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El amor como praxis de construcción política: La potencial consolidación de un nuevo sujeto político: la comunidad
El amor como praxis de construcción política: La potencial consolidación de un nuevo sujeto político: la comunidad
El amor como praxis de construcción política: La potencial consolidación de un nuevo sujeto político: la comunidad
Libro electrónico175 páginas2 horas

El amor como praxis de construcción política: La potencial consolidación de un nuevo sujeto político: la comunidad

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Información de este libro electrónico

¿Existe la posibilidad de plantear un sistema político que supere las desigualdades e injusticias que genera el capitalismo y que, a su vez, evite caer en los errores de los intentos revolucionarios ocurridos hasta el presente? Los autores de este manifiesto sostienen que sí es posible, siempre y cuando ese nuevo sistema se base en el amor, en el reconocimiento del otro, en la ausencia de egoísmos, en la aspiración a una verdadera justicia social. 

Alentados por esa esperanza, los autores de El amor como praxis de construcción política indagarán en la historia de Oriente y de Occidente en busca de ejemplos en los que esta propuesta haya logrado, no sin una lucha constante, moldear una comunidad de seres humanos como la que se pretende alcanzar en el presente. De esos ejemplos históricos, previa deconstrucción de los conceptos en los que se basa el sistema actual, provendrán las herramientas para la potencial construcción de una nueva sociedad.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento19 sept 2023
ISBN9786316540157
El amor como praxis de construcción política: La potencial consolidación de un nuevo sujeto político: la comunidad

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    El amor como praxis de construcción política - Claudio Esteban Ponce

    Tapa_Claudio-Esteban-Ponce-1500px.jpg

    La potencial consolidación de

    un nuevo sujeto político: la comunidad

    Claudio Esteban Ponce

    Luis Gabriel Guarnerio

    Miguel Benigno Esperón

    Ponce, Claudio Esteban

    El amor como praxis de construcción política : la potencial consolidación de un nuevo sujeto político : la comunidad / Claudio Esteban Ponce ; Luis Gabriel Guarnerio ; Miguel Benigno Esperón. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Tercero en Discordia, 2023.

    Libro digital, EPUB

    Archivo Digital: descarga

    ISBN 978-631-6540-15-7

    1. Ensayo. 2. Historia Política. I. Guarnerio, Luis Gabriel II. Esperón, Miguel Benigno III. Título.

    CDD 320.0982

    © Tercero en discordia

    Directora editorial: Ana Laura Gallardo

    Coordinadora editorial: Ana Verónica Salas

    www.editorialted.com

    @editorialted

    No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor.

    ISBN 978-631-6540-15-7

    Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723.

    Índice

    Prólogo

    Presentación del tema

    Capítulo I

    Deconstrucción de conceptos

    Concepto de imperio

    Concepto de política

    Concepto de poder

    Concepto de autoridad

    Concepto de libertad

    Concepto de justicia

    Concepto de propiedad: la propiedad como pulsión del egoísmo

    Concepto de capitalismo

    El concepto de amor

    Capítulo II

    El amor como compromiso político y praxis de justicia en la comunidad

    Capítulo III

    Revisión del cristianismo primitivo: la comunidad como propuesta de transformación social y política. El problema de la propiedad

    Capítulo IV

    Relación entre el cristianismo originario y la actualidad. Sujeto político: ekklesía-pueblo-comunidad. ¿Socialismo perfecto?

    Capítulo V

    Una alternativa posible al capitalismo neoliberal imperialista

    El neoliberalismo en América Latina: la palabra y la acción imperialista

    La resistencia y las nuevas formas de lucha antiimperialista

    Potenciales conclusiones

    El nuevo sujeto político: la comunidad

    Epílogo

    Bibliografía

    Bibliografía de consulta

    Prólogo

    Solo el amor alumbra lo que perdura,

    solo el amor convierte en milagro el barro.

    Silvio Rodríguez

    Los albores del siglo XXI siguen estando signados por un capitalismo globalizado que ya generó una nueva crisis inter-imperialista. Un escenario de conflicto donde compiten brutalmente los países más poderosos, tales como EE. UU., China, Rusia, y las viejas naciones de Europa occidental. Sumada a este contexto, sobrevino una pandemia de origen desconocido que afectó a todo el sistema económico mundial y, a posteriori, el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, que puso en vilo el equilibrio político y económico de Oriente y Occidente. Como en tiempos pretéritos, gran parte del tercer mundo intenta evitar sufrir las consecuencias más dramáticas de esta pugna de naciones que siguen luchando por la hegemonía planetaria. En todos los pueblos se alzaron voces que pretendieron explicar lo sucedido, lo que puede sobrevenir o los peligros que pueden poner en riesgo a la especie humana. Desde la sociología, la política, la psicología cultural, la filosofía, e incluso desde una variedad de creencias que se sumaron a las religiones históricas, se expusieron teorías o profecías con el objeto de buscar explicaciones o soluciones a la situación presente. En realidad, todo este conjunto de intelectuales, clérigos o nuevos gurúes de la vida no se alejaron de las ideas tradicionales ni pretendieron llevar a cabo un profundo análisis que sea orientador para avalar las transformaciones que demanda una nueva forma de vida completamente opuesta al sistema establecido.

