Las voces que no se pueden callar
En la cuidadosa lectura que Ana Sofía Rodríguez Everaert hizo de mi primer borrador notó que, en la Primavera Violeta de 2016 las madres de las víctimas no tienen el protagonismo que adquieren luego, en el 8M de 2019, donde ya encabezan la marcha, al igual que ocurre en la de 2020. ¿Cómo se da este cambio? Según ella, parte de la explicación radica en el rumbo que ha tomado la protesta civil en su conjunto en el país desde Ayotzinapa, donde los reclamos de madres y familiares cobraron mucha importancia. Sí, pero también creo que la temporalidad afectiva de la Cuarta Ola latinoamericana ha incidido. Me explico. Cuando en Ciudad Juárez empiezan a darse a conocer los espantosos feminicidios surge, a mitad de los años noventa, la consigna “Ni Una Menos”, que se le ha adjudicado a Susana Chávez Castillo, poeta y activista mexicana, que denunció los asesinatos de mujeres en esa ciudad
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