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La rebelión de la creación y otros cuentos
La rebelión de la creación y otros cuentos
La rebelión de la creación y otros cuentos
Libro electrónico53 páginas41 minutos

La rebelión de la creación y otros cuentos

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Información de este libro electrónico

Cuentos e historias contemporáneas que reflejan los momentos difíciles y angustiosos por los que pasa la gente común de las ciudades y el ser humano en general.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento5 jun 2024
ISBN9798227195395
La rebelión de la creación y otros cuentos
Autor

Luis Enrique Alvizuri García Naranjo

Luis Enrique Alvizuri García Naranjo (Lima, Perú, 1955). Publicista, filósofo, locutor, cantautor. Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía y de la Sociedad Nacional de Intérpretes y Ejecutantes de la Música, SONIEM.

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    La rebelión de la creación y otros cuentos - Luis Enrique Alvizuri García Naranjo

    La rebelión de la creación

    y otros cuentos

    Luis Enrique Alvizuri

    Contenido

    El ambicioso y el campesino

    El rey del reel

    Galácticos

    La máquina divina

    La rebelión de la creación

    Las hormigas

    Los dos vecinos

    Noche de viernes

    Nueva era

    Nunca más

    La máquina prodigiosa

    Microcuentos

    El ambicioso y el campesino

    2009

    Un rey al que le gustaba conocer el alma humana quiso saber qué hacen los hombres cuando les regalan dinero. Entonces recorrió su reino hasta que encontró a dos de ellos: uno era un sencillo campesino y el otro uno muy trabajador, pero también muy ambicioso. A los dos les dijo: a cada uno les voy a entregar una bolsa de monedas de oro para que les saquen provecho. Después de un año veré qué cosa han hecho con ellas. Así paso el año, con su primavera, su verano, su otoño e invierno, hasta que el tiempo se cumplió. Fue entonces el rey donde el primero y le dijo: ¿qué has hecho con el dinero que te di? Este le respondió: Mi gran rey, observa. Y le mostró un gran campo sembrado. Estaba todo verde y lo recorrían un cristalino río y transparentes acequias. Le rodeaban muchos árboles frutales y las aves revoloteaban por todos lados. El paisaje era colorido y hermoso. El hombre le volvió a hablar al rey: Majestad, mira al costado y verás cuánto he cosechado. Y le mostró muchas frutas y verduras, grandes y provocativas. Con ellas puedo mantener a mi familia durante el año que viene y hasta darle una parte a usted, en prueba de mi agradecimiento. El rey le tomó de los hombros muy complacido y le dijo: Has hecho bien contigo, con tu familia, con tu rey y con la hermosa tierra que aquí veo. Sigue así y sé feliz.

    El rey entonces se marchó muy contento a ver al otro hombre. Pero cuando estaba ya cerca, lo sorprendió encontrar un enorme cerco que no permitía pasar a nadie. El rey quiso entrar, pero unos guardias se lo impidieron. En vez de ordenar a su ejército que le abrieran el paso pidió que lo anunciaran ante el dueño de aquel lugar. Cuando lo hicieron salió el hombre, muy asustado, pidiéndole disculpas. El rey lo miró y le dijo: He venido porque se ha cumplido el plazo y quiero ver qué has hecho con el dinero que te di. Entonces el hombre, que tenía un casco de jefe de obras en la cabeza, lo hizo pasar y le mostró el panorama. En medio de un gran valle había un gigantesco agujero que penetraba hasta las entrañas de la tierra. Por él subían y bajaban enormes camiones transportando grandes cantidades de tierra que las depositaban en unas fábricas con altísimas chimeneas. Estas despedían unos espantosos humos negros que oscurecían el día, al punto que parecía ser de noche. Había un ruido ensordecedor que nunca se detenía. Todo era de color gris y no se veía vegetación ni animal alguno, mientras que, por un costado, un pestilente río verdoso salía de las entrañas del lugar. El ambicioso hombre dijo: Mira, mi rey. Con lo que me diste he hecho esta mina de la cual extraigo grandes riquezas. Debes estar muy orgulloso de mí, puesto que parte de lo que saco también va para tus bóvedas y eso te va a hacer aún más rico y poderoso.

    El rey se quedó sin poder hablar, tan sorprendido de oír esas

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