Interceptado por el Amor – Parte 2: El Corazón del Quarterback, #2
Por Rachelle Ayala
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Andie Wales, bibliotecaria de investigación, se queda devastada al saber que el hombre de quien se ha enamorado es un atleta profesional al que le gusta jugar dentro y fuera del campo de juego. Cuando los errores del pasado de Cade le alcanzan, Andie le anima a volver a California para que haga lo correcto.
Mientras tanto, las facturas médicas del padre de Andie siguen aumentando y ella necesita buscar un segundo trabajo. Una lucrativa oferta para hacer investigación para un guionista aterriza en su bandeja de entrada.
Andie vuela a Los Ángeles para aceptar el trabajo y se encuentra a Cade en el aeropuerto. Andie necesita enviar cada centavo que gana a su familia, así que acepta alojarse en casa de Cade para ahorrar dinero, siempre y cuando él le prometa que su relación será solo de amistad.
¿Puede negociar un paquete de beneficios que deje intacto su corazón? Justo cuando Andie pensaba que lo tenía todo bajo control, su pasado reaparece con una chocante sorpresa.
Final abierto en suspense. La historia de amor de Cade y Andie continúa en la Parte 3.
Rachelle Ayala
Rachelle Ayala is the author of dramatic romantic suspense and humor-laden, sexy contemporary romances. Her heroines are feisty, her heroes hot. Needless to say, she's very happy with her job.Rachelle is an active member of online critique group, Critique Circle, and a volunteer for the World Literary Cafe. She is a very happy woman and lives in California with her husband. She has three children and has taught violin and made mountain dulcimers.Visit her at: http://www.rachelleayala.net and download free books at http://rachelleayala.net/free-books
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Interceptado por el Amor – Parte 2 - Rachelle Ayala
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¡Intrigante de principio a fin!
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Interceptado por el Amor
(Parte Segunda)
EL CORAZÓN DE UN QUARTERBACK
Rachelle Ayala
Lovely Hearts Press
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Copyright © 2019 Rachelle Ayala
Traducido del original por Cinta Garcia de la Rosa
http://cintagarcia.com
Todos los derechos reservados.
Ninguna parte de este libro debe ser usada o reproducida de ningún modo sin el permiso por escrito de la autora, con la excepción de breves citas incluídas en artículos críticos o reseñas.
Los personajes y eventos retratados en este libro son ficticios. Cualquier parecido con eventos o personas reales, vivas o muertas, es pura coincidencia y no fue la intención de la autora.
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Dedicatoria
#23 Leroy Boo-Boo
Irvin
Capítulo 1
––Para, para.–– Andie Wales le dio un manotazo a la esponja húmeda que le mojaba la cara. Tenía la espalda helada, y un barullo de voces murmuraba por encima de ella. ¿Dónde demonios estaba?
Abrió los ojos una rendija para encontrarse con una gran lengua rosa. Su perra, Gollie, jadeaba nubecillas de vapor en su cara.
Fuertes manos la levantaron del nevado suelo, y un torbellino de pensamientos embarullados la abrumó. Acababa de pasar el mejor fin de semana de su vida, pensaba que había encontrado a su único amor verdadero... ¿y ahora?
––Te has desmayado, Andie. Deja que te ayude.
La voz pertenecía a Cade Preston, o más bien a Cade Prescott. El hombre que le había arrancado el corazón era un impostor.
Alguien le plantó un micrófono delante de la cara. ––Como novia de Cade Prescott, ¿sabía que había dejado embarazada a otra mujer?
––Aléjense de ella––. Cade puso a Andie de pie de un tirón, sus brazos protectores escudándola. ––No vamos a comentar nada. Esto es un asunto privado.
¿Embarazada? Andie entrecerró los ojos bajo el sol invernal y vio a la mujer que vestía pieles... o más bien pieles de animales muertos. Alta, arreglada como una modelo en una sesión de fotos, se agarró a la chaqueta de Cade.
––Esto habría sido un asunto privado si no hubieras hecho tu acto de desaparición. Quizás deberías informar a la pequeña esquiadora esta––. La bruja lanzó una mirada burlona hacia Andie.
De inmediato, media docena de micrófonos brotaron delante de Andie, y los periodistas le gritaban preguntas.
