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Diez cuentos argentinos
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Libro electrónico109 páginas1 hora

Diez cuentos argentinos

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Desde el truco hasta los vendedores chantas, pasando por el psicoanálisis y su propia infancia, Filloy indaga en estos cuentos el idioma y el ser de quienes fueron sus compatriotas. Para afrontar su vocabulario, célebre por su amplitud y exquisitez, los textos traen un nutrido glosario con la explicación concisa de esas palabras raras y audaces que tanto le gustaba usar a este escritor no menos raro y audaz.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento9 mar 2022
ISBN9789876994262
Diez cuentos argentinos

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    Diez cuentos argentinos - Juan Filloy

    covercuentos.jpg

    Filloy, Juan

    Diez cuentos argentinos : con todo el vocabulario explicado / Juan Filloy ; dirigido por Ariel Magnus. - 1a ed . - Villa María : Eduvim, 2017.

    Libro digital, Epub. - (Pintó leer / Magnus, Ariel)

    ISBN 978-987-699-426-2

    1. Cuentos. 2. Argentina. 3. Antología Literaria Argentina. I. Magnus, Ariel, dir. II. Título.

    CDD A863

    Queda hecho el Depósito que establece la Ley 11.723

    Edición: Agustina Merro

    Edición gráfica: Eleonora Silva

    Conversión epub: Javier Beramendi

    Impreso en Argentina. Printed in Argentina

    La responsabilidad por las opiniones expresadas en los libros, artículos, estudios, y otras colaboraciones expresadas por EDUVIM incumbe exclusivamente a los autores firmantes y su publicación no necesariamente refleja los puntos de vista ni del Director Editorial, ni del Consejo Editor u otra autoridad de la UNVM. No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su almacenamiento en un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o en cualquier medio electrónico, mecánico, fotocopia u otros métodos, sin el permiso previo y expreso del Editor.

    Diez cuentos argentinos

    Con todo el vocabulario explicado

    Juan Filloy

    Seleccionados por Ariel Magnus

    Índice

    Diez ventanitas

    El Juido (El Patriarca)

    As de espadas

    Germán Zurita

    (¡pasen los médicos!)

    ¡Era él! (negocio suizo)

    El condiscípulo

    El crack

    Sassula (Arañas Pollito)

    My fully folly filly Filloy

    La vaca y el auto

    La pomada maravillosa

    Diez ventanitas

    ¿Por dónde empezar a leer a un escritor que publicó varias decenas de libros, que además tienen fama de no ser fáciles de leer?

    Estos cuentos son una respuesta posible a esa pregunta inevitable cuando se oye hablar maravillas de aquel juez cordobés que vivió casi 106 años y que en la década del treinta del siglo pasado publicó en ediciones privadas algunas de las novelas más originales e interesantes en la historia de la literatura argentina, como Op Oloop o Caterva. Y que, luego de llamarse a silencio durante treinta años, volvió, ya bastante mayor, con otra serie de libros asombrosos y únicos, como Vil & Vil, La Purga, Yo, yo y yo y La Potra.

    Precisamente a la saga nativa que tiene su máxima expresión en la última novela mencionada pertenece el primer cuento de esta selección, El ‘Juido’ del libro Los Ochoa, escrito en el mejor lenguaje gauchesco que ha producido el género. Lo sigue otro cuento bien argentino del mismo libro, As de espadas, que bastaría para reconstruir el gran juego patrio, tanto en sus reglas como en su pasión, en caso de que algún día se perdiera la costumbre de jugarlo.

    A Tal cual, otro libro de cuentos posterior, pertenecen los dos relatos que siguen, en los que Filloy deja el realismo localista para indagar en un género fantástico más cosmopolita, aunque los escenarios vuelven a ser argentinos, tanto el geográfico como el lingüístico.

    Completan la selección varios textos cortos, todos ellos con el rasgo en común de describir nuestra idiosincrasia. Los tres primeros son del libro de relatos Gentuza, y el que le sigue es un fragmento del libro de memorias Esto Fui, que Filloy publicó al cumplir cien años, en 1996. Para terminar, unos textos que nunca fueron impresos en forma de libro. El último es una de las Glosas que el oriundo de Córdoba capital publicaba en el diario El Pueblo de Río Cuarto, la ciudad a la que se mudó a inicios de la década del veinte y en la que vivió la mayor parte de su vida.

    Si las grandes novelas de Juan Filloy son la puerta de entrada a ese gran edificio que es su obra, estos cuentos serían como las ventanitas desde las que espiar un poco antes de meterse de lleno. A modo de banquito donde apoyarse para llegar con mayor comodidad a esas ventanas, los textos traen un nutrido glosario, donde encontrar la explicación a esas palabras raras y audaces que tanto le gustaban usar a este escritor no menos raro y audaz.

    Ariel Magnus

    El Juido (El Patriarca)

    (de Los Ochoa)

    covercuentos.jpg

    —Sí, mi amigo, soy santafareño, santafesino que le dicen, de Esquina de la Guardia, acordobesao en Cruz Alta 1y Cabeza del Tigre. Mis andanzas comenzaron como pioncito de posta, cuarteador y qué sé yo.

    Dispués de la licenciada² del 83, cuando vine a dar con los huesos en esta Villa, aquellas andanzas no me pesan ya. Son como saltos de langosta en el recuerdo. Hasta me parece que n’hubiese sufrido nada yendo una y mil veces de Esquina del Lobatón a Saladillo de Ruiz Díaz, a Zanjón, a Fraile Muerto, a Tres Cruces, a Capilla de Dolores, a Esquina del Abogado, a Arroyo San José, a Cañada de Luca, a Corral de Barrancas, a Arroyo Chucul y la Concepción del Río Cuarto. Saltos de langosta. Tas, tas, tas...

    Mocito ya, me capujaron las levas.³ Anduve por campamentos, cantones y fortines tres años enteros. Jui trompa⁴ del coronel Victorino Ordóñez en la Punta del Sauce. Cuando lo mataron los indio el 64, la güelta de las cosas me ataron a las órdenes del general Victoriano Rodríguez.

    Mientras tuve a su servicio, murió gente que daba gusto. Sesenta muertos en la lucha de la cevilización contra la barbarie... No: ríase, macaneo... El indio vivía mejor qu’el cristiano. Entre la milicada, el hambre y los piojos de la frontera y la mugre gorda de la toldería, me quedo con ésta. Y tan me quedo, que dos vece me refalé más allá del Río Quinto al pago de Mariano Rosas. Ricuerde. Lo mesmo le pasó a Martín Fierro:

    Anduvo siempre juyendo

    Siempre pobre y perseguido;

    No tuvo cueva ni nido

    Como si juera un maldito;

    Porque el ser gaucho, carajo

    El ser gaucho es un delito.

    Fruncido por la necesidá y el frío, pa’escabullirme la primera vez pasé las de Caín.⁵ Porqu’en invierno hay qui’hacer la cosa: cuando la gente s’escuende bajo cueros de oveja o se’arrejunta en los fogones, cogote con cogote, como batatas...

    Esa vez —¡ay mi madre!— me

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