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Atrapado por las redes
Atrapado por las redes
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Libro electrónico187 páginas3 horas

Atrapado por las redes

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Como es sabido, el confinamiento obligatorio convirtió a las redes en la forma principal de comunicación, por lo que motivó a que se incrementaran las publicaciones de este tipo en todo el orbe. En el caso concreto de esta publicación, encontramos toda una gama de temas que versan sobre reflexiones de índole filosófica hasta asuntos propios de la política local del Perú, de América y el mundo, intercalados con otros de tipo geopolítico y social. En todo ello se revela cuál es la posición personal de Alvizuri donde prima su independencia en la manera de enfocar y juzgar cada caso en particular.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento4 jun 2024
ISBN9798227718662
Atrapado por las redes
Autor

Luis Enrique Alvizuri García Naranjo

Luis Enrique Alvizuri García Naranjo (Lima, Perú, 1955). Publicista, filósofo, locutor, cantautor. Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía y de la Sociedad Nacional de Intérpretes y Ejecutantes de la Música, SONIEM.

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    Atrapado por las redes - Luis Enrique Alvizuri García Naranjo

    Atrapado por las redes

    Filosofía, política y otros comentarios

    Luis Enrique Alvizuri

    Contenido

    Introducción

    Primera parte

    ¿Hacia dónde va el mundo?

    La derecha reformista ha tomado el lugar de la izquierda tradicional

    El pronóstico del Perú es malo, muy malo

    Salud y dignidad para la mujer en vez de aborto

    El feminismo: un nuevo tipo de fanatismo

    ¿Existe una sola humanidad?

    ¿Cuál es la verdadera función de las ONG?

    La calle se pronuncia: Biden no nos representa

    El Vaticano: una inclusión a la fuerza

    ¿Habrá llegado el día de la libertad, de la rebelión de las masas?

    ¿El nuevo orden mundial ya está aquí?

    EEUU: del sueño americano a la pesadilla estadounidense

    Un peligroso país en agonía: EEUU

    La tercera guerra: conservadores versus progresistas

    El doble discurso y la doble moral del progresismo

    EEUU: el cristal ya se rompió

    Progresismo: ¿totalitarismo o libertad?

    Zuckerberg: aquí mando yo, no la constitución

    EEUU: comparaciones y consecuencias

    La libertad de expresión ha muerto

    El progresismo ya tiene el poder

    Una cachetada al matón del barrio

    La utopía progresista

    Violencia buena y violencia mala

    Cómo la derecha ha suplantado a la izquierda

    Segunda parte

    El progresismo: derecha vs extrema derecha

    El control del mundo: las redes sociales

    El secretismo produce las teorías de la conspiración

    Regresa el imperio

    No le digas negro al negro

    Atrapado por las redes

    Tengo plata: puedo ser candidato

    ¿Invadirá Biden Venezuela? Es probable

    El hombre sin dios al poder

    ¿Realmente el mundo es Occidente?

    EEUU frente a su realidad

    EEUU: de la democracia a la oclocracia

    Galileo y su teoría de la conspiración

    Las redes: la policía del pensamiento

    Vuelven los halcones y vuelve la guerra

    El siglo de China

    Ahora lo correcto es seguir las reglas, sean cuales sean

    Las teorías de la conspiración nacen con los regímenes despóticos

    Volvemos al problema de siempre: qué es la verdad

    La crisis del capitalismo: trabajo versus dinero

    El progresismo y el humano políticamente correcto

    Censura legal y censura ilegal

    Cosas de la ciencia y la política

    Las vacunas y el gran negocio de la salud

    Los hombres y sus dioses

    Tercera parte

    Sin la guerra el ser humano sería un simio

    Cómo será el futuro

    Fin y comienzo de un nuevo tiempo

    ¿En el Perú se hace filosofía?

    Filósofos del mundo: necesitamos un nuevo Dios

    La filosofía no cambia al mundo, pero sí lo avizora

    Sobre la conspiranoia, lo científico y la verdad

    El nuevo orden mundial y el destino de la humanidad ¿Conspiración o realidad?

