yo nos echaremos unas risas.

    -Lo joíu, es que en este pueblu nunca pasa na.

    -Bueno, pero nos divertiremos cuando vengan los feriantes.

    -Eso sí.

    -Aunque también tenemus al Gruñón. Siempri nos podemus reír de él.

    -Ya me aburri. Siempri dici lo mismu. No cambia nunca de repertoriu.

    -Ese sí que se ha quedado obsoleto. ¿Cuántos años lleva diciendo la misma frase?

    -No lo sé, perun montón.

    -Seguro que ya nació, diciéndola.

    -No me extrañaría na.

    -¡Os voy a poner firmes a toos!- exclamó Doro, imitando al gruñón.

    Los dos acabaron riendo.

    El Gruñón, no era otro que el policía del pueblo. Era un tipo rechoncho, con cara de morsa, por su bigote frondoso que recordaba a dicho animal. También le llamaban así. No le gustaba que Aquiles se entrometiera en sus asuntos, porque se creía más inteligente que él, aunque éste hubiera hecho un curso de vigilante jurado por correspondencia. También por el mismo método, había terminado otro curso de investigador privado. Y como según decía el Morsa, él era la ley y no soportaba que nadie se entrometiese en sus asuntos. Pero la realidad era que, Aquiles a pesar de ser medio bobo, el Gruñón le ganaba con creces.

    La semana transcurrió más deprisa de lo que tarda en caer las hojas de los árboles, en otoño. Por fin llegaron los sobrinos de Doroteo, y familiares también de Aquiles, pero familiares tan lejanos que ni el mismo sabía de dónde venían, ni en qué categoría ubicarlos. Ya que eso de andarse por las ramas, como que no le gustaba mucho, sobre todo tratándose del árbol genealógico familiar.

    Cuando llegaron, Doroteo los miró detenidamente ya que venían más negros que el sobaco de un grillo. Habían pasado las primeras semanas de Agosto, en la playa de Benidorum, como la llamaba Aquiles.

    Tras haberse instalado y demás; Marcos, el hermano de Bea, había traído más revistas de maquillaje y caracterización, que le entregó a Aquiles.

    Éste, estaba exultante de alegría, mientras hojeaba las revistas.

    -¡Qué buenu que te acordasti!- exclamó Aquiles.

    -Ya te dije que te las traería- le respondió Marcos-. Tengo ganas de ver qué disfraces usarás éste verano.

    -Yo también, tío-. Dijo la pequeña Bea.

    Para abreviar, con tanta consanguinidad, le llamaban tío, sin más. Aunque a Bea, se le escapaba muy a menudo lo de tío gordi. Bueno, y a los demás también. Y no es que fuera demasiado gordo, sólo tenía un poco de barriga de las llamadas cerveceras, aunque en el caso de Aquiles, más bien era de las tragaderas que tenía. No pensaba más que en comer. Y en verano, lo que le volvía loco eran los helados de chocolate, en cucurucho.

    -No te preocupis- le contestó Aquiles-. En tu honol he preparau un disfrá, algu especial.

    -¡Qué bien!- exclamó la pequeña-. ¡Ya tengo ganas de verlo!

    -Y todos- dijo Doroteo-. Yo también tengo ganas de ver como hace el gilipollas, con ese disfraz.

    -¿Qué tien de malu mis disfraces, eh? ¡Mediu metru! Lo que tienis es envidia, porque a ti el únicu disfrá que te vali es el de pulga.

    -¿Es que no os cansáis de meteros el uno con el otro?- preguntó Bea.

    -No-. Respondieron casi al unísono.

    -Pero si en el fondo nos queremos- subrayó Doroteo.

    -Sí- remató Aquiles-. Pero, mu en el fondu.

    -Lo que pasa, es que el fondo es muy hondo.

    -Claro, por eso se llama fondu. Además, si no nos metiéramus el unu con el otru, nos aburriríamus un montón.

    -Hasta que no vengan los feriantes, algo tendremos que hacer.

    -¿Cómo será la feria este año? ¿Vendrán atracciones nuevas?

    -No lo sé, Bea- le contestó Doroteo-. Pero aunque sean las mismas, siempre veremos caras nuevas. Según me ha dicho Nico, el hijo del Alcalde; son casi las mismas de siempre, aunque creo que viene una nueva.

    -¿Sí, y cuál es?- quiso saber la pequeña.

    -Creo, que es como una exposición de trajes de época.

    -¡Buah! Eso no es divertido. Ver trajes y más trajes. Eso ya los veo en los libros de historia- dijo ahora Marcos-. Será de lo más aburrido.

    -La historia, nunca es aburria- dijo Aquiles-. Es conocimientu.