Lo que fuera que estuviera pasando, Andie no iba a reaccionar. Ya le había dado a los reporteros suficiente carnaza al desmayarse. Se le encogió el estómago. Con suerte su madre estaría demasiado ocupada como para ver las noticias, pero del modo en que los cotilleos se extendían por la pequeña ciudad universitaria de Itasca, así como la falta de grandes sucesos en el campus, su pequeño desmayo estaría en las pantallas planas de todo el mundo para la hora de cenar. Por no mencionar que su perra había estado teniendo sexo en público en el Patio de Ingeniería hacía unos minutos.
––Oye, ¿estás bien? ––la profunda voz de Cade retumbó en su oído demasiado cerca. ––Salgamos de aquí.
––¿Dónde están Gollie y Red? ––Andie lanzó una mirada llena de pánico alrededor del muro de gente. Los dos perros habían sido inseparables unos minutos antes de que ella se desmayara, y Gollie le había lamido la cara para devolverle la conciencia, pero ahora no se les veía por ninguna parte.
Los hombros de Cade se encorvaron y se pasó una mano por la frente. ––Probablemente echaron a correr de vuelta a mi casa. No te preocupes. Red conoce el camino a casa.
––Vale, si estás seguro de eso...
Se tragó el nudo que tenía en la garganta. Aun cuando cada nervio de su cuerpo gritaba que le preguntara a Cade quién era esa mujer y por qué le estaba acusando de haberla dejado embarazada, Andie tenía que mantener la compostura delante de la prensa.
Los periodistas revoloteaban a su alrededor, todos intentando que respondieran a sus preguntas.
––Prescott, ¿sabía que la había dejado embarazada?
––¿Qué va a hacer su agente ahora que ha dejado a su hermana embarazada?
––¿De verdad pensaba que esconderse en Itasca era una idea tan buena?
––¿Va a ir por libre? ¿Han acabado sus días con los Flash?
––No voy a responder a ninguna pregunta ––dijo Cade, manteniendo la cabeza baja y un brazo alrededor de Andie.
––No vas a escapar de mí––. La mujer de las pieles se interpuso en su camino. ––Me has dejado embarazada y no me voy a ir.
––Por favor, Roxanne, aquí no. Hablaré contigo después de que hable con mi abogado. Que tengas un buen día.
––No es un buen día ––gritó la mujer. ––Huiste y ahora te he atrapado. Vas a pagar con creces por esto. Oíd todos lo que tengo que decir sobre este bueno para nada.
Hizo un gesto para que los micrófonos se acercaran más a ella, y el torbellino de reporteros formó un círculo a su alrededor.
Aprovechando la oportunidad para escapar, Cade guio a Andie por el puente hacia College Town. Sus pisadas crujían sobre la nieve compacta de la cuesta, y la cabeza de Andie daba vueltas por el remolino de sucesos.
Ella había conocido a Cade la semana anterior en la biblioteca y, tras pasar un fin de semana juntos, ella se había convencido de que se había enamorado de él. Lo cual no era lógico porque, después de todo, ¿cómo podía en realidad conocerle lo suficiente como para tener esos sentimientos?
Obviamente, no le conocía. El hombre que caminaba por la nieve junto a ella le había dado un apellido falso, y la había seducido con dulces palabras y ardiente sexo. ¡Ah! ¿Cómo había permitido que las cosas llegaran tan lejos?
Le echó un vistazo al duro perfil de Cade, y él le dedicó una mirada suplicante con los labios apretados.
––No pretendía que lo descubrieras así ––dijo él. ––Iba a contarte quien soy esta mañana, pero cuando me desperté ya te habías ido.
––Tenía que ir a trabajar.
Su excusa sonó doblemente patética puesto que ella no estaba, definitivamente, en el trabajo.
––La nota que escribiste en el espejo... sonaba como si te arrepintieras de todo.
––No me arrepentí anoche, pero viendo cómo han resultado las cosas... ––señaló con la mano hacia el campus. ––¿Por qué ocultaste tu identidad?
––Estaba avergonzado––. Hundió las manos en sus bolsillos y se encogió de hombros mientras rodeaba los cubos de basura tirados en los bordillos.
––Puedo ver el porqué ––su voz adoptó un tono sarcástico. ––¿Siempre tienes a mujeres rastreándote?
––Oye, no es culpa mía si atraigo a las acosadoras.
