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Descubriendo a Lucía 2: Descubriendo a Lucía, #2
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Libro electrónico48 páginas38 minutos

Descubriendo a Lucía 2: Descubriendo a Lucía, #2

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Continuación de Descubriendo a Lucía 1

 

Lucía sigue contándonos su vida. Ahora está a punto de entrar de lleno en la adolescencia y las dudas y las inseguridades cada día se van volviendo más profundas y agotadoras. Una nueva amiga, con una personalidad absorbente y contraria a la suya aparecerá en su vida y planeará sobre todos los sentimientos ocultos de Lucía.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento25 mar 2021
ISBN9781393733157
Descubriendo a Lucía 2: Descubriendo a Lucía, #2

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    Descubriendo a Lucía 2 - Laura Pérez Caballero

    12. Lucía

    Mi primer día en el instituto comenzó bastante bien. Para empezar me tocó en clase con un montón de compañeros de octavo, así que no me sentí tan fuera de lugar como esperaba. Los empollones temblaban ante las posibles novatadas de las que tanto habían oído hablar, pero no sucedió nada fuera de lo común.

    El aula se iba llenando y todos nos íbamos sentando con quien más roce teníamos. Yo coincidí con tres de las cinco chicas que formamos grupo durante toda la E.G.B.

    Luego  se hizo el silencio cuando llegó la tutora. Era una mujer de mediana edad, gruesa y con media melena teñida de un rubio ceniza y unas gafas de pasta que llamaban la atención por el grosor de sus cristales.

    Se sentó en el trono de los profesores, ordenó guardar silencio y prestar atención y se presentó ante nosotros como nuestra tutora la profesora de Lengua y literatura Margarita Ordóñez.

    A continuación pasó lista para comprobar que no faltaba nadie y después escribió con gran pulcritud el horario escolar y el nombre de cada profesor con la asignatura que nos iba a impartir.

    De repente lanzó una pregunta al aire:

    —A ver, ¿cuántos aquí soy repetidores? Levantad la mano.

    Se alzaron seis brazos en el aula. Ella lo anotó en el papel en que tenía la lista de clase mientras decía en voz alta: seis.

    Entonces se levantó otra mano en el aire y la profesora elevó la vista del papel de la lista para observar a la muchacha de la última fila.

    —¿Si?

    —Yo he contado siete.

    Aquella voz era tan decidida que no pude dejar de pensar en mi abuela. Sin embargo, yo había contado las manos y sabía que eran seis personas las que la habían levantado.

    —Eran seis —le cuchicheé a mi compañera de pupitre.

    La muchacha de la voz decidida  se volvió hacia mí y me petrificó con la mirada.

    —¿Qué has dicho?

    Era una chica delgada, con el pelo teñido de color naranja todo hecho trencitas.

    —Muy bien, vamos a ver, volved a levantar la mano los repetidores —ordenó cansada la profesora.

    Se alzaron siete brazos entre los cuales se hallaba el de la chica del pelo naranja.

    La profesora la miró con incredulidad y luego dirigió la vista de nuevo al papel del listado.

    —Vamos a ver —repitió—, tú eres... —rebuscó entre los nombres —Matilde González ¿verdad?

    —Sí.

    —Antes no levantaste el brazo.

    —Sí lo hice, soy repetidora.

    —¿Me tomas el pelo? No soy nueva aquí...

    —Yo tampoco, soy repetidora —contestó la chica encogiendo los hombros.

    Las risas se escucharon en todo el aula.

    —¿Me tomas el pelo? —repitió la profesora, claramente incómoda.

    —No, solo trato de corregir un pequeño error visual —arrastró las dos últimas palabras.

    La profesora entrecerró los ojos tras los gruesos cristales y sonrió ligeramente.

    —Muy bien, señorita González, lo tendré en cuenta para

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