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Descubriendo a Lucía: Descubriendo a Lucía, #1
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Descubriendo a Lucía: Descubriendo a Lucía, #1
Libro electrónico36 páginas25 minutos

Descubriendo a Lucía: Descubriendo a Lucía, #1

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Primera parte de Descubriendo a Lucía

 

Lucía tiene diecinueve años y acaba de comenzar la carrera de sociología. Uno de sus profesores les encarga un trabajo titulado "La adolescencia y yo". Lo que en un principio a Lucía le parece una tontería, le llevará a descubrir secretos familiares y la hará reflexionar sobre su propia vida hasta el punto de decidir cambiarla.

Imagen portada Darksoul en pixabay

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento25 mar 2021
ISBN9781393197645
Descubriendo a Lucía: Descubriendo a Lucía, #1

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    Descubriendo a Lucía - Laura Pérez Caballero

    1. Lucía

    Acababa de cumplir diecinueve años. Empezaba mi primer curso en sociología. A mí me hubiera gustado más cursar periodismo, pero mi incapacidad o cobardía para abandonar las cosas que amaba o que eran pura rutina me impedían abandonar mi casa y trasladarme a otra ciudad donde poder cursar esa carrera. Era otro de tantos sueños a los que renunciaba por timidez, miedo o quizá falta de voluntad.

    En mi casa vivía bien. Gozaba de una libertad a la que nunca quise poner el nombre de soledad, porque me parecía que era hacerle un feo a mi madre, la cual vivía sumida en una depresión profunda desde que yo recordara, y que se agravó más aún tras la muerte de mi padre en un accidente de coche. De esto hacía ocho años y desde entonces mi madre era un fantasma que vivía encerrada en su habitación y solo se dedicaba a dormir. Yo la dejaba y perdonaba su desatención con una actitud de despreocupación muy bien fingida por mi parte.

    A veces la escuchaba llamarme desde su lecho de dolor y acudía rauda a su lado, incluso aunque me llamara Lucy, diminutivo que siempre he odiado, porque Lucía me parece un nombre lo suficientemente bonito como para que no haya necesidad de estropearlo con un diminutivo que me sonaba horrible.

    —Lucy, cariño —gemía al borde del desmayo—, cariño no sé nada de ti. Nunca me cuentas nada. Entras, sales, a veces no sé siquiera si estás en tu habitación o metida en algún antro de mala muerte a esos a los que vais los jóvenes.

    Respiraba, suspiraba, me cogía la mano, tosía un par de veces, miraba al techo, y cuando mi conversación le aburría, cerraba los ojos y dormía, o al menos lo fingía.

    Yo aprovechaba para escabullirme y regresar a mi mundo. Cogía el pan de molde y me preparaba un bocadillo, elaboraba la lista de la compra para el día siguiente, pasaba el dedo sobre el techo del televisor comprobando el nivel de polvo, revisaba el cubo de basura, el cubo de ropa sucia, el cubo de la ropa para planchar...

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