Amenudo, cuando invocamos la imagen del fantasma lo hacemos en base a una tradición relativamente reciente, influenciada por la cultura y el tiempo que nos ha tocado vivir. La literatura y el cine son en gran medida culpables de los fantasmas que pueblan nuestra imaginación, nuestras pesadillas y desvelos y, en ocasiones, también nuestros anhelos.
Al margen de la existencia real de estos entes, lo cierto es que las historias de fantasma dicen mucho sobre nosotros y nuestra relación con la muerte y nuestros muertos. Los casos de apariciones fantasmales se cuentan por cientos, sin necesidad de irnos muy atrás en el tiempo. El estudio de la evolución de la representación y el concepto de fantasma es un terreno apasionante que, insistimos, dice mucho sobre los vivos. Invocar hoy día la imagen del fantasma clásico de finales del siglo XIX y comienzos del XX provocaría cuanto menos una sonrisa en aquel que tuviera la suerte o la desgracia de presenciarlo. Y es que, los fantasmas de aquel tiempo no tan lejano hoy nos parecen parodias: una sábana y unas cadenas como atuendo, tal y como puede observarse en algunas imágenes espiritistas de la época.
Lo que está claro es que la creencia en los fantasmas y espíritus ha sido una constante a lo largo de la Historia. Relatos de todo tipo colman las fuentes antiguas. Resulta de lo más curioso acudir a ellas para comprender mejor cómo nuestros antepasados entendíanel concepto de fantasma y, por tanto, cómo hemos llegado a