Murallas
1.- Me entero que Luis Eduardo Aute murió. De una complicación del correr de la sangre. Recordé la última vez que nos vimos, en junio de 2010, en Zacatecas. Iba a presentar su libro y necesitábamos un cigarro. La iglesia de Santo Domingo, recién restaurada, iba a funcionar como auditorio y, desde temprano, se había formado una fila de entusiastas de sus canciones para escucharlo. Por seguridad de Aute, ateo como Joaquín Sabina, los organizadores nos encerraron detrás del púlpito desde una hora antes. Y empezamos a necesitar un cigarro, así que nos adentramos en la iglesia y descubrimos que en una sala que todavía olía a pintura se amontonaban estatuas de ángeles, el brazo musculoso de alguien –Aute opinó que era de Moisés–, varios Cristos en
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos