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El Matadero: Anotado para que lo entiendas todo
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Libro electrónico58 páginas38 minutos

El Matadero: Anotado para que lo entiendas todo

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Esta edición comentada de "El matadero", el primer cuento de la literatura argentina, está pensada para que el lector que se aventura por primera vez en la lectura de este clásico pueda encontrar, de manera clara y amable, explicaciones. Porque sólo el que entiende puede también disfrutar.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento9 jun 2017
ISBN9789876993852
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    El Matadero - Esteban Echeverría

    El Matadero

    Anotado para que lo entiendas todo

    Esteban Echeverría

    Pintó leer

    El matadero de Esteban Echeverría, escrito en 1839, publicado en 1874 y redescubierto 100 años más tarde, es un cuento horriblemente racista y clasista, además de burdamente panfletario y sanguinario. Pero también es de un realismo impactante (por lo grotesco) y de una comicidad prodigiosa (por lo cruel). En todo caso, es lo que se llamaba un texto fundacional, y de lectura obligatoria. La idea de esta edición es aliviar esa obligatoriedad con notas explicativas que sirvan de guía, pero sobre todo de compañía. Notas lo más entretenidas posible, que le hagan el aguante al trabajo de leer un texto muy coyuntural escrito hace casi dos siglos. Para que ellas mismas no se conviertan en una obligación, no van al pie sino en página aparte, sin referencias en el texto mismo. Es fácil buscarlas para el que necesita ayuda con alguna palabra o expresión, pero también es fácil esquivarlas. Igual valen la pena: en ellas se revela la fecha exacta en que tiene lugar el cuento, y cuántas escupideras se podían comprar por el precio de una gallina.

    A pesar de que la mía es historia, no la empezaré por el arca de Noé y la genealogía de sus ascendientes, como acostumbraban hacerlo los antiguos historiadores1 españoles de América, que deben ser nuestros prototipos. Tengo muchas razones para no seguir ese ejemplo, las que callo por no ser difuso2. Diré solamente que los sucesos de mi narración pasaban por los años de Cristo3 del 1834... Estábamos, a más5, en cuaresma6, época en que escasea la carne en Buenos Aires, porque la Iglesia, adoptando el precepto de Epicteto7, sustine, abstine8 (sufre, abstente), ordena vigilia9 y abstinencia a los estómagos de los fieles, a causa de que la carne10 es pecaminosa, y, como dice el proverbio, busca a la carne. Y como la Iglesia tiene ab initio11 y por delegación directa de Dios, el imperio inmaterial sobre las conciencias y estómagos, que en manera alguna pertenecen al individuo, nada más justo y racional que vede12 lo malo.

    Los abastecedores13, por otra parte, buenos federales14, y por lo mismo buenos católicos, sabiendo que el pueblo de Buenos Aires atesora una docilidad singular para someterse a toda especie de mandamiento, sólo traen en días cuaresmales al matadero, los novillos necesarios para el sustento de los niños y de los enfermos dispensados de la abstinencia por la Bula15 y no con el ánimo de que se harten algunos herejotes16, que no faltan, dispuestos siempre a violar las mandamientos carnificinos17 de la Iglesia, y a contaminar la sociedad con el mal ejemplo.

    Sucedió, pues, en aquel tiempo, una lluvia muy copiosa. Los caminos se anegaron; los pantanos se pusieron a nado18 y las calles de entrada y salida a la ciudad rebosaban en acuoso barro. Una tremenda avenida19 se precipitó de repente por el Riachuelo de Barracas20, y extendió majestuosamente sus turbias aguas hasta el pie de las barrancas del Alto21. El Plata22, creciendo embravecido, empujó esas aguas que venían buscando su cauce23 y las hizo correr hinchadas por sobre campos, terraplenes24, arboledas, caseríos25, y extenderse como un lago inmenso

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