    -Pues si nos aburrimos, nos iremos al lago, a divertirnos con las barcas y los patos- soltó Doroteo.

    -Sí, como la vez que te caíste al lagu- se empezó a reír Aquiles-. Tenías que haberte vistu. ¡Parecías un marraju de esos chiquininus!

    -¡Vale! No me lo recuerdes. A punto estuve de coger una pulmonía.

    -No, si tú con tal de cogel lo que no es tuyu…

    -¡Venga, ya!- cortó Bea-. No empecéis otra vez. Invitarnos a un refresco.

    -Auto invítate tú- le dijo su tío Doro-. Entra dentro y se lo pides a Balta.

    -Sí, yo también quiero- dijo su hermano Marcos-. ¡Tonto el último!

    Echó a correr hacia el interior de la tienda. Su hermana Bea fue tras él.

    Balta, era la hermana de Doroteo y por aquello de la tradición y demás tonterías que había en los pueblos, llevaba el mismo nombre que una abuela suya, Baltasara. Pero todos la llamaban, Balta.

    Fue Aquiles quien empezó a llamarla así, ya no solo por ahorrar palabras, sino porque decía que sonaba más místico, como una diosa de las antiguas amazonas.

    Igual pasaba con el pueblo en el que vivían. Se llamaba Casas de Don Gómez, pero le llamaban Casangómi. Y ya no solo era por abreviar, sino porque en extremeño se decía de esa forma.

    El nombre, según creía Aquiles, era debido a que los antiguos habitantes hicieron cuatro casas y los que las hicieron se llamarían todos de apellido, Gómez. En realidad, nadie lo sabía. El pueblo tenía según el último censo realizado, unos trescientos habitantes. Sólo en época estival, lograba llegar a los cuatrocientos como mucho, debido a todos los que emigraron a la capital para no estar detrás de un arado, destripando terrones y regresaban en esa época para estar con sus familias. Muchos presumían, haciendo creer que les iba bien y venían con coches, que creían de buen postín. Solo por el qué dirán. Aunque esto, no sólo ocurría en los pueblos. En cualquier parte del mundo, se vive a menudo, por el que dirán.

    Aquiles y Doroteo, estaban contentos por tener de nuevo a sus sobrinos. Pasaban bastante tiempo con ellos. Iban al lago a bañarse, paseaban en bici, o se iban al río a pescar, aunque lo que más hacían era gandulear, mientras tomaban refrescos y cientos de helados.

    Una de esas veces, mientras estaban bajo la sombra del toldo, intentando refrescarse del intenso calor de Agosto, vieron a don Gruñón pasar deprisa, con dirección a su oficina.

    -¿Qué le ocurre al Morsa?- quiso saber Marcos-. Ayer le vi también con prisas y con cara de preocupación.

    -Estará detrás de algún casu- opinó Aquiles.

    -Nico me ha dicho que ha habido bastantes robos por los pueblos de alrededor- aclaró Doroteo-. Quizá esté con la mosca detrás de la oreja, por si ocurre aquí.

    -¿Con la mosca?- se burló Aquiles-. Ese tieni un enjambri enteru.

    -Yo he visto en las noticias, que el diamante Koh-i-noor, y que fue presentado en el Museo Reina Sofía, fue robado- explicó Marcos.

    -¿No decías que la historia te aburri?- le preguntó Aquiles.

    -Yo no he dicho que la historia me aburra. Lo que he dicho, es que debe ser muy aburrido, ver trajes de época en una feria. Además, nos llevaron a toda la clase a verlo al museo, para luego hacer una redacción sobre él y conocer su historia.

    -¿Y era bonito?- preguntó Doroteo.

    -¿El qué?

    -¡Pues que va a ser! El diamante.

    -Ya lo creo- dijo su sobrino-. Su nombre significa montaña de luz en persa. Ha pertenecido a gobernantes persas, hindús, mogoles y algunos más. Siempre era tomado como botín de guerra, hasta que la Compañía de las Indias Orientales se quedó con él para que formara parte de las Joyas de la Corona Británica, cuando la Reina Victoria fue proclamada emperatriz de la India en 1877. Luego lo insertaron en la corona de la Reina.

    -¡Ostrín! ¡Cuánto sabes!- exclamó Doroteo.

    -¿Y visti la corona?- quiso saber Aquiles.

    -Sí, y era preciosa.

    -Seguro que sí- siguió Aquiles-. Aunque, es muy posibli que esa corona haya sio ya descuajaringá entera pa venderla a cachos.

    -Pues lo ladrones lo van a tener crudo- siguió Marcos.

    -¿Y eso por qué?- preguntó Doroteo-. Yo lo que creo es que se lo van a llevar crudo, o

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1