    La importancia de las teorías de la conspiración

    Posturas que impiden el buen filosofar 

    Optimismo vs pesimismo: el destino del capitalismo

    La ciencia ¿lo sabe todo?

    Las pandemias desde otro punto de vista

    Una posible solución: el retorno a la inocencia Antiguo Testamento vs Evangelio

    ¿Qué es el mundo?

    Tienen Harvard, pero carecen de inteligencia y corazón

    La gran oportunidad perdida

    La importancia de la ideología

    ¿Es verdad que el estado es ineficiente? Racismo, prejuicios y política

    ¿Qué ha pasado con el arte?

    Introducción

    Este libro Atrapado por las redes compila una selección de comentarios, análisis, observaciones y puntos de vista que fueron publicados en la página Facebook del autor durante la primera parte de la pandemia, desde marzo hasta fines del 2020. Como es sabido, el confinamiento obligatorio convirtió a las redes en la forma principal de comunicación, por lo que motivó a que se incrementaran las publicaciones de este tipo en todo el orbe. En el caso concreto de esta publicación, encontramos toda una gama de temas que versan sobre reflexiones de índole filosófica hasta asuntos propios de la política local del Perú, de América y el mundo, intercalados con otros de tipo geopolítico y social. En todo ello se revela cuál es la posición personal de Alvizuri donde prima su independencia en la manera de enfocar y juzgar cada caso en particular. Es de resaltar en esto la dura crítica a aspectos que muchas veces son considerados como tabú o políticamente incorrectos. Y es que estamos ante un pensador que no depende de ninguna corriente ni posición política definida, aunque él por momentos se califica de izquierda. Pero esa izquierda que dice ostentar no es la izquierda actual o contemporánea que solo enmascara una cómoda postura neo capitalista y reformista sino una más cercana a la defensa del ser humano frente a un sistema que busca convertirlo en solo un instrumento, en un medio y no un fin. De modo que en todos estos escritos se rezuma un deseo de ir contra el poder dominante, en un afán de liberar mentalmente al lector de las cadenas de las ideas impuestas por los medios de comunicación y por una estructura educativa dirigida a convertir a las personas en seres-masa.

    Primera parte

    ¿Hacia dónde va el mundo?

    Ojo que no es lo mismo decir el mundo que decir el capitalismo o la sociedad de mercado, que es en donde se entrampan muchos, incluso filósofos, confundiendo lo superficial con lo sustancial. ¿Qué es lo superficial? En el ser humano, un ente compuesto por dos elementos: cuerpo y mente, lo superficial es aquello que surge de su pensamiento y lo aplica a la realidad. Lo sustancial, en cambio, es lo que comparte con todos los animales: el mantenimiento de su organismo. En esto último todos estamos de acuerdo: para vivir tenemos que comer, reproducirnos y luego morir. Aquí la biología es la única verdad y no conocemos otro tipo de opción hasta el momento. Pero donde discrepamos es en qué cosas de las que produce nuestra imaginación merecen o no llevarse a cabo.

    Vayamos a un ejemplo muy sencillo. Hasta hace poco más de diez mil años la humanidad era nómada, como todos los de la rama simiesca (a la cual pertenecemos por nuestra naturaleza material). Pero algo cambió en nuestra psiquis para que, por razones aún desconocidas, el ser humano decidiera dejar de caminar para asentarse en lugares donde tuviera la subsistencia asegurada. Así nació el hombre sedentario y, al mismo tiempo, la guerra a muerte entre estos dos humanos: los trashumantes y los agricultores citadinos. ¿Qué nos hizo enemigos irreconciliables? Pues dos conceptos, dos ideas distintas de cómo había que vivir. La vida que hoy lleva el 95% de la humanidad proviene exclusivamente de los sedentarios quienes se impusieron en dicho conflicto y lo que hoy experimentamos son las consecuencias, buenas y malas, de este triunfo milenario.