    Desde una mirada latinoamericana, tercermundista y revolucionaria, tres inquietas voluntades se proponen indagar en las posibilidades de arrojar a las próximas generaciones una serie de propuestas para subvertir definitivamente todo el orden imperante. Un orden signado por el egoísmo, la propiedad y la apropiación indebida de los bienes de la naturaleza por parte de grupos muy reducidos, cuando, en verdad, estas riquezas deberían ser de todos. La idea originaria nació del acuerdo entre tres personas con visiones diversas, pero seriamente preocupadas por el futuro mundo que recibirán las generaciones que se perpetuarán en el devenir histórico. El objetivo de este trabajo es muy simple: como sostenía siempre Umberto Eco¹, solo se orienta a escribir un mensaje, ponerlo en una botella y arrojarlo al mar como símbolo de esperanza y oportunidad, como un llamado que sea recogido por quienes estén en la búsqueda del camino hacia una liberación integral de toda forma de imperialismo, de toda forma de opresión y de la explotación del hombre por el hombre. El recado solo es un intento más de mostrar un camino de salida, una posibilidad de rescate a las juventudes que siempre soñaron que un mundo mejor es posible.

    Los que pensamos este proyecto provenimos del ámbito de la educación y nuestro intercambio con la fuerza de los jóvenes nos motivó a exponer este mensaje más allá de nuestro retiro de la labor docente. Creemos, parafraseando a Paulo Freire, que la educación como práctica de liberación es el principal motor de toda toma de consciencia y de todo proceso de transformación. Esta premisa nos impulsó a volcar en un papel estas locas ideas que, para el común de los mortales, no serían una expresión que entraría en los cánones normales. Nuestra propuesta es simple y, en realidad, poco novedosa, ya que se intentó llevarla a la práctica hace más de dos mil años con un éxito considerable en los primeros tiempos, pero con derrotas que la dejaron trunca en la posteridad. De allí en más sucedió lo mismo con todas las tentativas revolucionarias hasta el presente. Todos aquellos que lucharon por el Amor, la Justicia y la Hermandad entre los semejantes fueron exterminados por la consolidación política de la idea imperialista. Tal idea, como se sigue haciendo en la actualidad, fue asesinando sistemáticamente a toda persona que se convertía en dirigente de una lucha por el bien comunitario. Nuestra proposición no difiere de todas las anteriores, solo intenta recuperar los orígenes de una lucha que, lejos de ser en la actualidad por la vía de la violencia armada, ya experimentada y fracasada, propone la deconstrucción cultural del imperialismo para la re-construcción de un nuevo sujeto político que no es nada más ni nada menos que la Comunidad del Hombre Nuevo. Esta idea plantea una teleología que no estaría caracterizada por considerarse una renovada utopía, ya que se llevó a la práctica parcialmente en diversos tiempos históricos; uno de ellos, el primero, fue con la organización en comunidades del movimiento cristiano del siglo I.

    Las reflexiones que se van a desarrollar a continuación están orientadas a exponer un contenido que llama a la acción directa pero no violenta, lo que no significa que carezcan de la fuerza necesaria para resistir los embates del sistema establecido. Que la propuesta sea de paz tampoco significa debilidad o sumisión; por el contrario, demanda la preparación para una lucha permanente, aun sabiendo que será desigual. El poder, como es concebido por quienes hoy lo concentran, no aceptará este manifiesto y tratará de destruir a todos aquellos que intenten llevar adelante este proyecto social, político y cultural. Pero también es lícito decir que la fe, la convicción y la determinación de las comunidades que resistan marcarán el camino de liberación para una nueva humanidad.

    Dr. Miguel Benigno Esperón.

    Lic. Luis Gabriel Guarnerio.

    Lic. Claudio Esteban Ponce.