Su intento de hacer una broma cayó como una boñiga de vaca en las botas de Andie.
Debería mandarle a la mierda, aunque a decir verdad ella había estado buscando en internet su nombre falso. Estos días, ¿quién no investigaba a un potencial contacto? Era lo más sensato que se podía hacer.
Ahora que estaban adecuadamente lejos del campus y solos en la acera, Andie hizo que Cade se detuviera dentro de un callejón. Ella no iba a ir hasta su apartamento para dejarle que él se escaqueara de todo esto.
––¿Quién es ella? ¿Por qué está aquí?–– Su aliento surgía como nubes de vapor en el aire invernal.
––Es la hermana de mi agente, Roxanne Cash. En cuanto a por qué está aquí, está buscando dinero. Sospecho que su hermano le ha cerrado el grifo, ya que él controla su fondo fiduciario.
Un destello de esperanza floreció en el corazón de Andie. Quizás este era el precio que Cade tenía que pagar por ser famoso. Si de verdad era jugador profesional de fútbol americano, sería el objetivo para todo tipo de personas sin escrúpulos.
––¿Pero por qué cree que le darías dinero? ––Andie entrecerró los ojos. ––Quiero decir, no es cierto, ¿verdad? Nunca te has acostado con ella, ¿no?
Cade lanzó una mirada furtiva calle arriba y se rascó la nuca. ––No creo que sea cierto. A ver, si me acosté con ella, usé protección.
––¿Si? ––el rostro de Andie hervía de calor, y su pulso latía en su cuello. ––Vamos a ver, ¿te acostaste con ella?
––Lo siento, Andie. Fue antes de conocerte a ti.
Pues claro. Obviamente. Todo era demasiado.
––¿Qué más no sé sobre ti? Ha sido un día bastante asombroso. Primero Margo me dice que eres jugador de fútbol, ¿y ahora esto? ¿Con cuántas otras mujeres te has acostado? ¿Y cuántos bebés has engendrado?
––Estás exagerando ––Cade la sujetó por los hombros. ––Todo esto de que vengan mujeres reclamando cosas. Eso pasa todo el tiempo cuando eres famoso y todo el mundo sabe cuanto ganas.
––Esto no va de dinero ––Andie se agarró a la chaqueta de Cade. ––Va de tus mentiras. Te acostaste con ella, ¿verdad?
––Tal vez, pero si está embarazada, no es mío. Yo siempre uso protección.
––¿Como la usaste conmigo?–– Sangre caliente inundó su rostro y sentía que le iba a explotar la cabeza. ––Se te olvidó y eyaculaste dentro de mí. Ni siquiera tuviste la decencia de dar marcha atrás.
––Tú eres diferente––. Cade frunció el ceño y le apretó los hombros. ––Nos dejamos llevar. Lo siento. Lo más importante es que quiero tener una relación contigo, Andie. Tú eres la única a la que amo.
De algún modo, nada de todo eso sonaba cierto ya. ¿Cuántas mujeres le habían hecho sentirse especial? ¿Diferente? ¿Con cuántas otras mujeres se había dejado llevar? En definitiva, Cade no había sido honesto con ella cuando llegó a la ciudad con un apellido falso. Había mentido y la había engañado, y ella, como la idiota ingenua que era, se lo había tragado todo y le había entregado su corazón.
––Ya no puedo seguir estando contigo ––se alejó de él. ––Lo siento, Cade, pero necesitas arreglar las cosas con esa mujer si está embarazada. Necesitas pensar en tu bebé. Tienes que hacer lo correcto.
––Te estás adelantando un montón. Ni siquiera sabemos si ese bebé es mío o no.
––Es que es eso. No lo sabemos, pero no voy a coger número y a esperar. Tengo que irme.
Cada músculo de su cuerpo se tensó para contener las lágrimas. Tenía que ser fuerte. Su padre estaba paralizado tras un derrame cerebral, y su madre necesitaba su ayuda. Su vida estaba allí, en Itasca, con sus padres, lejos del glamour y el brillo de Hollywood, donde Los Ángeles Flash tenían su estadio.
––Andie, por favor ––le pasó los dedos por las sienes. ––Yo pensaba que nos queríamos.
Lo último que quería hacer era herirle. Él había sido un niño de acogida, un bebé al