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Diario de un loco: Biblioteca de Grandes Escritores
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Libro electrónico45 páginas29 minutos

Diario de un loco: Biblioteca de Grandes Escritores

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Ebook con un sumario dinámico y detallado: Nikolái Vasílievich Gógol fue un escritor ruso. A pesar de que muchas de sus obras muestran la influencia de su educación y cultura ucraniana, escribió en ruso, por lo que sus obras se consideran parte de la literatura rusa. Su obra más conocida es probablemente Almas muertas, considerada por muchos como la primera novela rusa moderna.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento31 mar 2015
ISBN9783959280358
Diario de un loco: Biblioteca de Grandes Escritores
Autor

Nikolai Gogol

Nikolai Gogol was a Russian novelist and playwright born in what is now considered part of the modern Ukraine. By the time he was 15, Gogol worked as an amateur writer for both Russian and Ukrainian scripts, and then turned his attention and talent to prose. His short-story collections were immediately successful and his first novel, The Government Inspector, was well-received. Gogol went on to publish numerous acclaimed works, including Dead Souls, The Portrait, Marriage, and a revision of Taras Bulba. He died in 1852 while working on the second part of Dead Souls.

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    Diario de un loco - Nikolai Gogol

    loco

    índice

    Diario de un loco

    Índice

    Nikolái Gógol

    Diario de un loco

    3 de octubre

    4 de octubre

    6 de noviembre

    8 de noviembre

    9 de noviembre

    11 de noviembre

    12 de noviembre

    13 de noviembre

    3 de diciembre

    5 de diciembre

    8 de diciembre

    Año 2000, 43 de abril

    86 de martubre. Entre el día y la noche.

    Cierta fecha. Un día sin fecha

    No recuerdo la fecha ni el mes. El diablo sabrá qué mes era.

    Día 1º

    Madrid, 30 de febrero

    Enero del mismo año, que tuvo lugar después de febrero

    Día 25

    Día 34 de febrero de 343

    Nikolái Gógol

    Diario de un loco

    3 de octubre

    Hoy ha tenido lugar un acontecimiento extraordinario. Me levanté bastante tarde, y cuando Marva me trajo las botas relucientes, le pregunté la hora. Al enterarme de que eran las diez pasadas, me apresuré a vestirme. Reconozco que de buena gana no hubiera ido a la oficina, al pensar en la cara tan larga que me iba a poner el jefe de la sección. Ya desde hace tiempo me viene diciendo: Pero, amigo, ¿qué barullo tienes en la cabeza? Ya no es la primera vez que te precipitas como un loco y enredas el asunto de tal forma que ni el mismo demonio sería capaz de ponerlo en orden. Ni siquiera pones mayúsculas al encabezar los documentos, te olvidas de la fecha y del número. ¡Habrase visto!…

    ¡Ah! ¡Condenado jefe! Con toda seguridad que me tiene envidia por estar yo en el despacho del director, sacando punta a las plumas de su excelencia. En una palabra, no hubiera ido a la oficina a no ser porque esperaba sacarle a ese judío de cajero un anticipo sobre mi sueldo. ¡También ése es un caso! ¡Antes de adelantarme algún dinero sobrevendrá el Juicio Final! ¡Jesús, qué hombre! Ya puede uno asegurarle que se encuentra en la miseria y rogarle y amenazarle; es lo mismo: no dará ni un solo centavo. Y, sin embargo, en su casa, hasta la cocinera le da bofetadas. Eso todo el mundo lo sabe.

    No comprendo qué ventajas se tiene al trabajar en un departamento ministerial. Ni siquiera dispone uno de recursos. Pero no sucede así en la Administración Provincial, ni en el Ministerio de Hacienda, ni en el Tribunal Civil. Allí ves a un empleado cualquiera sentado humildemente en un rincón escribiendo. Lleva un frac gastado y su aspecto es tal que ni siquiera merece que se le escupa encima. Sin embargo, fíjate en la villa que alquila durante el verano. No se te

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