    Si aún fuésemos nómadas otras serían nuestras costumbres, pensamientos y concepciones de las cosas. Tendríamos otra cosmovisión, otras creencias, religiones, ciencia y tecnología, muy acorde con el hecho de tener que cargar con todo lo que se tiene para ser llevado de un lado para otro (cosa muy limitante, por cierto). Pero como somos descendientes de los sedentarios nuestro tipo de sociedad, ideología y conocimientos se corresponden con ello. Podemos acumular toneladas de cosas donde estemos puesto que no necesitamos transportarlas. Además, la propiedad, la tierra y los objetos que poseemos se han convertido en valores, dejando de ser simples cosas como lo son para los nómadas. Es así como nacen nociones que nos parecen básicas y elementales, como la sociedad de mercado, aquella que surge por la necesidad de obtener aquello que no se puede alcanzar por uno mismo.

    Entonces la pregunta de a dónde va el mundo, o dicho más claramente la humanidad, es qué va a pasar con esta versión sedentaria de la especie homo. ¿Continuaremos persistiendo en vivir como hasta ahora vivimos, sabiendo perfectamente cuáles son las ventajas y desventajas de hacerlo? Seguramente para muchos sería un disparate siquiera imaginarlo, pero no nos olvidemos de un importante movimiento revolucionario del siglo XX, como lo fue el hipismo, el cual proponía el abandono de la vida civilizada para convertirnos nuevamente en nómadas, idea que se remonta incluso hasta la Edad Media europea con los monjes mendicantes y las tendencias franciscanas. Igualmente habría que recordar los muchos mitos que hablan de la desaparición constante de ciudades y civilizaciones. ¿Podrán resistir tanto la sociedad de mercado como el capitalismo, este destino que es su disolución? Puede que tome tiempo, pero, visto todo desde la distancia, es probable que el homo sedentarius esté llegando a un límite donde la vida ya se le está haciendo insoportable.

    La derecha reformista ha tomado el lugar de la izquierda tradicional

    No hay mayor error que el creer que el progresismo es de izquierda. El progresismo, una ola que hoy envuelve al planeta, es un movimiento reformista del capitalismo. Bien claro lo dicen ellos: se trata de mejorar la situación no de cambiarla. ¿Entendemos bien la diferencia entre mejorar y cambiar? Todas las propuestas progresistas apuntan a hacer que el capitalismo sea menos abusivo, más justo, más responsable con el hombre y la naturaleza. ¿Dónde está el cambio, en qué parte el progresista pide, como los antiguos comunistas, que se derribe el capitalismo opresor? En ninguna. El gran error lo tienen dos sectores que hasta ahora no comprenden la situación: la derecha conservadora (la que quiere que todo siga como está) y la izquierda tradicional, la democrática, que interpreta estas reformas como parte de su propuesta (cuando en realidad se trata de la misma derecha quien se ha apoderado de ellas presentándolas a su manera).

    Esto explica por qué mucha gente que es de derecha conservadora llama a los progresistas como comunistas, rojos, marxistas por el solo hecho que están tratando de limar las asperezas de un capitalismo extremado e irresponsable. Por ejemplo, para la derecha conservadora la naturaleza no está sufriendo ningún perjuicio de parte de las industrias. No existe la contaminación ni el cambio climático dicen, preocupados más por el gasto que significa para ellos el implementar medidas de preservación y cuidado ambiental. Sin embargo, la derecha progresista dice que si queremos que los recursos nos duren para siempre tenemos que protegerlos de la depredación, cosa real pues basta ver cómo quedó el cerro Potosí debido a su explotación sin límites. Esta es la raíz del conflicto, la razón por la cual los republicanos y demócratas se enfrentan en EEUU, el origen de la lucha política entre las ONG y los gobiernos conservadores de todo el planeta.

    Los viejos discursos anticapitalistas ya no existen: ahora se trata de mejorar los sueldos de los trabajadores, darles buenas condiciones de trabajo, que las mujeres no sean explotadas por ser mujeres, que las empresas no destruyan el medio ambiente, etc., cosa muy diferente a que sean las mayorías las que tomen las decisiones mediante un sistema democrático de elección. La gestión colectiva, la democracia como forma de gobierno, son conceptos dejados de lado por el progresismo puesto que afectan el normal desenvolvimiento de la sociedad de mercado. El progresismo, si algo no toca, si hay algo sagrado para ellos, es la propiedad privada. Pueden plantear las reformas que sean, menos las de un cambio de manos de los medios de producción. He ahí la principal diferencia que hay entre la izquierda revolucionaria y el progresismo.

