Sitios a los que la gente suele ir de forma excepcional, y a los que yo iba como Pedro por su casa. Y la inmensa mayoría de las veces, solo. Era el cliente perfecto.
ha consistido, básicamente, durante años y años y debido a mi proverbial torpeza en cualquier cosa que tenga que ver con cocinar, en comer y cenar todos los días de restaurante. Jamás he mirado el dinero (miento, desde que me bajaron el sueldo a la mitad, sí que lo miro), y aquello me encantaba, y además me encantaba invitar a la gente. Puede decirse que unía la necesidad con el placer, es decir, que por una parte estaba obligado a comer y cenar fuera porque si no, no cenaba; y por otra, es que me gustaba mucho, y me gusta, ir a esos restaurantes caros. Bueno, lo cierto es que muchos días no ceno, o ceno un yogur. ¿Que qué me