    1 Eco, Umberto. Confesiones de un joven novelista. Buenos Aires, Sudamericana, 2012.

    Presentación del tema

    La Historia ha enseñado a los seres humanos que todas las crisis se han desarrollado como etapas de transición hacia una nueva forma de pensar, actuar y vivir. La crisis actual del capitalismo en su fase neoliberal, profundizada por la pandemia del COVID-19 y la nueva guerra, hace necesaria una reflexión que se oriente hacia la búsqueda de fundamentos ideológicos para la construcción de un sistema de vida que garantice mayor dignidad y justicia para las sociedades contemporáneas. Desde la antigüedad hasta el presente, se han vivido constantes procesos de transformación que dieron origen a diversos sistemas sociales y políticos. Estos, a su vez, fueron el resultado de duras confrontaciones entre pueblos que luchaban por la supremacía y, además, entre sectores sociales que pugnaban contra quienes pretendían apropiarse de la riqueza generada por todos. La forma en que las comunidades humanas habían vivido hasta el período neolítico, que luego algunos pensadores sociales mencionaron como la etapa del comunismo primitivo,² se había quebrado a partir de la aparición de la idea de imperio. Los fundamentos de la sociedad occidental y cristiana de nuestra etapa contemporánea se remontan a la sofisticada y perfeccionada noción de imperialismo de la cultura greco-latina, que le dio una organización jurídica a la propiedad privada individual y al concepto de poder como autoritarismo vertical expresado en el principio mando-obediencia. No tenía sentido luchar por la primacía de un imperio sin concebir previamente la idea de propiedad individual.

    Esta noción de apropiarse de la tierra, de las riquezas, pero también de la voluntad de las personas mediante el ejercicio de la dominación, ya sea a través de la esclavitud en el pasado remoto, o por medio de la alienación y el control del sujeto en la actualidad, institucionalizó un sistema de vida nocivo que naturalizó la autodestrucción del género humano. La idea de propiedad retroalimentó y canalizó los bajos impulsos del egoísmo expresados en el imperialismo. Este, a su vez, se internalizó en las mentalidades occidentales legitimando el dominio y control de las personas basado en un hipotético principio de autoridad como único fundamento que haría posible el orden. La potestad de los hombres sobre las mujeres, el mando sobre los hijos y la falacia creada en la natural diferencia que se originó entre pobres y ricos para justificar la incautación delictiva de la riqueza producida por estos últimos hicieron posible que la patología de la estructura de carácter social autoritario se viera como una expresión de plena normalidad.³ Frente a estos procesos, como siempre ha sucedido, los rebeldes lucharon por su liberación.

    En la plenitud de los tiempos de la expansión romana, en el nacimiento mismo del Imperio y la divulgación de los principios de la cultura greco-latina como los únicos valores aceptables, surgió un acontecimiento único e inesperado: la aparición de un movimiento popular que vino a contradecir los cimientos mismos de la sociedad imperial. Se trató de la formación de un colectivo liderado por Jesús de Nazaret, que se presentó como un fenómeno social y político sustentado en la tradición religiosa del pueblo hebreo. A la vez, se debe resaltar también que este acontecimiento es primariamente, por su prédica y sus propuestas, de corte sobrenatural, por lo que suponía una fe viva que alimentó la convicción de los militantes que adherían a la doctrina propuesta por el Nazareno.

    Prontamente, Jesús y su movimiento se convirtieron en un peligroso enemigo para el clero judío y una seria amenaza para el imperialismo romano. La alianza entre la jerarquía clerical israelita y el poder romano buscó una solución inmediata para lo que creía era un problema de subversión contra la cultura imperante. Matar al conductor del nuevo movimiento, a sus principales seguidores, para luego perseguir cualquier resabio de su prédica que pudiera considerarse una ideología contraria a la voluntad del emperador fue el accionar elegido. Esta era la solución más expeditiva para quienes se sentían los dueños del mundo en esos tiempos. Pero la pretensión del Imperio no fue fácil de lograr. El movimiento cristiano luchó desde la clandestinidad durante tres siglos. Padeció persecuciones, torturas y la eliminación física de miles de sus miembros, hasta que la astucia de un emperador con un Estado en decadencia decidió aceptar esa creencia como un culto permitido, para luego, unos años más tarde, incorporar el credo como religión oficial del Imperio romano. El papado reemplazó a la autoridad del emperador y fue la garantía de perdurabilidad del derecho romano como legado cultural que legitimó las bases mismas del sistema. La propiedad privada individual, el egoísmo de lo propio y la violencia para defender estos supuestos valores se legitimaron como mandato divino. Los fundamentos esenciales de la doctrina predicada por Jesús y seguida por las primeras comunidades del movimiento fueron traicionados en pos de la preservación del poder como ejercicio de la fuerza en una Iglesia que había dejado de serlo. Ante esta pérdida de lo originario del mensaje cristiano, se hace necesario en estos tiempos profundizar sobre el genuino legado de aquel líder crucificado.

    El triunfo de la tradición cultural greco-latina fue el éxito del egoísmo individualista.

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