El significado del árbol del laurel hunde sus raíces en una tierra tan profunda como la Antigüedad clásica. Desde la época de griegos y romanos, hasta la Edad Media y el Renacimiento, sus hojas con forma de lanza han inspirado protección, fuego, victoria y simbolismo profético. Los cátaros lo relacionaron con el amor, bebiendo directamente de Las metamorfosis de Ovidio, donde la ninfa Dafne se convierte en laurel para escapar del tormentoso deseo de Apolo.
De lo que sí hay menos certezas es de la autoría del enunciado. La leyenda apunta a que fue pronunciado por Guillaume de Bélibaste, el último perfecto, poco antes de ser abrasado en la hoguera. Otros autores atribuyen la profecía a Guilhabert de Castres, obispo de Tolosa e intrépido predicador, que defendió a los buenos hombres y mujeres en los acalorados debates que se celebraban entre cátaros y católicos y dirigió misiones clandestinas para hacer llegar el consolamentum a los fieles hasta sus últimos días.
La falta de referencias abre la posibilidad de que la conocida como «Profecía del laurel» fuera uno de los versos de un poema de principios del siglo xx, inspirado por los trágicos sucesos de Montsegur en la primavera de 1244, cuando más de 200 cátaros fueron quemados vivos por la Inquisición. Puede que las enigmáticas palabras formaran parte, incluso, de las cantigas de trovadores medievales inspiradas por las historias clásicas.
Sea como fuere, el reverdecer al que alude la profecía cátara debió acontecer hace apenas dos años, si atendemos a la fecha de la ejecución de Bélibaste, en octubre de 1321, pero no hay una