EL REY ARTURO LAS RELIQUIAS DE UNA LEYENDA
La fama que adquirió el rey Arturo fue tan grande, que sus hazañas fueron cantadas casi sin descanso por los pueblos britanos, haciendo que a partir del siglo IX estas gestas formadas por antiguos recuerdos que se perdían en la noche de los tiempos, se convirtiesen en la génesis del ciclo artúrico, tal y como lo conocemos en la actualidad. En los alrededores del año 830 un monje galés llamado Nennius escribió en lengua latina la que podemos considerar como la primera fuente de la leyenda artúrica. En la Historia Brittonum se presenta al personaje como un reconocido líder guerrero por haberse enfrentado contra los temidos sajones en doce temibles batallas, en las que siempre le acompañaba la victoria.
En el siglo siguiente vio la luz un nuevo texto latino conocido con el nombre de , en el que se sitúa a Arturo en la batalla de Mont Badon, que tuvo lugar en el año 516 (nuevamente el siglo VI), llevando sobre sus hombros durante tres días seguidos la cruz cristiana. Pero no será hasta el siglo XII cuando, en la que el autor utilizaba fuentes diversas, tanto latinas como galesas, cuya simbiosis generó la leyenda que hoy en día conocemos. Su difusión se explica por la aparición de un nuevo género literario conocido como el roman, una novela escrita en francés y destinada al público laico. Esto hizo que la historia relacionada con Arturo terminara llegando a muchos más lectores, especialmente a partir del año 1155, cuando el clérigo Wace tradujo el texto de Monmouth al francés con el título de
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