    Eso explica también por qué regímenes nacionalistas, como los de Venezuela, Cuba, China y Corea del Norte son, para los progresistas, enemigos de sus principios debido a que no respetan la propiedad privada, que es un factor esencial para la sociedad de mercado. Los gobiernos nacionalistas, en cambio, proponen cambios y reformas, pero no dentro de la agenda progresista sino de otra que va en consonancia con las creencias, costumbres y valores de la nación en cuestión. Por ejemplo, la república islámica de Irán es un enemigo del progresismo porque sus reformas apuntan hacia sus propias tradiciones y no de las que propone el reformismo capitalista. Para el progresismo las reformas solo pueden ir en la línea correcta, que es aquella que los grandes capitalistas financieros desean que impere en todo el mundo sin importar qué cultura se vea perjudicada o anulada por ello. De ahí que el progresismo tenga como frente de lucha imponer la doctrina de los Derechos Humanos (porque estos crean el perfil del ser humano adecuado) y la Sociedad Civil, que es la forma de vida que toda sociedad humana, sea cual sea, tiene que adoptar y donde el estilo de vida norteamericano viene a ser el parámetro de lo que toda la humanidad debe ser.

    El pronóstico del Perú es malo, muy malo

    Si observamos bien el panorama político peruano nada nos indica que pueda verse alguna luz al final del túnel. Todos los posibles gobernantes que hoy postulan carecen de las condiciones mínimas que un país en crisis y en caos como el Perú necesita. Se trata de algunos políticos de vieja estirpe (que ya de por sí es desalentador) a los que se suman los nuevos que, salvo una ambición muy personal de poder, no poseen ni las condiciones, ni las actitudes, ni las características idóneas para ser mandatarios. Es decir, el país está condenado a ser conducido inevitablemente por un(a) mediocre sin capacidades de mando, sin ideas ni criterios claros y sin cultura mínima para hacerlo. Con todo esto no podemos esperar otra cosa que más de lo mismo hacia adelante como mejor opción, es decir, que estos individuos no sean peores que los anteriores quienes se mostraron completamente corruptos y, lo más terrible, traidores a la patria. 

    Eso sí, hay que resaltar que hoy, a diferencia de antes, la presión principal no vendrá del lado de los impresentables empresarios (las constructoras y sus aliados los medios de comunicación) sino de las ONG quienes, con una fuerza inusitada, han conseguido el control completo del país a través de sus muchos expertos contratados y formados por ellas incrustados en las posiciones más importantes del gobierno. Esto significa que la agenda que va a tener el Perú será una progresista, que quiere decir que las necesidades del país en materia de salud, educación y trabajo serán desplazadas por la agenda internacional 2030 que consiste en priorizar el género, feminismo, ecología y LGTB antes que nada. En pocas palabras, los principales problemas del Perú no serán los que nos aquejan sino aquellos que nos dictan desde el exterior y que son propios de las clases medias y altas de las naciones desarrolladas.

    Esto no es novedad puesto que, cuando llegaron los conquistadores, impusieron también su agenda que fue la explotación y exportación de oro y plata, más la implantación del cristianismo como método de dominación y control mental a una población destinada a ser esclava y sirviente de los europeos. Dicha agenda se aplicó durante los 300 años de la Colonia para luego imponerse otra a través de los ejércitos libertadores financiados por los ingleses, consistente en convertir al Perú en una República, como si de una Francia se tratase. Se aplicaron formas y leyes calcadas exactamente de Europa bajo el supuesto iluso que de ese modo el Perú sería como Suiza. Doscientos años después ese intento ha fracasado rotundamente y hoy el país ni es España ni es Suiza: es un sancochado desorganizado sin moral, sin norte y sin futuro.

    Lamentable es decirlo, pero el 2021 será tan igual que el 2020 así como lo será el 2030 y 2080 si es que el Perú sigue siendo lo que es hasta ahora. Pero no son solo sus políticos y empresarios los

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