No es sencillo determinar qué es en realidad una sociedad secreta. Hubo grupos humanos que nacieron como tales y otros que tuvieron que transformarse en organizaciones secretas para sobrevivir. Las diferencias de opinión sobre temas religiosos, por ejemplo, condenaron a millones de personas a convertirse en sectarios o en herejes, que viene a ser lo mismo. Por eso conviene definir previamente qué es una secta.
En principio, el significado peyorativo y amenazador que le atribuimos hoy a la palabra secta no existía en latín, pues significaba «manera de pensar», pero también «partido político». El término tiene dos raíces: por una parte procede de sequor, que significa «seguir a alguien», y por otro del verbo seco, «cortar». Un sector es una parte delimitada de una superficie, y una secta es lo mismo pero en el plano social. El cristianismo, por ejemplo, fue definido inicialmente por los romanos como una secta judía. Tal vez podamos hacer una primera división atendiendo a la diferencia entre los grupos «que creen» y los grupos «que saben». Entre los primeros se encontrarían los que comparten una diferencia de opinión en materia religiosa, y entre los segundos los que comparten unos conocimientos secretos que los demás ignoran.
FRONTERAS DILUIDAS
Sin embargo, la linde entre esas dos categorías se difumina bastante si consideramos que aquellos que creen también creen saber, mientras que los que saben creen en lo que saben. En la Edad Media europea, ejemplo de los primeros son los herejes cátaros o albigenses; ejemplo de los segundos serían los alquimistas. Pero hubo muchos más.
En el siglo xii surge un movimiento cristiano llamado valdense que, como reacción a la opulencia y la obscena exhibición de riqueza de la Iglesia romana, reivindica y exalta la pobreza